Típico producto de acción que sube algunos enteros respecto a otras películas del mismo corte por el elenco interpretativo (Denzel Washington, ya ducho en estos trabajos, Pedro Pascal, siempre solvente sobre todo en el policíaco, y secundarios como Bill Pullman) y por la mano de Antoine Fuqua que es capaz de dar color a una película muy convencional con la forma de tratar la acción y algunos de los escenarios.

Aunque la primera entrega no fuese el éxito esperado, la idea de un vengador justiciero invencible encarnado por el veterano Denzel Washington gustó a sus responsables que volvieron a repetir en esta inferior secuela trufada como la anterior de acción y violencia desmedida.

Esta vez el protagonista dejará a un lado su ayuda a los más necesitados y se centrará en averiguar y exterminar a quien ha liquidado a una buena amiga suya de la mejor manera que sabe, es decir, a tiro limpio.

Hay un cambio principal en el argumento, y es que ahora el objetivo es el protagonista. En vez de ayudar a otros (que también lo hace) tiene deshacerse de la gente que le persigue a él, por sus amistades y su historia.

De nuevo una película de acción con un guion utilizado previamente en otras producciones, pero que gracias a su elenco y sobre todo a Denzel Wahsington, tiene carisma y atracción suficiente. Es posible que la secuela guste más que la primera parte por ser una película de venganza más que de justiciero.

Película USA de 2018, de 121 minutos, con una valoración de 5/10, bajo dirección de Antonio Fucua y guión de Fichar Wenk, con un presupuesto de 62 millones.

El gran valor de esta secuela sigue siendo actor Denzel Washington, que si bien no se reconocía como Justiciero, ya que su aspecto físico ni intrepetativo suele ser el exigente para este tipo de papel.

La saga The Equalizer le da la oportinidad de ejecutor retirado al margen de la ley, que aplica su propia justicia dentro de un paisaje de desidia, violencia, y corrupción policial.

Esta es la primera secuela que se desprende de la que hizo cuatro años antes bajo el mismo director y guionista, cambiando rusos por excompañeris. Y ante ver el buen resultado economico la primera, otra vez más demuestra su virtuosismo, ante excelentes secuencias de acción, como ese antológico clímax final esta vez en una huracanada tormenta climatica.

The Equalizer 2 es mucho más que un vehículo para el lucimiento de Washington. De alguna forma, refeja muchas de sus obsesiones como intérprete. Por una parte, se luce en las coreografías más hiperviolentas de toda su carrera. Por otra, tiene la oportunidad de configurar un personaje lleno de luces y sombras que contiene una profunda carga reflexiva en torno a la descomposición de la sociedad y a la necesidad aleccionar a las nuevas generaciones para que mantengan su integridad y no se dejen arrastrar por el lado oscuro del sistema. Que se cite a Ta-Neishi Coates y Entre el mundo y yo, un libro en el que un padre escribe a su hijo para hablarle del mundo en el que vivimos, terrible y hermoso, es una declaración de intenciones de lo que quiere Washington transmitirnos a través de un flm que se erige como representación de esa pulsión constante entre el mal y el bien, la pureza y la perversión.

Lo mejor:
Un Denzel Washington que con su sello, nos demuestra poder con todo.

Lo peor:
El ser un guión al que le falta profundidad, de ir más allá de la justicia vengativa ramplona.

La vi de casualidad en la tele y mira por donde, por lo menos aguanté hasta el final, lo cual no es poco. Ahora bien, para ser honesto, la peli es más bien del montón.

La premisa de base ya es de lo más inverosímil. Un exagente cincuentón o casi sesentón comportándose como un atleta de élite veinteañero o como un cyborg incansable y casi invencible. Pero no se queda ahí la cosa: además es un intelectual sensible del copón aficionado a la alta literatura. ¡Vamos, anda! Otra cosa: el niñato ese al que el protagonista -de forma muy ñoña y realmente incomprensible- insiste en acoger bajo su ala paternal no puede ser más tonto e irritante. De hecho, estaba deseando que la palmara de lo mal que me caía. Otra cosa: algunas escenas parecen sacadas directamente de un videojuego por lo artificiosas que resultan, con sus efectos especiales por ordenador a flor de piel.

El argumento, por otra parte, no hay por donde cogerlo. Todo parece una pura excusa sin mucho sentido para meter con calzador las escenas de acción. Eso sí, Denzel irradia, como es habitual, su maduro y honesto carisma. En definitiva, otra "americanada" más para pasar un ratito sin comerse la cabeza.