Haz click aquí para copiar la URL

Sin aliento

Drama. Romance Michel Poiccard (Jean-Paul Belmondo) es un ex-figurante de cine admirador de Bogart. Tras robar un coche en Marsella para ir a París, mata fortuitamente a un motorista de la policía. Sin remordimiento alguno por lo que acaba de hacer, prosigue el viaje. En París, tras robar dinero a una amiga, busca a Patricia (Jean Seberg), una joven burguesa americana, que aspira a ser escritora y vende el New York Herald Tribune por los Campos ... [+]
Críticas 144
Críticas ordenadas por utilidad
escribe tu crítica
8
25 de abril de 2012 4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Más de una década después de que el neorrealismo italiano redefiniera el cine, un grupo de "enfants terribles" franceses, iconoclastas y deseosos de hacer algo completamente diferente (idea que defendían en su revista "Cahiers du Cinema"), crearon la "nouvelle vague". Y de ahí nació una parte importante de lo que entendemos ahora como "cine".

Hecha la introducción, vamos con la película. Es cierto que "Al final de la escapada" no es muy buena técnicamente, ni la historia está ni bien cuidada ni trabajada. Pero hay unas cuantas cosas que gustan de la película: es dinámica, hay frases que hacen reir y que nunca se olvidan (como aquella con la que da comienzo la película -"A fin de cuentas, soy gilipollas. A fin de cuentas, hay que hacerlo"-), se refleja un choque entre Europa y América -algo que Tarantino cogería prestado en cuanto a las "pequeñas diferencias" que menciona Vincent Vega-...

Pero ante todo tiene un tono canalla. Canalla en el personaje de Belmondo como Michel Poiccard, un ladrón de poca monta que aspira a ser como Bogart; canalla en la atmósfera parisina; canalla en algunas frases; y canalla respecto al cine convencional de la época. ¿Y quién puede olvidarse de Jean Seberg?

La película es una buena introducción al cine de esta corriente que trastocó muchas convenciones, tanto si gusta a algunos como si no. Es algo así como: "Si no le gusta el mar, si no le gusta la montaña, si no le gusta la ciudad... váyase a tomar por c...".
7
31 de julio de 2012 4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Comienza la película, sin títulos de crédito, un chico Martini lee el periódico, roba un coche, acelera, adelanta, es perseguido por la policía, se escabulle, asesina, escapa… sin solución de continuidad, elipsis tras elipsis, la película avanza con un continuo chasquido de dedos, a un ritmo vertiginoso. Es ‘Al final de la escapada’, la película que revolucionó la historia del cine, que reactivó el movimiento cinematográfico de la ‘Nouvelle Vague’ y que innovó en la sintaxis cinematográfica para marcar un nuevo tempo.

La película es una provocación, una gamberrada, una obra que busca romper moldes más allá de comunicar o entretener, hecha más para sorprender que para gustar y por ello se olvidan de todos los formalismos. En su virtud está la continua improvisación, la ausencia de encuadres medidos, la cámara al hombro que deambula persiguiendo a los personajes, los cortes de escena sin previo aviso como si de espasmos narrativos se tratasen… pero mira por donde, todo esto que debería haber convergido en una chapuza narrativa no queda tan mal. Seamos claros, ‘Al final de la Escapada’ es una película más importante por su trascendencia posterior en la historia del cine, por lo que aportaron sus ideas a la películas posteriores, que por sí misma, pero a mi me pareció muy entretenida y aunque la estructura del guión quede rota a cada momento, al menos se sigue un fino hilo con su nudo y su desenlace con algunos momentos realmente sorprendentes y frases para enmarcar, a veces cargadas de pedantería, pero significativas. Y la frescura y la naturalidad con la que pasan sus personajes a lo largo del filme (no hay nada más fresco que la pura improvisación) es muy de agradecer. Otra cosa al margen de las actuaciones es la construcción de los personajes, por un lado el chico ‘malote’ que se busca Jean-Paul Belmondo, resulta demasiado superficial y encantador al mismo tiempo, poco creíble en definitiva. Diferente es el papel que ofrece Jean Seberg, jovial, dubitativa, con conflictos internos, comiéndose la cámara, su personaje es mucho más profundo y conmovedor.

Pese a su rebeldía la película no está exenta de talento, pese a sus descuidos no deja de ser estimulante, pese a sus bofetadas al guión, la mezcla de Thriller, cine negro y romanticismo no deja de generar cierta atracción en los espectadores.
8
17 de octubre de 2013 4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
El escenario fue la Francia de De Gaulle, salpicada por el conflicto argelino, donde el existencialismo de Sartre coexistía con las canciones de Johnny Halliday. El ambiente del cine club en el Barrio Latino atravesado por el bulevard Saint Germain, fue la mejor aula para huir del academicismo de postguerra. Este es el origen de la nueva ola francesa, que unos cuantos jóvenes cineastas entre los que se encontraba Jean-Luc Godard, casi todos críticos de cine en la revista “Cahiers du cinemá”, quisieron cambiar el mundo con una nueva filosofía, porque para ellos el cine era la vida.

“Escribir ya es hacer cine”, afirmaba Godard en el mismo tono vehemente que se desprende de las páginas de la revista, púlpito de las teorías de André Bazin que sus pupilos abrazaron religiosamente. “A bout de souffle” es el tipo de film en el que todo está permitido, su tono rupturista e innovador con el que fue ideado, supuso un punto de inflexión en la historia del cine. Godard recoge la herencia del cine clásico norteamericano, más concretamente la serie B del cine negro, para moldearla a su gusto y abrir la brecha necesaria por la que se cuele una nueva manera de concebir un nuevo lenguaje.

La película nos habla de Patricia Franchini (una preciosa Jean Seberg), que como periodista asiste a la rueda de prensa de un intelectual excéntrico (Jean-Pierre Melville, otro fan del cine americano) que establece curiosos discursos sobre la existencia, pero también nos muestra los movimientos de Michel Poiccard, un gánster de poca monta que se hace llamar Laszlo Kovacs (estupendo Jean-Paul Belmondo), nihilista y amoral, perseguido por la policía mientras el busca sexo con su amiga Patricia Franchini, aunque ella tiene otras prioridades en las que no entra el indecente Michel.

La voluntad de filmar la calle para reflejar la espontaneidad pegada al terreno que ya habían experimentado los neorrealistas. Godard va un paso más allá, en mi opinión. En su intención de adaptar el cine americano, el director juega con las estructuras narrativas codificadas para darles la vuelta como a un calcetín. Con este film se inicia un lenguaje cinematográfico fracturado, sincopado, plagado de intertextualidades y citas sin fin. En este sentido Godard es un postmoderno del cine, lo cual no le exime de tener alguna película obsoleta y execrable. No hay respeto mayor hacia la herencia de los clásicos que vivificarlos mediante las nuevas propuestas. Cuando yo estuve en París, como cinéfilo soñador, me hubiera gustado encontrarme a la maravillosa Jean Seberg anunciando el “New York Herald Tribune” por los Campos Elíseos, como lo hacía en el film.
8
13 de diciembre de 2014 4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película es la respuesta de como conseguir hacer una obra que logre mezclar a la perfección dos tópicos del cine como lo son: un conflicto amoroso y un thriller policial, estos son los ejes primordiales en que se mueve este trabajo. El protagonista es Michel Poiccard (Jean-Paul Belmondo) un hombre que se dirige a París desde Marsella, durante el trayecto mata a sangre fría a un policía, por lo que pronto comenzará a ser buscado por la ley.

En París se reencuentra con Patricia (Jean Seberg), una joven estadounidense que conoció poco tiempo atrás que anhela ser escritora. Ella es el enganche amoroso convertida en una femme fatale. El metraje va transcurriendo entre el flirteo de ellos y la búsqueda del protagonista por encontrar a un hombre que le debe dinero para poder huir cuando se da cuenta que está siendo perseguido, así de como se las ingenian para no ser encontrados.

À bout de souffle es la Nouvelle vague en estado puro, una historia íntima que explora la situación de su personaje, que más allá de presentar una apariencia del tipo galán que se las pasa de patán, es un individuo que lo que quiere es estar a gusto con la chica, esto sensibiliza su personalidad y modifica el accionar que está teniendo a lo largo del film, hasta el punto de llegar a terribles consecuencias.

Algo que consigue el realizador es que a pesar de que el protagonista se presenta como un pillo, así no más, vemos que es terrible y lamentable en varios tramos, es que logra que congeniemos con el tipo, mostrando paralelamente su lado más humano, cuestión que refuerza totalmente sobre los minutos finales y lo que desea hacer puesto que simplemente está agotado de todo, de una lucha que no dio sus frutos.

Además de esto está la formalización del film, el como es presentado, mediante cortes bruscos, la utilización de la cámara en mano, la improvisación que se antoja recurrente, la naturalidad de los escenarios, la utilización musical que remarca emociones y el ritmo que maneja. Un movimiento artesanal de parte de lo franceses que le da un respiro a la forma de hacer cine y a la sencillez que puede tener para acarrear consigo una evolución.

El guion que construye Godard, basado en un argumento de François Truffaut, funciona a la perfección, es conciso en lo que desea mostrar, no explora mayor cosa en el pasado de sus personajes protagonistas, aunque si menciona un par de cosas, se enfoca más en dar una perspectiva futura de lo que desean hacer. No hay necesidad de ahondar más, el universo que crea el realizador durante estos 90 minutos funciona a la perfección.

No se puede terminar esta crítica sin destacar la dirección de Godard, más allá de haber ganado esta categoría en la 10° edición del Festival de Berlín en 1960, el realizador se luce con un sinfín de ángulos y movimientos de cámara que enriquecen el relato, y a su vez enfocan lo que desea presentar, los gestos de los personajes, su accionar en una escena, enfatizar lo que quiere, siendo lo más rescatable de esto, la sencillez con que transmite esto.
8
14 de marzo de 2016 4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Al final de la escapada” nos cuenta como un gangster, tras matar a un policía durante su viaje a París, prosigue sin remordimiento alguno. Una vez allí, se encuentra con Patricia, una joven americana que sueña con convertirse en escritora. A su vez, esta chica representa lo diferentes que son las mentalidades europea y americana, confrontándose así la libertad sexual del viejo continente y el puritanismo estadounidense.

Esta obra de Godar marca un antes y un después en la historia del cine francés, puesto que jugó un papel fundamental en el movimiento de la Nouvelle Vague. Así encontramos múltiples planos secuencia y panorámicas, que aportan una gran monotonía a la película y facilitan el montaje. Me gustaría destacar también la importancia del diálogo y las elipsis narrativas, que son constantes a lo largo de todo el largometraje y que omiten espacios de tiempo muy pequeños.

No es una película que me haya enganchado en cuanto a su trama, pero considero que cualquier amante del cine debería verla por todo lo que representa para el séptimo arte.
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow
    Bienvenido al nuevo buscador de FA: permite buscar incluso con errores ortográficos
    hacer búsquedas múltiples (Ej: De Niro Pacino) y búsquedas coloquiales (Ej: Spiderman de Tom Holland)
    Se muestran resultados para
    Sin resultados para