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Veredicto final

Drama Frank Galvin (Paul Newman), un maduro abogado en decadencia, es un adicto al alcohol que sobrevive gracias a pequeños y rutinarios trabajos. Un antiguo socio le recuerda el caso, todavía sin resolver, de un error médico cometido en un hospital y del que Galvin se había ocupado. No es nada fácil para él trabajar de nuevo de forma profesional, pero su tesón es tal que no tarda en averiguar que puede ganar el caso. Es entonces cuando ... [+]
Críticas 69
Críticas ordenadas por utilidad
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8
29 de abril de 2009
136 de 154 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un hombre juega a la maquina de pinball entre las sombras de un bar. Bebe cerveza y fuma, bola tras bola. A través de la ventana, entre adornos navideños, vemos un paisaje apagado, gris, invernal. Falla la última bola, queda pensativo y mirando al vacío. No es que haya perdido una bola ni una partida, su vida entera es una derrota.

Éste es el arranque de la película dirigida por Sydney Lumet, con guión de David Mamet y basada en una novela de Barry Reed, con interpretación de uno de los mejores actores de siempre (soberbio Paul Newman).

Es la historia de un abogado Frank Galvin, alcohólico, derrotado por la vida, que apenas se gana el sustento dejando su tarjeta de visita en hospitales y velatorios, su vida trascurre en el bar contando cada noche, entre copa y copa, chistes malos a los colegas. Va a tener su última oportunidad de redimirse, de hacer algo grande, de poder levantarse por la mañana con algo más que una mala resaca.

Sólo le apoya un viejo amigo cansado de curarle de sus borracheras y que hace de investigador para él (encomiable y grande Jack Warden), el cual le reprocha que no atienda los casos (caso, solo hay uno) que él le proporciona, y una misteriosa mujer de la que se enamora en una noche de copas, y que le va a traicionar porque no quiere más perdedores en su vida (Charlotte Rampling). Un día visitando en el hospital a su única defendida, se queda pensativo y finalmente reacciona.

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Es una historia de connotaciones épicas, en la que deberá enfrentarse a todos: A un juez cabrón y sopla gaitas (qué raro) que hará lo imposible para que pierde el caso y recordándole una y otro vez, su triste y hundida trayectoria como abogado. A la Iglesia representada por unos sacerdotes repugnantes, dueños de un hospital, preocupados por su reputación moral antes que por la vida de sus pacientes (que raro). A un abogado ladino y sin escrúpulos (casi mafioso), capaz de hacer lo que sea por ganar (estupendo James Mason). A los familiares de la muchacha, que han dejado en estado vegetativo los médicos de los curas y que solo quieren cobrar el dinero y largarse. A su pasado de ingenuo abogado idealista y al sistema que todo lo puede.

Monseñor Brophy (Ed Binns), intentará alcanzar un acuerdo para evitar el juicio y la secuela mediática (así actúa la Iglesia), pero a pesar de la aceptable propuesta económica Frank Galvin la rechaza, en contra de la opinión de la familia y sobretodo de su único colaborador, pero Galvin cree lo contrario, “ahora quieren comprarme, para que mire hacia otro lado, y esa pobre chica, puso toda su confianza en manos de dos hombres que le quitaron la vida”. Incluso el juez Hoyle (Milo O´Shea) le aconseja que acepte la oferta del obispado, “yo mismo aceptaría la oferta y correría como un ladrón”, Galvin le contestará con ironía “Estoy seguro de ello”.

Al final cuando se va viendo acorralado, porque le van fallando los testigos, su olfato aún despierto le hace encontrar a la persona idónea, la enfermera que aquel día (hace ya cuatro años) estaba en la recepción de pacientes, y guarda como oro en paño una fotocopia del estado en que se encontraba la paciente al ingresar en el Hospital de Santa Catalina, esa fotocopia salva tanto a la antes enfermera y ahora maestra, como Galvin en el juicio.

En su alegato final al jurado, apelará a su conciencia “ustedes son la ley, no es un código, ni los abogados, ni la estatua de mármol, ni las ceremonias de una corte. Eso son símbolos, nuestro deseo es ser justos. Si vamos a tener fe en la Justicia tan sólo hemos de creer en nosotros mismos, yo creo que hay justicia en nuestros corazones”.
10
14 de octubre de 2006
96 de 107 usuarios han encontrado esta crítica útil
Basada en la obra epónima en su original titulación en inglés, "The Verdict" (1980), del abogado de Massachussetts Barry Reed, fue adaptada a la gran pantalla por el dramaturgo, poeta, ensayista, guionista y director norteamericano David Mamet famoso por ser un gran creador de diálogos, dos años después (1982) en la película dirigida de forma y manera magistral por el cineasta de "Serpico",Sidney Lumet, y que nada tiene que ver con aquella otra película de cine azabache de título idéntico dirigida por Don Siegel en 1946 con Sydney Greenstreet y Peter Lorre como protagonistas sobre el error de un agente de Scotland Yard que costó la muerte por ejecución de un inocente...

Con una brillante fotografía y puesta en escena a cargo del montador, director y fotógrafo polaco Andrzej Bartkowiak y una correcta sin más, banda sonora a cargo de Johnny Mandel, la película es un excelente drama sobre procesos judiciales, soberbiamente narrado y sin caer en ningún momento en la previsisible y soporífera somnolencia de estos casos (nunca mejor dicho)...

La actuación de Paul Newman es sencillamente brutal y una verdadera lástima e injusticia que fuera Ben Kingsley por su papel en Gandhi y no Newman, quien se llevara el gato al agua en la ceremonia de los Oscars de aquel año...

Hace mucho que el personaje de Frank Galvin (Paul Newman) se convirtió en uno de mis ídolos cinematográficos de siempre, encarnando a aquel picapleitos perdedor pero imbuído de sobrada dignidad... Aquel alcohólico de Boston jugando siempre al pinball en aquel bar con cristales tintados de rojigualdo y rojiverde, entre cigarros y copas de bushmills irlandés...o echando huevo en vasos de cervezas que luego se bebía de un sorbo, con su eterna dosis de colirio en los ojos y un alientador en el bolsillo para disipar su regusto al alcohol ...

Una película que inicialmente iba a ser rodada por Robert Redford, quien finalmente desestimó la oportunidad de dirgirla por considerarla una historia con poco tirón,y que por fortuna fue retomada por el gran Lumet para crear esta magnífica obra sobre procesos judiciales... Una de las más exhaustivamente minuciosas, realistas y amenas que jamás haya visto y que como dato anecdótico supuso la primera aparición en la gran pantalla de Bruce Willis, como uno de los extras durante el breve proceso judicial que tiene lugar...

Grandes interpretaciones, excelente puesta en escena, desarrollo narrativo, y desenlace...

R E C O M E N D A B L E.
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La película arranca con Frank Galvin jugando al pinball entre el humo de cigarros y los sorbos de un whisky irlandés...

En su destartalado despacho, su amigo y mentor Mickey Morrissey (Jack Warden)le le acaba de conseguir un nuevo caso después de semanas en el ostracismo...

...Una pareja formada por Sally (Roxanne Hart) y su marido Kevin Doneghy (James Handy) denuncian el caso de una negligencia médica que hace 4 años tuvo lugar en el prestigioso hospital Saint Catherine Labouré, de propiedad cristiana, cuando dos prestigiosos médicos de aquel hospital intervinieron a la paciente, Deborah Ann Kaye, hermana de Sally, durante un parto, suministrándole anestesia general cuando sólo llevaba a penas una hora sin comer (mientras que lo correcto hubiera sido 9 horas en caso de dicha aplicación)...ahora la víctima yace en un hospital de beneficiencia, entubada y en perenne estado comatoso desde entonces...

El obispo Brophy (Ed Binns) trata de alcanzar un acuerdo con Galvin mediante la entrega de una cierta cantidad de dinero que satisfaga ambas partes... Ante la negativa de Galvin, la congregación religiosa que representa al hospital decide contratar al reputado e influyente jurisconsulto Ed Concannon(James Mason) para llevar el caso ante los tribunales...

Galvin trabaja de manera humilde con la colaboración de su amigo Micky recopilando pistas y testigos para la causa y con la sóla presencia de un testigo pericial, el Dr. Gruber (Lewis J. Stadlen) quien misteriosamente desaparecerá la víspera del juicio, ...de vacaciones en el caribe...

Los hábiles y sibilinos métodos del mastodóntico, mafioso e influyente buffete jurídico de Cocannon comienzan a mover sus hilos...

En medio, la enigmática presencia de una femme fatale de nombre Laura Fischer (Charlotte Rampling), una mujer recientemente divorciada de su marido, otro abogado...quien conocerá por casualidad a Galvin y que pasará a formar parte de su equipo durante el intenso proceso de búsqueda de nuevos testigos...

Ante la escaqueada del dr Gruber, Galvin y Micky llaman a un anestesista de raza negra de NY, Dr. Thompson (Joe Seneca) quien de poco servirá en el juicio sino es para sentir aún más lástima del bando Galvin-Micky...

Sólo la enfermera Kaitlin Costello (Lindsay Crouse) servirán de ayuda para aclarar el espinoso y esclarecedor tema de la anestesia...

El juez Hoyle (Milo O'Shea) demasiado condescendiente con Coccanon abortará todas las espúreas pruebas de Galvin, incluso la coartada de la anestesia con la declaración in extremis de Kaitlin, declarando inútil la validez de dicha declaración...Además Laura se descubre como una infiltrada de Coccanon para desencanto de Galvin...

Sin embargo el jurado ha tomado su decisión; Galvin ha ganado su demanda...La justicia ha florecido...

Lástima de ese teléfono final que no descolgara Galvin ante la impaciente espera de sincero arrepentimiento de esa cínica y sufrida Charlotte Rampling haciendo de mala, malísima...
9
22 de diciembre de 2006
51 de 54 usuarios han encontrado esta crítica útil
Seguramente ésta sea la mejor película acerca de tribunales y abogados que he visto en toda mi vida y que paradójicamente no se inspira en una de las novelas de John Grisham.
De todos modos y todo sea dicho de paso vale la pena decir que las historias de este genial escritor norteamericano son puro divertimento, con una trama buenísima, pulida hasta el más mínimo detalle que desgraciadamente no encuentran en el cine el medio de difusion adecuado.
Dejando atrás a Grisham y sus trabajos y centrándonos exlucisvamente en "The Veredict", me gustaria resaltar por encima de todo el guión de la película, excelentemente adaptado de la novela en la cual se inspira por un grande entre los grandes como es David Mamet.
Newman está inmenso en su papel, haciendo una interpretacion memorable de igual manera que Rampling, quien se ajusta como anillo al dedo a su personaje y aporta el carácter y los expresiones necesarias para darle veracidad no sólo al mismo, sino a toda la película.
Por otra parte, no hay que quitarle méritos tampoco a Sidney Lumet, quien como es habitual en él, dirige con suma precisión a unos actores, enfrentándose a sus cualidades de estrellas sin ningún miedo ni temor y con tan sólo la firme intención de sacar de ellos el máximo partido posible.
En definitiva, un film altamente recomendable, que llegará fácilmente a todos los espectadores, captando su atención y a algunos es muy posible que se le quede grabado en su memoria.
6
18 de abril de 2011
54 de 72 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una advertencia inicial: esta crítica, a pesar de lo que su título pueda sugerir, no trata de Paul Newman. Ruego a todo aquel que sea un fanático de Newman que no siga leyendo, porque incurro en la peor de las ofensas ya que ni siquiera lo menciono.

En el buscador de Internet más común pongan exactamente lo siguiente: the verdict nurse kaitlin. Lo más seguro es copiar y pegar. Pulsen el enlace de videos (Para los que tengan más de 40 años, es el tercero de arriba a la izquierda). Hecha la búsqueda, es el primero que sale, de unos once minutos.

Serán testigos de una obra de arte a partir del minuto 3:55, aunque es aconsejable verlo entero.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
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El abogado Concannon (James Mason) interroga a la enfermera Costello (Lindsay Crouse). Observen varias cosas. Lumet planifica con el clásico plano-contraplano, picados a Lindsay Crouse y contrapicados a Mason: es un interrogatorio hostil con una posición dominante del abogado. Son angulaciones leves, poco enfáticas pero significativas.

Aproximadamente en el 6:26, en un plano de James Mason, Lumet elimina el contrapicado y capta al personaje casi al nivel de nuestros ojos. La enfermera Costello ha revelado el secreto decisivo y fatal para los intereses del abogado y se nos muestra a Mason debilitado. Apenas nos damos cuenta, no nos decimos “la cámara ha cambiado de ángulo”. Y sin embargo lo vemos, está delante de nosotros: lo percibimos sin verlo, sin que advirtamos la menor fractura. He ahí un director que hace bien su trabajo.

Esta escena es la más importante de toda la película y llama la atención que se sustente en tres secundarios, Mason, la estupenda Lindsay Crouse y el gran Milo O´Shea, que interpreta al juez comprado por Concannon.

El resto corre a cargo de James Mason, actor, Yorkshire (Reino Unido), 1909, Lausanne (Suiza), 1984. Lo único que les deseo es que disfruten la décima parte que yo. Si la perfección absoluta existe yo no sé si sería capaz de reconocerla. Pero desde mi imperfecta pequeñez, aventuro que esto se le parece mucho.
10
8 de febrero de 2008
30 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
Siempre que veo esta joya del cine de juicios no puedo dudar que gran parte de su grandiosidad está en la interpretación de Paul Newman, pocos actores son capaces de representar la caída del ser humano en el abismo de la autodestrucción como él, recuerdo “El buscavidas” mucho más joven pero igual de sólido. Claro que atribuir todo el mérito al genial actor sería un tanto injusto, pues está muy bien respaldado tanto por la dirección de Lumet como por el resto de un reparto en el que destacan James Mason, Jack Warden y Charlotte Rampling que dan cuerpo y vida a una obra maestra de la planificación, desarrollo y conclusión, actos diferentes representados con una sobriedad difícil de encontrar. Y es que “Veredicto final” no se limita a contar la historia de un juicio, sino que constituye un juicio a la propia sociedad, a la insensibilidad de las personas que se supone representan la justicia, y que lo hacen de manera fría cuantificando mediante cifras el pesar y el sufrimiento de las personas a las que representan. La justicia es una palabra que se compra, en función de la categoría social las posibilidades aumentan o disminuyen para que esa palabra se cumpla, así vemos la realidad de la cruda sociedad, la lucha de David contra Goliat. Esa es una parte, la otra es el aspecto personal del protagonista, un abogado alcohólico que se topa un caso que puede resolver sin llegar a juicio, una oportunidad única para encontrar un respiro al que renuncia al ver a la víctima, para posteriormente negarse a pactar y decidir buscar una justicia que está lejos de su actual preparación. Sin ningún tipo de estereotipos Lumet abre campo a personajes reales, humanos, Newman no sólo se enfrenta a una legión de abogados sino indirectamente a los intereses de los afectados que pretendían una compensación económica que cerrara el caso. Traiciones y sentimientos encontrados, los protagonistas no dividen sus andanzas en actos de diferente color con finales felices, la vida no se arregla en una Sala de juicios, los problemas personales no se resuelven siempre, sino que pueden empeorar. Una maravilla de película de imprescindible visionado.
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