Hombre de leyes
21 de enero de 2025
21 de enero de 2025
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“Hombre de leyes” es una comedia dramática que narra la turbulenta historia de un abogado en New York, que resulta comedia por el carácter gracioso, ingenioso y la desfachatez del protagonista, pero que tiene su parte de drama por todos los acontecimientos en los que se ve envuelto, debido a su ambición y carácter mujeriego.
Anton Adam (William Powell) es un abogado que, junto a su inseparable secretaria Olga (Joan Blondell), ejerce en un barrio desfavorecido, invirtiendo gran parte de su tiempo en aquellos que no pueden permitirse económicamente asesoramiento legal.
Gracias a su victoria en un caso importante, el prestigioso abogado Granville Bentley (Alan Dinehart) le ofrece asociarse con él, por lo que accede a un nivel profesional que siempre había soñado. Aunque pronto comienza una relación romántica con la hermana de Bentley, su gusto por flirtear con cualquier mujer de piernas bonitas que se le cruza en el camino, le llevará a tontear con una artista y verse envuelto en un turbio asunto de denuncias falsas, por lo que acabará siendo imputado en una investigación por malas prácticas de su oficio.
Dieterle utiliza múltiples elipsis para ir haciendo avanzar la trama, y aunque en ocasiones precipitan en exceso los acontecimientos y los cambios que se producen en la vida del protagonista, en otras, como en el juicio al que se ve expuesto, aportan originalidad. Durante la vista judicial no escuchamos una sola frase del proceso, asistiendo a todo el desarrollo desde el exterior, siguiéndolo en la distancia y por las reacciones de las personas que entran y salen de la sala.
William Powell fue una de las grandes estrellas de los años 30 y estos personajes rebosantes de confianza, optimismo y con sentido del humor, parecían trajes hechos perfectamente a su medida. Lo acompaña Joan Blondell, que tiene bastante presencia al comienzo de la historia como secretaria enamorada, que en absoluto esconde su sentimiento, pero es una lástima que al avanzar el relato su importancia disminuya. Y acabe una vez más, como en multitud de ocasiones en su filmografía, relegada al papel de amiga o novia del protagonista, en un segundo plano.
Los apenas 70 minutos de duración pasan en un suspiro y, aunque no aporta nada nuevo a este tipo de relato ya vistos otras veces en la pantalla, cuenta con un protagonista con carisma y una historia que se deja ver con interés. Además, en un momento dado, se permite una seria reflexión sobre la abogacía, explicando que el oficio de un abogado debería ser como el de un médico, cuya función principal tendría que ser aconsejar y asesorar al que lo necesita, no al que resulta más poderoso, tiene más dinero y mayores influencias.
Anton Adam (William Powell) es un abogado que, junto a su inseparable secretaria Olga (Joan Blondell), ejerce en un barrio desfavorecido, invirtiendo gran parte de su tiempo en aquellos que no pueden permitirse económicamente asesoramiento legal.
Gracias a su victoria en un caso importante, el prestigioso abogado Granville Bentley (Alan Dinehart) le ofrece asociarse con él, por lo que accede a un nivel profesional que siempre había soñado. Aunque pronto comienza una relación romántica con la hermana de Bentley, su gusto por flirtear con cualquier mujer de piernas bonitas que se le cruza en el camino, le llevará a tontear con una artista y verse envuelto en un turbio asunto de denuncias falsas, por lo que acabará siendo imputado en una investigación por malas prácticas de su oficio.
Dieterle utiliza múltiples elipsis para ir haciendo avanzar la trama, y aunque en ocasiones precipitan en exceso los acontecimientos y los cambios que se producen en la vida del protagonista, en otras, como en el juicio al que se ve expuesto, aportan originalidad. Durante la vista judicial no escuchamos una sola frase del proceso, asistiendo a todo el desarrollo desde el exterior, siguiéndolo en la distancia y por las reacciones de las personas que entran y salen de la sala.
William Powell fue una de las grandes estrellas de los años 30 y estos personajes rebosantes de confianza, optimismo y con sentido del humor, parecían trajes hechos perfectamente a su medida. Lo acompaña Joan Blondell, que tiene bastante presencia al comienzo de la historia como secretaria enamorada, que en absoluto esconde su sentimiento, pero es una lástima que al avanzar el relato su importancia disminuya. Y acabe una vez más, como en multitud de ocasiones en su filmografía, relegada al papel de amiga o novia del protagonista, en un segundo plano.
Los apenas 70 minutos de duración pasan en un suspiro y, aunque no aporta nada nuevo a este tipo de relato ya vistos otras veces en la pantalla, cuenta con un protagonista con carisma y una historia que se deja ver con interés. Además, en un momento dado, se permite una seria reflexión sobre la abogacía, explicando que el oficio de un abogado debería ser como el de un médico, cuya función principal tendría que ser aconsejar y asesorar al que lo necesita, no al que resulta más poderoso, tiene más dinero y mayores influencias.
20 de junio de 2023
20 de junio de 2023
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Entretenida comedia de enredo con abogado enamorado de su secretaria -sin saberlo- al que le ofrecen trabajar en un despacho más grandes y brillante, el mejor de la ciudad.
Lo que he visto de Dieterle me ha parecido siempre brillante, sofisticado y chik. Me encanta.
Al abogado le tienden una trampa, no sabe verla y pierde todo. Sólo le queda la secretaria.
William Powell, y Joan Blondell son los protagonistas. Él en un papel, como todo los de esa época que hacía, que le venían como anillo al dedo.
Lo que he visto de Dieterle me ha parecido siempre brillante, sofisticado y chik. Me encanta.
Al abogado le tienden una trampa, no sabe verla y pierde todo. Sólo le queda la secretaria.
William Powell, y Joan Blondell son los protagonistas. Él en un papel, como todo los de esa época que hacía, que le venían como anillo al dedo.
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