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The Deep Blue Sea

Romance. Drama En la puritana sociedad londinense de los años 50, Hester Collyer (Rachel Weisz), la esposa de un juez del Tribunal Supremo Sir William Collyer (Simon Russell Beale), lleva una vida privilegiada. Pero todo cambia cuando, para asombro de todos, decide dejar a su marido para irse a vivir con Freddie Page (Tom Hiddleston), un joven y apuesto ex piloto de la RAF del que ha caído profundamente enamorada. (FILMAFFINITY)
Críticas 62
Críticas ordenadas por utilidad
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8
19 de mayo de 2012
16 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sin duda en esta película de Terence Davies lo fundamental es la obra de Terence Rattingam en la que está basada.
Una historia de la postguerra inglesa, ubicada en los años 50, con una excelente recreación de la época así como de la puesta en escena. Algo a lo que Terence Davies nos tiene acostumbrados, siempre trabaja sobre esos años en los que fue jovencito.
Trata sobre importancia que la represión ha tenido en esa joven mujer, hija de un clérigo, casada con el primer señor mayor y rico que le ofrece cariño y matrimonio, y su amor fou a posteriori por un joven aviador que directamente le dice "que él no la ama tanto como ella a él"...
Toda la película está planteada a partir de racontos entre un abrir de cortinas y un abrir de las mismas cortinas, su procedencia teatral es indudable.
Excelente Rachel Weisz que además de hermosa es una inteligente actriz y realmente una buena compañía a su eficacia, los personajes jugados por Tom Hiddleston en el joven amante y un espléndido Simon Russel Beale en su marido.
2
12 de febrero de 2013
15 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando una obra quiere aparentar lo que no es, el resultado suele ser pretencioso y grandilocuente, y esta película lo es desde el primer momento con un larguísimo plano con un bonita música de violín pero que no aporta nada a la película, además el principio se hace un poco lioso con unos flashbacks que no se pueden entender en ese momento y con un una historia de amor que se nos presenta en un solo plano con una mirada y un par de frases, lo que resulta paradójico con el resto de la película.

La película es un pequeño guión alargado en exceso, quizás la película funcionaría mejor si fuera un corto de 20 o 30 minutos, pero el resultado es una película aburrida, larga y sosa con desesperación.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Y encima con final hollywoodiense que no pega para nada con la historia, ya que todo se soluciona dando fuego a una estufa, y por fin, con un plano diurno que parece que pone fin a lo que parece que hubiera sido una pesadilla nocturna.
2
25 de septiembre de 2011
38 de 66 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hacía tiempo que no me daba tanta grima una película y eso que estuve viendo, AMEN, la tomadura de pelo de Kim Ki Duk dos dias antes. Alucino lo diferente que soy a otros, precisamente cuando oigo que alguien ha disfrutado algo con esta película. Vaya tostón. Nadie se cree a estos personajes y ojo que no tiene nada que ver con la época en la que se desarrolla que también puede que ayude. A mi me parece pretenciosa y me explico. Trata de hablar sobre dos versiones del amor: el amor pasional y el amor basado en el cariño y lo hace con unos diálogos que de falsos, dan risa. Parece una película escrita y dirigida para emocionar y lo que consigue es que quieras que le pase algo de verdad a la protagonista y se acabe cuanto antes. Yo ya os he avisado, y quien avisa no es traidor.
6
16 de enero de 2014
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
La obra de teatro homónima de la que bebe este melodrama romántico se advierte quizás demasiado. Y hago esta afirmación no porque me moleste que una película tenga un aire decididamente teatral (las hay prodigiosas en el género, caso de "Doce hombres sin piedad"), sino porque aquí en concreto la teatralidad se nota un poco... impostada. Acartonada. Cierto que el drama de Hester Collyer se desarrolla en un ambiente puritano, pero algunos diálogos y situaciones bastante rígidos (incluso para los cánones británicos) quitan carga emocional y pasional a este triángulo amoroso. Por fortuna, hay escenas (escasas) que compensan esta frialdad.
También me ha influido el hecho de que he conectado apenas lo justo con los personajes. No se sabe por qué Hester decidió casarse con un hombre de buena posición mucho mayor que ella y del que obviamente no estaba enamorada. ¿Ella no tenía oficio ni beneficio y escogió al juez maduro y respetable para ascender socialmente y ser mantenida con holgura? ¿Su padre, un pastor anglicano, influyó en esta decisión? De lo que no hay duda es de que Hester no vive un fogoso romance con su marido y eso no le basta. Su temperamento volcánico augura el desastre: era cuestión de tiempo que se encandilara de un apuesto mozo aventurero, más acorde con su visión romántica de las relaciones. De cualquier modo, no he terminado de congeniar con esta chica entre lagartona y tonta perdida.
El juez Collyer es si acaso el que más me ha conmovido a pesar de que no me haya sentido mucho más cercana a él. Será que lo he visto tan íntegro y que además la compasión por las personas buenas que sufren calladamente me agita el alma. Veo en él a un elegante muñeco roto en el que la procesión va por dentro, no menos dolorosa que si se grita a los cuatro vientos. Puede que no fuese el ideal romántico de una muchacha soñadora, pero no se merecía que le rompieran así el corazón.
En cuanto al otro vértice del triángulo, el amante Freddie Page, es el que menos me ha gustado. Sí, el amor es así, una se enamora ciegamente de un tontaina como ese y te da igual todo lo tontaina que sea porque te tiene burra perdida y no hay más ciego que el que no quiere ver. Sinceramente, yo desde fuera no entiendo muy bien qué le vio ella a ese tipo (aparte de que estaba más bueno que su marido, era más joven y tenía esa aureola de héroe por haber sido piloto de la RAF en la Segunda Guerra Mundial), ya se sabe que lo de los gustos es como el culo, cada uno tiene el suyo. Supongo que cuando no tienes mucho donde elegir o eres de cascos ligeros, escoges lo primero que pasa por tu puerta.
Lo del intento de suicidio (¡porque Freddie se ha olvidado de su cumpleaños!)... Pues me ha parecido desproporcionado, pero aunque pudiese creérmelo algo más, el problema es que tampoco sé dónde ni cuándo se empezó a deteriorar esta relación, como tampoco sé por qué ella se casó con el juez. La historia se me queda coja (otras veces no me pasa). Y probablemente ese sea el mayor obstáculo.
Lo único que dilucido es que el idiota del amante se va hartando de ella porque es bochornosamente patética por momentos. Él es igual de patético, pero como no está penosamente ciego por ella creo que termina por no aguantarla.
Melodrama insuficiente en unos cuantos aspectos, tanto cinematográficamente como emocionalmente. Ah, la musiquita de violín a veces era francamente estridente. Con lo que me gusta el violín, y aquí casi le cojo manía.
El 6 en mi calificación, no obstante, se debe al desenlace, donde la película da más de sí y echa fuera una porción de esa emotividad escondida, de esa autenticidad que debería haber tenido desde el principio.
Sí, en algún momento el picorcillo en los ojos me delató. Pero no se debió a los petardos adúlteros.
Se debió al pobre hombre maduro desengañado y abandonado, con la única perspectiva de la soledad y de lidiar con una madre insoportable.
2
18 de diciembre de 2013
13 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como no teníamos bastante con Madame Bovary y todas sus congéneres adúlteras, aquí tenemos otro caso más de descerebrada que deja casa, marido solícito y complaciente, hijos en caso de que los hubiere, y todo tipo de comodidades para salir corriendo en pos del primer capullo igual de descerebrado que le dice por ahí te pudras.

A mí es que me cuesta muchísimo sintonizar mínimamente con este tipo de historias porque por lo general me paso la película entera deseando abofetear a la tía y sin comprender cómo es posible que su correspondiente amante no se deshaga de ella aunque sea a machetazo limpio.

Invariablemente todas ellas terminan resultando unas petardas de cuidado, un verdadero tostón; algunas intentan suicidarse para culpabilizar al amante por no quererlas tanto como los quieren ellas; otras se pasan el día echando broncas, que si salen, que si entran, que si se ven con otras mujeres… Pero qué querías, criaturita de Dios, reconvertirlo a la monogamia de por vida y ser ya tú la única por siempre jamás?

En este caso la tía es una de las más peores con las que me he topado. No le falta un detalle: intento de suicidio, broncas a destajo, morros hasta los pies, súplicas patéticas… Diosssss mío, cómo lo siento por Rachel Weisz, que es una de mis actrices favoritas, pero creo que ya nunca podré olvidarla en este rol. Hasta la mejor actriz del mundo se viene abajo en estos papeles porque todas los hacen exactamente igual, es casi una interpretación de manual: cara de carnero degollado permanente, ojitos brillosos y titilantes todo el tiempo y temblor corporal intermitente. Rachel, por qué aceptaste esto, mujer?

Por supuesto, como es su costumbre, entre tanto Terence Davies va intercalando cancioncillas irlandesas. En este caso nos deleita ni más ni menos que con la letra del himno oficioso irlandés, que dice tal que así: "Molly Malone va gritando: berberechos y mejillones vivos, ohhh, sí, vivos, vivos”.

Pobre Molly Malone, condenada hasta el fin de los tiempos a ir por ahí chillando gilipolleces para solaz de borrachos irlandeses cantarines. Qué cruz.
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