La secretaria

Viva el sado-maso !!. En lo más alto del podium de lo políticamente incorrecto, más impactante si se tiene en cuenta que es norteamericana. El argumento te sorprende y engancha desde el primer minuto. Te puede parecer estrafalario, sórdido y retorcido pero el calado es de gran romanticismo. Si a esto le espolvoreas un poco de picante y buenos toques cómicos es imposible que te llegue a defraudar. Además se ve en un santiamén. La interpretación de los protagonistas es impecable. La atmósfera envolvente, el ritmo y los movimientos que se congelan en el tiempo con una intrigante y dulce tensión sexual. El papel de Maggie Gyllenhall es mágico, se transforma de torpe y triste patito feo a una explosión de belleza sensual. La Música no desmerece con el gran tema "I'm Your Man" de Leonard Cohen que le viene al pelo, así como de Angelo Badalamenti. Recomendable intentar verla en VO. Se acentúa más la carga erótica.

Es la historia de dos almas atormentadas que encuentran su expiación por arriesgarse a romper las barreras que les separan. La película sirve para romper el estereotipo de que los sádiscos y los masoquistas son todos unos pervertidos. La energía de eros al final siempre busca una válvula de escape cuando no se la deja manifestarse espontaneamente. Que el tipo de relación sexual que viven sea una basada en el deseo de castigar-ser castigado es una mera anécdota si miramos a los sentimientos de sus corazones.

De muy cuando en cuando me suele pasar, que por el motivo que sea confundo una película con otra distinta sin haber visto ninguna de las dos; ya sea por que compartan el mismo look, sinopsis parecidas, mismas parejas de actores ó posters promocionales calcados.
A Secretary jamás le presté demasiada atención porque siempre pensé que era una de Concha Velasco; incluso durante mucho tiempo creí que el culo del cartel (con ayuda del Photoshop) pertenecía a la mismísima Concha.
Al tiempo me di cuenta que el fallo venía dado por la existencia de otra película con carátula vagamente similar llamada "París-Tombuctú" en donde sí participa la Velasco.

El error fue subsanado cuando en un canal de estos de por cable comenzó la emisión de Secretary. Me decidí por tragármela al comprobar con agrado que en los créditos iniciales no aparecía Doña Concha. Sí participaba, por el contrario, la actriz Maggie Gyllenhaal con la que llevo una relación amor-odio virtual; me cuesta decantarme y no tengo claro si me parece un bombón o si por el contrario me resulta una chica totalmente inapetente. Su participación en el film que nos ocupa ha ayudado a que la balanza se incline hacia la primera de las opciones (patético, lo se).

Junto a James Spader, Maggie protagoniza un rollo amo-esclava predispuesto a satisfacer el lado más oscuro del telespectador. La idea de que una completa desconocida obedezca y acate tus desvariaciones sin rechistar... pues coño; hay que reconocer que gusta. Así pues, de este puntito fetiche se sirve Steven Shainberg para confeccionar la trama de Secretary. Todo girará en torno a ello. No encontrarás nada más. En Secretary se corta el bacalao dentro de la oficina. Y siguiendo con las metáforas marinas, con las repetidas tortas en el culete se queda todo el pescao vendío.

En esta película se consigue una cosa aparentemente difícil: que 40 azotes en el culo representen el summum del romanticismo, y que a una se le pongan los pelos de punta y se le salten lagrimones como puños.

Para mí ya siempre será un referente cinematográfico del amor ese maravilloso James Spader convirtiendo poco a poco a la dulce, enferma y autodestructiva Gyllenhaal en su adorada esclava. Creo que difícilmente una comedia romántica me llegará nunca más al corazón.

Sólo porque James Spader me diera un par de azotillos de ésos con tanto cariño y tanta pasión cometería todas las faltas de ortografía del mundo y sería muy muy muy mala. James, James, tú sí que eres el puto amo.

Uno de los ideales nunca confesados por el género masculino es tener como pareja a una esclava o siendo más finos unas sumisa. Una hembra dispuesta a cumplimentar las labores del hogar y acceder a nuestro constante deseo sexual con abnegación y entusiasmo. Tengo un amigo que consiguió encontrar a una chica totalmente obediente y fiel, siempre dispuesta y disponible y me comentaba lo feliz que era sexualmente, pues nunca ponía reparos a sus más mínimos deseos y se mostraba satisfecho pues por fin estaba poniendo en práctica muchas de las perversiones y desviaciones que otras chicas no le habían permitido.

La secretaria no es apta para todos los públicos y es posible que esa tan manida frase de que puede herir la sensibilidad del espectador este pensada para películas como esta, puesto que nos inicia en el mundo BDSM, que se caracteriza por que los roles de la pareja no son de igual a igual sino que se consensua un traspaso de poderes, existe un dominante y un sumiso, un activo y un pasivo, independientemente del sexo, y la excitación se encuentra en el dolor y en el placer aplazado pues muchas veces no se consuma la relación sexual completa; se trata de estirar al máximo las expectativas, usando incluso el daño físico para alcanzar el culmen del deseo. Una suerte de sexo tántrico pero sin sexo, todo es imaginación, anhelo, sed y fetichismo. El abogado protagonista obtiene el placer en la humillación a su secretaria y necesita alimentar su masoquismo con perversiones cada vez más elaboradas y comprometidas a las que ella responde con más y más deseo. Gran actuación de Maggie Gyllenhall, lasciva, obscena y a medida que pasa la película más guapa y apetecible, con algunos momentos inolvidable como la escena del culo en pompa que considero portentosa.

Me ha gustado mucho la música que acompaña la película, el tono sensual y hasta me atrevo a decir romántico entre los protagonistas así como los interiores y decorados, sobre todo ese pasillo metafórico que comunica y separa la salas de espera del bufete donde está la secretaria con el despacho del abogado, la separación entre el “bien” y el “mal”, lo público de lo privado, lo aceptable de lo prohibido. Si no la pongo un 10 es por el final que desafina con el resto de la intriga, pero me ha gustado el enfoque del director pues muy pocos se atreven a mostrar las parafilias que no son políticamente correctas

Mi amigo dejó a su novia. A los 2 años de relación se dio cuenta que ella no le aportaba nada, ella no proponía ninguna actividad, ni discutía ninguna opinión, ni tenía vida propia, era un ser animado que dependía por entero de él hasta para las cosas más nimias, una devota incondicional que ahora le hace la vida imposible persiguiéndole por las esquinas intentando recuperar a su amo. La vida real suele tener peor final que las películas.