Infectados
2014 

4.8
2,929
28 de septiembre de 2015
28 de septiembre de 2015
19 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ya era hora de que alguien pusiera lo que hay que tener sobre la mesa y rindiera cuentas hacia toda esa generación de pre-púberes que no muestran ningún respeto por sus mayores. Y más aún, que convirtiera en héroes a uno de los sectores más afectados por el bullying, a todas esas figuran que velan por la educación y formación de nuestros hijos con absoluta dedicación, los profesores.
“Cooties” ofrece una visión zombie school del acoso, en la que los maestros se enfrentan a una horda de inmaduros colegiales infectados a modo de llamada de atención para que espabilemos y no demos pie a un futuro regido por idiotas morales. Lo hace, por supuesto, idiotizándose a sí misma, y entendiendo la propuesta, como no podía ser de otra manera, tirando de humor absurdo y negro.
O lo intenta. Porque la película dirigida a dos cerebros por los debutantes Jonathan Milott y Cary Munion desaprovecha su posible discurso entre líneas y no pasa de ser una anécdota simpática a la que le falta más arrojo y mala leche. Es una sucesión de gags con mayor –los juegos de palabras, la referencia a los hobbits, los macabros juegos infantiles con miembros humanos- o menor acierto –básicamente, más de un secundario, como Jorge García, intentando hacer reír en vano-, un quiero y no puedo constante que no acaba de tirar la casa por la ventana, y que llega incluso a hacerse pesado y aburrido, algo imperdonable en una comedia que en su premisa apunta a ser un divertimento sin miramientos.
Sin embargo, no es del todo culpa de sus realizadores. Son debutantes, y su trabajo tras las cámaras, si bien no es perfecto –las escenas diurnas están horriblemente iluminadas y tienen un horroroso tufillo televisivo-, es bastante solvente. El problema es el libreto que manejan, escrito cuatro manos por Ian Brennan y Leigh Whannell, este último demostrando una vez más que no es capaz de ir más allá de los tópicos en sus guiones si se separa de su amigo James Wan. Ahí está “Insidious: Capítulo 3” para atestiguarlo. Brennan y Whannell, que no por casualidad se reserva uno de los personajes con mayor potencial de la cinta, no logran llevar la idea inicial más allá de una colección de sketches de un nivel de comicidad más bien reducido, además de confundir lo absurdo con lo ilógico en un guión que acumula incongruencias en defensa de una comedia que no funciona. Así, por ejemplo, los pasajes en los que los niños tienen actos propios de personas sanas y racionales –el zombi vigilante, el que se hace pasar por un niño sano para llegar a su madre-, más que hilarantes acaban resultando poco creíbles y ridículos.
Se agradece, eso sí, que en su reparto se dé rienda suelta al gran Rainn Wilson, de lejos lo mejor de un reparto bastante desaprovechado, en el que uno se pregunta por qué actores como Jack McBrayer o Elijah Wood no hacen más que repetir los mismos tics interpretativos que les han hecho famosos. Pero es una gota positiva mínima para una película que se va apagando conforme avanza, y que carece de algo importante dadas sus intenciones: gracia. Seguramente, ningún menor de edad ha resultado herido durante su filmación. Los espectadores no podrán decir lo mismo tras verla.
A favor: Rainn Wilson, y algún gag acertado
En contra: su guión, que no explota todos sus recursos, carece de gracia
“Cooties” ofrece una visión zombie school del acoso, en la que los maestros se enfrentan a una horda de inmaduros colegiales infectados a modo de llamada de atención para que espabilemos y no demos pie a un futuro regido por idiotas morales. Lo hace, por supuesto, idiotizándose a sí misma, y entendiendo la propuesta, como no podía ser de otra manera, tirando de humor absurdo y negro.
O lo intenta. Porque la película dirigida a dos cerebros por los debutantes Jonathan Milott y Cary Munion desaprovecha su posible discurso entre líneas y no pasa de ser una anécdota simpática a la que le falta más arrojo y mala leche. Es una sucesión de gags con mayor –los juegos de palabras, la referencia a los hobbits, los macabros juegos infantiles con miembros humanos- o menor acierto –básicamente, más de un secundario, como Jorge García, intentando hacer reír en vano-, un quiero y no puedo constante que no acaba de tirar la casa por la ventana, y que llega incluso a hacerse pesado y aburrido, algo imperdonable en una comedia que en su premisa apunta a ser un divertimento sin miramientos.
Sin embargo, no es del todo culpa de sus realizadores. Son debutantes, y su trabajo tras las cámaras, si bien no es perfecto –las escenas diurnas están horriblemente iluminadas y tienen un horroroso tufillo televisivo-, es bastante solvente. El problema es el libreto que manejan, escrito cuatro manos por Ian Brennan y Leigh Whannell, este último demostrando una vez más que no es capaz de ir más allá de los tópicos en sus guiones si se separa de su amigo James Wan. Ahí está “Insidious: Capítulo 3” para atestiguarlo. Brennan y Whannell, que no por casualidad se reserva uno de los personajes con mayor potencial de la cinta, no logran llevar la idea inicial más allá de una colección de sketches de un nivel de comicidad más bien reducido, además de confundir lo absurdo con lo ilógico en un guión que acumula incongruencias en defensa de una comedia que no funciona. Así, por ejemplo, los pasajes en los que los niños tienen actos propios de personas sanas y racionales –el zombi vigilante, el que se hace pasar por un niño sano para llegar a su madre-, más que hilarantes acaban resultando poco creíbles y ridículos.
Se agradece, eso sí, que en su reparto se dé rienda suelta al gran Rainn Wilson, de lejos lo mejor de un reparto bastante desaprovechado, en el que uno se pregunta por qué actores como Jack McBrayer o Elijah Wood no hacen más que repetir los mismos tics interpretativos que les han hecho famosos. Pero es una gota positiva mínima para una película que se va apagando conforme avanza, y que carece de algo importante dadas sus intenciones: gracia. Seguramente, ningún menor de edad ha resultado herido durante su filmación. Los espectadores no podrán decir lo mismo tras verla.
A favor: Rainn Wilson, y algún gag acertado
En contra: su guión, que no explota todos sus recursos, carece de gracia
8 de marzo de 2016
8 de marzo de 2016
9 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como novedad, esta bien toparse con una historia de colegio que no rehuye el hijoputismo inherente a las criaturitas que alberga: estos niños son unos cabronazos que pratican el bullying aceptado y la burla al profesor esforzado.
No es corriente deshumanizar completamente a críos de primaria, acercándose irónicamente a una realidad que quién más quién menos se ha topado en menor medida, y durante unos minutos amaga con ser el prometedor inicio de una cinta sin concesiones de ningún tipo.
Pero, como tenía que pasar, la supuesta transgresión de 'Cooties' se esfuma como un pedo al viento pasada la sorpresa inicial, y solo queda tedio y más tedio.
Choca bastante ver que la ácida mirada a la infancia del principio se transforma progresivamente en tu típica persecución de zombies estándar, en la que ni siquiera se cuida una mínima tensión, ni tampoco sus estrafalarios protagonistas consiguen que importen sus respectivos dramas personales.
El profesor sustituto Clint, bien interpretado en su timidez por Elijah Wood bien podría haber descargado su frustración en los niños irrespetuosos que le vacilan, pero decide hacerlo en una conversación supuestamente dramática que no aporta nada a su catarsis.
Igualmente, su amiga de la infancia Lucy, ahora profesora, podría reventar unas cuántas cabezas ya que no puede encauzar su relación y se escuda tras una autoimpuesta amabilidad, pero en su lugar enarbola un discurso inútil al escapar y tirando que es gerundio.
Hasta el paleto de Wade podría haber placado más críos, simplemente por pura diversión.
La misma diversión desprejuiciada que falta en cada esquina de esta película, que parecía presagiar una venganza definitiva de adultos hartos contra los niños insoportables de hoy en día que nunca llega. En su lugar casi parece que tienen miedo de atizarles, como si la propia propuesta se hubiera echado atrás en su bastedad.
Y no hay nada más triste que pedir guerra para después no saber darla.
No es corriente deshumanizar completamente a críos de primaria, acercándose irónicamente a una realidad que quién más quién menos se ha topado en menor medida, y durante unos minutos amaga con ser el prometedor inicio de una cinta sin concesiones de ningún tipo.
Pero, como tenía que pasar, la supuesta transgresión de 'Cooties' se esfuma como un pedo al viento pasada la sorpresa inicial, y solo queda tedio y más tedio.
Choca bastante ver que la ácida mirada a la infancia del principio se transforma progresivamente en tu típica persecución de zombies estándar, en la que ni siquiera se cuida una mínima tensión, ni tampoco sus estrafalarios protagonistas consiguen que importen sus respectivos dramas personales.
El profesor sustituto Clint, bien interpretado en su timidez por Elijah Wood bien podría haber descargado su frustración en los niños irrespetuosos que le vacilan, pero decide hacerlo en una conversación supuestamente dramática que no aporta nada a su catarsis.
Igualmente, su amiga de la infancia Lucy, ahora profesora, podría reventar unas cuántas cabezas ya que no puede encauzar su relación y se escuda tras una autoimpuesta amabilidad, pero en su lugar enarbola un discurso inútil al escapar y tirando que es gerundio.
Hasta el paleto de Wade podría haber placado más críos, simplemente por pura diversión.
La misma diversión desprejuiciada que falta en cada esquina de esta película, que parecía presagiar una venganza definitiva de adultos hartos contra los niños insoportables de hoy en día que nunca llega. En su lugar casi parece que tienen miedo de atizarles, como si la propia propuesta se hubiera echado atrás en su bastedad.
Y no hay nada más triste que pedir guerra para después no saber darla.
26 de septiembre de 2015
26 de septiembre de 2015
8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es entretenida, eso es lo fundamental y casi lo único en realidad, no es una peli de grandes ideas, ni de un gran guión, ni de interpretaciones deslumbrantes, ni música sugerente... Cuenta, eso sí, con un grupo de personajes efectivos aunque estereotípicos y una historia que va de tragicómica a delirante.
La peli en si empieza bastante floja, pero una vez superado el meridiano sube varios enteros hasta un final que no termina de cerrar la historia. Guiños variados amenizan el largometraje y consiguieron sacarme más de una carcajada, quizás se echa de menos un poco de profundidad en algunos secundarios pero en el fondo cumplen su papel.
Si quieres pasar un rato desenfadado adelante, pero en cuanto rasques en la superficie encontrarás muchos fallos así que mejor no te la tomes muy en serio.
La peli en si empieza bastante floja, pero una vez superado el meridiano sube varios enteros hasta un final que no termina de cerrar la historia. Guiños variados amenizan el largometraje y consiguieron sacarme más de una carcajada, quizás se echa de menos un poco de profundidad en algunos secundarios pero en el fondo cumplen su papel.
Si quieres pasar un rato desenfadado adelante, pero en cuanto rasques en la superficie encontrarás muchos fallos así que mejor no te la tomes muy en serio.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La escena final es desternillante, sin ningún sentido, pero ¿qué más da? no elegí esta peli por su profundidad.
9 de octubre de 2015
9 de octubre de 2015
12 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un “Walking dead” de primaria, liderado por Elijah Wood, estridente, lleno de tacos, con exceso de sangre y personajes excéntricos para recrear una escuela circense, alocada y vuelta del revés, donde huir de los alumnos monstruitos que no quieren ir a clase y les da por atacar y comerse a los profesores.
“Hay que esperar hasta las tres de la tarde...”, horario de fin de la jornada escolar donde, por fín, aparecerán los malditos padres, de estos descabellados mocosos, para hacerse cargo de sus insoportables y hambrienta descendencia.
Al cargo del grupo de supervivientes y exasperados maestros, un lelo McGiver de las ciencias, con dificultades para relacionarse por tener medio cerebro tocado, un profesor de gimnasia mas necio que el susodicho y un canijo héroe que, en realidad, no debería estar allí pues es novelista, o mejor dicho, eterno aspirante -también eterno fracasado- a escribir una novela de terror que deslumbre al mundo, de la que no sabe cómo pasar del capítulo uno y de su varado barco protagonista.
Cuenta con momentos hilarantes, otros espeluznantes, muchos desagradables y otros tantos sombríos y penosos, un despropósito de película que intercambia -supuesta- comicidad, idioteces, tragedia, carreras con excesivos gritos, tonterías a tutiplén y mucha banalidad sin sentido ni gusto, tristeza de conjunto que únicamente pretende actuar con celeridad y estropicio para entretener con gamberradas y chifladuras de crios infectados por un virus extraido del pollo.
“Tenemos algo que ellos no tienen, ¡el impulso de ganar!”; representación teatral cuyas bufonadas ridículas van por turnos, ideal para tarde tonta con amigos, para estar de guasa, reírse de todo y no tomarse nada al pie de la letra, seriedad de adultos humillados jugando a ser campeones contra come-cuerpos infantiles que se vengan de todos los suspensos y castigos recibidos.
El grupo es patético, si no te da por el humor y la congoja, no la soportarás, oportunidad única para pegarle ese deseado tortazo al crío coñazo y cabroncete de la clase y que nadie pueda decirte nada, limpieza vengativa de todo lo soportado durante semanas y meses por esa selva infernal de mocosos en que pueden convertirse las aulas.
Una pandemia de terror y locura ha invadido la ciudad, la provincia y el país, la culpa es de los infectados nuggets, se necesita una vacuna o la población adulta desaparecerá; los niños han tomado el poder, ya no obedecen, ya no aceptan órdenes, sólo quieren tu sangre y devorarte hasta acabar contigo, muchas vísceras a mansalva y el infierno de una revuelta infantil hecho presente, más el permiso para disparar y darles una paliza, con entusiasmo y ganas.
Se supone estas cintas son para distraerte, desconectar del momento y descojonarte -perdón, deternillarse, que es protagonizada por menores- del absurdo; yo no lo he logrado aunque, admito, va dirigida a un público devoto en concreto. He intentado colarme entre ellos, como tentempié de recreo pasajero pero, no ha funcionado. No obstante, reconozco la vulgaridad sana de su presentación y oferta.
Memez escandalosa y colorida, abundante en chillidos tortuosos, una pantomina descerebrada que a unos divierte, a otros horroriza; sólo tú sabes a qué grupo perteneces, yo me confundí temporalmente.
lulupalomitasrojas.blogspot.com.es
“Hay que esperar hasta las tres de la tarde...”, horario de fin de la jornada escolar donde, por fín, aparecerán los malditos padres, de estos descabellados mocosos, para hacerse cargo de sus insoportables y hambrienta descendencia.
Al cargo del grupo de supervivientes y exasperados maestros, un lelo McGiver de las ciencias, con dificultades para relacionarse por tener medio cerebro tocado, un profesor de gimnasia mas necio que el susodicho y un canijo héroe que, en realidad, no debería estar allí pues es novelista, o mejor dicho, eterno aspirante -también eterno fracasado- a escribir una novela de terror que deslumbre al mundo, de la que no sabe cómo pasar del capítulo uno y de su varado barco protagonista.
Cuenta con momentos hilarantes, otros espeluznantes, muchos desagradables y otros tantos sombríos y penosos, un despropósito de película que intercambia -supuesta- comicidad, idioteces, tragedia, carreras con excesivos gritos, tonterías a tutiplén y mucha banalidad sin sentido ni gusto, tristeza de conjunto que únicamente pretende actuar con celeridad y estropicio para entretener con gamberradas y chifladuras de crios infectados por un virus extraido del pollo.
“Tenemos algo que ellos no tienen, ¡el impulso de ganar!”; representación teatral cuyas bufonadas ridículas van por turnos, ideal para tarde tonta con amigos, para estar de guasa, reírse de todo y no tomarse nada al pie de la letra, seriedad de adultos humillados jugando a ser campeones contra come-cuerpos infantiles que se vengan de todos los suspensos y castigos recibidos.
El grupo es patético, si no te da por el humor y la congoja, no la soportarás, oportunidad única para pegarle ese deseado tortazo al crío coñazo y cabroncete de la clase y que nadie pueda decirte nada, limpieza vengativa de todo lo soportado durante semanas y meses por esa selva infernal de mocosos en que pueden convertirse las aulas.
Una pandemia de terror y locura ha invadido la ciudad, la provincia y el país, la culpa es de los infectados nuggets, se necesita una vacuna o la población adulta desaparecerá; los niños han tomado el poder, ya no obedecen, ya no aceptan órdenes, sólo quieren tu sangre y devorarte hasta acabar contigo, muchas vísceras a mansalva y el infierno de una revuelta infantil hecho presente, más el permiso para disparar y darles una paliza, con entusiasmo y ganas.
Se supone estas cintas son para distraerte, desconectar del momento y descojonarte -perdón, deternillarse, que es protagonizada por menores- del absurdo; yo no lo he logrado aunque, admito, va dirigida a un público devoto en concreto. He intentado colarme entre ellos, como tentempié de recreo pasajero pero, no ha funcionado. No obstante, reconozco la vulgaridad sana de su presentación y oferta.
Memez escandalosa y colorida, abundante en chillidos tortuosos, una pantomina descerebrada que a unos divierte, a otros horroriza; sólo tú sabes a qué grupo perteneces, yo me confundí temporalmente.
lulupalomitasrojas.blogspot.com.es
17 de enero de 2018
17 de enero de 2018
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Realmente vale la pena ver Cooties.
Obviamente, nos encontramos con los típicos clichés que podemos encontrarnos en películas de "Terror-Comedia", no obstante, la verdad no tiene perdida este film. Cumple completamente para lo que -estoy seguro- fue hecho: para pasar un rato de entretenimiento entre risas y sobresaltos.
No hay mucho que exigirle, pues nos da lo suficiente, y lo que se podría esperar de un género, y sobre todo de una temática (zombies) tan trillada.
¡Voilà!
Obviamente, nos encontramos con los típicos clichés que podemos encontrarnos en películas de "Terror-Comedia", no obstante, la verdad no tiene perdida este film. Cumple completamente para lo que -estoy seguro- fue hecho: para pasar un rato de entretenimiento entre risas y sobresaltos.
No hay mucho que exigirle, pues nos da lo suficiente, y lo que se podría esperar de un género, y sobre todo de una temática (zombies) tan trillada.
¡Voilà!
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