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Locuras de verano

Romance. Drama Jane Hudson, una solterona americana de 40 años, decide ir a pasar unas vacaciones a Venecia. Llega a la ciudad de los canales con la esperanza de encontrar el amor que tanto tiempo ha estado buscando. Impresionada por la belleza de la ciudad, paseando va a parar a la tienda de Renato, un encantador anticuario que transformará su solitaria estancia en una inolvidable experiencia. (FILMAFFINITY)
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Críticas 19
Críticas ordenadas por utilidad
7 de enero de 2009
29 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
David Lean tenía un toque especial para retratar los amores imposibles. Ésos que desde el principio se sabe que no pueden durar. Amores fugaces que se cruzan como un huracán y que se marchan tras haber vuelto del revés el mundo entero. Y tras los cuales, nada vuelve a ser lo mismo.
Amores que perdurarán eternamente en el recuerdo de los amantes que han tenido que tomar sus propios caminos separados.
El verano suele ser la época en la que florece el romance que se alimenta del presente, del ahora. Porque el verano se acaba cuando llega el otoño. No tiene un mañana.
Lean filmó una explosión de romance veraniego en el esplendor de una Venecia hechizada. Antigua capital de una de las repúblicas más prósperas durante siglos, acuchillada de canales, atravesada por cientos de puentes que parecen flotar en medio de un sueño, poblada por palacios de inigualable elegancia carcomida de humedad, por una curiosa mezcolanza de fachadas policromadas, rabiando de vitalidad y de movimiento, con el agua que sustituye al asfalto en una extraña simbiosis entre urbanismo y naturaleza incontenible... Venecia continuará siendo sin duda una de las principales atracciones turísticas del planeta.
¿Cuántos sueñan con pasear en góndola por los canales, con memorizar para la posteridad las impresionantes vistas? ¿Cuántos sueñan con enamorarse en Venecia? ¿O con visitarla en compañía del gran amor de su vida?
Venecia es el destino de todos los que sueñan con el verano más hermoso. De todos los que desean detener el tiempo y captar el momento más bello que puedan vivir, y retenerlo como en una fotografía.
Ese verano perpetuo que todos queremos.
Jane quiere su verano.
Ha entrado en la madurez de esas personas que no han conocido esa apoteosis de fuegos artificiales en que consiste la plenitud. Soltera, solitaria, con un trabajo monótono. Ha ahorrado para realizar su mayor capricho.
Conocer su Venecia particular. La que está reservada para ella en el verano que nunca ha vivido.
Ávida de libertad y de aires nuevos, de vistas que corten el aliento, del olor a humedad de los canales, del furioso colorido exótico, de la atmósfera sensual y distendida, del rugido de las muchedumbres que buscan algo similar a lo que ella busca, del sonido de las campanas de San Marcos, del vuelo de las palomas... Llega cargada de ilusiones, retratando los momentos con su cámara y con sus ojos deslumbrados... Y entonces, en el apogeo de la euforia... Se siente triste y sola. Ve pasar a las parejas cogidas de la mano, ve el amor brotando por todas partes... Y se da cuenta de que está más sola que nunca. Es duro sentirse poca cosa cuando se está excluido del centro del mundo. Cuando adviertes a tu alrededor el bullicio de la alegría y sabes que no estás incluido en ella.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Vivoleyendo
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21 de mayo de 2009
14 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando Kathie Hepburn desemboca en Venecia sólo tiene una cámara de fotos, una botella de bourbon en su mochila de viaje y un rostro pétreo donde se amontonan las heridas del alma. Cuando se va se siente la mujer más dichosa y repleta de aquella ciudad de los canales que nunca olvidará. En su viaje de búsqueda, el amor como verdadero motor de la vida la liberará de si misma aprendiendo la importancia de no negar un beso y la necesidad de mostrarse tal cual en los brazos de un hombre.

Kathie Hepburn, aún estando bellísima, se nos presenta fría, distante, seria y comedida, discreta y gélida. Aparte de que sabemos poco de ella, nos miente y miente a los que la rodean. Esconde su feminidad en vestidos sobrios y sus ojos felinos en hundidas gafas de sol mientras recorre una Venecia fascinante que la empuja al amor a cada paso, Venecia implacable de seductores y truhanes que acechan a la turista en cada una de sus esquinas.

Kathie Hepburn solamente lleva puesta en realidad la coraza de la Cenicienta. Por eso cuando atisba a ver a un príncipe azul no duda en lanzarse a tumba abierta hacia la pasión de un enamoramiento que se torna casi adolescente. La veremos transformarse en una diosa, cambiando los paseos interminables en soledad por sesiones de manicura y peluquería, y sus recatados atuendos por el uso de un vestido propio de una reina de camino a su primer baile.

Como suele suceder en la vida su príncipe azul es sólo un embaucador que esconde múltiples capas bajo la piel. Romperá el sueño de nuestra Cenicienta en más de una ocasión pero ella dará un paso más en su atrevimiento y sinceridad decidiendo que sí, todo es una trampa, pero es una trampa maravillosa. Es entonces cuando Kathie se convierte, más allá de sus sueños fantasiosos, en una mujer.

Nuestras ciudades están llenas de mujeres así. Podemos verlas solitarias en terrazas y bares, calles y paseos, y cuando las miramos notamos una aversión en su rostro. Tienen un aspecto esquivo, entre la negación y la resignación, pareciendo arrastrar dolores de corazón. Pero yo sé que sólo se trata de la coraza de la Cenicienta. Con un guiño al amor que les muestres se abrirán a ti y se trasformarán en lo que siempre han querido ser y no han podido. Y tal vez, algunas de ellas den el último paso, aceptando que las espinas son inevitables en el amor y que ya no quieren ser Cenicientas nunca más, solamente mujeres, porque la vida no es un cuento es sólo vida, esa inigualable sensación que Kathie Hepburn se llevó consigo para siempre cuando desde la ventanilla de un tren le daba su último adiós a los encantos de Venecia.

https://corazonesenelprecipicio.blogspot.com
Wild In Love
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7 de junio de 2008
13 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una verdadera obra maestra del director Británico David Lean. La fotografía corre a cargo de Jack Hydyard, que se suma a esta producción consiguiendo retratar Venecia, sus canales, sus calles y su luz con brillantez. Con posterioridad ganó un oscar a la mejor fotografía por el Puente sobre el rio kwai.
Nunca estuvo la soledad del ser humano tan bien reflejada como en la primera parte del film y nunca resultó tan dolorosa. La interpretación de Kate Hepburn es excepcional. Sus ojos vidriosos, la mirada contenida y sus paseos en solitario por la ciudad de Venecia son una antologia de la soledad. Su contención interpretativa y la ausencia de sensibilismo barato son hoy un ejemplo interpretativo.
La trama versa sobre una secretaria de dirección norteamericana que llega a Italia de vacaciones. Su mundo se va desmoronando a medida que conoce a un comerciante casado y decide tras una intensa lucha consigo misma y sus prejuicios iniciar una relación amorosa. Partir es ganar un proceso a la costumbre y esto es lo que intenta esta secretaria americana llena de cliches, miedos e inseguridades. El mordaz retrato que hace David Lean de los turistas norteamericanos debe también tenerse en cuenta. En definitiva una historia humana con sentimientos reconocibles, reales y alejados de estereotipos, que tan sólo buscan la lágrima fácil. Una inteligente, contenida, veraz y elegante película. Altamente recomendable.
josep Giralt Álvarez
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2 de junio de 2012
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
111/12(21/05/12) David Lean antes de dar el salto al cine épico nos obsequio con un film romántico-turístico, el primero rodado fuera de Reino Unido, una historia de amor otoñal en que dos son los grandes protagonistas, la carismáticas Katharine Hepburn y la bellísima Venecia. Lean vuelve a tocar un tema recurrente en sus historias, la de los amores imposibles, ya lo hizo en ‘Madeleine’ o ‘Breve encuentro’, aquí lo hace con un argumento nímio, Jane Hudson (gran Katharine Hepburn) es una mujer madura, una turista solitaria estadounidense que llega en verano (‘Summertime’ título original) a Venecia a pasar unos días acompañada únicamente por una cámara, allí tras unas jornadas paseando por la Ciudad de los Canales hace buenas migas con un vendedor italiano de antigüedades, Renato (correcto Rossano Brazzi), pero Jane parece tener miedo a amarlo pues parece no querer nada que la ate. La cinta está partida en dos, en la primera asistimos a un conmovedor retrato de la soledad, de cómo Jane pasea sola por la ciudad, como admira a los enamorados, a las parejas que pasean en góndola, como toma café en la plaza san Marcos mientras ve a la multitud se refleja que es un alma solitaria, como única escolta tiene a un pequeño chico, Mauro (Gaetano Autiero, me choca que un chico de la calle sepa inglés) que le hace de guía. Mientras se nos va inoculando el hechizo fascinante de Venecia, su decadente brillantez enamora, la preciosidad de sus laberinticos canales impresiona, el destacado lirismo de sus puentes embruja, la singularidad de la arquitectura evoca a un lugar anclado en el tiempo, ello embellecido por la maravillosa fotografía de Jack Hildyard (‘El puente sobre el río Kwai’, ‘Topaz’ o ‘Casino Royale’) que rebosa de luz y color cada fotograma. El segundo tramo es el del romance, representado de cómo si una flor abriendo sus pétalos se tratará, cambia de aspecto, se ilusiona con un poético horizonte, se hace la manicura, va a la peluquería y se compra un deslumbrante vestido y comienza su estancia en el paraíso del amor, esto gracias al buen hacer del director y a la gran interpretación de Hepburn nos llega radiante. Y es que Katharine hace una gran labor tanto es así que su poderoso carisma empequeñece el buen hacer e Rossno Brazzi, ella nos emite una entrañable melancolía, su mirada es el espejo de su alicaída alma, ella y Venecia hacen amenos los muchos tramos en los que no se habla. Es una obra que te deja un buen poso, de las que recuerdas con agrado, eso sí, con un final predecible, aunque abrupto. (Continua en spoiler sin spoilers)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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1 de febrero de 2015
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hablar de “Locuras de verano”, la película que David Lean dirigió en 1955, es hablar de Venecia. La ciudad italiana no es sólo la protagonista indiscutible de esta cinta romántica, sino que también aporta la esencia al filme, porque lo que nos cuenta es la historia de amor de una turista en Venecia y también la historia de amor de Lean con la propia Venecia, un romance que se ve reflejado en cada plano que la cámara toma de los detalles de la ciudad, un retrato en donde no faltan los gondoleros, las palomas, los cafés en la Piazza San Marco, el cristal de Burano o la inabarcable colección de arte que guardan los museos venecianos, un retrato exhaustivo y apasionado, una auténtica sinfonía visual, introduciendo la cámara por callejas estrechas, por estatuas situadas en lo alto de sus nobles edificios, o mostrando los lugares más archiconocidos que cualquier persona tiene en la mente sobre dicha ciudad.

“Locuras de verano” envuelve al espectador en la ciudad italiana y Katharine Hepburn le toca la fibra sensible con una interpretación sublime, uno siente la emoción de su entrada en Venecia, la ilusión de recorrer sus calles, el miedo del primer encuentro... Las emociones que Hepburn pone en su personaje hacen de la película una oda inolvidable a la alegría de la vida, en su talento reposa toda la película.

Un pequeño deleite para almas románticas.
Juan Marey
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