Vidas al límite

Absuelvame padre, que he pecado. Que he ignorado a mi prójimo, que me he comido la comida del hambriento y no he dejado ni las migajas, que he culpado al inocente por delitos que acabe conociendo demasiado bien, de primera mano, se de lo que hablo, señoria... o puede que simplemente este desvariando. Si, posiblemente.
He perdido la fe y no se donde la he metido. Buscaría en el bolsillo del pantalón, sino fuera porque las vías en mi brazo me restan cierta movilidad.
Pobre de mi, ahora que estoy tan solo, no siento preocupación, ni pena, ni tristeza. Ni me lo creo, pero que bien se me da mentirme a mi mismo. No, no estoy solo, Este extraño compañero de viaje me da animos, me tranquiliza. Y también estas tu, te veo.

En algún lugar, mas allá del mar, estarás mirándome, por eso sonrió, sin miedo.
Puedo ver que tras el cristal sigue habiendo vida. Ahí fuera el mundo marcha, los neones no se apagan. La noche no terminara cuando cierre los ojos, y cuando vuelva abrirlos seguro que sigue estando ahí, esperándome junto a la luna. O no, o si, o que caiga un chaparrón, y efectivamente, Dios me escucha, y la lluvia cae, pero no me moja. Estoy a cubierto, estoy a salvo. Recuerdo tu amor bajo esta misma lluvia.

No escucho a Bob Dylan, ni a los Rolling Stones, no escucho el viento aunque se haya convertido en un visitante inesperado, colándose por la ventanilla medio bajada, y no pare de tocarme, como intentando darme el amor que nunca sentí.
Ahora solo puedo oír las sirenas, todavía no son las del mar. Son esas que hace un rato se acercaban a otra historia triste en un rincón de la gran ciudad, demasiado grande para preocuparse de tantas almas perdidas que hay que recoger. Esa gran manzana que no pude comerme.
Tantas ovejas negras, tantas descarriadas, tantas condenadas y sacrificadas por el bien del rebaño. ¿Y el pastor, y el perro?. Una ciudad sin conciencia, sin tiempo, ocupada en otras cosas, como la loba que no puede amamantar a sus cachorros.
Nadie llora.

El tipo que me hace compañía parece somnoliento, quizá preocupado por mi, o por la factura de la luz que le llego por la mañana, quien sabe.
Los baches de la carretera hacen que me reanime, o puede que me estén adormilando, como esa canción de cuna, como ese susurro que llena de paz y tranquilidad en las noches que puedo ver alejándose cada vez mas y mas.
Escucho una palabra que hacia mucho que no escuchaba dedicada a mi; la palabra amigo. Estoy colocado, ¿o lo esta este tipo?. Escucho esas tres palabras que necesitaba escuchar, esas que darian titulo a la crítica que pondría a este mundo.

Estamos llegando, esta es mi parada, déjenme aquí, puedo seguir solo.
Quizá no, Quizá nunca pude.

Y si no existiera gente que contara esta clase de historias, gente como Scorsese o Schrader, me sentiría un poco mas solo en este mundo.

La escena de los accidentes de tránsito es atrapante pero mejorable.
Lo bueno: Las actuaciones de Nicolas Cage, John Goodman, Patricia Arquette, el drama, el thriller y el guión.
Lo malo: Que la película pudo haber mejorado.
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