Límite
7.0
553
21 de septiembre de 2009
21 de septiembre de 2009
21 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cinta rodada desde la metafísica, teniendo como punto de partida las emociones infinitas. Poesía y narrativa llevada hasta el máximo nivel y expresividad acrecentada por una trama trepidante envuelta en un pañuelo parsimonioso sin igual. Planos y escenas de un talento sobrecogedor que estremece al más puro clasicista, pues esto, señoras y señores, no es más que cine innovador y totalitario.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Los límites de una barca, que navega bajo un mar en calma que prevee tormenta, los límites de siete ventanas, elevadas sobre siete balcones, los límites de una máquina de coser, en la que un hilo danza, hilando fino, gobernado por dedos automáticos, los límites de unas medias con costuras rasgadas que sellan una puerta, una de las tres, los límites de aquel que camina sobre un sendero, inundado de selva frondosa, los límites de la orilla, que sumerge a cinco dedos en un océano de pesadillas, los límites de la verdad, que inculcan a los hombres y eximen a la civilización de morir ahogada.
30 de noviembre de 2015
30 de noviembre de 2015
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un hombre (Raul Schnoor) y dos mujeres (Olga Breno y Tatiana Rey) se encuentran en un bote a la deriva mar adentro. Los tres se encuentran cansados y desgastados, tanto física como mentalmente, renuncian a seguir remando en busca de tierra firme, aceptan el que pareciera ser su destino, esperar la muerte. Mientras el tiempo avanza, mediante el recurso del flashback se van mostrando lapsos en la vida reciente de estas personas, que marcaron su devenir existencial.
Mario Peixoto fue el director, escritor, productor, editor, encargado del departamento musical, e incluso actor en esta su primer y única película terminada, tiene un pequeño papel como secundario. Dejó un tercio de obras inacabadas por distintos problemas, también fue escritor, pero sobre todo fue un revolucionario del cine y creador de una de las obras más grandes del cine brasileño, incluso considerado por muchos la más grande. Sí, todo eso se presenta en tan solo su único largometraje.
Limite aborda con un tono poético las vicisitudes de este grupo de náufragos, más allá de la situación en la que se encuentran, lo aborda desde el pasado de cada uno de ellos, los tres huyen desesperadamente de algo, hasta llegar a un punto en donde no pueden huir más, donde deben confrontar su situación y exponerla a sus compañeros en ese angustioso “viaje” perdidos mar adentro.
La dirección que hace Peixoto en su film es brutal, pareciera un juego que logra acoplar a la perfección al encargarse también del montaje y la edición, experimentando en todo momento con numerosas tomas, con el ángulo de la cámara que se aleja de lo común, con algunos planos cenitales, primeros planos a objetos, o bien con la cámara enfocada hacia el mar como la mirada perdida de estas personas, movimientos elegantes, algunas secuencias más largas, en muchos momentos durante los recuerdos la acción no muestra directamente el rostro de los personajes, sino que se enfoca en los zapatos, manos, o el cuerpo, en un ejercicio muy llamativo.
Limite no explica mucho, la utilización de intertítulos es muy pero muy poca, Peixoto desea que su obra hable por sí sola con la fuerza de las imágenes, en ningún momento nos dice porque esas personas están ahí, ni siquiera un indicio, no hace falte, finalmente eso es lo que menos importa, puesto que su enfoque es más que evidente que se dirige a una introspección de los protagonistas. Monumental, hermosa, poética.
Mario Peixoto fue el director, escritor, productor, editor, encargado del departamento musical, e incluso actor en esta su primer y única película terminada, tiene un pequeño papel como secundario. Dejó un tercio de obras inacabadas por distintos problemas, también fue escritor, pero sobre todo fue un revolucionario del cine y creador de una de las obras más grandes del cine brasileño, incluso considerado por muchos la más grande. Sí, todo eso se presenta en tan solo su único largometraje.
Limite aborda con un tono poético las vicisitudes de este grupo de náufragos, más allá de la situación en la que se encuentran, lo aborda desde el pasado de cada uno de ellos, los tres huyen desesperadamente de algo, hasta llegar a un punto en donde no pueden huir más, donde deben confrontar su situación y exponerla a sus compañeros en ese angustioso “viaje” perdidos mar adentro.
La dirección que hace Peixoto en su film es brutal, pareciera un juego que logra acoplar a la perfección al encargarse también del montaje y la edición, experimentando en todo momento con numerosas tomas, con el ángulo de la cámara que se aleja de lo común, con algunos planos cenitales, primeros planos a objetos, o bien con la cámara enfocada hacia el mar como la mirada perdida de estas personas, movimientos elegantes, algunas secuencias más largas, en muchos momentos durante los recuerdos la acción no muestra directamente el rostro de los personajes, sino que se enfoca en los zapatos, manos, o el cuerpo, en un ejercicio muy llamativo.
Limite no explica mucho, la utilización de intertítulos es muy pero muy poca, Peixoto desea que su obra hable por sí sola con la fuerza de las imágenes, en ningún momento nos dice porque esas personas están ahí, ni siquiera un indicio, no hace falte, finalmente eso es lo que menos importa, puesto que su enfoque es más que evidente que se dirige a una introspección de los protagonistas. Monumental, hermosa, poética.
9 de enero de 2018
9 de enero de 2018
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película, el fruto más exótico de la vanguardia francesa de finales de los años 20, es singular desde su misma inspiración: como una planta epífita, no arraiga en el suelo de la “realidad” (en su sentido más restringido), sino en el tronco de otra planta –en este caso, una fotografía de André Kertesz: la imagen del rostro de una mujer rodeado por las manos esposadas de un hombre, con los puños cerrados. Una variación sobre esta fotografía aparece en el inicio y el final de la película, enmarcando su transcurso.
Podemos intuir cuál es el camino de la mano derecha y el de la izquierda: el matrimonio burgués y el trabajo mecánico en contraposición al ostracismo social y el océano sin límites. Lo que parece claro es que cualquiera de los dos caminos conduce lejos del anhelo de infinito, al menos en la “realidad” objetiva; de ahí la aspiración a crear una nueva realidad (como aquel otro americano en París, Vicente Huidobro), de ver lo nunca visto, en lugar de lo de siempre –en este punto hay que mencionar también al extraordinario director de fotografía, Edgar Brasil.
En el cine los límites más inmediatos vienen establecidos por el encuadre de cada plano; Peixoto consigue sorprender siempre en este aspecto, y eso que la película tiene ya más de ochenta años. Como ocurre con la música de Debussy, ninguna regla de composición determina lo que vendrá a continuación: geometrías dignas de Rodchenko, barridos que nos llevan a la abstracción, travellings que siguen la línea de los aleros o el dosel de los árboles, o ese plano único en el que el hombre cae misteriosamente junto a los alambres de espino y la cámara parte de su pie y emprende una panorámica ascendente que se pierde en la claridad del cielo, y luego vuelve hacia abajo, hasta encontrar una mano posada en la arena.
“Límite” carece de tierra firme narrativa: incluso cuando abandona la barca a la deriva para mostrar imágenes de un pasado tan enigmático como el presente, es como si los personajes llevaran ya tanto tiempo mecidos por el vaivén de las olas que hubieran perdido el hábito de caminar sobre la tierra; la película presta mucha atención a dónde ponen sus pies –una atención de la que ellos carecen por entero, cuando caminan por las aceras elevadas de una vieja ciudad colonial, por terrenos embarrados o playas desoladas, o se introducen directamente en el agua quitándose las medias y los calcetines, remangándose el vestido y los pantalones: ¿el amor como un doble suicidio simbólico?
La luz moldea los cuerpos (que se transforman en formas arborescentes, palmeras, postes de luz), da profundidad a los rostros, dibuja oleajes en los cabellos. La película progresa mediante asociaciones visuales, en lugar de someterse a la ley de la causalidad, como si fuera un poema simultaneísta: por ejemplo, las jambas de una puerta, las hojas de un libro o un periódico, las tijeras abiertas y los dos palitos que maneja obsesivamente el hombre de la barca.
Las músicas de Satie, Debussy, Ravel, Stravinsky y Prokofiev no eran en 1931 tan evidentes como pueden parecer ahora; la peculiar armonía que crean con las imágenes nos recuerda que las películas pueden aspirar legítimamente a la condición de la música como alternativa a la literatura, a la autonomía frente al relato y la palabra, a ser sentidas en lugar de entendidas.
Fragmento del texto publicado en: https://navegandohaciamoonfleet.wordpress.com/
Podemos intuir cuál es el camino de la mano derecha y el de la izquierda: el matrimonio burgués y el trabajo mecánico en contraposición al ostracismo social y el océano sin límites. Lo que parece claro es que cualquiera de los dos caminos conduce lejos del anhelo de infinito, al menos en la “realidad” objetiva; de ahí la aspiración a crear una nueva realidad (como aquel otro americano en París, Vicente Huidobro), de ver lo nunca visto, en lugar de lo de siempre –en este punto hay que mencionar también al extraordinario director de fotografía, Edgar Brasil.
En el cine los límites más inmediatos vienen establecidos por el encuadre de cada plano; Peixoto consigue sorprender siempre en este aspecto, y eso que la película tiene ya más de ochenta años. Como ocurre con la música de Debussy, ninguna regla de composición determina lo que vendrá a continuación: geometrías dignas de Rodchenko, barridos que nos llevan a la abstracción, travellings que siguen la línea de los aleros o el dosel de los árboles, o ese plano único en el que el hombre cae misteriosamente junto a los alambres de espino y la cámara parte de su pie y emprende una panorámica ascendente que se pierde en la claridad del cielo, y luego vuelve hacia abajo, hasta encontrar una mano posada en la arena.
“Límite” carece de tierra firme narrativa: incluso cuando abandona la barca a la deriva para mostrar imágenes de un pasado tan enigmático como el presente, es como si los personajes llevaran ya tanto tiempo mecidos por el vaivén de las olas que hubieran perdido el hábito de caminar sobre la tierra; la película presta mucha atención a dónde ponen sus pies –una atención de la que ellos carecen por entero, cuando caminan por las aceras elevadas de una vieja ciudad colonial, por terrenos embarrados o playas desoladas, o se introducen directamente en el agua quitándose las medias y los calcetines, remangándose el vestido y los pantalones: ¿el amor como un doble suicidio simbólico?
La luz moldea los cuerpos (que se transforman en formas arborescentes, palmeras, postes de luz), da profundidad a los rostros, dibuja oleajes en los cabellos. La película progresa mediante asociaciones visuales, en lugar de someterse a la ley de la causalidad, como si fuera un poema simultaneísta: por ejemplo, las jambas de una puerta, las hojas de un libro o un periódico, las tijeras abiertas y los dos palitos que maneja obsesivamente el hombre de la barca.
Las músicas de Satie, Debussy, Ravel, Stravinsky y Prokofiev no eran en 1931 tan evidentes como pueden parecer ahora; la peculiar armonía que crean con las imágenes nos recuerda que las películas pueden aspirar legítimamente a la condición de la música como alternativa a la literatura, a la autonomía frente al relato y la palabra, a ser sentidas en lugar de entendidas.
Fragmento del texto publicado en: https://navegandohaciamoonfleet.wordpress.com/
21 de diciembre de 2021
21 de diciembre de 2021
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
En Límite se narra a través de flashbacks situaciones pasadas que han definido el devenir existencial de dos mujeres y un hombre que, en el presente, se encuentran atrapados en una barca en mitad del mar. Así, el director Mario Peixoto deambula por preocupaciones existenciales del ser humano como el amor, la libertad y sus límites. Además, como señala el historiador Paul A. Schroeder, también cuestiona el capitalismo, el androcentrismo y la heteronormatividad, lo cual supone una propuesta temática y narrativa muy atractiva teniendo en cuanta que la obra fue realizada en 1931.
No obstante, más allá del contenido, el interés del filme reside en la experimentación formal. Influenciado por las vanguardias europeas, Peixoto hace uso de un montaje, encuadres y narrativa alejadas del cine convencional. Por ejemplo, podemos ver un montaje simbólico cuando, sucesivamente a una imagen del hombre 1 desesperado en la barca, aparece mediante un encadenado un plano detalle de la respiración agonizante de un pez fuera del agua. También, observamos la utilización de aceleraciones y repeticiones que imprime cierto ritmo al filme (Eisenstein).
Pero, la expresividad de la película la encontramos esencialmente en la potencia de las imágenes, que hablan por sí mismas, siendo así un ejemplo del cine puro que anhelaban las vanguardias cinematográficas. El encuadre es uno de los recursos más expresivos en este sentido. El director juega constantemente con posiciones, angulaciones y movimientos de cámara vertiginosos y violentos para nuestro ojo. De esta forma, nos sitúa en esa áurea pesimista e incluso suicida en la que se encuentran los personajes. Personalmente, me ha llamado mucho la atención la escena en la que la mujer 2 se pone frente a su marido borracho en lo alto de una escalera, filmada con exagerados picados y contrapicados. Parece que los problemas de la mujer se deslicen por la barandilla de la escalera y caigan con fuerza sobre ella.
Hay muchos más aspectos fascinantes que podríamos comentar, sin embargo, en mi opinión, aquello que hace de Límite una obra magnífica es la armoniosa encarnación del significado en la forma. Mario Peixoto lleva hasta el límite el lenguaje cinematográfico explorado hasta el moemento (forma), para exponer los límites de la condición humana (contenido).
No obstante, más allá del contenido, el interés del filme reside en la experimentación formal. Influenciado por las vanguardias europeas, Peixoto hace uso de un montaje, encuadres y narrativa alejadas del cine convencional. Por ejemplo, podemos ver un montaje simbólico cuando, sucesivamente a una imagen del hombre 1 desesperado en la barca, aparece mediante un encadenado un plano detalle de la respiración agonizante de un pez fuera del agua. También, observamos la utilización de aceleraciones y repeticiones que imprime cierto ritmo al filme (Eisenstein).
Pero, la expresividad de la película la encontramos esencialmente en la potencia de las imágenes, que hablan por sí mismas, siendo así un ejemplo del cine puro que anhelaban las vanguardias cinematográficas. El encuadre es uno de los recursos más expresivos en este sentido. El director juega constantemente con posiciones, angulaciones y movimientos de cámara vertiginosos y violentos para nuestro ojo. De esta forma, nos sitúa en esa áurea pesimista e incluso suicida en la que se encuentran los personajes. Personalmente, me ha llamado mucho la atención la escena en la que la mujer 2 se pone frente a su marido borracho en lo alto de una escalera, filmada con exagerados picados y contrapicados. Parece que los problemas de la mujer se deslicen por la barandilla de la escalera y caigan con fuerza sobre ella.
Hay muchos más aspectos fascinantes que podríamos comentar, sin embargo, en mi opinión, aquello que hace de Límite una obra magnífica es la armoniosa encarnación del significado en la forma. Mario Peixoto lleva hasta el límite el lenguaje cinematográfico explorado hasta el moemento (forma), para exponer los límites de la condición humana (contenido).
15 de diciembre de 2018
15 de diciembre de 2018
8 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cometí el error de leer alguna de las críticas sobre Límite y me puse a ver la película en VK. Es tan aburrida que logra que el tiempo carezca de sentido. Voy a contar el argumento, y no creo que sea un spoiler porque no hay nada que spoilear. Plano fijo del rostro de una mujer. 1 minuto. Olas del mar. 1 minuto. Espalda de la mujer. 30 segundos. Plano del rostro de la mujer. 2 minutos. Plano de la espalda del hombre. 30 segundos. Olas. 30 segundos. Mujer cogiendo una galleta. 30 segundos... Así hasta el infinito. Pensar que puede haber algo artístico en la pérdida de tiempo que supone ver esta ¿película? me sobrepasa. Por supuesto, no la he visto hasta el final: no soy un héroe.
Cancelar
Limpiar
Aplicar
Filters & Sorts
You can change filter options and sorts from here