La niebla
6.4
36,529
7 de septiembre de 2010
7 de septiembre de 2010
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
En principio debo decir que contemplé la película con cierto escepticismo, desde el título, tan maniqueo a la clasificación de peli con "monstruitos" y "terror"; pero debo decir que la película me ha sorprendido gratamente.
Esos personajes tan arquetípicos nos remiten al sabor de las viejas películas de antaño, los toques de serie B son absolutamente evocadores en una película del género (por ahí se habla de Romero and company), los cinco primeros minutos, infumables (que me hicieron ir a constatar que se trataba de la misma película que esperaba, es decir, Frank Darabont ) lentamente dan paso a temas que en realidad sí me interesan mucho: la intrínseca maldad del ser humano, las honrosas excepciones, el miedo a lo desconocido, la necesidad de un chivo expiatorio, la ausencia de razonamiento abstracto de la mayoría de nosotros y como todo ello lo manipula tan hábilmente la religión.
Y los americanos, por supuesto, sobrevolándolo todo.
A su favor: Marcia Gay Harden, simplemente espeluznante, y aseguro, por experiencia personal, tan REAL, ese pobre padre que no es tan detestable ni tan héroe como en otras películas del estilo, los enfrentamientos en el supermercado entre la Razón y la sinrazón y ese toque tan de Lovecraft.
Desde luego, hay que acercarse a ella sin pretensiones pero cumple dignamente su papel.
Y ese irónico final, sólo por ello hay que salvar esta cinta.
Sólo tengo que reprocharle que Darabont se sumerge en la basurilla que anida en el corazón del hombre sin realmente tocar fondo (sí lo hace S. King), y las emociones te rondan pero no te tocan (sí lo hace en La Milla Verde).
El podía haberlo hecho mejor.
Esos personajes tan arquetípicos nos remiten al sabor de las viejas películas de antaño, los toques de serie B son absolutamente evocadores en una película del género (por ahí se habla de Romero and company), los cinco primeros minutos, infumables (que me hicieron ir a constatar que se trataba de la misma película que esperaba, es decir, Frank Darabont ) lentamente dan paso a temas que en realidad sí me interesan mucho: la intrínseca maldad del ser humano, las honrosas excepciones, el miedo a lo desconocido, la necesidad de un chivo expiatorio, la ausencia de razonamiento abstracto de la mayoría de nosotros y como todo ello lo manipula tan hábilmente la religión.
Y los americanos, por supuesto, sobrevolándolo todo.
A su favor: Marcia Gay Harden, simplemente espeluznante, y aseguro, por experiencia personal, tan REAL, ese pobre padre que no es tan detestable ni tan héroe como en otras películas del estilo, los enfrentamientos en el supermercado entre la Razón y la sinrazón y ese toque tan de Lovecraft.
Desde luego, hay que acercarse a ella sin pretensiones pero cumple dignamente su papel.
Y ese irónico final, sólo por ello hay que salvar esta cinta.
Sólo tengo que reprocharle que Darabont se sumerge en la basurilla que anida en el corazón del hombre sin realmente tocar fondo (sí lo hace S. King), y las emociones te rondan pero no te tocan (sí lo hace en La Milla Verde).
El podía haberlo hecho mejor.
25 de noviembre de 2008
25 de noviembre de 2008
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película tiene realmente poco que ofrecer. El guión se desarrolla a partir de dos elementos fundamentales: una reflexión psico-sociológica, una especie de estudio sobre la reacción de un grupo humano, incomunicado con el exterior, ante un horror súbitamente sobrevenido del que lo desconocen todo; en este sentido, el personaje interpretado por Marcia Gay Harden, y de paso el propio trabajo de ésta, resultan realmente plúmbeos. En descargo de la actriz, puede alegarse que es difícil sacarle jugo a cualquiera de los personajes, en su totalidad completamente planos, arquetípicos, pura serie B. Darabont tiene, en este sentido, mucho (o todo) que aprender de Shyamalan o Haneke.
El segundo elemento al que me refería: la película es también una historia de género, terror en estado puro: una súbita y extraña niebla baja de la montaña para inundar un pueblo apartado, niebla que, se hace muy pronto evidente, está habitada por algún tipo de peligro al que la espesura del manto blanco concede invisibilidad. No diría que no funciona en este sentido, pero sí, de nuevo, que se trata de pura serie B, con poco presupuesto, efectos especiales manifiestamente mejorables, situaciones un tanto previsibles y mucha, mucha truculencia perfectamente gratuita. El final de la historia me pareció lo mejor de la misma: sorprendente, logrado. Quienes más disfrutarán de esta mediocre película serán, sin duda, los amantes del género.
El segundo elemento al que me refería: la película es también una historia de género, terror en estado puro: una súbita y extraña niebla baja de la montaña para inundar un pueblo apartado, niebla que, se hace muy pronto evidente, está habitada por algún tipo de peligro al que la espesura del manto blanco concede invisibilidad. No diría que no funciona en este sentido, pero sí, de nuevo, que se trata de pura serie B, con poco presupuesto, efectos especiales manifiestamente mejorables, situaciones un tanto previsibles y mucha, mucha truculencia perfectamente gratuita. El final de la historia me pareció lo mejor de la misma: sorprendente, logrado. Quienes más disfrutarán de esta mediocre película serán, sin duda, los amantes del género.
30 de septiembre de 2011
30 de septiembre de 2011
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
La trama, basada en un libro de Stephen King, habitual musa del director, se centra en una pequeña localidad donde tras una fuerte tormenta, se produce una inquietante niebla que obliga a todo el mundo a refugiarse. El núcleo de film, de hecho tiene lugar en un supermercado donde casualmente habían coincidido varios habitantes habituales u ocasionales del pueblo y que se ven sorprendidos por la citada niebla.
Es en ese escenario, que pese a sus dimensiones acaba convirtiéndose realmente más que en un refugio o en realidad en una prisión, donde Darabont condensa un film que se basa en un amplio reparto coral ( con algunas caras más o menos conocidas como Thomas Jane, Marcia Gay Harden, Toby Jones, William Sadler, o Chris Owen), aunque se sirve del personaje del escritor David Drayton como hilo conductor del mismo.
A partir de esta situación, el director plantea el film en una doble vertiente. Por un lado la filmográfica propiamente dicha en la que Darabont consigue imponer la acción dramática muy por encima del terror. En realidad, los bichos que aparecen están destinados más a la repulsión que no al miedo, porque en realidad lo que le interesa al realizador mostrarnos no es tanto la verdadera amenaza como a los amenazados. Es su interacción y sus reacciones ante la amenaza, en un ambiente que cada vez es más claustrofóbico, lo que le interesa al realizador que veamos. Estéticamente, el film tiene ciertos puntos de contacto con el cine de los años 70, utilizando una fotografía que guarda cierto parecido el cine de terror de série B.
Por otro lado, el film puede funcionar como una alegoría de la sociedad post 11-S, en el sentido en que el relato encierra a personas de diversa condición social dentro de un espacio reducido debido a una amenaza exterior que no se acaba de concretar del todo, y que no todos perciben de la misma forma. En este sentido, el film conecta claramente el cine de ciencia-ficcíón y de terror clásicos, por cuanto muchos de aquéllos films reflejaban en la amenaza exterior la situación política con la amenaza permantente de una guerra nuclear.
Se desprende por todo el film un aire bastante pesimista, no sólo por su desoladora conclusión final (si es que se le puede llamar conclusión a las últimas imágenes del film), sino también por el desarrollo de su sencilla trama, en la que poco podemos salvar de la condición humana en general. No se trata de un film que vaya a hacer las delicias de los acérrimos seguidores del terror de sobresaltos y escabroso, ya que en esencia, Darabont fabrica un film mucho más maduro y con mayor densidad de lo acostumbrado. Por ello, sin llegar a ser una obra maestra y con una factura voluntariamente modesta y alejada del artificio, seguramente el film pasará desapercibido para la gran mayoría, cuando en realidad, no le falta mucho para estar a la altura de sus grandes obras.
Es en ese escenario, que pese a sus dimensiones acaba convirtiéndose realmente más que en un refugio o en realidad en una prisión, donde Darabont condensa un film que se basa en un amplio reparto coral ( con algunas caras más o menos conocidas como Thomas Jane, Marcia Gay Harden, Toby Jones, William Sadler, o Chris Owen), aunque se sirve del personaje del escritor David Drayton como hilo conductor del mismo.
A partir de esta situación, el director plantea el film en una doble vertiente. Por un lado la filmográfica propiamente dicha en la que Darabont consigue imponer la acción dramática muy por encima del terror. En realidad, los bichos que aparecen están destinados más a la repulsión que no al miedo, porque en realidad lo que le interesa al realizador mostrarnos no es tanto la verdadera amenaza como a los amenazados. Es su interacción y sus reacciones ante la amenaza, en un ambiente que cada vez es más claustrofóbico, lo que le interesa al realizador que veamos. Estéticamente, el film tiene ciertos puntos de contacto con el cine de los años 70, utilizando una fotografía que guarda cierto parecido el cine de terror de série B.
Por otro lado, el film puede funcionar como una alegoría de la sociedad post 11-S, en el sentido en que el relato encierra a personas de diversa condición social dentro de un espacio reducido debido a una amenaza exterior que no se acaba de concretar del todo, y que no todos perciben de la misma forma. En este sentido, el film conecta claramente el cine de ciencia-ficcíón y de terror clásicos, por cuanto muchos de aquéllos films reflejaban en la amenaza exterior la situación política con la amenaza permantente de una guerra nuclear.
Se desprende por todo el film un aire bastante pesimista, no sólo por su desoladora conclusión final (si es que se le puede llamar conclusión a las últimas imágenes del film), sino también por el desarrollo de su sencilla trama, en la que poco podemos salvar de la condición humana en general. No se trata de un film que vaya a hacer las delicias de los acérrimos seguidores del terror de sobresaltos y escabroso, ya que en esencia, Darabont fabrica un film mucho más maduro y con mayor densidad de lo acostumbrado. Por ello, sin llegar a ser una obra maestra y con una factura voluntariamente modesta y alejada del artificio, seguramente el film pasará desapercibido para la gran mayoría, cuando en realidad, no le falta mucho para estar a la altura de sus grandes obras.
30 de noviembre de 2018
30 de noviembre de 2018
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
A partir de un título carpenteriano (por John Carpenter, claro), y de una novela escrita por Stephen King, Frank Darabont elabora un largometraje poderoso, sorprendente, inquietante, que trata de no dejar indiferente a nadie, y que acusa la influencia estilística de la serie de TV "The Shield". Es además un film de monstruos en un sentido muy amplio: están los monstruos del exterior y luego están los monstruos del interior, con rostro humano. Al rodarse con un estilo cercano al del documental, la sensación de peligro, miedo e inquietud se hace aún más viva.
Por otro lado, es un film que funciona como un avance de la serie de TV "The Walking Dead" (2010- ), pues al asunto apocalíptico común en ambos casos hay que añadir que Darabont fue uno de los creadores de la serie, y que en la película aparecen tres actores que luego aparecerán en la serie, Jeffrey DeMunn, Laurie Holden y Melissa McBride.
"La niebla" propone un mundo normal y corriente, en el que, de pronto, irrumpen el peligro, lo desconocido, lo anormal, lo extraordinario, y el horror. La gente normal, así, revela lo peor y lo mejor de sí misma, y el grupo que compra en el supermercado, de pronto, pasa a ser gente refugiada en el supermercado. Por supuesto, el grupo asediado frente a una amenaza exterior era, a las alturas de la fecha de producción de este film, un lugar común y una idea narrativa fundamentales en el cine de terror, de suspense y de ciencia-ficción, tanto en el cine USA como fuera del mismo. Por supuesto, este grupo viene a ser un oportuno microcosmos de la sociedad norteamericana, oportuno de cara a la elaboración de lecturas e interpretaciones (y no digamos ya el escenario principal, el supermercado, como último refugio): el cine de George A. Romero no andaría muy lejos... Por supuesto, se hace una crítica a ese microcosmos (a la sociedad estadounidense), a la vez que se hace un penetrante análisis del comportamiento humano ante el miedo, el peligro y una inimaginable situación límite.
Para mí es una gran película, que aprovecha muy bien -esto es, a su favor- una serie de tópicos y lugares comunes ya vistos en muchas películas anteriores (el asedio, la dicotomía entre el espacio seguro del interior y el espacio inseguro del exterior, las disensiones internas, la familia en peligro, la combinación de científicos y militares, el dilema entre solidaridad y egoísmo, el predominio aplastante de la amenaza exterior), y que, proponiendo una reflexión sobre la vulnerabilidad del ser humano y de la sociedad, crea un drama absorbente, no exento de ciertos toques de humor. Pero es una gran película en cierto modo traicionada por un final que no debería haber sido tan controvertido y que analizo más abajo, en la "zona spoiler".
Por otro lado, es un film que funciona como un avance de la serie de TV "The Walking Dead" (2010- ), pues al asunto apocalíptico común en ambos casos hay que añadir que Darabont fue uno de los creadores de la serie, y que en la película aparecen tres actores que luego aparecerán en la serie, Jeffrey DeMunn, Laurie Holden y Melissa McBride.
"La niebla" propone un mundo normal y corriente, en el que, de pronto, irrumpen el peligro, lo desconocido, lo anormal, lo extraordinario, y el horror. La gente normal, así, revela lo peor y lo mejor de sí misma, y el grupo que compra en el supermercado, de pronto, pasa a ser gente refugiada en el supermercado. Por supuesto, el grupo asediado frente a una amenaza exterior era, a las alturas de la fecha de producción de este film, un lugar común y una idea narrativa fundamentales en el cine de terror, de suspense y de ciencia-ficción, tanto en el cine USA como fuera del mismo. Por supuesto, este grupo viene a ser un oportuno microcosmos de la sociedad norteamericana, oportuno de cara a la elaboración de lecturas e interpretaciones (y no digamos ya el escenario principal, el supermercado, como último refugio): el cine de George A. Romero no andaría muy lejos... Por supuesto, se hace una crítica a ese microcosmos (a la sociedad estadounidense), a la vez que se hace un penetrante análisis del comportamiento humano ante el miedo, el peligro y una inimaginable situación límite.
Para mí es una gran película, que aprovecha muy bien -esto es, a su favor- una serie de tópicos y lugares comunes ya vistos en muchas películas anteriores (el asedio, la dicotomía entre el espacio seguro del interior y el espacio inseguro del exterior, las disensiones internas, la familia en peligro, la combinación de científicos y militares, el dilema entre solidaridad y egoísmo, el predominio aplastante de la amenaza exterior), y que, proponiendo una reflexión sobre la vulnerabilidad del ser humano y de la sociedad, crea un drama absorbente, no exento de ciertos toques de humor. Pero es una gran película en cierto modo traicionada por un final que no debería haber sido tan controvertido y que analizo más abajo, en la "zona spoiler".
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Es interesante ver cómo el guión presenta a diversos líderes que pueden tener razón y pueden equivocarse al mismo tiempo: Marcia Gay Harden, Thomas Jane.
El desenlace final es un final sorpresa -o un final tramposo, sí- de una mala leche increíble. En realidad, hay dos finales que plantean un desenlace demasiado rebuscado: el final con Thomas Jane en el coche, matando al hijo y a sus acompañantes, es el final a la europea, de un pesimismo total, pues ahí ya no hay esperanza. El siguiente final, con el ejército liberando al mundo de los monstruos, y con la niebla en proceso de desaparición, es el final norteamericano, abierto a la esperanza. Ese segundo final, el final feliz, sobra totalmente, rompe el clímax dramático y parece hecho al gusto de un público, el estadounidense, poco proclive a un final tan drástico y duro como el anterior. Frank Darabont juega a imitar a su ídolo, Rod Serling, el rey de los finales impactantes, pero se equivoca en este doble final.
El desenlace final es un final sorpresa -o un final tramposo, sí- de una mala leche increíble. En realidad, hay dos finales que plantean un desenlace demasiado rebuscado: el final con Thomas Jane en el coche, matando al hijo y a sus acompañantes, es el final a la europea, de un pesimismo total, pues ahí ya no hay esperanza. El siguiente final, con el ejército liberando al mundo de los monstruos, y con la niebla en proceso de desaparición, es el final norteamericano, abierto a la esperanza. Ese segundo final, el final feliz, sobra totalmente, rompe el clímax dramático y parece hecho al gusto de un público, el estadounidense, poco proclive a un final tan drástico y duro como el anterior. Frank Darabont juega a imitar a su ídolo, Rod Serling, el rey de los finales impactantes, pero se equivoca en este doble final.
7 de junio de 2020
7 de junio de 2020
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hasta que Mike Flanagan demuestre lo contrario, si es que ha de demostrarlo algún día, Frank Darabont es el mejor adaptador a la gran pantalla de la obra de Stephen King. Diré más, defiendo vehementemente que el tal Flanagan aún ni siquiera ha adelantado a Mick Garris. Pero bueno, eso lo desarrollaré en otra ocasión.
En cada una de las adaptaciones del autor de Maine que he visto de Frank Darabont me he formulado la anterior teoría. En cada una de las mil y una veces que he gozado ya de "La niebla" le he dado base sólida a dicha teoría. Y ahora que contemplo embelesado, casi obnubilado, la excelsa versión en blanco y negro de este sugerente drama de terror a modo de kaiju movie de tintes lovecraftnianos en la que al final, como no, el peor monstruo es el ser humano, hago más que confirmarla. La teoría.
Si "The mist" se hubiese titulado "The supermarket", podría haber formado un genial e involuntario díptico radiografiando el miedo junto con la "El bar" (2017) de Álex de la Iglesia. Díptico que en 2027 —sí, una cada diez años— se convertiría en tríptico por obra y gracia de algún cineasta avezado.
Llegados a este punto, y como en lo referente a esta obra tampoco voy a descubrir la rueda, voy con una vergonzosa confesión. Soy devoto acérrimo de Stephen King, bien lo sabéis, y como tal siempre procuro leer el libro antes de ver la película. Bien, pues ahora es cuando admito que "La niebla" es de esos extraños casos en los que, a día de hoy, aún no me he leído el relato en que se basa. Y en este caso concreto el asunto tiene más miga de la que aparenta ya que, según se comenta, el desenlace de la película cambia radicalmente respecto al del relato. Mejorándolo, según algunos. Así que siempre me dolerá llevar en el zapato la piedra de haber caído antes en los encantos de la cinta de Darabont que en los de la obra de King.
Mira que no quería enrollarme, pero al final lo he hecho. Y eso que habrá un millón de cosas que no he mencionado. En definitiva, devoción total a "La niebla".
En cada una de las adaptaciones del autor de Maine que he visto de Frank Darabont me he formulado la anterior teoría. En cada una de las mil y una veces que he gozado ya de "La niebla" le he dado base sólida a dicha teoría. Y ahora que contemplo embelesado, casi obnubilado, la excelsa versión en blanco y negro de este sugerente drama de terror a modo de kaiju movie de tintes lovecraftnianos en la que al final, como no, el peor monstruo es el ser humano, hago más que confirmarla. La teoría.
Si "The mist" se hubiese titulado "The supermarket", podría haber formado un genial e involuntario díptico radiografiando el miedo junto con la "El bar" (2017) de Álex de la Iglesia. Díptico que en 2027 —sí, una cada diez años— se convertiría en tríptico por obra y gracia de algún cineasta avezado.
Llegados a este punto, y como en lo referente a esta obra tampoco voy a descubrir la rueda, voy con una vergonzosa confesión. Soy devoto acérrimo de Stephen King, bien lo sabéis, y como tal siempre procuro leer el libro antes de ver la película. Bien, pues ahora es cuando admito que "La niebla" es de esos extraños casos en los que, a día de hoy, aún no me he leído el relato en que se basa. Y en este caso concreto el asunto tiene más miga de la que aparenta ya que, según se comenta, el desenlace de la película cambia radicalmente respecto al del relato. Mejorándolo, según algunos. Así que siempre me dolerá llevar en el zapato la piedra de haber caído antes en los encantos de la cinta de Darabont que en los de la obra de King.
Mira que no quería enrollarme, pero al final lo he hecho. Y eso que habrá un millón de cosas que no he mencionado. En definitiva, devoción total a "La niebla".
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