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El factor humano

Intriga Maurice Castle (Nicol Williamson) es un mediocre empleado del servicio de inteligencia británico que trabaja recopilando rutinaria información de los países de África. En la época del Appartheid estuvo destinado en Sudáfrica y se casó con una nativa. Castle observa impotente cómo un compañero y amigo suyo es implicado erróneamente en un caso de contraespionaje. (FILMAFFINITY)
Críticas 9
Críticas ordenadas por utilidad
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8
17 de abril de 2013
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Se es un traidor cuando la única patria deseada es la de los seres queridos?. Mediante un desarrollo intencionadamente aburrido y vulgar, el maestro Preminger nos revela la historia de un hombre cuya lealtad está con sus sentimientos; de hecho ni siquiera comulga con los predicamentos de aquellos a los que beneficia la información que suministra. Sin embargo, la cinta ofrece mucho más, desde la hipocresía de los servicios de espionaje (todo es un juego de representación y apariencia donde lo más censurable es la exhibición de la propia debilidad), hasta la negrura moral que rodea las supuestas razones de estado pasando por la podredumbre existencial de unas vidas marchitas que hibernan en los compartimentos individuales de un todo que no alcanzan a comprender. Fantástico en este sentido el personaje de Derek Jacobi, aburrido y hastiado de un mundo que no entiende y del que pretende inútilmente escapar (tristísima su historia de amor imposible como metáfora de la existencia que ha elegido vivir).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Es cierto como ya se ha apuntado que la fotografía es mediocre pero esto no desluce la representación trágica de las consecuencias de nuestros actos y del precio a pagar por nuestras elecciones quizá por eso estremezca más imaginar el futuro que espera a Maurice en un régimen de invierno perpetuo.
6
24 de febrero de 2019 4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me gusta mucho la atmósfera de esta película como la de otras sobre la guerra fría. Ciudades y ambientes occidentales tranquilos y oficinas y despachos aparentemente anodinos pero donde se libra a diario una guerra sorda de información detrás de la cual se esconden, esperando posibles instrucciones, policías y ejércitos con letal poder potencial de destrucción. Hay algunos retazos de aquel régimen racista de Sudáfrica para ilustrar los ambientes por donde se ha movido el protagonista, un oscuro funcionario de los servicios secretos británicos, sección africana, y aquí llega el punto débil de la narración. Una cosa es estar agradecido al tipo que te hizo un gran favor salvando y sacando del país a tu futura esposa, y otra aceptar convertirte en espía para el país para el que éste trabaja, en este caso la antigua URSS, con una ideología que el protagonista ni siquiera comparte y sabiendo además que todo ese mundo del espionaje y contraespionaje es un hervidero de retorcidas mentiras y traiciones. Hay que ser muy idiota y acaba pagándolo carísimo. Aunque también es cierto que las personas inteligentes pueden cometer grandes tonterías. Quitando esa incoherencia, el desarrollo de la trama hace honor al estilo de las novelas y películas de esta temática, lo de "fuego en hielo", y se sigue con creciente interés.

El reparto es magnífico y bien dirigido. Por último, decir que no estoy de acuerdo con los que dicen que esta película es sosa, aburrida, con mala fotografía y con actores desmotivados. Todo eso está buscado. Y opiniones como esas tienen la culpa de que el cine hace mucho que dejó de ser inteligente para convertirse en un comic de persecuciones, explosiones y todas esas simplezas. Otto Preminger tenía demasiada categoría para hacer un tebeo bobo, que parece ser que es ya lo único que gusta a las masas.
4
22 de octubre de 2015 2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde que su película “Laura” se convirtiera en un éxito comercial, a Otto Preminger le pareció que, basarse en buenas novelas para hacer sus películas era andar sobre seguro, y de ahí en adelante, la mayor parte de su filmografía partió de la obra de grandes o interesantes autores que llegaron a motivarlo. Con Graham Greene como guionista, ya Preminger había adaptado la obra de George Bernard Shaw “Santa Juana”, y ahora lo que le interesaba era una novela que Greene acababa de lanzar con el título, “El factor humano” (1978), que él se apresuró a leer antes de que el éxito acrecentara su costo. Adquiridos los derechos, pidió a Greene que la adaptara él mismo para el cine, pero éste no se mostró interesado en volver a trabajar con Preminger, así que la obra pasó a manos de Tom Stoppard (“The romantic englishwoman”, “Despair”) quien hizo lo que pudo para ajustarse a una obra que pronto sería un éxito de ventas.

Pero, se dio el hecho de que la producción se viera en serios aprietos económicos… a nadie se le pagaba… John Gielgud aceptó trabajar solo un día… Preminger tuvo que vender parte de su colección de arte para poder solventar lo que faltaba… y es entonces que, la película, luce llena de desgano por donde se la mire. Los sets son 'vacíos' y de muy escaso significado; la fotografía no sobrepasa a un filme de los que solían hacerse para la televisión; la edición apenas cumple con la tarea… y las actuaciones no nos ofrecen ni un solo sobresalto porque, no obstante los grandes nombres que hay en el reparto (el bergmaniano Nicol Williamson, el renombrado Richard Attenborough, el apreciado Derek Jacobi, el siempre efectivo Robert Morley…), todo el mundo parece haciendo una labor de trabajos forzados.

La historia, apoyada en Kim Philby, un espía de Cambridge que fuera amigo de Graham Greene, conserva ese tinte crítico que caracterizó siempre a Preminger y aquí se trata de mostrar la manera non sancta como los apuestos señores del Servicio de Inteligencia Británico, zanjaban las diferencias con los que jugaban a ser agentes dobles y hasta con los que ellos creían –erróneamente- que estaban al servicio suyo y de la KGB.

Con algún acierto narrativo, Preminger, nos muestra ese oscuro paisaje que se adivina entre las paredes del MI6, como queriéndonos decir que, lo que vemos en los filmes de James Bond es pura fantasía para lavar la mugre institucional. Algunos momentos son muy dicientes, como las comunes formas de esparcimiento que asumen los altos mandos o los métodos que usan para zafarse de la gente incómoda para ellos… pero, mucho tuvo que ver la problemática económica, para que esta exitosa obra literaria no pudiera llegar a buen puerto cinematográficamente.

Fue una inmerecida despedida para un notable director que legó al cine un puñado de títulos tan trascendentales y significativos como: “A royal scandal”, “Forever Amber”, “The Fan”, “Carmen Jones”, “Anatomy of a murder”, “Advise & Consent”,”The cardinal”, “Hurry sundown”, “Tell me that you love me, Junie Moon” y otras más.

Para Preminger mi aprecio y mi mayor respeto.
3
8 de agosto de 2020 0 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pues aquí tenemos a un tipo, Maurice Castle, que entre Otto Preminger y el guionista de la película nos lo presentan como un un buenista algo agilipollado. Un tontorrón que se encapricha de una negra surafricana y que, para pagar el favor de que los comunistas la saquen de ese país austral, se mete en el peligroso lío de actuar como espía para la URSS.
Incluso haciendo cierto esfuerzo se puede llegar a comprender que un británico marxista-leninista anteponga tales ideales a la lealtad hacia su patria. Sin embargo, el protagonista de la película ni siquiera es eso; es decir, que nisiquiera es un comunista convencido y que lo arriesga todo por una especie de favor (al que me he referido más arriba) que nunca termina de pagar. Surrealismo puro.
El tipo va de amigo de los negros y de buenista, pero en realidad es un malnacido que, absurdamente, accede a asesinar a su pobre perro. Un gesto tan cruel como innecesario, según el desarrollo del guión y de la película. Nadie es bueno si comete un acto tan de lesa humanidad como ése.
Por lo demás, "El factor humano" es un filme de una evidente pobretona producción, de excesiva duración en su metraje y con escenas absurdas como la de la cacería o matanza de gansos, sin relación significativa con la trama.
Naturalmente, como en otras películas de Preminger, se desprende el intencionado tufillo de presentar a los blancos como unos depravados muy malos. No se incluye entre los blancos al agilipollado protagonista porque éste, en realidad, lo que hubiera querido es ser negro. Una especie de Michael Jackson pero al revés.
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