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Another Year

Drama Gerri (Ruth Sheen), una terapeuta, y Tom (Jim Broadbent), un geólogo, están felizmente casados, pero les preocupa que su hijo Joe (Maltman), que es abogado, permanezca soltero. Esta preocupación les impide darse cuenta de hasta qué punto María (Lesley Manville), una frágil compañera de trabajo de Gerri, depende completamente de su amistad. (FILMAFFINITY)
Críticas 67
Críticas ordenadas por utilidad
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10
22 de enero de 2020 Sé el primero en valorar esta crítica
Devastadora, delicada, conmovedora, humana, sencilla... Una historia necesaria para no olvidarnos de la soledad que inunda la vida de muchas personas.
Una historia de amor entre seres humanos que se ayudan y se necesitan.
Lesley Manville llena la pantalla de disimuladísima pero evidentísima tristeza, retrata perfectamente un personaje abandonado, destrozado, devastado, pidiendo disculpas por existir.
Broadbent y Sheen son esas buenas personas que quieren ayudar pero también son humanos y tienen sus límites...
El cine es esto, y no un montón de ruido que tapona el cerebro. Aquí hay silencios que transmiten todo. Planos sencillos pero contundentes.
Una lección de dirección, de guion, de actuación y en fin de humanidad.
9
24 de enero de 2021 Sé el primero en valorar esta crítica
El cine de Mike Leigh es sumamente personal.
Tiene siempre un cierto toque social, sin llegar a ser Ken Loach (le gran retratista de la sociedad británica y sus miserias), y sobre todo es un realizador y guionista que sabe bucear en las almas de sus personajes para presentar las situaciones de forma emotiva y cercana. Eso es exactamente Another Year, justamente nominada en su año al Oscar al Mejor Guion Original: una cinta sumamente emotiva, con personajes que podrían ser nuestros padres, nuestros vecinos, nuestros compañeros de trabajo o nuestra pareja. Las conversaciones son muy naturales, de andar por casa (nunca mejor dicho), y esos maravillosos diálogos son además recitados por actores en estado de gracia, como Jim Boradbent y Ruth Sheen, que hacen una pareja entrañable, o una Lesley Manville que pocas veces ha estado tan vulnerable y perdida. Atención también a las breves pero importantes aportaciones de Imelda Staunton o David Bradley, que tiene un personaje precioso, por cierto, y ya era hora, porque ha alcanzado la fama gracias a tipejos como Argus Filch o Walder Frey.
Quizás la mejor película de Leigh junto con Secretos y mentiras y Vera Drake. Excelente.

Lo mejor: Todos los actores, soberbios, la naturalidad del guion y la emotividad que desprende.
Lo peor: Nada realmente. Quizás podría haber sido algo más corta.
9
15 de enero de 2023 Sé el primero en valorar esta crítica
El cine de Mike Leigh es de los que mejor nos hace conscientes de la gravedad. Hay un centro de gravedad de realidad. La pantalla no es un espacio aparte en el que distraerse, aligerarse, de nuestra realidad cotidiana, sino con el que confrontarse, de modo más descarnado, con nuestro peso vital, o de qué manera, o en qué grado, está constituido de lastres y costras emocionales. El último, y portentoso plano, de Another year (2010) te deja estampado contra el rugoso suelo, un primer plano de Mary (Lesley Manville), en el que se difumina el sonido de la conversación alrededor, como quien desaparece en su propia soledad (definitivamente aislada). Es un golpe seco que confronta con la materia de las emociones en su desnuda intemperie. Por eso su cine puede resultar tan incómodo. No es complaciente ni siquiera con la desgracia. Su celuloide muerde la vida, como un electroshock que despierta. Sólo hay que pensar en cuánto se abrazan sus personajes, en cómo se reafirma la necesidad de abrazar, y la de compartir, y extraer, expresar lo que se retiene dentro, lo que se enquista y hace sentir infeliz, frustrado, desolado. Y cómo se remarca que, aunque las circunstancias sean precarias o adversas, o no cambien ni puedan cambiar, la relación con la realidad (los demás y uno mismo) se fundamenta en la actitud. Ese plano final conecta con el inicial de un personaje de breve pero imponente presencia, Janet (extraordinaria Imelda Staunton), una mujer que acude a su doctora para que le cure su insomnio recetándole unos somníferos (como si fuera meramente pulsar una tecla) sin querer preguntarse si se debe a una insatisfactoria circunstancia (con cuya raíz debería confrontarse). En dos secuencias, ésta y una posterior con la psicóloga terapeuta del centro, Gerry (Ruth Sheen), se palpa toda una vida comprimida en su gesto tenso, como si estuviera a punto de explotar, incapaz de comprender o aceptar que haya algo, aparte de unas pastillas, que solucionen su malestar, elusiva a hablar de su vida íntima, porque como llega a reconocer al final (la terapeuta parece que con sus preguntas está pugnando por horadar acero) considera que en su vida no es posible el cambio. Cuando Gerry le pregunta en una escala de uno a diez cómo puntúa la felicidad en su vida, replica uno. Janet, como otros personajes en la obra de Leigh, parece resignada a cohabitar con la insatisfacción congestionada, con la convicción de que no es posible un cambio que sea mejora en sus circunstancias vitales. Mary es otra variante de mujer de mediana edad de vida insatisfactoria (o quizá otra aspirante a convertirse en figura espectral comprimida), ya que no es casada con hijos sino soltera y se define por su conducta ansiosa y agitada, y una locuacidad que parece una mecha que anuncia una inminente explosión.

En Another year, otro año más en la vida, dividida en cuatro partes, correspondientes a cada estación, hay un centro de gravedad, la cálida, entrañable, generosa y conciliada pareja formada por Tom (Jim Broadbent) y Gerry (sí, como los dibujos animados, a los que alguien hace referencia; de hecho, en el mejor de los sentidos, es lo que parecen, tan razonables, tolerantes y comprensivos son). Su forma de habitar la vida, las relaciones, es el opuesto al ensimismamiento, siempre atentos y acogedores con los demás, como preocupados por el medio ambiente (tienen además una pequeña huerta en la que cultivan diversas hortalizas), esto es, los efectos que nuestras acciones crean en los demás, en el mundo. A su alrededor, como satélites que se nutren de su luz, oscilan personajes enmarañados en la decepción, la frustración y la ansiedad, como Mary, compañera en el trabajo y amiga de Gerry, o Ken (Peter Wight), quienes sienten, además por su edad, superados los 50, que las oportunidades de encontrar algo llamado felicidad, serenidad, se les escapa. Su desamparo resulta lacerante, Su ansiedad se refleja en su forma de beber y fumar, una crispación y desesperación contenida que resulta más dolorosa (no exenta de turbiedad porque se palpa su fractura emocional) por el sobrio tratamiento formal de Leigh atento a las acciones, gestos o miradas, y al contraste, que es colisión, entre éstos personajes en precipitación emocional y el conciliado relajo vital que transpira la pareja formada por Tom y Gerry. La inestabilidad y la templanza.
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spoiler:
Cómo es una cuestión de actitud se refleja en otro personaje, también solo, Joe (Oliver Maltman), el hijo treintañero de Tom y Gerry, al que frecuentemente preguntan cuándo se echa novia. En Joe no hay crispación ni desesperación, su circunstancia la lleva con serenidad, lo que sea será, ni le domina la ansiedad ni se ensimisma en su carencia. Contrapuesto a la ansiedad desesperada de Ken, que casi se convierte en avasallamiento sobre Mary, quien, por su parte, aunque viva pareja circunstancia vital, le rehuye hasta cruelmente, no deja de ser elocuentemente irónico, como si esa actitud fuera la que pueda atraer un cambio que sea mejora, el que Joe encuentre pareja, Katie (Karina Fernandez). El pasaje de Otoño es fabuloso. Joe les presenta a Katie a sus padres, pero también estará presente Mary, quien, ya claramente insinuado en sus gestos y miradas previamente, está enamorada de Joe, y no reacciona nada bien ante la revelación. En vez de alegrarse de la felicidad de los otros, de Joe, su conducta con Katie es más que áspera. Es admirable cómo orquesta Leigh la secuencia en la cocina con los cinco personajes, puntuando la planificación con los gestos y miradas de los personajes, por la tensión que va generando la actitud de Mary, sin que las palabras que se entrecrucen lo expliciten sino de modo indirecto. Por eso, ese plano final, es la más contundente expresión de que no hay mayor enemigo que el ensimismamiento (que al fin y al cabo, te aísla). Pocos cines hay tan terapéuticos, o que señalen y hurguen en la herida de la falta de inteligencia emocional, como el cine de este gran director británico, que nos recuerda lo importante que es abrirse y darse (abrazar) a los demás. La felicidad hay que darla, no exigirla. Y para eso no hay que ser un dibujo animado, como demuestran Tom y Gerry.

Alexander Zárate
elcinedesolaris.blogspot.com
2
13 de febrero de 2012
9 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo siento, así de claro y sin rodeos: un auténtico tostón. Un batiburrillo de personajes y situaciones sin ninguna consistencia. No hay un hilo conductor, no consigue atrapar la atención, no consigue entretener, que es el fin fundamental del cine. Los diálogos, insoportables, irreales, como si quien los escribiese no supiese qué frase poner a continuación... Personajes exagerados que no caben en una historia que no acaba de ser historia. Una cinta oscura en color, con planos largos y silencios incomprensibles. La disculpa de enseñar "la vida tal como es" no puede ser motivo para hacer cine. El cine es otra cosa. Y en este film pasan las estaciones del año mientras deseamos levantarnos de la butaca para que acabe ya lo que parece que nunca tan siquiera empezó.
3
30 de junio de 2012
6 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay películas lentas que son muy buenas (Primavera, verano, otoño, invierno... y primavera; por ejemplo), sin embargo ver la vida de unos tíos que no va a ninguna parte, no sirve de nada y aburre hasta las moscas, no es lo que se dice una película buena.

Ver que encima la ponen de maravillosa en esta página.... eso es de Aurora Boreal.

No sé, quizás no debería haberla visto un día en que había dormido sólo 6 horas... o sin meterme 16 cafés antes... Pero cuando me quedo dormido en primavera y me depierto a ratos en invierno, no creo que sea buena.

Una cosa sí es cierta, nadie te puede contar la trama y "estropear" la película: no tiene nada que contar... es como ver la película de la vida de un vecino 5 días cualquiera (no los buenos, en los que hace algo).

El momento cumbre de la película es cuando uno de los protagonistas... creo que Tom... le dice a la visita "¿pero qué coño haces aquí?" o algo parecido.... pero encima es al final...
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