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El jinete pálido

Western Un grupo de colonos buscadores de oro se establece en un lugar de California, pero sufren el acoso de los hombres de Lahood, el propietario del resto de las explotaciones mineras. Pero un día al poblado llega un misterioso y frío predicador (Clint Eastwood) que se pone de parte de los colonos, y comienza a enfrentarse al temido cacique local. (FILMAFFINITY)
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10
8 de octubre de 2019 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El mejor western de su autor, junto a la sublime "Sin perdón". Hay que agradecerle a Eastwood que resucite el western después de casi dos décadas en estado de coma (Leone lo había enterrado con la genial "Hasta que llegó su hora" en 1968, en la que Eastwood no quiso participar por no tener que morir en el film y desde entonces el género no había levantado cabeza).

Sin duda, estamos ante una obra de madurez plena de su autor, en donde destaca una perfecta puesta en escena (los títulos de crédito son brillantes, alternando la tranquilidad del valle de los mineros con el grupo al galope), unos intérpretes magníficos (especial mención para Michael Moriarty, el verdadero protagonista de la cinta), una fotografía espléndida, una localización eminentemente fantasmal para resaltar los rasgos del personaje del predicador, unos diálogos perfectos en su sobriedad, y una dirección de actores como hacía tiempo que no se veía en la gran pantalla.

Es mi western preferido de Eastwood, por múltiples razones:
- Porque esta pequeña joya recoge a la perfección cómo entiende el western Eastwood, con todas sus consecuencias.
- Porque Carrie Snodgress y Sydney Penny brillan a un alto nivel, y demuestran lo buenas actrices que son.
- Porque bien vale la pena pagar una entrada por ver el fantasmagórico duelo final (homenajeando pero no imitando el cine de Leone).
- Porque continene seguramente la mejor presentación de un personaje (El predicador) de la historia del cine, descrita a través de los salmos que está leyendo la joven Sydney Penny.
- Porque John Russell está perfecto en su papel de villano. Lo mejor, su última frase (o monosílabo).
- Porque contiene unos diálogos perfectos: "Por esto no funcionaría: no se puede servir a la vez a Dios y al Diablo". "Parece un hombre que conocí hace tiempo, aunque…. no puede ser: el hombre en el que estoy pensando está muerto". "Verá, hay muchos pecadores por aquí. No querrá que me marche antes de terminar mi labor, ¿verdad?". "Cuando se quiere a alguien, debes creer por encima de todo que lo que dice es verdad").
- Porque cuando Megan, después de pedir el milagro, recita aquello de "y contemplé un caballo pálido; y el nombre de su jinete era La Muerte. Y el infierno le seguía", es imposible que no se nos pongan los pelos de punta.
- Porque hay escenas que reflejan hasta qué punto Eastwood era buen director (véase la escena en la que la niña Megan suplica un milagro, o la llegada del predicador al valle de los mineros, la espléndida utilización de los contrastes en las escenas rodadas en interiores, o cómo está rodada toda la escena del duelo final).
- Porque el personaje del Predicador es, tal vez, el más extraordinario de cuantos han aparecido jamás en una película del Oeste, y la cima interpretativa de Eastwood hasta ese momento (demostrando lo lejos que queda la trilogía del dólar de los spaguetti westerns de Leone)
- Porque consitituye el reverso positivo de la anterior "Infierno de cobardes" (1973).
- Porque la fotografía es magnífica, y el rodaje y localizaones de los exteriores no pueden ser más acertados.
- Porque si Eastwood ya no hubiera hecho más cine después de esta película, ésta sería recordada como su obra cumbre y uno de las mejores westerns clásicos de la historia.

Aún así, he de confesar que lo único no me gustó el personaje de Club, interpretado por Richard Kiel (el Tiburón de las películas de James Bond): es muy mal actor, está muy sobreactuado y el papel que hace no es para nada creíble. De acuerdo, añade un toque de humor al film que, en realidad, no le hacía falta.

En el spoiler cuento el porqué del título del film.

Eastwood regresa en plena forma: y el infierno le seguía. Un 10.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Como curiosidades os quería comentar las siguientes:

- El primer caballo que se le asignó a Richard Kiel (un actor de 218 cm) no pudo soportar su peso y hubo de proporcionarle otro más fuerte.
- La estación de tren es la misma que se utilizó posteriormente en "Regreso al futuro III".
- El comisario Stockburn y sus ayudantes visten con largas gabardinas (guardapolvos) que recuerdan sobremanera a los 3 pistoleros que quieren acabar con Bronson al principio de la maravillosa ‘Hasta que llegó su hora’. No es casualidad el homenaje del director a su maestro italiano.
- La muerte de Stockburn, en el duelo final, me recuerda muchísimo a la de Henry Fonda en "Hasta que llegó su hora". Tanto su planificación como su ejecución. Sin llegar a ser un plagio, constituye un excelente homenaje.
- Eastwood juega todo el rato con la ambigüedad sobre su personaje. Continuamente nos da pistas de que El predicador es en realidad un fantasma, un espectro que regresa de la muerte para vengarse de quien le asesinó en el pasado.
- Que el personaje del Predicador es un muerto que regresa para vengarse y hacer justicia, un ángel exterminador, queda patente, a mi juicio, por los siguientes motivos: El mismo título: "el jinete pálido" (si es pálido es porque está muerto). El predicador aparece de la nada y vuelve a la nada. Mejor dicho, aparece descendiendo de la montaña (como si viniera del cielo) y desaparece, al final de la película ascendiendo nuevamente a la montaña. El predicador aparece porque la niña Megan pide a Dios, en pregaria, que envié un salvador (un vengador, mejor dicho). Los balazos en la espalda que nos exhibe el jinete cuando se asea en casa de Moriarty demuestran que aquél hombre estuvo muerto, ya que no pudo sobrevivir a seis certeros disparos. Los esbirros de La Hood le disparan en la tienda y no le ven. Es como si disparasen a un fantasma. De repente, les aparece por detrás para acabar con ellos. El comisario Stockburn le recuerda como alguien a quien mató. Los ayudantes de Stockburn, en el duelo final, de nuevo, no le ven, y el Predicador aparece desde los sitios más insospechados, acabando con cada uno de ellos, como si fuera un espectro. Cuando La Hood le informa de que contratará al comisario Stockburn, el Predicador le recuerda como a alguien con quien tiene una deuda pendiente del pasado. Y esa deuda sólo puede estar relacionada con la muerte.
- Brutal la escena del duelo final, en la que el Predicador disparará varias veces desde el pecho y a bocajarro a Stockburn y que, en un audaz detalle de puesta en escena, Eastwood nos mostrará desde la espalda del villano cómo los disparos atraviesan su cuerpo: los balazos en la espalda del Predicador, primero, y luego en la de su enemigo Stockburn, devienen un detalle capaz de evocar, en la mente del espectador, la verdadera naturaleza del enfrentamiento que, fuera de los márgenes del relato, se dió entre ambos personajes previamente, y concluyen la venganza de aquél hombre (Eastwood nos dice que era un pistolero, gracias a la escena en que recoje su revólver que había depositado años atrás en una caja de caudales) al que unos años antes Stockburn y sus ayudantes asesinaron a sangre fría.
"Predicador, predicador. Todos te queremos. Yo te quiero".
9
16 de abril de 2021 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un humilde pueblo minero es constantemente atacado por un grupo de bandidos que responde a un empresario local. La idea es que los pueblerinos se vayan, para que él pueda apropiarse de sus tierras, y así explotarlas con un sistema de avanzada que permite recoger los frutos de la minería de una manera más acelerada, por supuesto a costo de destruir el medioambiente de la zona. Pero el curso de la acción dramática cambia drásticamente cuando el predicador, un experimentado cowboy encarnado por Clint Eastwood, aparece. O, mejor dicho, cuando desaparece.

La primera vez que el predicador entra en contacto con el abuso que está sufriendo el pueblo, a uno de los mineros locales lo están rodeando para darle una golpiza. Justo antes de que irrumpa la violencia física, uno de los bandidos levanta la mirada hacia el fondo del pueblo, donde hay un jinete parado a la distancia, observando la situación. El maleante corre la mirada para conversar animadamente con el grupo, que sigue amedrentando al minero local. Luego, por alguna razón, vuelve a levantar la mirada. Esta vez no hay nadie. Luego de darle una golpiza al minero, cuando el grupo de matones está a punto de incendiar su carreta, un baldazo de agua que viene desde el fuera de campo(1) apaga el fósforo antes de ser lanzado. Entonces Eastwood entra y le da una paliza a todos esos tipos.

Este procedimiento es encarado varias veces, según una fórmula con mayor o menor variación pero siempre en el fondo idéntica. En primer lugar, se da la información de la presencia peligrosa de Eastwood: a través de la mirada de un personaje, vemos que el jinete está parado en determinado lugar. Después, el personaje en cuestión dirige su vista hacia otro lado por un segundo y, cuando se vuelve hacia donde estaba mirando, se encuentra con que el predicador desapareció, salió del campo de lo visible. Finalmente, Eastwood reaparece de la forma más ingeniosa posible y les da una zurra a los bandidos. Eastwood decide explotar una y otra vez el mismo procedimiento de puesta en escena, lo que le permite generar expectativa y suspenso con respecto a las apariciones y desapariciones de este misterioso jinete que viene a luchar contra los malos.

Todas estas desapariciones de Eastwood no parecen ser más que tentativas para cuando llegue la hora de filmar el típico enfrentamiento final del western, en el centro del corredor del pueblo. Desde dentro de la oficina del empresario, un corrompido sheriff mira lo que hace su oponente. A través de la ventana vemos cómo el predicador llega al corredor y se prepara para un duelo contra el sheriff y siete de sus deputies. Pero para cuando los policías salen al exterior de la oficina, en el lugar donde estaba parado el vaquero solo queda su sombrero: el predicador desapareció. Está en el fuera de campo, y puede aparecer desde cualquier lugar, lo que potencia sus posibilidades de ganar el enfrentamiento. Es como una emboscada sin bosque, sin una gran cantidad de hombres, sin nada más que un arma. Los deputies, entonces, salen a buscarlo por el pueblo. Se separan, para buscarlo por lados distintos. Después, una lección magistral de puesta en escena: una música que acentúa la tensión y una cámara que realiza un seguimiento cauto de cada uno de estos policías corrompidos, hasta que caen al encontrar a Easwood, o hasta que él los encuentra. Los policías caen muertos, uno detrás de otro(2), ya sea al entrar a una casa, gracias a un disparo que viene de quién sabe dónde, o por un lazo que se ata al cuello de uno de estos sujetos y que termina con un caballo corriendo y llevando a rastras al bandido por el pueblo.

Elusión de información y desaparición; puesta en escena. Clint Eastwood, como actor, es un cowboy; cuando le toca estar detrás de cámara, se viste de mago. Esta delicada preocupación por la desaparición lo despega de los directores que asocian género con estandarización y código con fotocopia. El uso del fuera de campo desplegado por Eastwood en Pale Rider lo coloca entre los directores de género que mejor explotan las posibilidades expresivas del cine en un sentido dramático y de una manera específica, algo que solo puede pensarse in situ y no es transmisible mediante manuales de dirección. Para ingresar, solo se pide la precisión de un cowboy a la hora de levantar la pistola. O al pensar un guion técnico.

Texto escrito originalmente para la sección sobre procesos creativos y puesta en escena "Atelier", de Revista Taipei: http://taipeirevista.com/index.php/2021/04/03/clint-eastwood-o-el-cowboy-que-no-deja-de-desaparecer/
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Un epílogo que extiende el abanico de posibilidades sobre el fuera de campo trabajado por la película está en una escena protagonizada por una quinceañera enamorada del personaje de Eastwood. Transcurre en la cocina de la casa donde vive junto a su madre; la puerta está cerrada y la escena tiene un tono oscuro y cálido, que le ofrece cierta intimidad al diálogo. Ella le pregunta a su madre, que estuvo con el jinete hace poco, si lo pudo saludar, ya que él estaba por irse del pueblo. La madre le responde que sí; la chica le comenta, por el contrario, que ella no, que ella no le pudo decir adiós. Y baja la mirada para después levantarla de nuevo y observar a su madre durante unos segundos. Corte a un plano de la madre de espaldas, mientras saca un pan del horno. La escasa iluminación intimista de la escena se rompe levemente; desde afuera se produce una alteración de la puesta fotográfica — una puerta que se abre para dejar entrar más luz, posiblemente. Ese detalle visual hace que la madre se dé vuelta y, buscándola con la mirada, no la encuentre. El plano que viene después es de la puerta, iluminada por el sol, que todavía se mueve un poco mientras rechina. A la chica no se la ve por ningún lado. Eludiendo ese movimiento de la hija, sin mostrarlo, su acción de salir a buscar al jinete para decirle adiós es evocada apenas con una decisión fotográfica. Hay, entonces, una preocupación por la puesta en escena que excede a la puesta de cámara; es decir: una preocupación por utilizar los medios expresivos del cine, más allá del encuadre y el montaje. Y gracias a esa extensión de la mirada, a ese cuerpo de preocupaciones a la hora de pensar puesta, podemos encontrar, incluso con ideas muy pequeñas, algo parecido a la poesía.
9
2 de enero de 2023 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
37 años son como muchos. Yo recordaba ésta película como muy moderna y ahora que la he vuelto a ver ya no me parece así: algunas escenas me parecieron bastante rusticas y hasta inverosímiles. Sobre todo, las del duelo final.

Apartando esto, El jinete pálido es una muy buena película dentro del género nacional de los Estados Unidos: el western. El western explica a los Estados Unidos desde la justificación como propaganda patriótica y también como exaltación de grandes valores ciudadanos. Eastwood, que es mejor director que actor, y que es también un liberal público y comprometido, no rehúye meterse a saco con temas de compromiso social.

Las injusticias no son del agrado de Eastwood. Y aquí en el Jinete Pálido recurre a Kurosawa y su legendario Siete samuráis para ofrecer una variación del mismo. Sólo que agrega la médula de toda buena película western: la venganza que repara.

Impactante es revelar la identidad de un pistolero como predicador. Predicador no de mansos rebaños sino predicador de un fuego divino y reparador de agravios. Porque en la película, como en la historia, son los agravios la sustancia de los explotados de la tierra. Y esos explotados rara vez encuentran justicia y reparación a sus muchas humillaciones. En la ficción se logra y es por ello que el cine gusta a muchos ya que representa una justicia platónica.

Las alusiones al Apocalipsis son evidentes.
5
17 de mayo de 2009
13 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Antes que nada aclaro que no vi "Raíces Profundas".
No entiendo como esta película tiene un promedio tan alto. Es solo otra clásica cinta de Clint quien mata a todos el solito, como las de Harry el sucio, etc.
Eso de los héroes no me gusta mucho, cada vez menos.
Ya se me voy a tirar en contra a todos los seguidores de Clint Eastwood pero voy a comentar lo que vi. Es una película con buenas imágenes y fotografía. Entretenida pero nada más. Técnicamente excelente pero el guión deja mucho que desear. Además es tan predecible como la serie Brigada "A".
Es más parece un capitulo largo de Brigada "A", con algunas diferencias, claro.
En ves de ser 3 que rescatan al loco para ayudar a unos sometidos por un malvado ambicioso, el guionista se ahorra a 3 actores porque el papel de los 4 lo realiza Clint.
Porque Clint es él que seduce las mujeres, él que inventa el plan para liquidar a los malos, él que tiene fuerza y los revienta a palos. A me olvide del loco, bueno hay que estar loco para ir a matar a como 15 malotes casi solo, por el casi valiente minero.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
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El guión hace agua por varios lados:

* El grande malote que después del palazo en los testículos que le da Clint se vuelve bueno.
* La chica que se va al campamento de los malos, no se sabe a que.
* El agua a presión arrojada por las bombas ¿es de esa época? Es la primera vez que lo veo.
* Los malos malísimos no sirven ni para espiar.
* Encima Clint es un PREDICADOR, aunque nadie lo crea es PREDICADOR, va no se que clase de predicador, lo único que hace es pegar y matar gente.
* Los mineros están debatiendo algo que ya sabemos que va a suceder no aceptar la oferta del malísimo. Por un oro que ni saben si existe.
Las críticas dan para mucho más.

Lo que no entiendo es porque Clint no le da rosca a la hija de la señora. Bueno seria un poco de estupro para variar.
6
12 de diciembre de 2011
5 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me parece una enormidad poner a ¨Pale Ride ¨ a la altura de ¨Lo Imperdonable¨o ¨La Pandilla Salvaje¨.
Se trata de una película entretenida, simpática pero no mucho más.
Típica película del solitario justiciero que llega al pueblo de buscadores de oro, lo libera del malvado de turno y sigue su camino.
Entre sus puntos fuertes están una estupenda fotografía y la presencia de un Clint en un papel que le va como anillo al dedo.
Pero el guión es muy limitado, no hay ninguna escena memorable, las actuaciones son más bien flojitas.
Creo que lo peor que tiene es haberle dado a la película en algunos tramos un carácter demasiado light, casi de comedia que hace que no podamos tomar demasiado en serio este Jinete Pálido.
Eastwood había filmado diez años antes ¨Outlaw Josey Wales ¨un western mucho más sólido e interesante.
Para destacar: en el papel de Stockburn, jefe de la banda de villanos, actúa el gran John Russell, que al filmar la película ya se encontraba muy enfermo.
Clint que era su amigo de los viejos buenos tiempos le dio un papel para permitirle despedirse en lo que tanto amaba, un western.
En fin una película para pasar el rato.
Lo mejor: es entretenida con una gran fotografía y un Clint en gran forma.
Lo peor: guión flojo, falta de rigor en varias escenas.
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