Flores rotas
6.7
20,573
Comedia. Drama
Original y extravagante revisión del mito de Don Juan. Después de ser abandonado por su última conquista (Delpy), Don Johnston (Bill Murray) recibe una carta anónima en la que se le informa de que tiene un hijo. Tan inesperada noticia lo impulsa a emprender un viaje en busca de sus antiguas amantes para resolver el misterio. (FILMAFFINITY)
12 de diciembre de 2010
12 de diciembre de 2010
26 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sea cual sea la versión en la que se manifieste (Casanova, Tenorio, Cyrano, playboy, galán de telenovela, ligón de playa, de discoteca etc.) la figura del seductor siempre ha constituido, tradicionalmente, uno de los prototipos más admirados y envidiados del colectivo heterosexual masculino. Lo que muchas veces olvidamos los que pertenecemos a ese multitudinario colectivo es que, obviamente, no todo son flores y violas en la vida de un Don Juan. Ni mucho menos. Y si no que se lo pregunten a todos aquellos políticos, deportistas, actores o cantantes cuyos líos de faldas han estado, muchísimas veces, a punto de arruinarles completamente la vida.
Naturalmente, ése no es el caso de Don Johnston. Nuestro antihéroe. Un maduro y acomodado informático que -el muy puñetero- siempre ha procurado no comprometerse más de lo estrictamente necesario con sus numerosas amantes. Nuestro playboy, sin embargo, está acabado y, tras su enésimo fracaso amoroso, trata de convencerse de que encontrar a ese hipotético hijo desconocido constituye la única vía posible para darle algo de sentido a una trayectoria existencial frívola, vacía y absolutamente desoladora.
Y qué mejor actor para ese papel que Bill Murray. Un tipo cuyo hierático e inexpresivo semblante encaja a la perfección con la de un hombre que ya está de vuelta de todo y que sólo le queda, quizás, redimirse de su caótica y compulsiva trayectoria amorosa a través de una road-movie, como poco, singular. Un viaje en el que drama, comedia y crítica generacional se entremezclan magistralmente y en el que mi hasta ahora denostado Jarmusch sugiere muchas más cosas de las que pueden percibirse a primera vista. Notable alto.
Naturalmente, ése no es el caso de Don Johnston. Nuestro antihéroe. Un maduro y acomodado informático que -el muy puñetero- siempre ha procurado no comprometerse más de lo estrictamente necesario con sus numerosas amantes. Nuestro playboy, sin embargo, está acabado y, tras su enésimo fracaso amoroso, trata de convencerse de que encontrar a ese hipotético hijo desconocido constituye la única vía posible para darle algo de sentido a una trayectoria existencial frívola, vacía y absolutamente desoladora.
Y qué mejor actor para ese papel que Bill Murray. Un tipo cuyo hierático e inexpresivo semblante encaja a la perfección con la de un hombre que ya está de vuelta de todo y que sólo le queda, quizás, redimirse de su caótica y compulsiva trayectoria amorosa a través de una road-movie, como poco, singular. Un viaje en el que drama, comedia y crítica generacional se entremezclan magistralmente y en el que mi hasta ahora denostado Jarmusch sugiere muchas más cosas de las que pueden percibirse a primera vista. Notable alto.
30 de enero de 2007
30 de enero de 2007
26 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hombre maduro, rico, sin familia, desencantado, sin descendencia; de repente surge una chispa, aventura y aliciente en su vida, provocado todo y animado por un vecino amigable, Winston (Jeffrey Wright) que además de tener una esposa simpática, varios niños y un trabajo de obrero, además tiene tiempo para entusiasmarse y entusiasmar a Don Johnston (Bill Murray) con la posibilidad de desentrañar un misterio importante de su vida, el cual se presenta inesperadamente a través de una carta sin remite, escrita a máquina con tinta roja.
Película delicadamente extraña con intriga latente, continua, cuestión que capta bien el interés de los espectadores por seguir atentos la historia, esperando qué saldrá de ella. Notable, serena, con buena atmósfera de realidades humanas; merece la pena verse, aunque deja sentimientos de melancolía, incertidumbre, lobreguez de miras.
Fej Delvahe
Película delicadamente extraña con intriga latente, continua, cuestión que capta bien el interés de los espectadores por seguir atentos la historia, esperando qué saldrá de ella. Notable, serena, con buena atmósfera de realidades humanas; merece la pena verse, aunque deja sentimientos de melancolía, incertidumbre, lobreguez de miras.
Fej Delvahe
7 de mayo de 2015
7 de mayo de 2015
23 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Winston. Vive en una casa típica americana, felizmente institucionalizado en el matrimonio. Tiene una caterva de querubines moscardeando alrededor. Su mujer, etíope, no le deja fumar; ella es "suya y de nadie más". Vive en una sana normalidad, y se aburre tanto que dedica sus minutos de ocio a buscar absurdas páginas para descifrar novelas de misterio.
Johnston. El Don Juan en horas bajas. Otrora célebre amante y conquistador nato. Su última novia le deja y se queda solo. Pasa las tardes y las noches sentado en casa, esperando. A veces, visita al casado Winston, a compartir idéntico aburrimiento de fuentes opuestas.
Un día, Johnston recibe una carta anónima, en la que un antiguo amor le confiesa que, diecinueve años atrás, tuvo un hijo de él. Winston le impele a que averigüe quién es la autora. Hay cinco mujeres que, por la fecha, podrían serlo.
...
A menudo solemos recordar épocas de nuestra vida atendiendo a la presencia de un antiguo amor o pareja en aquella. De tal forma que, al echar la vista atrás y retrotraernos a algún período pasado, nos es difícil ubicarnos sin la coletilla "fue el tiempo en que estuve saliendo con...". Para un Don Juan, cuya máxima aspiración es la conquista sistemática de mujeres, más aún deberá darse este rasgo de carácter.
Jarmusch, impenitente nómada, viajero infatigable, aquí no se mueve sólo en el plano terreno, entre ciudad y ciudad. Se mueve entre mujeres, entre romances espaciados en el transcurso de la vida. El espectador puede proyectar sus vivencias en el periplo de Winston, y pasear, también, entre amores e idilios pasados. Los momentos en que no hubo amor son sólo trayecto monocorde por carretera; sin hogar, ni descanso.
...
1ª exnovia. Es la que aún nos recuerda. La que sonríe de forma tontorrona al volver a vernos, y la que no tiene impedimento alguno en añadir una noche más a una aventura ya extinta. Su hija, una nínfula adolescente, Lolita moderna (de la que Jarmusch toma prestado hasta el propio nombre, en un guiño más que obvio a Nabokov), se nos aparece desnuda, ya sea real o imaginariamente. Acaso sea su impoluta y virginal desnudez ese recuerdo del esplendor en la hierba que, por una vez más que compartamos lecho con su progenitora, no podremos recuperar, pues "algo" se perdió: 19 años después, ya no puede ser lo mismo. Johnston, sabedor de que él no es un Humbert Humbert, prosigue su camino.
2ª exnovia. Es la que está felizmente casada. Pese a que nos ha olvidado, aún se inquieta ligeramente al vernos. Hippie en su juventud, ahora es una 'snob' de clase alta. Ha cambiado, y ya no es la persona que, en su día, nos atrajo. 19 años después, ¿cómo va a ser lo mismo?... Cenamos con ella y con su marido, que nos trata sin gravedad alguna: somos el amor de juventud de su mujer, pero, ¿qué más da, a estas alturas? Y, con este aspecto deslucido, pocho y avejentado, ¿qué amenaza suponemos para él y su cómodo matrimonio?
3ª exnovia. Es la que nos ha olvidado por completo, y sólo nos dedica una porción de su tiempo por educación. Nos esquiva y rehúye de forma sibilina, hasta que, con un rotundo "deberías marcharte", pone fin al fugaz encuentro, con la misma sonrisa con la que podría dirigirse a un desconocido.
4ª exnovia. Es la que no nos puede ni ver. No hay mucho que hacer aquí. Es una parcela del pasado completamente erosionada por alguna traumática ruptura y una distancia temporal irreconciliable. Con un sordo golpe en pleno rostro, y el ojo morado, volvemos a la realidad.
5ª exnovia. Murió hace tiempo. Ese cuerpo que se dejó amar ya no existe. Esa boca que, quizás, nos dedicó un 'te quiero', ha desaparecido entre la tierra. Cualquier vivencia con ella pervive sólo en la memoria de Johnston y es en el olvido, donde ella yace hermanada con el polvo, donde acabarán todas las demás, sino acabamos nosotros primero. ¿Nos recordará, alguna de ellas, llegado el momento?
...
?ª La soledad final. El joven con el que Winston se encuentra al final de la película es, su hijo o no, la proyección frustrada de un futuro en compañía. A pesar de tanta conquista, a pesar de tanta mujer a nuestro lado, el tiempo hace estragos: 'estoy, en efecto, solo', que dijo Chishu Ryu al término de 'El sabor del sake'.
Mendigamos el cariño de nuestro desconocido hijo y, ante la ominosa visión de un monstruo solitario que pretende arrastrarle a su lado, el chico huye.
...
Una escena.
Justo antes de que la cámara trace un círculo, y mientras vemos la vida huir de nosotros, pasa un joven melenudo en un automóvil. Se queda mirando de forma descarada, con gesto entre amenazante e impasible. Parece una escena anecdótica, incluso carente de sentido.
Hace no mucho, mientras la relación con mi última pareja zozobraba y ambos discutíamos en el banco de un parque, casi dándole el golpe de gracia a una relación que, apenas una semana después, sufrió la inevitable ruptura, un chico pasó en bicicleta, mientras yo apenas podía contener las lágrimas. Se me quedó mirando desafiante, como si fuese un extraño enviado del destino, confirmando lo que yo ya sospechaba: que un nuevo desengaño, una nueva época de soledad, se cernía sobre mí. Parecía que él sabía más de lo que yo, en ese momento en que mi pareja permanecía callada, podía saber.
¿No le pasaría, quizás, esto mismo a Jarmusch?
...
La suma de conquistas, la recopilación de amores y el almacenamiento de vivencias románticas caducas, en suma: una vida de actividad amorosa, ha llevado al Don Juan a la paradoja de estar solo. Una monstruosa soledad, con pesados recuerdos de amores lozanos que acabaron porque el tiempo pone fin a todo. Quizás alguno de ellos pudo tener una oportunidad de funcionar, pero ya no lo sabremos.
Gracias.
Johnston. El Don Juan en horas bajas. Otrora célebre amante y conquistador nato. Su última novia le deja y se queda solo. Pasa las tardes y las noches sentado en casa, esperando. A veces, visita al casado Winston, a compartir idéntico aburrimiento de fuentes opuestas.
Un día, Johnston recibe una carta anónima, en la que un antiguo amor le confiesa que, diecinueve años atrás, tuvo un hijo de él. Winston le impele a que averigüe quién es la autora. Hay cinco mujeres que, por la fecha, podrían serlo.
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A menudo solemos recordar épocas de nuestra vida atendiendo a la presencia de un antiguo amor o pareja en aquella. De tal forma que, al echar la vista atrás y retrotraernos a algún período pasado, nos es difícil ubicarnos sin la coletilla "fue el tiempo en que estuve saliendo con...". Para un Don Juan, cuya máxima aspiración es la conquista sistemática de mujeres, más aún deberá darse este rasgo de carácter.
Jarmusch, impenitente nómada, viajero infatigable, aquí no se mueve sólo en el plano terreno, entre ciudad y ciudad. Se mueve entre mujeres, entre romances espaciados en el transcurso de la vida. El espectador puede proyectar sus vivencias en el periplo de Winston, y pasear, también, entre amores e idilios pasados. Los momentos en que no hubo amor son sólo trayecto monocorde por carretera; sin hogar, ni descanso.
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1ª exnovia. Es la que aún nos recuerda. La que sonríe de forma tontorrona al volver a vernos, y la que no tiene impedimento alguno en añadir una noche más a una aventura ya extinta. Su hija, una nínfula adolescente, Lolita moderna (de la que Jarmusch toma prestado hasta el propio nombre, en un guiño más que obvio a Nabokov), se nos aparece desnuda, ya sea real o imaginariamente. Acaso sea su impoluta y virginal desnudez ese recuerdo del esplendor en la hierba que, por una vez más que compartamos lecho con su progenitora, no podremos recuperar, pues "algo" se perdió: 19 años después, ya no puede ser lo mismo. Johnston, sabedor de que él no es un Humbert Humbert, prosigue su camino.
2ª exnovia. Es la que está felizmente casada. Pese a que nos ha olvidado, aún se inquieta ligeramente al vernos. Hippie en su juventud, ahora es una 'snob' de clase alta. Ha cambiado, y ya no es la persona que, en su día, nos atrajo. 19 años después, ¿cómo va a ser lo mismo?... Cenamos con ella y con su marido, que nos trata sin gravedad alguna: somos el amor de juventud de su mujer, pero, ¿qué más da, a estas alturas? Y, con este aspecto deslucido, pocho y avejentado, ¿qué amenaza suponemos para él y su cómodo matrimonio?
3ª exnovia. Es la que nos ha olvidado por completo, y sólo nos dedica una porción de su tiempo por educación. Nos esquiva y rehúye de forma sibilina, hasta que, con un rotundo "deberías marcharte", pone fin al fugaz encuentro, con la misma sonrisa con la que podría dirigirse a un desconocido.
4ª exnovia. Es la que no nos puede ni ver. No hay mucho que hacer aquí. Es una parcela del pasado completamente erosionada por alguna traumática ruptura y una distancia temporal irreconciliable. Con un sordo golpe en pleno rostro, y el ojo morado, volvemos a la realidad.
5ª exnovia. Murió hace tiempo. Ese cuerpo que se dejó amar ya no existe. Esa boca que, quizás, nos dedicó un 'te quiero', ha desaparecido entre la tierra. Cualquier vivencia con ella pervive sólo en la memoria de Johnston y es en el olvido, donde ella yace hermanada con el polvo, donde acabarán todas las demás, sino acabamos nosotros primero. ¿Nos recordará, alguna de ellas, llegado el momento?
...
?ª La soledad final. El joven con el que Winston se encuentra al final de la película es, su hijo o no, la proyección frustrada de un futuro en compañía. A pesar de tanta conquista, a pesar de tanta mujer a nuestro lado, el tiempo hace estragos: 'estoy, en efecto, solo', que dijo Chishu Ryu al término de 'El sabor del sake'.
Mendigamos el cariño de nuestro desconocido hijo y, ante la ominosa visión de un monstruo solitario que pretende arrastrarle a su lado, el chico huye.
...
Una escena.
Justo antes de que la cámara trace un círculo, y mientras vemos la vida huir de nosotros, pasa un joven melenudo en un automóvil. Se queda mirando de forma descarada, con gesto entre amenazante e impasible. Parece una escena anecdótica, incluso carente de sentido.
Hace no mucho, mientras la relación con mi última pareja zozobraba y ambos discutíamos en el banco de un parque, casi dándole el golpe de gracia a una relación que, apenas una semana después, sufrió la inevitable ruptura, un chico pasó en bicicleta, mientras yo apenas podía contener las lágrimas. Se me quedó mirando desafiante, como si fuese un extraño enviado del destino, confirmando lo que yo ya sospechaba: que un nuevo desengaño, una nueva época de soledad, se cernía sobre mí. Parecía que él sabía más de lo que yo, en ese momento en que mi pareja permanecía callada, podía saber.
¿No le pasaría, quizás, esto mismo a Jarmusch?
...
La suma de conquistas, la recopilación de amores y el almacenamiento de vivencias románticas caducas, en suma: una vida de actividad amorosa, ha llevado al Don Juan a la paradoja de estar solo. Una monstruosa soledad, con pesados recuerdos de amores lozanos que acabaron porque el tiempo pone fin a todo. Quizás alguno de ellos pudo tener una oportunidad de funcionar, pero ya no lo sabremos.
Gracias.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Dediqué, quizás ingenua pero sinceramente, mi crítica de '500 días juntos' a L.
Ésta la dedico a todas las letras del abecedario. En especial, a P.
Ésta la dedico a todas las letras del abecedario. En especial, a P.
25 de diciembre de 2005
25 de diciembre de 2005
22 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sin duda alguna, uno de los mayores aciertos de Jarmusch, fue la inclusión en su proyecto del inexpresivo Bill Murray puesto que, en esta ocasión, el personaje que interpreta le viene como anillo al dedo, una persona desmotivada y sin interés por sacarle mayor partido a su vida, al que el actor logra darle unos tintes cómicos de lo más adecuados cuando la situación lo requiere.
De este modo, el renombrado director de culto americano, nos introduce en la historia de un hombre interpretado por Murray, en el preciso momento en que su vida da un giro y, motivado por un amigo, decide emprender la búsqueda de un supuesto hijo suyo. La trama, sin embargo, no es el principal aliciente de este film, sino simplemente un vehículo para otorgar un pequeño retrato sobre ciertos engranajes de la sociedad, además de desembocar en la inesperada busca del propio protagonista por encontrarse de nuevo a si mismo, cosa reflejada en su modo de actuar y en sus conversaciones, repletas de diálogos interesantes que no hacen más que aportar nuevos matices sobre el protagonista, cosa que vemos resaltada de modo notable mediante planos, secuencias y flashbacks de lo más notables.
Podriamos decir pues, que la verdadera esencia del film reside en su dirección, ya que el realizador, además de mostrarnos esos personajes inusuales y esas situaciones imaginativas o simpáticas tan presentes en su obra, sabe como imprimir en esta peculiar historia todos los elementos necesarios para que el espectador disfrute de una buena cinta donde el principal aliciente es el reencuentro con la motivación por seguir adelante e intentar aprender de los errores pasados, pero siempre mirando hacía el presente.
De este modo, el renombrado director de culto americano, nos introduce en la historia de un hombre interpretado por Murray, en el preciso momento en que su vida da un giro y, motivado por un amigo, decide emprender la búsqueda de un supuesto hijo suyo. La trama, sin embargo, no es el principal aliciente de este film, sino simplemente un vehículo para otorgar un pequeño retrato sobre ciertos engranajes de la sociedad, además de desembocar en la inesperada busca del propio protagonista por encontrarse de nuevo a si mismo, cosa reflejada en su modo de actuar y en sus conversaciones, repletas de diálogos interesantes que no hacen más que aportar nuevos matices sobre el protagonista, cosa que vemos resaltada de modo notable mediante planos, secuencias y flashbacks de lo más notables.
Podriamos decir pues, que la verdadera esencia del film reside en su dirección, ya que el realizador, además de mostrarnos esos personajes inusuales y esas situaciones imaginativas o simpáticas tan presentes en su obra, sabe como imprimir en esta peculiar historia todos los elementos necesarios para que el espectador disfrute de una buena cinta donde el principal aliciente es el reencuentro con la motivación por seguir adelante e intentar aprender de los errores pasados, pero siempre mirando hacía el presente.
29 de mayo de 2012
29 de mayo de 2012
21 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Creo que no he visto la misma película que muchos de quienes han realizado una crítica en este apartado. Tal vez exista quien no sabe diferenciar la simpleza, confundiéndola con sencillez.
Bill Murray no actúa, limita su presencia a deleitarnos con su cara de borrachín despistado, sin hacer otra cosa que soportar interminables planos que de manera incomprensible se apoyan en su bobalicona falta de expresividad. El guión podría servir si tuviera un desenlace, el que fuera, pero todo resulta tan obviamente absurdo como la composición de una película que dirige al espectador hacia ninguna parte.
Sharon Stone magnífica en un papel que muestra en pocos minutos sus cualidades para seducirnos. Jessica Lange bastante deteriorada intentando mantener el tipo en un trabajo que nos recuerda lo cruel del paso del tiempo.
El resto una nadería a la que te aferras intentando descubrir un sentido que solo te conduce hasta la más absoluta perplejidad. No pierdas tu maravilloso tiempo revisándola, excepto que te sobre tanto que no sepas que hacer con él.
Bill Murray no actúa, limita su presencia a deleitarnos con su cara de borrachín despistado, sin hacer otra cosa que soportar interminables planos que de manera incomprensible se apoyan en su bobalicona falta de expresividad. El guión podría servir si tuviera un desenlace, el que fuera, pero todo resulta tan obviamente absurdo como la composición de una película que dirige al espectador hacia ninguna parte.
Sharon Stone magnífica en un papel que muestra en pocos minutos sus cualidades para seducirnos. Jessica Lange bastante deteriorada intentando mantener el tipo en un trabajo que nos recuerda lo cruel del paso del tiempo.
El resto una nadería a la que te aferras intentando descubrir un sentido que solo te conduce hasta la más absoluta perplejidad. No pierdas tu maravilloso tiempo revisándola, excepto que te sobre tanto que no sepas que hacer con él.
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