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Taxi Teherán

Taxi Teherán
2015 Irán
Documental, Intervenciones de: Jafar Panahi, Hana Saeidi, Nasrin Sotudé
6.6
3,934
Documental. Drama Un taxi recorre las vibrantes y coloridas calles de Teherán. Pasajeros muy diversos entran en el taxi y expresan abiertamente su opinión mientras charlan con el conductor, que no es otro que el director del film, Jafar Panahi. Su cámara, colocada en el salpicadero del vehículo, captura el espíritu de la sociedad iraní a través de este viaje. (FILMAFFINITY)
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Críticas 37
Críticas ordenadas por utilidad
20 de septiembre de 2017
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Toda la cinta transcurre en un taxi con diferentes pasajeros (parecen actores) e historias poco entretenidas. Solo destacaría el hecho de poder conocer un poco mas acerca de la cultura patriarcal iraní, como piensan sus habitantes, sus calles y el tránsito de la capital.
Darío Lapicki
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25 de octubre de 2015
12 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una vez más, cuando os veo ponerle 8s y 9s a esta película, me siento como alguien que no entiende absolutamente nada de cine.

Vale que esta película es un reto, rodada en circunstancias muy adversas, pero como mero espectador, esta película me parece un auténtico bodrio, con mucho relleno y pocas pinceladas interesantes.

Le pongo un 5, porque la película tiene mucho mérito, pero no deja de ser algo mediocre, muy mediocre.
MrKalimotxo
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23 de octubre de 2015
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
El parabrisas y las ventanillas de un taxi urbano se convierten en el marco de un cambiante escenario: la vibrante capital de Irán, Teherán, donde se ven las montañas al fondo de algunas calles que bajan y suben, atestadas de tránsito. Si no fuera por las inscripciones de los carteles, la vestimenta de algunas mujeres de riguroso negro, cabeza cubierta y paso presuroso, casi no advertimos donde estamos, porque el ajetreo diurno se parece a cualquier megalópolis del mundo.
Entre la realidad y la ficción, entramos de esta forma al falso documental de uno de los cineastas más conocidos dentro y fuera de las fronteras de su país. Pasajeros muy diversos acceden a ese taxi y la charla circunstancial que caracteriza estos breves viajes ciudadanos va reflejando distintas opiniones y testeando el pulso de una cultura con el peso milenario de su historia y tradiciones.
El conductor —que a veces escucha atentamente y a veces participa en mayor o menor medida- no es otro que el director del film, Jafar Panahi, referente ineludible del cine iraní en permanente lucha con la censura de su país, la que aplica parámetros muy rígidos y limitantes a los artistas, entre los que se encuentra el cineasta, actualmente bajo “arresto domiciliario”, una figura legal que hasta el momento no le impide filmar, aunque sea sin apoyo oficial y con subterfugios para eludir las trabas propias de un régimen sin libertad.

Los diferentes pasajeros del taxi (en Irán se comparten) son los protagonistas del film. Sus conversaciones circunstanciales siempre muestran un emergente de la temperatura social.
Desfilan sucesivamente: un ladrón selectivo y una profesora, quienes sostienen un debate imperdible sobre la pena de muerte; luego un vendedor de películas prohibidas (emergente de la censura cultural que hace posible el conocimiento de obras como la de Woody Allen a los condicionados estudiantes de cine locales). En su momento, también ingresará un accidentado y su mujer analfabeta. Panahi los conduce a un hospital mientras el hombre testará a favor de su esposa apelando a la filmación del cineasta.
Después subirán unas mujeres vestidas a la usanza tradicional que llevan unos peces en un frasco para arrojar en un río lejano. Éste es uno de los episodios más simbólicos y risueños, donde reaparece el tema del encierro y la asfixia que —a pesar de todo- se supera. De pronto, el director-taxista debe desocupar su vehículo para retirar del colegio a su pequeña sobrina, momento lleno de frescura, donde también se habla de cine y de las restricciones para hacerlo.
Todo lo que sucede en el auto o alrededor de él tiene por lo general un carácter liviano, casi cómico, aún dentro de la gravedad de algunas situaciones que se dan entre distintas generaciones y clases sociales.


Taxi-Teherán dibuja una panorámica del presente iraní y una fauna picaresca que se las arregla para sobrevivir a las rígidas reglas de un Estado autoritario. Lo increíble es que a pesar de la presión y prohibiciones, Panahi no ha perdido el humor, lo que le da un toque especial a su relato. Hay también una fuerte crítica política pero siempre de manera indirecta y original, como con los peces, encerrados entre cristales como el taxista. El contrapunto entre la niña sobrina estudiante y un pequeño analfabeto mendigo, que recoge desperdicios, también es revelador: insensible ante las recriminaciones que le hace la sobrina desde el taxi de su tío, cuando ésta ve cómo el niño cartonero se queda con el dinero de unos novios que salen de una costosa boda, y sólo consigue que éste reincida en su picardía, muestra una distancia radical de la versión idílica sobre la infancia difundida por el admirable cineasta iraní Majid Majidi en su deliciosa película “Niños del Cielo”.
Como ocurre siempre en épocas de rígida censura, los artistas apelan a metáforas y símbolos sencillos para expresar su mensaje. Así irrumpe la muchacha de las rosas rojas, denunciando la condición de la mujer iraní. Ella quiere llevarle flores a una activista encarcelada y al llegar a su destino, deja una flor para la niña (el futuro) y otra para los cineastas que siguen haciendo su oficio en Irán. El contraste entre esa flor y la negrura final explota cuando la lectura política se hace más explícita, directa y peligrosa. Pero sobre el plano en negro todavía perdura la memoria de la rosa, apoyada entre las cámaras y el parabrisa, retomando la continuidad de la afirmación de las mil y una formas de expresión y por lo tanto, de esperanza.
rouse cairos
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15 de febrero de 2015
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
A pesar de que considero que una película debería valorarse solo por lo que es, y no por las circuntanscias que la rodearon (véase "Boyhood"), convendría aclarar un par de cosas. Esta película no es un documental, son actores, entiendo que no profesonales, que no pueden aparecer en los créditos porque al director se le ha prohibido hacer cine durante 20 años. Asumiento el rol de taxista, Panahi dibuja una serie de historias cotidianas que se mezclan acertadamente y que yendo desde un tono más cómico a uno más dramático, mantienen siempre un trasfondo de crítica social y política. Presta especial atención a la censura que el propio director sufre, y sus consecuencias, que no se limitan a sus circunstancias particulares, sino también a como nos afecta la censura como cultura.

Una pequeña ventana al Irán de hoy a la que merece la pena asomarse.
windu11
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29 de octubre de 2015
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Jafar Panahi, condenado por los tribunales de su país, no se resigna a no hacer cine, y mientras pelea su apelación, sigue buscando recovecos por los que seguir ejerciendo su profesión. Esta película es una nueva respuesta a ese injusto castigo. No puede hacer cine, pero nadie puede prohibirle poner una cámara en su coche y montar unas secuencias. En la película no hay actores, vestuario, fotografía, música… no hay créditos

Las circunstancias que rodean a Panahi condicionan a la hora de valorar este film. No se puede ver con los mismos ojos con que se mira una película normal. Si esta fuera una película hecha sin limitaciones, como cualquier otra, posiblemente diría que es regular tirando a floja, un tanto aburrida. Pero sería injusto medir esta cinta con la misma vara con la que mido a las demás.

Panahi hace lo que puede, que es muy poco. A base de imaginación y amor a su trabajo, logra un producto original, rebosante de ternura, sentido del humor, buenas intenciones y, como no, muchas dosis de crítica social. En ese taxi, las personas van dejando sus opiniones variopintas y nos vamos dando cuenta de cómo es la vida en Irán.

Un atracador defiende la pena de muerte, para que así los demás escarmienten. Una maestra de escuela opina totalmente lo contrario y dice que la pena de muerte no soluciona nada. Un vendedor de películas piratas intenta aprovecharse de que ha reconocido a Panahi ante sus clientes. Un hombre herido en un accidente va al hospital con su mujer, que está más preocupada por asegurarse la herencia que por la salud del marido. Dos señoras que necesitan imperiosamente devolver unos peces al lugar de donde los sacaron. Una amiga de Panahi a quien también van a prohibir ejercer su profesión de abogada en Irán. Por último, la sobrina del director, una niña que le admira y que tiene que hacer un cortometraje para el colegio, muy preocupada por seguir las normas que le ha marcado su profesora para que el corto realizado sea “distribuible”. Panahi se apoya en su sobrina para expresar ideas relativas a la ética cinematográfica.

El director nos plantea continuamente la duda entre la verosimilitud o no de lo que vemos, sin que terminemos de ver con rotundidad donde acaba lo puramente documental y donde empieza lo ficticio. Poco importa, el cine siempre es cine. En este caso, indudablemente, el cine es un arma que usa Panahi para defenderse contraatacando. Las escenas son dardos contra el poder político de su país, que le pretende amordazar.

Pero “Taxi Teherán” también termina siendo una película costumbrista, cine social. La realidad de la capital iraní se nos muestra abiertamente desde esa cámara que viaja en sobre la guantera del taxi. Vemos el caos circulatorio, vemos a la gente paseando, cruzando la calle por cualquier sitio, vemos que en los taxis ocupados la gente sube mientras haya sitio, escuchamos las opiniones de gente de diversa condición, vemos niños buscándose la vida en los cubos de basura, gente vendiendo películas piratas, o cds grabados de músicos que no se pueden comprar en las tiendas iraníes… que la gente sepa que cierta música y cierto cine solo puede tenerse en Iran de modo clandestino. Desde ese punto de vista, en el que se aprecia la realidad de Teherán a día de hoy, el film es muy interesante.

Lo mejor de todo es que Panahi, a pesar de todas las limitaciones técnicas y argumentales, consigue provocarnos emociones y hacernos ver las cosas que quiere mostrar, sin resultar pesado, ni dogmático, ni trascendente, más bien al contrario, vemos la película de un modo ligero, como un entretenimiento agradable incluso en las secuencias en las que más conscientes somos de lo indignante de algunas leyes que imperan en ese país.

No obstante, hay que admitir que como producto cinematográfico, “Taxi Teherán” es irregular. Algunas conversaciones se alargan quizá más de lo debido y poco a poco se va perdiendo ese ritmo inicial, que la primera mitad de la película sea tremendamente entretenida e interesante. No obstante, tras ese bajón en los tres cuartos de película, al final levanta el vuelo. El modo en que termina el film Panahi me parece brillante, uno de esos finales que se te quedan en la memoria para siempre.

“Taxi Teherán” es una película distinta a todas. Valiente, comprometida, necesaria, llena de esperanza en el género humano. Un género humano que se nos muestra en toda su extensión, desde lo más adorable a lo más despreciable, conviviendo en un contexto muy especial. Desde fuera es muy fácil verlo, pero habría que estar allí, viviendo en esa cultura desde que naces, y entonces veríamos dónde encajamos cada uno de nosotros.

https://keizzine.wordpress.com/
keizz
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