Los miserables
7.2
11,630
Thriller. Drama
El policía Stéphane Ruiz acaba de unirse a la BAC, la Brigada de Lucha contra la Delincuencia de Montfermeil, un suburbio al este de París. Allí conoce a sus nuevos compañeros, Chris y Gwada, dos agentes experimentados en las enormes tensiones que existen entre los distintos grupos organizados que operan por el control del problemático barrio.
8 de febrero de 2020
8 de febrero de 2020
3 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las escenas de violencia tan comunes hoy, se suceden unas tras otras en la televisión, a través del cristal cuando vamos en el transporte público, en nuestros teléfonos en fin, al parecer se trata de un suceso atmosférico. Pero no lo es, la violencia y la pobreza son fenómenos humanos y sociales, ¿no es esta idea la que está ahí flotando en el aire de la novela de Victor Hugo? Es un libro que me marcó, recuerdo bien en esta frase, la tengo tatuada en la memoria: "culpable no es el que peca, sino el que no disipa las tinieblas", debería tenerla tatuada en otro lado pero en fin. La obra de Ladj Ly es fiel al espíritu de Les Miserables, Cosette, Gavroche, Valjean, están ahí en el mismo barrio que les vio nacer, solo que ahora huyen de patrullas, y se comunican con celulares, pero el dolor es el mismo, son miserables.
Es inevitable pensar en los jóvenes, si en los personajes de Victor Hugo la juventud no es un rasgo tan relevante, en los de Ladj Ly sí los es, los miserables de hoy son ante todo los jóvenes, los adolescentes cuya realidad circundante debería invitarnos a resignificar y ampliar el término que los describe "adolescente". Según el diccionario "adolecer", es "sufrir un defecto, una carencia" Sí adolecer es carecer, los adolescentes adolecen de futuro, de respeto, de valoración, de horizonte, de paz, están vacíos de todo y por su puesto, el espacio vacío se llena. De frustración, de droga, de marcas, de rencor... de ira.
Es inevitable pensar en los jóvenes, si en los personajes de Victor Hugo la juventud no es un rasgo tan relevante, en los de Ladj Ly sí los es, los miserables de hoy son ante todo los jóvenes, los adolescentes cuya realidad circundante debería invitarnos a resignificar y ampliar el término que los describe "adolescente". Según el diccionario "adolecer", es "sufrir un defecto, una carencia" Sí adolecer es carecer, los adolescentes adolecen de futuro, de respeto, de valoración, de horizonte, de paz, están vacíos de todo y por su puesto, el espacio vacío se llena. De frustración, de droga, de marcas, de rencor... de ira.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Después de que terminara la película, en ese momento en el que a uno le cuesta regresar al mundo, pensé "que útil resultaría esta película para los adultos que voltean hacia los jóvenes y ven seres inadaptados, e inadaptables". Y es que es preocupante ver el abismo que se abre entre el mundo adulto y el mundo de los jóvenes, cómodamente se desprenden de la responsabilidad que todos tenemos y señalan, condenan y rabiosamente claman sangre. La última escena nos envuelve en el vértigo actual, ahí está el joven a punto de hacer un acto atroz que no haría sino ser consecuente con la atrocidad que ha rodeado su vida miserable y entonces la frase tremenda de Hugo:
"y recuerden amigos míos, no hay malas hierbas ni hombres malos, solo malos cultivadores"
Carajo.
"y recuerden amigos míos, no hay malas hierbas ni hombres malos, solo malos cultivadores"
Carajo.
23 de enero de 2020
23 de enero de 2020
1 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los miserables es una película adrenalínica que no es de visión fácil. Tiene un tono semidocumental y un montaje y ritmo vigoroso que te mantiene en tensión durante todo el metraje.
La situación de exclusión social que padecen suburbios de las grandes ciudades, donde los jóvenes son los más afectados al no tener ninguna perspectiva de ascender en el escalafón social, es terreno abonado para que los enfrentamientos con la autoridad generen explosiones de violencia. En el film, el enfrentamiento entre jóvenes y policía se nos muestra como algo habitual en el día a día. Barrios enteros son un polvorín donde cualquier chispa desata episodios de lucha campal.
Evidentemente el director Ladj Ly conoce de primera mano lo que cuenta, y eso se nota. Más discutible seria la cuestión de si toma partido descaradamente y si algunos personajes son clichés. En cualquier caso, la cinta es muy eficaz al contagiarnos de la sensación de desolación, de rabia contenida.
Aunque incómodo, es un muy buen film, necesario para concienciar de una situación de desigualdad que opera a nivel global y que el sistema es incapaz de revertir.
La situación de exclusión social que padecen suburbios de las grandes ciudades, donde los jóvenes son los más afectados al no tener ninguna perspectiva de ascender en el escalafón social, es terreno abonado para que los enfrentamientos con la autoridad generen explosiones de violencia. En el film, el enfrentamiento entre jóvenes y policía se nos muestra como algo habitual en el día a día. Barrios enteros son un polvorín donde cualquier chispa desata episodios de lucha campal.
Evidentemente el director Ladj Ly conoce de primera mano lo que cuenta, y eso se nota. Más discutible seria la cuestión de si toma partido descaradamente y si algunos personajes son clichés. En cualquier caso, la cinta es muy eficaz al contagiarnos de la sensación de desolación, de rabia contenida.
Aunque incómodo, es un muy buen film, necesario para concienciar de una situación de desigualdad que opera a nivel global y que el sistema es incapaz de revertir.
8 de febrero de 2020
8 de febrero de 2020
1 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Partiendo de un cortometraje homónimo de 2017, el director Ladj Ly presenta la versión largometraje de esa historia que sucede en uno de los suburbios parisinos, Montfermeil, el mismo donde Victor Hugo escribió su emblemática novela.
La película, nominada al Oscar a mejor película internacional, arranca con los festejos en las calles de París tras el título conseguido por Francia en la Copa de Mundo de Rusia en 2018, lo que supone unos días de calma para la actividad de la policía local, sobre todo para la brigada anti crimen que lidera Chris (Alexis Manenti) junto a Gwada (Djebril Zonga) a la que se está sumando Pento (Damien Bonnard), quien por motivos personales ha pedido su traslado a París, quien junto a sus compañeros recorre las calles de Montfermeil.
Pronto habrá de darse cuenta de la personalidad y modo de trabajo de sus compañeros, pero también descubrirá que ha llegado a un sitio complicado donde distintos grupos se disputan el control del lugar, un barrio de inmigrantes y gente con poco recursos donde hay que irse con cuidado pero parece inevitable meterse en problemas.
El estilo de Ladj Ly en su puesta es muy cercano al cine documental, con una cámara inquieta siguiendo muy de cerca a sus personajes, otorgándole al relato una sensación de realidad y urgencia.
Ladj Ly narra su película con brío y mucho vigor, haciéndolo como si se tratase de un thriller típico del cine norteamericano, construyendo una atmósfera en la que la tensión crece a cada momento hasta volverse insoportable en una escenario que parece tierra de nadie.
Ly se introduce en un mundo que conoce y muestra como es la dinámica entre los bandos que se forman entre el grupo de policías y los habitantes del lugar, pese a lo fuerte de las imágenes, consigue no llegar ser tan tremendista como pudiera suponerse, pero también es que no en todas las situaciones decide ir al fondo, consiguiendo una película valiosa por su forma, narrada con destreza pero que subraya innecesariamente algunas de sus intenciones.
https://tantocine.com/los-miserables-de-ladj-ly/
La película, nominada al Oscar a mejor película internacional, arranca con los festejos en las calles de París tras el título conseguido por Francia en la Copa de Mundo de Rusia en 2018, lo que supone unos días de calma para la actividad de la policía local, sobre todo para la brigada anti crimen que lidera Chris (Alexis Manenti) junto a Gwada (Djebril Zonga) a la que se está sumando Pento (Damien Bonnard), quien por motivos personales ha pedido su traslado a París, quien junto a sus compañeros recorre las calles de Montfermeil.
Pronto habrá de darse cuenta de la personalidad y modo de trabajo de sus compañeros, pero también descubrirá que ha llegado a un sitio complicado donde distintos grupos se disputan el control del lugar, un barrio de inmigrantes y gente con poco recursos donde hay que irse con cuidado pero parece inevitable meterse en problemas.
El estilo de Ladj Ly en su puesta es muy cercano al cine documental, con una cámara inquieta siguiendo muy de cerca a sus personajes, otorgándole al relato una sensación de realidad y urgencia.
Ladj Ly narra su película con brío y mucho vigor, haciéndolo como si se tratase de un thriller típico del cine norteamericano, construyendo una atmósfera en la que la tensión crece a cada momento hasta volverse insoportable en una escenario que parece tierra de nadie.
Ly se introduce en un mundo que conoce y muestra como es la dinámica entre los bandos que se forman entre el grupo de policías y los habitantes del lugar, pese a lo fuerte de las imágenes, consigue no llegar ser tan tremendista como pudiera suponerse, pero también es que no en todas las situaciones decide ir al fondo, consiguiendo una película valiosa por su forma, narrada con destreza pero que subraya innecesariamente algunas de sus intenciones.
https://tantocine.com/los-miserables-de-ladj-ly/
23 de febrero de 2020
23 de febrero de 2020
1 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película es ante todo una obra de denuncia social en la actual y multicultural Francia. La acción comienza con tres policías entre los cuales va un agente novato de nombre Stéphane, recién aterrizado en la Brigada de Lucha contra la Delincuencia (B.A.C. en francés). Una vez allí, Stéphane empieza a entender que lo habitual de sus compañeros es saltarse la normativa y tomarse la ley por su mano. Sus compañeros, los otros dos policías, Chris y Gwada, son agentes con experiencia en afrontar las tensiones entre los distintos grupos organizados por el control del barrio y se han ganado cierto respeto de parte de los lugareños a base de violencia y de cierta complicidad con los capos de la zona. Trabajan en Montfermeil, un suburbio al este de París.
Estamos pues ante un film sobre los problemas sociales y raciales en el «banlieu» de París; en el suburbio de Montfermeil, justo donde Victor Hugo alumbró «Los miserables» y donde el escritor halló inspiración para escribir esas 1.200 célebres páginas en 1862. Y una frase que el director Ladj Ly toma a modo de epílogo: "No hay malas hierbas ni hombres malos, solo malos cultivadores". Esta frase, escrita por Victor Hugo en su célebre novela, le sirve a Ly para cerrar una obra que guarda más similitudes con la novela de V. Hugo de las que puede parecer prima facie.
El film es la ópera prima de su director Ladj Ly, de origen maliense criado y que sigue viviendo en Montfermeil, una de las ‘banlieues’ parisinas más abandonadas por las instituciones francesas, donde los ‘miserables’ de Hugo comparten localidad, heridas y miserias con los de ahora. Montfermeil continúa siendo un suburbio de París y la película se centra en ese entorno con sus mafias locales, el integrismo islámico incipiente, los jóvenes de la calle, la desesperación, el ruido y hasta la euforia malsana de un Mundial de fútbol que gana Francia y hace estallar al pueblo, incluso a los pobres de Montfermeilque encuentran un nexo de unión en el sacralizado deporte.
Ly tiene la estimable experiencia de vivir en ese gueto donde los abandonados se asientan bajo un orden propio y unas autoridades que no tienen que ver con las que mandan en el centro de París. Tiene, así, la película un aire de thriller donde los problemas sociales resultan más que evidentes; y tiene además algunas vagas resonancias de Víctor Hugo. Ly centra el relato en la brutalidad policial existente en el barrio donde creció. Tiene un interesante y trabado guion que muestra lo que los medios y los políticos franceses callan. Y lo hace con humanidad y una mirada menos maniquea que la de quienes abanderan la objetividad: "En la película he querido mostrar que las víctimas no son solo la gente que vive allí, sino los policías también, lo cual no excusa la brutalidad policial".
Como ha manifestado Ly, lo que él conoce de primera mano “es el hastío social y la violencia sistemática”, lo cual dio lugar a los altercados de 2005 después de que dos jóvenes africanos fuesen asesinados por la policía francesa. A esto siguieron semanas de protestas en esos barrios de extrarradio donde el fuego y la ira conformaron un escenario que daba de algún modo al de Los Miserables. Según Ly: "A través de la violencia callejera los políticos escuchan o al menos lo fingen durante un tiempo". Además, afirma Ly: "Si hubiese hecho una comedia no habría habido problema. Pero tocar el extrarradio en Francia es un tabú. No le gusta a nadie que lo muestres y menos como lo he hecho yo". Todo el metraje es tenso, con un exceso de policialidad, con comportamientos desmedidos de parte de los agentes.
Una meritoria fotografía de Julien Poupard carga de realidad los tremendos acontecimientos y un excelente reparto donde Damien Bonnard, Alexis Manenti y Djibril Zonga encarnan con verismo y eficiencia a los tres agentes de policía; Isaa Perica y Al-Hassan Ly muy bien como los dos principales niños; y acompañando en línea de calidad Jeanne Balibar o Steve Tientcheu.
Este film es la evidencia de que en Francia, si no se acierta con medidas efectivas, allí donde hace falta, en los barrios marginales y las etnias mal consideradas, "una chispa hará que todo salte por los aires". En esta película la chispa empieza con la travesura de un chaval de trece años que roba una cría de león en un circo de gitanos. Y la cosa tiene un final de furia y sangre que no lo protagonizan los adultos sino los niños y adolescentes. Resumiendo en palabras de Ly: "Realmente, los terroristas no son los que reconocemos como terroristas, sino la clase política y los medios. Son los que encienden la mecha para que la situación se vuelque dentro de los barrios y su gente sea la única víctima".
Estamos pues ante un film sobre los problemas sociales y raciales en el «banlieu» de París; en el suburbio de Montfermeil, justo donde Victor Hugo alumbró «Los miserables» y donde el escritor halló inspiración para escribir esas 1.200 célebres páginas en 1862. Y una frase que el director Ladj Ly toma a modo de epílogo: "No hay malas hierbas ni hombres malos, solo malos cultivadores". Esta frase, escrita por Victor Hugo en su célebre novela, le sirve a Ly para cerrar una obra que guarda más similitudes con la novela de V. Hugo de las que puede parecer prima facie.
El film es la ópera prima de su director Ladj Ly, de origen maliense criado y que sigue viviendo en Montfermeil, una de las ‘banlieues’ parisinas más abandonadas por las instituciones francesas, donde los ‘miserables’ de Hugo comparten localidad, heridas y miserias con los de ahora. Montfermeil continúa siendo un suburbio de París y la película se centra en ese entorno con sus mafias locales, el integrismo islámico incipiente, los jóvenes de la calle, la desesperación, el ruido y hasta la euforia malsana de un Mundial de fútbol que gana Francia y hace estallar al pueblo, incluso a los pobres de Montfermeilque encuentran un nexo de unión en el sacralizado deporte.
Ly tiene la estimable experiencia de vivir en ese gueto donde los abandonados se asientan bajo un orden propio y unas autoridades que no tienen que ver con las que mandan en el centro de París. Tiene, así, la película un aire de thriller donde los problemas sociales resultan más que evidentes; y tiene además algunas vagas resonancias de Víctor Hugo. Ly centra el relato en la brutalidad policial existente en el barrio donde creció. Tiene un interesante y trabado guion que muestra lo que los medios y los políticos franceses callan. Y lo hace con humanidad y una mirada menos maniquea que la de quienes abanderan la objetividad: "En la película he querido mostrar que las víctimas no son solo la gente que vive allí, sino los policías también, lo cual no excusa la brutalidad policial".
Como ha manifestado Ly, lo que él conoce de primera mano “es el hastío social y la violencia sistemática”, lo cual dio lugar a los altercados de 2005 después de que dos jóvenes africanos fuesen asesinados por la policía francesa. A esto siguieron semanas de protestas en esos barrios de extrarradio donde el fuego y la ira conformaron un escenario que daba de algún modo al de Los Miserables. Según Ly: "A través de la violencia callejera los políticos escuchan o al menos lo fingen durante un tiempo". Además, afirma Ly: "Si hubiese hecho una comedia no habría habido problema. Pero tocar el extrarradio en Francia es un tabú. No le gusta a nadie que lo muestres y menos como lo he hecho yo". Todo el metraje es tenso, con un exceso de policialidad, con comportamientos desmedidos de parte de los agentes.
Una meritoria fotografía de Julien Poupard carga de realidad los tremendos acontecimientos y un excelente reparto donde Damien Bonnard, Alexis Manenti y Djibril Zonga encarnan con verismo y eficiencia a los tres agentes de policía; Isaa Perica y Al-Hassan Ly muy bien como los dos principales niños; y acompañando en línea de calidad Jeanne Balibar o Steve Tientcheu.
Este film es la evidencia de que en Francia, si no se acierta con medidas efectivas, allí donde hace falta, en los barrios marginales y las etnias mal consideradas, "una chispa hará que todo salte por los aires". En esta película la chispa empieza con la travesura de un chaval de trece años que roba una cría de león en un circo de gitanos. Y la cosa tiene un final de furia y sangre que no lo protagonizan los adultos sino los niños y adolescentes. Resumiendo en palabras de Ly: "Realmente, los terroristas no son los que reconocemos como terroristas, sino la clase política y los medios. Son los que encienden la mecha para que la situación se vuelque dentro de los barrios y su gente sea la única víctima".
4 de diciembre de 2022
4 de diciembre de 2022
1 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
382/26(26/11/22) Interesante thriller galo que termina apuntando a más de lo que puede con unos argumentos un tanto trillados en su crítica social. Debut en un largometraje del director de origen maliense Ladj Ly, adaptando un guión de Ly, Giordano Gederlini y Alexis Manenti, basado en el cortometraje homónimo de Ly de 2017 Manenti protagoniza junto a Damien Bonnard , Djebril Zonga, Issa Percia, Al-Hassan Ly, Steve Tientcheu, Almany Kanoute y Nizar Ben Fatma. Ambientando el relato en la comuna de Montfermeil después de la Copa Mundial de la FIFA 2018, se basa en un hecho real de violencia policial tuvo lugar en la ciudad el 14 de octubre de 2008, observado y filmado por Ly que vivía en el barrio parisino. La historia sigue a varios personajes dentro de la comuna, mientras el robo de un adolescente de un león de un circo se convierte en la amenaza de una gran crisis. El título de la película es una referencia a la novela homónima de Victor Hugo de 1862 escrita en Montfermeil (allí se refugió tras un escándalo de adulterio) y parcialmente ambientada en ella; en la novela, Montfermeil es el escenario del encuentro de Jean Valjean y Cosette en la taberna de los Thérnadier, niña vejada por sus padres adoptivos, también donde se da la rebelión popular de 1832. La película retrata los abusos contra ciudadanos pobres, especialmente adolescentes de etnias magrebíes o del África subsahariana, subrayando así la continuidad en el destino de los pobres en Montfermeil, ello de una forma facilona y simplista, cayendo en los típicos clichés buenistas, de que la gente no es mala, la moldea el entorno, y esto es caer lo manido y tóxico de que la culpa la tiene los demás y nunca el maleante (puaj!). Film que habla sobre los guetos de las grandes ciudades, sobre el racismo, el radicalismo religioso, sobre la violencia latente cuando vives en precariedad. La película sigue el rastro a un grupo de tres policías enfrascados en su guerra diaria. De por medio, las mafias locales, el integrismo islámico incipiente, jóvenes de la calle, desesperación, etc.
Todo ello filmado con nervio cuasi-documental de guerra, con mucha toma de dron cual Ojo de Dios, gracias al DP Julien Poupard, rodando cámara al hombro, con mucho enfático zoom, con furibundos travellings, haciéndonos sentir uno más del trío policial, estamos siempre en movimientos de un lado a otro, ello con vaivenes, con chutes de adrenalina constantes, en un crescendo dramático que explota en el rush final, pero al final todo me queda muy esbozado y con poca valentía por parte del director que se queda en lo ya muy ajado, sin querer ir más allá´. Un film más efectista que de calado, más pretencioso que profundo, más agitado que inteligente. Una visión desesperanzadora de la sociedad multicultural francesa (extrapolable a toda Europa), donde los protagonistas no son más que estereotipos planos, como son el poli bueno, el malo y el que vive en el barrio que da color siendo negro.
Tiene un arranque fulgente mordaz cuando vemos los fastos de las celebraciones en la calle de miles de franceses, de diferentes razas y estratos sociales, todos unido con banderas tricolor celebrando por lugares emblemáticos parisinos (Campos Elíseos, la Plaza del Trocadero, …) la victoria gabacha en el Mundial de Futbol de 2018, todos cantando enardecidos el himno nacional de “La Marsellesa”. Una mirada a la falsa comunión entre franceses de todas condiciones, algo efímero y pasajero que cuando pasamos al día a día vemos la dura realidad. Pasamos a Montfermeil, allí un trio policial de una patrulla diurna de la unidad de delincuencia callejera, junto a Gwada (correcto Djibril Zonga) y bajo el mando del cínico, reaccionario y ladino Chris (buen Alexis Manenti), que reciben al nuevo, Stéphane (buen Damien Bonnard). Este último personaje es un tópico de recurso narrativo de cine, pues este será nuestra brújula moral, a través del recién llegado (sea a una patrulla, un grupo de ladrones, de médicos, de bomberos, …), será nuestros vírgenes ojos en la situación, contándole el jefe a él como funciona el barrio, nos enteramos nosotros. Llevándonos a interrelacionarnos con confidentes, con lideres religiosos (Salah al que encarna un carismático Almamy Kanouté, yihadista reformado que es dueño de una tienda de kebab), mafiosillos (como "El alcalde" al que da vida Steve Tientcheu, gestiona los puestos del mercado de forma ‘particular), asustando a gente, e incluso en una escena grotesca a abusar de jóvenes rozando la vejación sexual. Todo ello proyectando la realización un clima efervescente cual bomba con la mecha prendida siempre a punto de estallar, ello en forma de habitantes marginales de estos lares.
La patrulla policial funciona de forma un tanto manida con la confrontación entre el jefe curtido mal de comportamiento vil frente al nuevo que cree en hacer bien las cosas sin tener que humillar, recordando esta dinámica al film estadounidense “Training Day” (2001), pero todo esto suena a ya muy visto. Hay un tramo sonrojante y grimante donde aparece la jefa del trio policial, Jeanne Balibar, que no de forma ridícula no hace más que coquetear de modo fachoso con unos y otros, no se esto que aporta, sobre todo si solo aparece en esta parte la mujer, me ha resultado un apósito.
Todo ello filmado con nervio cuasi-documental de guerra, con mucha toma de dron cual Ojo de Dios, gracias al DP Julien Poupard, rodando cámara al hombro, con mucho enfático zoom, con furibundos travellings, haciéndonos sentir uno más del trío policial, estamos siempre en movimientos de un lado a otro, ello con vaivenes, con chutes de adrenalina constantes, en un crescendo dramático que explota en el rush final, pero al final todo me queda muy esbozado y con poca valentía por parte del director que se queda en lo ya muy ajado, sin querer ir más allá´. Un film más efectista que de calado, más pretencioso que profundo, más agitado que inteligente. Una visión desesperanzadora de la sociedad multicultural francesa (extrapolable a toda Europa), donde los protagonistas no son más que estereotipos planos, como son el poli bueno, el malo y el que vive en el barrio que da color siendo negro.
Tiene un arranque fulgente mordaz cuando vemos los fastos de las celebraciones en la calle de miles de franceses, de diferentes razas y estratos sociales, todos unido con banderas tricolor celebrando por lugares emblemáticos parisinos (Campos Elíseos, la Plaza del Trocadero, …) la victoria gabacha en el Mundial de Futbol de 2018, todos cantando enardecidos el himno nacional de “La Marsellesa”. Una mirada a la falsa comunión entre franceses de todas condiciones, algo efímero y pasajero que cuando pasamos al día a día vemos la dura realidad. Pasamos a Montfermeil, allí un trio policial de una patrulla diurna de la unidad de delincuencia callejera, junto a Gwada (correcto Djibril Zonga) y bajo el mando del cínico, reaccionario y ladino Chris (buen Alexis Manenti), que reciben al nuevo, Stéphane (buen Damien Bonnard). Este último personaje es un tópico de recurso narrativo de cine, pues este será nuestra brújula moral, a través del recién llegado (sea a una patrulla, un grupo de ladrones, de médicos, de bomberos, …), será nuestros vírgenes ojos en la situación, contándole el jefe a él como funciona el barrio, nos enteramos nosotros. Llevándonos a interrelacionarnos con confidentes, con lideres religiosos (Salah al que encarna un carismático Almamy Kanouté, yihadista reformado que es dueño de una tienda de kebab), mafiosillos (como "El alcalde" al que da vida Steve Tientcheu, gestiona los puestos del mercado de forma ‘particular), asustando a gente, e incluso en una escena grotesca a abusar de jóvenes rozando la vejación sexual. Todo ello proyectando la realización un clima efervescente cual bomba con la mecha prendida siempre a punto de estallar, ello en forma de habitantes marginales de estos lares.
La patrulla policial funciona de forma un tanto manida con la confrontación entre el jefe curtido mal de comportamiento vil frente al nuevo que cree en hacer bien las cosas sin tener que humillar, recordando esta dinámica al film estadounidense “Training Day” (2001), pero todo esto suena a ya muy visto. Hay un tramo sonrojante y grimante donde aparece la jefa del trio policial, Jeanne Balibar, que no de forma ridícula no hace más que coquetear de modo fachoso con unos y otros, no se esto que aporta, sobre todo si solo aparece en esta parte la mujer, me ha resultado un apósito.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La catarsis en este hervidero es el robo en un circo de una cría de león y que ponen a los dueños gitanos dispuestos a provocar el caos, es la patrulla la que tendrá la misión contrarreloj de dar con el animal antes que todo explote. Entrando en la historia de lleno un niño, Issa, especie de alter ego moderno del Gavroche de “Los Miserables”, al que da vida un hierático Isaa Perica, que termina representando la opresión a los marginados del ‘gueto’ (teniendo un momento aparatoso y fuera de lugar en una jaula), siendo humillado. Aquí el ritmo se acelera aún más. Un fresco de un microcosmos que es un polvorín que con cualquier excusa prenderá, y por supuesto prende. Su desarrollo me ha resultado un tanto a trompicones en la parte final, donde se dan varias situaciones climáticas, como no sabiendo como concluir, y al final lo hace de forma acomodaticia y sin mojarse realmente, dejando que sea el espectador el que rellene el hueco de la última pieza que falta. Para tener con el acabe del film la sensación de que me han dado un sermón izquierdista, donde se ataca a la autoridad policial en favor de los ‘pobres’ oprimidos a los que el director parece justificar en su respuesta vengativa violenta, asentada nada menos que en los niños, como claro mensaje de que ya han incubado el gen contestatario al proceder de los abusadores, todo muy simplificador.
Spoiler:
El tramo final es la mecha explotando sobre el polvorín, con el suigéneris Gavroche liderando una rebelión juvenil contra los tres policías, consiguiendo llevarlos a un edificio de pisos y allí son heridos y rodeados de forma avernal entre los pasillos, escaleras y rellanos que se convierten en una ratonera. Piden ayuda los polis a una puerta, pero tras ella un joven no se atreve o no quiere darles refugio y observa por la mirilla. Ello mientras en el clímax, Issa con cara de demonio les observa desde arriba a los aterrados en el rellano sin poder moverse, Stéphane apunta al joven, mientras este sostiene un cóctel molotov ardiendo, en un reto donde el tiempo parece detenerse y FIN. Esto me resulta poco valiente, como no queriendo decantarse el director, no quiere aportar el dramatismo final de lo que va a ocurrir.
No entiendo porque Issa no va al hospital tras lo que le ha sucedido? Por que no denuncia lo que le han hecho? No me vale que no le van a creer, pues hoy día las asociaciones izquierdistas tienen abogados que arremeten por cualquier motivo contra las autoridades. Y de aquí hilo con que el estallido de la violencia final me resulta artificiosa y acartonada, pues nadie ayudó al chaval tras ser abandonado herido por la poli, pero luego si lidera la revuelta salvaje, venga ya!
Ly, lo que él conoce de primera mano “es el hastío social y la violencia sistemática”, lo cual dio lugar a los altercados de 2005 después de que dos jóvenes africanos fuesen asesinados por la policía francesa. A esto siguieron semanas de protestas en esos barrios de extrarradio donde el fuego y la ira conformaron un escenario que daba de algún modo al de Los Miserables. Según Ly: "A través de la violencia callejera los políticos escuchan o al menos lo fingen durante un tiempo".
Frase sobreimpresionada al final de Hugo: “No hay malas hierbas ni hombres malos. No hay más que malos cultivadores”.
El film tuvo su estreno mundial el 15 de mayo de 2019 en el Festival de Cine de Cannes, donde ganó el Premio del Jurado. Se estrenó en Francia el 20 de noviembre de 2019 y recibió elogios de la crítica, obtuvo doce nominaciones a los premios César y ganó cuatro, incluida la de Mejor Película. Entre otros honores, fue seleccionada como la entrada francesa a la Mejor Película Internacional en la 92ª edición de los Premios de la Academia, y finalmente logró la nominación.
Sugerente propuesta que termina por ser poco atrevida. Gloria Ucrania!!!
Spoiler:
El tramo final es la mecha explotando sobre el polvorín, con el suigéneris Gavroche liderando una rebelión juvenil contra los tres policías, consiguiendo llevarlos a un edificio de pisos y allí son heridos y rodeados de forma avernal entre los pasillos, escaleras y rellanos que se convierten en una ratonera. Piden ayuda los polis a una puerta, pero tras ella un joven no se atreve o no quiere darles refugio y observa por la mirilla. Ello mientras en el clímax, Issa con cara de demonio les observa desde arriba a los aterrados en el rellano sin poder moverse, Stéphane apunta al joven, mientras este sostiene un cóctel molotov ardiendo, en un reto donde el tiempo parece detenerse y FIN. Esto me resulta poco valiente, como no queriendo decantarse el director, no quiere aportar el dramatismo final de lo que va a ocurrir.
No entiendo porque Issa no va al hospital tras lo que le ha sucedido? Por que no denuncia lo que le han hecho? No me vale que no le van a creer, pues hoy día las asociaciones izquierdistas tienen abogados que arremeten por cualquier motivo contra las autoridades. Y de aquí hilo con que el estallido de la violencia final me resulta artificiosa y acartonada, pues nadie ayudó al chaval tras ser abandonado herido por la poli, pero luego si lidera la revuelta salvaje, venga ya!
Ly, lo que él conoce de primera mano “es el hastío social y la violencia sistemática”, lo cual dio lugar a los altercados de 2005 después de que dos jóvenes africanos fuesen asesinados por la policía francesa. A esto siguieron semanas de protestas en esos barrios de extrarradio donde el fuego y la ira conformaron un escenario que daba de algún modo al de Los Miserables. Según Ly: "A través de la violencia callejera los políticos escuchan o al menos lo fingen durante un tiempo".
Frase sobreimpresionada al final de Hugo: “No hay malas hierbas ni hombres malos. No hay más que malos cultivadores”.
El film tuvo su estreno mundial el 15 de mayo de 2019 en el Festival de Cine de Cannes, donde ganó el Premio del Jurado. Se estrenó en Francia el 20 de noviembre de 2019 y recibió elogios de la crítica, obtuvo doce nominaciones a los premios César y ganó cuatro, incluida la de Mejor Película. Entre otros honores, fue seleccionada como la entrada francesa a la Mejor Película Internacional en la 92ª edición de los Premios de la Academia, y finalmente logró la nominación.
Sugerente propuesta que termina por ser poco atrevida. Gloria Ucrania!!!
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