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Snoopy y Charlie Brown: Peanuts la películaAnimación

Animación. Comedia. Aventuras Snoopy emprende una gran misión que lo lleva a surcar los cielos como as de la aviación para enfrentarse a su archienemigo, el Barón Rojo. Mientras, su mejor amigo Carlitos Brown, inseguro pero perseverante, vivirá también una aventura épica: se enamora de su nueva vecina. Película basada en los cómics de Charles Schulz, "Peanuts", conocidos fuera de Estados Unidos por algunos de sus personajes: Snoopy o Charlie Brown. (FILMAFFINITY)
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9
20 de noviembre de 2015 4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las aventuras de Snoopy, Charlie Brown y sus amigos han perdurado por muchos años. Desde que se anunció que saldría una película basada en dichos personajes.

La película es encantadora de principio a fin. Minuto a minuto nos lleva a recordar esa niñez que tuvimos, mostrando cada una de las situaciones que cada niño pasa en su niñez, valga la redundancia.

La magia tanto del 3D como de la animación hacen de la película un digno homenaje al creador de estos personajes.
7
28 de noviembre de 2015 3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde los años 60 las tiras de comics de los "Peanuts", es decir de las aventuras de Charlie Brown, su perrito Snoopy su hermanita Sally y del conjunto ,magnífico y divertido de amiguitos, en los que podemos ver larvados todos los defectos, virtudes, manías y ambiciones de los adultos de la sociedad avanzada. Parejo de alguna forma a las tiras de "Mafalda" del argentino Joaquin Salvador, "Quino" , que vendría a ser la versión tercermundista, comprometida políticamente y mentalizada de los niños norteamericanos. Y ambos tienen un elemento común que entonces, en aquélla época, era rompedor: tiras cómicas infantiles para lectores adultos. Los dibujos más esquemáticos , poéticos y sencillos de Charles Schulz, frente a los más elaborados y dramatizados de Quino crearon una dicotomía (falsa) universitaria que frivolizaba las diferencias haciendo un paralelismo entre los que defendíamos a Camus sobre los devotos de Sartre.


La película, dirigida por Steve Martino con guión de los hijos de Schulz y producida por Sky Studios con animación 3D, muestra una historia a la vieja usanza de la vida de los niños en su escuela y en sus propias vivencias en la tranquila y opulenta sociedad norteamericana de la clase media de los sesenta (los adultos son inexistentes y se representan por voces distorsionadas) en las que la imaginación, el sentido poético de la vida y las pequeñas miserias y temores de los niños en su convivencia nos ofrecen un mundo cuasi idílico en el que no existe la maldad y lo más duro que hay es el mal genio de Lucy (con su gabinete de terapia a 1 centavo el consejo) o la dependencia de Linus por su frazadita (por otra parte una de las mentes más lúcidas y razonables de todo el elenco infantil). Charlie Brown, con su inseguridad, su bondad y su dulce pesimismo, así como su optimista, feliz y travieso perro Snoopy, son ya unos iconos tan conocidos de la cultura pop que podemos obviar explicaciones. No hay novedades para los que leímos las tiras y vimos los cortos que realizaron en su día. Quizá en eso estriba su valor. Será curioso constatar hasta qué punto los jóvenes de ahora llegan a vibrar con esos adorables personajes, ya que nadie del equipo realizador se ha atrevido a introducir cambios o a mostrarnos algo nuevo sobre ellos. ¿falta de atrevimiento o renuncia a ser algo más que una bella muestra de nostalgia?
9
26 de diciembre de 2015 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La realidad a veces no es necesaria.
Hay mundos que solo existen en un imaginario muy concreto, darles nuestras normas sería privarlos de sentido e identidad, esas razones que nos hacen volver a ellos una y otra vez.
Las valoraciones sobran cuando se entra en esos mundos, solo hay que dejarse llevar.

'Carlitos y Snoopy', o el mundo de 'Peanuts', es de esos.
Una realidad movida a velocidad de animación imparable y prodigio de expresividad, que hace de la vida de niño, normalmente desatendida, un microcosmos con sus características definidas en donde la máxima locura encuentra sitio junto la más pura racionalidad, ninguna imponiéndose sobre la otra.
Un testimonio feliz y despreocupado imaginado por adultos a la búsqueda de recordar aquel niño problemático que fueron. Sería demasiado fácil que fuera pura tontería, y sin embargo nunca llega a serlo.

No puede. La historia está completamente confiada en sus posibilidades, y en lo que quiere contar.
Sobre todo la vida cotidiana del niño Carlitos, un chico con ciertos problemas de autoestima que busca la aceptación, entre unos amigos y compañeros con dispares comportamientos. Vemos un puesto de psicología en la calle regentado por la soberbia Lucy, o escuchamos los coherentes consejos de Linus acompañados por la exquisita música de Schroeder, y nos damos cuenta de que solo existen como gloriosas muestras de la consciencia infantil, que a veces es más aguda que la adulta.
Los adultos, de hecho, están fuera de esta gran aventura: apenas unos murmullos vagos en clase, esa fuente de problemas, que demuestran que los niños no comprenden la imposición de tareas ni desean hacerlo. Esta historia es de ellos, no pretende ir un paso más allá, y parece decir que sería injusto hacerlo cuando la infancia es tan rica en todas sus posibilidades.

A través de una serie de situaciones familiares a la tira que le vió nacer (el baile, la cometa, la Niña Pelirroja) somos testigos de los problemas de Carlitos.
Problemas derivados de lo que él cree que es su mala suerte, y que se convierten en ingeniosos chistes visuales muchas veces. Casi podemos llegar a apenarnos por él, sino fuera porque la manera en la que están contadas sus vivencias da en la clave de todo el asunto: en la infancia nada importa tanto, y sin embargo también todo importa mucho. Es imposible sentir pena por Carlitos cuándo vemos que cada confusión tiene un fondo inocente e incluso ninguna de sus desgracias duran bastante (por lo menos hasta que venga la próxima); convertir la vida cotidiana en un interminable chiste con variedad de emociones es la razón de ser de este mundo de 'Peanuts', e incluso eso nos puede hacer reflexionar sobre nuestra realidad.
Valga como ejemplo ese momento en el que Carlitos afronta el resumen de 'Guerra y Paz' de León Tolstoi y todo el proceso se vuelve penosamente cómico al ver a un niño tratar de condensar en unas palabras un clásico de la literatura. Es la más acertada representación de nuestro protagonista: alguien que lidia con las complejidades más serias, queriendo comprenderlas, pero pasándolas por su inocencia infantil que todo lo pone en perspectiva. Su punto de vista, privado de prejuicios o temores adultos, es aquello de lo que nos olvidamos una vez crecemos.

A su lado, su perro Snoopy vive sus propias aventuras, como espectador travieso de las de Carlitos, pero también como un chistoso maestro de ceremonias en cada situación.
Casi el único personaje que parece darse cuenta del mundo en el que vive, se dedica a sabotear su propia condición: Charles M. Schulz le dió aspecto de perro, pero nunca dejó que eso le definiera. Tras el rechazo al entrar en la escuela se dedica a imaginar una historia ambientada en la Primera Guerra Mundial, con él como piloto intrépido que lucha contra El Barón Rojo sobre su caseta, y se puede decir que funciona como reflejo de las vivencias de Carlitos.
Una odisea saliendo de territorio enemigo se transforma en un recorrido por el barrio, donde Snoopy cree ver riesgos a cada paso que da, aunque no sean más que momentos cotidianos en la vida de los demás.
Una mini-historia que se complementa con el hilo principal y nos recuerda que no estamos atados por la realidad: aquí hay carta blanca para que la expresividad y la imaginación ganen la partida.

Ahí está la magia de 'Peanuts': su celebración de lo absurdo anclada en situaciones (o miedos) reales.
Los problemas de Carlitos probablemente nunca acabarán, e incluso él mismo siempre querrá pedir que no fueran tantos, pero la clave para afrontarlos es que no dejará de hacer lo correcto.
Nos hemos olvidado, de que entre los chistes, también había muestras de bondad, de cariño, respeto o madurez. Era fácil no prestarlas atención, y de repente, en un diálogo con sabor a fin de verano, nos recuerdan que estaban ahí siempre, y así es la vida, plena de matices, plena de desgracias, plena de pequeñas victorias a las que no tenemos que dejar de prestar atención. Es en ese breve momento en el que el mundo de 'Peanuts' deja de ser imaginario para recordarnos la mejor parte de nuestra realidad.

Es esa la razón, por la que seguiremos queriendo volver con Carlitos y Snoopy.
Porque entre su mundo encontramos el nuestro, gloriosamente animado, gozosamente infantil, afortunadamente inolvidable.
8
10 de enero de 2016 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Visualmente impecable, nos arrastra al charlie brown más clásico y al snoopy de siempre. La he disfrutado mucho. Quizás no necesite innovar, no era su cometido.
De un niño de 30 años.
4
22 de febrero de 2016
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una pena desperdiciar esta oportunidad. Técnicamente es muy buena, y los personajes simpáticos y bien adaptados. Pero la historia está desperdiciada y las escenas aburren a los pequeños que la han olvidado a los diez minutos de salir del cine. Si los pequeños se aburren, imagínense los adultos.
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