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India

7.4
336
Documental India es el primero de casi una decena de documentales que rodará Rosellini hasta su muerte. Jean-Luc Godard ubica a "India" a la altura de "Que Viva México" (Eisenstein), "Tabú" (Murnau) y el poco frecuentado "It's All True" (Welles). El film es una gran obra sobre la integración entre el hombre y la naturaleza donde, a partir de una realidad documental, propone diversos modelos de ficción. (FILMAFFINITY)
Críticas 2
Críticas ordenadas por utilidad
6 de mayo de 2014
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como Paisà, India es una película compuesta por varios episodios de ficción que transmiten una sensación de libertad casi improvisatoria, una técnica próxima al documental. Si la primera reflejaba las relaciones entre italianos y americanos durante la liberación de Italia en la Segunda Guerra Mundial, India tiene una ambición más amplia: su tema son las relaciones del hombre y la naturaleza.

Como en Paisà, entre los episodios dramatizados se intercalan fragmentos puramente documentales, centrados en las multitudes de Bombay y los templos de Madurai, los valles del Himalaya y el Ganges a su paso por Benarés, etc. Estos son los únicos fragmentos que responden a la idea previa que uno podría hacerse de un documental sobre la India: se diría que Rossellini toma al azar unos lugares o elementos para cumplir con esta exigencia implícita, y luego se dedica fundamentalmente a otra cosa que no tiene nada que ver con la síntesis de información sobre una realidad exótica, ni desde luego con los tópicos de la visión occidental de la India (la espiritualidad, la miseria...).

India transcurre sobre la estrecha franja que separa la espontaneidad y la desidia: de este modo, resulta libre e imperfecta, caótica y brillante a partes iguales. Como antes Antonin Artaud, aunque desde un marco ideológico opuesto (en este caso, el del educador que se limita a constatar que las cosas más simples son las más importantes), Rossellini parece repetir: ¡no más obras maestras!

El primer episodio, seguramente el más bello, muestra la perfecta simbiosis que se da entre hombres y elefantes, a partir del relato de un mahout (cuidador de elefantes) que suplanta casi imperceptiblemente al narrador impersonal de las secuencias previas, puramente documentales: se trata de una relación en la que no hay amos y siervos y, si hubiera que tomar partido, quizá podría decirse que los cuidadores son más siervos que amos de sus elefantes. Luego el relato muestra humorísticamente sus vidas paralelas: cómo el elefante y el hombre se entregan al amor, y cómo se reúnen nuevamente al cabo de un tiempo separándose de sus hembras.

Los relatos siguientes muestran que el equilibrio entre el hombre y la naturaleza no es estático: se mueve, a veces fluidamente, y otras con crisis y riesgos de ruptura.

El segundo episodio recuerda que la película surgió como encargo del Gobierno de la India emergente de Nehru: muestra los trabajos de la gran presa de Hirakud, en el río Mahanadi (al sur del Ganges), como si fuera la construcción de las pirámides de Egipto.

A partir de aquí, el nivel de la película decae. El fracaso estético del tercer episodio puede explicarse recurriendo a las enseñanzas de André Bazin (que no vivió para ver esta película de su ídolo, por lo que no sabemos lo que habría pensado de ella): en un escrito titulado “Montaje prohibido”, Bazin expuso la idea de que la utilización del montaje por comodidad, rompiendo la unidad espacial de un suceso, traiciona la esencia realista del cine y proporciona una simple representación imaginaria que sólo tiene un valor de narración, no de realidad. En este caso, el hecho de que los dos protagonistas, el anciano y el tigre, no aparezcan en el mismo plano en el momento en que se encuentran próximos determina que la relación mutua que pretende transmitir el relato resulte puramente teórica: sólo está en el guión, pero no en la película.

El cuarto episodio no incurre en el mismo defecto: Rossellini se las arregla para incluir en el mismo plano al hombre moribundo, el mono y los buitres; pero las imágenes carecen de limpieza (en alguna incluso aparece un espontáneo a lo lejos que nada aporta a la narración), y el desenlace resulta excesivamente abrupto (incluso para tratarse de Rossellini). Así que la película termina como con prisa, en una especie de anti-clímax, y deja un regusto de imperfección.

Pero el cine de Rossellini no se dirige a las sensaciones inmediatas, sino a la memoria, y India es de las que permanece en ella. Rossellini no buscó nunca la imagen bella, pero quizá en esta película (bueno, y en Stromboli) más que en ninguna otra de las suyas, registró algunas que lo son por encima de cualquier otra consideración.

La versión completa en: http://navegandohaciamoonfleet.wordpress.com/
el pastor de la polvorosa
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15 de febrero de 2012
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Rossellini dijo: "He intentado evitar hacer un documental sobre lo exótico o sobre viajar."

Hay que tener en cuenta este punto a la hora de verlo, este documental nos mete de lleno en la India de hace 50 años como si se fuera parte de ello, no como turistas, y eso es un privilegio. Para ello utiliza un formato de falso documental; en formato documental podría ser reiterativo, y en formato película le faltaría narración, de esta forma es la mezcla idónea entre una cosa y otra
Alex De Large
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