El amargo deseo de la propiedad
1973 

6.5
255
Drama. Comedia
Un joven cajero de banco, alérgico a los billetes, se convierte en la pesadilla del mejor cliente de la entidad, un adinerado carnicero poco escrupuloso en sus negocios. Después de despedirse, el cajero roba al carnicero su mejor cuchillo y su sombrero. Entra en su domicilio y se apodera de algunas joyas. A continuación secuestra a la que es cajera y amante del carnicero. (FILMAFFINITY)
16 de junio de 2009
16 de junio de 2009
14 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nos encontramos aquí ante una muy recomendable película. En este caso se nos muestra el choque entre clases sociales a través de dos personajes al límite: un carnicero exitoso y un neurótico empleado de un banco desposeído de cualquier propiedad.
La historia se complica de forma imparable y asistimos a un auténtico duelo de interpretaciones entre los dos protagonistas.
Alrededor de estos dos personajes condenados a odiarse se suceden escenas de surrealismo fantástico llenas de humor y sentimiento.
Puede que haya perdido su fuerza inicial (es del año 1973) debido a la evolución del lenguaje cinematográfico y a que otros puntos de vista se han ido imponiendo en el cine, pero no deja de aportarnos datos actuales para pensar y ubicarnos en un mundo donde la confrontación entre las y los que lo tienen todo y las y los que no tienen nada es inevitable.
La historia se complica de forma imparable y asistimos a un auténtico duelo de interpretaciones entre los dos protagonistas.
Alrededor de estos dos personajes condenados a odiarse se suceden escenas de surrealismo fantástico llenas de humor y sentimiento.
Puede que haya perdido su fuerza inicial (es del año 1973) debido a la evolución del lenguaje cinematográfico y a que otros puntos de vista se han ido imponiendo en el cine, pero no deja de aportarnos datos actuales para pensar y ubicarnos en un mundo donde la confrontación entre las y los que lo tienen todo y las y los que no tienen nada es inevitable.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La escena del entierro del ladrón es un clásico.
19 de diciembre de 2018
19 de diciembre de 2018
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mientras asume su condición de contable en un banco, Total (así se le conoce), usa siempre guantes porque es alérgico al dinero, al que considera sucio. Jamás ha robado una lira y junto a su padre -otro exempleado de banco- vive con lo mínimo, pues, ya se sabe que, en las entidades financieras, siempre se ha aplicado la ley del embudo… y esto pasa por los clientes, incluyendo a los empleados de base.
El carnicero de la zona (dueño de numerosos negocios y propiedades), es el mejor cliente del banco y sabe como halagar a los empleados para mantenerlos siempre a su servicio. Es un hombre próspero merced a un matadero clandestino y a la construcción de viviendas de aparente calidad; además, altera sus balances, no paga la seguridad social de sus trabajadores y evade impuestos a como dé lugar.
Sabiendo bien seguro de quien se trata, y ofendido con el banco cuando se entera de que no le presta a quienes necesitan (como él) sino a quienes tienen (como el carnicero), el contable Total decide dejar a un lado sus escrúpulos y comenzará contra el matarife una suerte de asedio dispuesto a reducirlo a la ruina. ¿Qué ocurrirá, desde entonces? Créanme que será entre divertido y doloroso verlo, pues, estamos ante una comedia de humor negro en la que los dardos van y vienen hasta el punto de que, en alguna ocasión, quizás tengamos que desviar la cabeza.
Escrita, una vez más, junto a Ugo Pirro, con “EL AMARGO DESEO DE LA PROPIEDAD”, el director Elio Petri, cierra la Trilogía del Poder que comenzara con “Indagine su un Cittadino al di Sopra di Ogni Sospetto” y continuara con “La Classe Operaia va in Paradiso”, y lo que aquí logra, es una eficientísima disección del poder que se alcanza con la amoralidad y el arribismo, y la forma como en la sociedad se exalta a los que delinquen y se condena al ostracismo (o a la destrucción) a quien se esmeran por jugar limpio.
Al tratarse de una comedia de alto nivel, Petri decidió contar con uno de los mejores intérpretes de este género como fue, Ugo Tognazzi, e imprescindible es decir que su interpretación es de antología, haciendo del pequeño-cobarde-agigantado gracias a su proverbial falta de escrúpulos. A su lado, Flavio Bucci (Total), es el singular marxista-mandrakista, termino que ya se entenderá cuando vean su comportamiento. Reconocimiento a Daria Nicolodi, como la atropellada Anita, y para Mario Scaccia, impecable como “Albertone”, el actor teatral al que, la condición de esta profesión, también lo lleva… a robar.
Muy buenos diálogos, efectivas metáforas visuales, una fuerte mordacidad que circula por muchas escenas… y una sobresaliente ambientación, hacen que, “EL AMARGO DESEO DE LA PROPIEDAD”, redondee con alta eficacia una trilogía que ya ha logrado la trascendencia.
P.D. El título original, “La Proprieta’ non e’ piu’ un Furto” (La Propiedad ya no es un Robo), alude a una frase del libro, “¿Qué es la propiedad?”, en la que el autor, Pierre-Joseph Proudhon, utilizó la frase: “La propiedad es un robo”, explicando más adelante que, es un robo cuando es usada por el hombre para explotar a otros y cuando se caracteriza por rendir intereses y rentas, permitiendo imposiciones por parte del que no produce sobre el que produce.
Título para Latinoamérica: LA PROPIEDAD YA NO ES UN HURTO
El carnicero de la zona (dueño de numerosos negocios y propiedades), es el mejor cliente del banco y sabe como halagar a los empleados para mantenerlos siempre a su servicio. Es un hombre próspero merced a un matadero clandestino y a la construcción de viviendas de aparente calidad; además, altera sus balances, no paga la seguridad social de sus trabajadores y evade impuestos a como dé lugar.
Sabiendo bien seguro de quien se trata, y ofendido con el banco cuando se entera de que no le presta a quienes necesitan (como él) sino a quienes tienen (como el carnicero), el contable Total decide dejar a un lado sus escrúpulos y comenzará contra el matarife una suerte de asedio dispuesto a reducirlo a la ruina. ¿Qué ocurrirá, desde entonces? Créanme que será entre divertido y doloroso verlo, pues, estamos ante una comedia de humor negro en la que los dardos van y vienen hasta el punto de que, en alguna ocasión, quizás tengamos que desviar la cabeza.
Escrita, una vez más, junto a Ugo Pirro, con “EL AMARGO DESEO DE LA PROPIEDAD”, el director Elio Petri, cierra la Trilogía del Poder que comenzara con “Indagine su un Cittadino al di Sopra di Ogni Sospetto” y continuara con “La Classe Operaia va in Paradiso”, y lo que aquí logra, es una eficientísima disección del poder que se alcanza con la amoralidad y el arribismo, y la forma como en la sociedad se exalta a los que delinquen y se condena al ostracismo (o a la destrucción) a quien se esmeran por jugar limpio.
Al tratarse de una comedia de alto nivel, Petri decidió contar con uno de los mejores intérpretes de este género como fue, Ugo Tognazzi, e imprescindible es decir que su interpretación es de antología, haciendo del pequeño-cobarde-agigantado gracias a su proverbial falta de escrúpulos. A su lado, Flavio Bucci (Total), es el singular marxista-mandrakista, termino que ya se entenderá cuando vean su comportamiento. Reconocimiento a Daria Nicolodi, como la atropellada Anita, y para Mario Scaccia, impecable como “Albertone”, el actor teatral al que, la condición de esta profesión, también lo lleva… a robar.
Muy buenos diálogos, efectivas metáforas visuales, una fuerte mordacidad que circula por muchas escenas… y una sobresaliente ambientación, hacen que, “EL AMARGO DESEO DE LA PROPIEDAD”, redondee con alta eficacia una trilogía que ya ha logrado la trascendencia.
P.D. El título original, “La Proprieta’ non e’ piu’ un Furto” (La Propiedad ya no es un Robo), alude a una frase del libro, “¿Qué es la propiedad?”, en la que el autor, Pierre-Joseph Proudhon, utilizó la frase: “La propiedad es un robo”, explicando más adelante que, es un robo cuando es usada por el hombre para explotar a otros y cuando se caracteriza por rendir intereses y rentas, permitiendo imposiciones por parte del que no produce sobre el que produce.
Título para Latinoamérica: LA PROPIEDAD YA NO ES UN HURTO
2 de julio de 2024
2 de julio de 2024
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
No me causa disgusto cuando la izquierda utilizaba antaño el cine como altavoz para su discurso político (centrado más que nada en lo económico). Antes de la caída de la URSS me parece correcto que hubiesen algunos ilusos que creyeran que el socialismo podría funcionar. Estaba aún en fase experimental, digámoslo así.
Es por eso que puedo ver sin problemas a Eisenstein, por ejemplo, pese a que yo esté situado en el otro extremo ideológico. A Costa-Gavras le tengo cariño, así que le perdono sus críticas al capitalismo; además que ha demostrado ser bastante honesto.
De Elio Petri no sé casi nada de su pensamiento. Dice la wikipedia que formó parte del Partido Comunista Italiano en su juventud, que luego abandonó. A saber si murió siendo un comunista convencido, un socialista escéptico, o un converso al capitalismo.
Poco importa. Encontrar el mensaje real (aquel que el autor quiere realmente comunicar) se me hace bastante difícil en películas como esta; llena de metáforas y simbolismos visuales. Y tratándose de una comedia, mayor es el lío.
El problema está en saber si debo tomarme o no a ambos protagonistas como paradigmas totales de dos colectivos contrapuestos: los proletarios y los burgueses; lo lógico sería pensar que no.
El contable, corroído por la envidia y el resentimiento a un hombre que parece tenerlo todo, decide que, como nunca podrá tener lo suficiente trabajando de forma honesta, el robo es una solución aceptable.
El carnicero parece ser un hombre artero que se enriqueció a fuerza de mentiras, estafas y robos.
Son lo que son por las circunstancias que les ha tocado vivir.
Parece absurdo pretender que el autor podría llegara a considerar a un personaje literario como representativo absoluto de un grupo. ¿Quién está tan desconectado de la realidad como para creer eso? ¡Exacto! Un zurdo. Y Elio Petri parece que lo es.
El director, por momentos, paree que quiere hacer una denuncia a la clase pudiente capitalista; ávida de dinero, inescrupulosa a la hora de conseguirlo, y sin ningún interés por los necesitados.
Por otro lado, parece burlarse de quienes creen que el robo está justificado hasta que les tocan su propiedad.
Luego, aparenta tomar un posición central equidistante, pero careciendo de verdaderos argumentos que justifiquen el no inclinar la balanza a ningún lado.
No me queda claro si favorece, cuestiona o simplemente se burla de los múltiples significados que se le pueden atribuir a la célebre frase de Proudhon: "La propiedad es un robo".
De salida, esa frase no tiene sentido si no se define primero qué es la propiedad.
Ahora bien, dejando de lado el contenido de la obra (al que tendré que dedicarle más tiempo de análisis para entenderlo bien) hay que destacar que está realizada con la maestría que es propia del autor. Abusando de los planos cerrados, teleobjetivos, paneos rápidos, desplazamientos de cámara y un montaje arrítmico, logra un estilo muy original y reconocible que vale la pena admirar.
Lo mejor es olvidarse de que hay un mensaje de por medio.
Es por eso que puedo ver sin problemas a Eisenstein, por ejemplo, pese a que yo esté situado en el otro extremo ideológico. A Costa-Gavras le tengo cariño, así que le perdono sus críticas al capitalismo; además que ha demostrado ser bastante honesto.
De Elio Petri no sé casi nada de su pensamiento. Dice la wikipedia que formó parte del Partido Comunista Italiano en su juventud, que luego abandonó. A saber si murió siendo un comunista convencido, un socialista escéptico, o un converso al capitalismo.
Poco importa. Encontrar el mensaje real (aquel que el autor quiere realmente comunicar) se me hace bastante difícil en películas como esta; llena de metáforas y simbolismos visuales. Y tratándose de una comedia, mayor es el lío.
El problema está en saber si debo tomarme o no a ambos protagonistas como paradigmas totales de dos colectivos contrapuestos: los proletarios y los burgueses; lo lógico sería pensar que no.
El contable, corroído por la envidia y el resentimiento a un hombre que parece tenerlo todo, decide que, como nunca podrá tener lo suficiente trabajando de forma honesta, el robo es una solución aceptable.
El carnicero parece ser un hombre artero que se enriqueció a fuerza de mentiras, estafas y robos.
Son lo que son por las circunstancias que les ha tocado vivir.
Parece absurdo pretender que el autor podría llegara a considerar a un personaje literario como representativo absoluto de un grupo. ¿Quién está tan desconectado de la realidad como para creer eso? ¡Exacto! Un zurdo. Y Elio Petri parece que lo es.
El director, por momentos, paree que quiere hacer una denuncia a la clase pudiente capitalista; ávida de dinero, inescrupulosa a la hora de conseguirlo, y sin ningún interés por los necesitados.
Por otro lado, parece burlarse de quienes creen que el robo está justificado hasta que les tocan su propiedad.
Luego, aparenta tomar un posición central equidistante, pero careciendo de verdaderos argumentos que justifiquen el no inclinar la balanza a ningún lado.
No me queda claro si favorece, cuestiona o simplemente se burla de los múltiples significados que se le pueden atribuir a la célebre frase de Proudhon: "La propiedad es un robo".
De salida, esa frase no tiene sentido si no se define primero qué es la propiedad.
Ahora bien, dejando de lado el contenido de la obra (al que tendré que dedicarle más tiempo de análisis para entenderlo bien) hay que destacar que está realizada con la maestría que es propia del autor. Abusando de los planos cerrados, teleobjetivos, paneos rápidos, desplazamientos de cámara y un montaje arrítmico, logra un estilo muy original y reconocible que vale la pena admirar.
Lo mejor es olvidarse de que hay un mensaje de por medio.
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