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La honradez de la cerradura

Drama Ernesto recibe la visita de una vecina prestamista que le pide que le guarde una cantidad. Poco después de la muerte de la mujer, un hombre acusa a Ernesto de haberse gastado el dinero. (FILMAFFINITY)
Críticas 5
Críticas ordenadas por utilidad
13 de mayo de 2015
12 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
A Luis Escobar Kirkpatrick es imposible mirarle más de cinco segundos sin que te dé la risa tonta. Esa eterna expresión de persona despistada prestando atención a algo que sólo ella sabe, ese mentón en fuera de juego respecto a la frente, ese ictus de persona de alta alcurnia a la que le es indiferente dicha condición…. y ese modo de hablar, que en cuanto dice lo que sea difícil es no troncharse, aunque te dé la noticia de que tu hijo ha muerto en un accidente. En su papel del Marqués de Leguineche para la Trilogía Nacional de Berlanga, además de no dolerle el realizar un ejercicio de autoparodia, regaló frases increíbles para la posteridad, rollo aquel ”perdóneme que la reciba en albornoz pero es que aquí seguimos el horario madrileño” o ese inmortal y vigentísimo hasta el fin de los tiempos ”pero pero pero por qué te ha entrado esa manía de trabajar si en nuestra familia no ha trabajado nunca nadie y nos ha ido divinamente” que le soltaba visiblemente cabreado a Jose Luis López Vázquez, otro Dios que también merece una gymkana de genuflexiones. Un hombre, Don Luis, que además de ser cumbre de la risa en este país, ídolo para otros ídolos del lolz tales que Hidrogenesse, homosexual –y quizá hasta pionero en España de las admirables dotes de este colectivo para el comentario sarcástico, esas declaraciones que a quien las alocuta le hacen ser llamado ”marica mala”-, falangista, marqués de las marismas, runner, bético y madridista, fue –según parece- un gran escenógrafo que dedicó gran parte de su vida al teatro, de inicio bajo la protección de la Falange española. Aunque le recordemos ahora dando susto a los Parchís Hacendado –los Regaliz- en Buenas Noches Señor Monstruo Don Luis llegó a dirigir varios teatros e incluso realizó cortos de animación y dos películas. Una, La Canción De Malibrán, fue un musical a la salud de la susodicha. La otra, La Honradez De La Cerradura, resultado de haber ganado un concurso convocado por la Dirección Nacional de Cine con la adaptación de la obra original de Jacinto Benavente, afamado autor no tanto por sus obras como por ser el fundador de la excelente cadena de restaurantes 100 Montaditos.

Esta su primera- y penúltima- película tiene un tramo final que se podría enmarcar en el policiaco cuasi negro ibérico cincuenta-sesentas, si bien el ochenta por ciento restante del film se emparenta más con los episodios de Edgar Neville para La Ironía del Dinero y con cierto cine moralizante que se dio en la autarquía. Una clase de cine aleccionador de la masa sobre la maldad inherente al dinero no ganado con el sudor de la frente de uno o de Alizee, un género casi en sí mismo –por la cantidad de películas que se dieron en su día adscribibles al género, no se sabe muy bien si por mano censora de guiones o ya de base al concebirlas sus autores- que a los que amamos el dinero por encima de cualquier otra cosa nos duele e incomoda, pues siempre se acaba tildando al papel válido para transacciones de malo o pésimo cuando no directamente a la manera de quien trae mal fario, rollo que el dinero es transmisor de penas, desgracias y penurias, que el dinero es Juan Pardo o Miguel Ángel Lotina. En resumen, que se dice que el dinero es una maldición en vez de felicidad o una vía validísima a la misma, algo de todas maneras intolerable. Y aquí el ejercer de tesoreros del dinero de una vieja acaudalada les trae a Francisco Rabal y Mayrata O´Wisiedo –de la que recomiendo su libro Chico No Sabe Que Es Perro- un carrusel de disgustos, chantajes y malpasarlos que casi convencen a quien vea el film de que haga lo mismo que la protagonista y arroje sus dineros de procedencia ajena por la ventana, a lo El Séptimo Continente de Haneke casi cuando lo del wc o cuando Krusty hacía de Bill Hicks con sus monólogos de predicador iracundo y convencía a Homer de quemar sus dólares.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Jark Prongo
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6 de julio de 2017
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estupenda adaptación libre de la obra de J. Benavente en la que L. Escobar, ademas de director, es el autor del guión.
Película de factura pulcra y sobria, de ambientación y fotografía muy cuidada que hacen los honores a una cámara diestra capaz de describir perfiles humanos con unos cambios de plano magistrales.

Largometraje de fuerte carga psicológica en que las emociones juegan un papel preeminente.
La parsimonia del suspense, el desencanto de la decepción, las vacilaciones que produce el miedo, los ojos huidizos de la sospecha y la angustia tras la pérdida de la calma son retos de los que el director sale triunfante porque mueve con astucia los recursos a su alcance.
Magnífica labor.
ABSENTA
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3 de diciembre de 2017
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
"- Parientes... ¿para qué sirven? Para contarle a uno sus días".

Interesante poco conocida adaptación al cine de la obra de Jacinto Benavente, hecha con mucho cariño por Luis Escobar, hombre ilustre del cine, letras y teatro español, al que popularmente se le reconoció solo cuando, ya muy mayor, comenzó a vérsele en las películas de Berlanga, principalmente.
Aquí tenemos una historia donde los mimbres casan bien, resulta interesante y amena en todo momento, y contiene unas estimables interpretaciones, sobre todo de Ramón Elías como el taimado chantajista.
La fotografía en blanco y negro a cargo de Emilio Foriscot es estupenda y la película deja un buen sabor de boca tras su visionado.
Una cinta española que hemos visto gracias al programa de TV2 sobre el cine español, con copias, como esta, magníficamente restauradas por Enrique Cerezo, al que se le pudieran reprochar muchas cosas, pero no su amor por el cine español.

https://filmsencajatonta.blogspot.com.es
Constancio
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28 de junio de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
El director es recordado más como actor que como director y guionista. Sin embargo, esta película es catalogable como cine neorrealista del más alto nivel, a medio camino entre la comedia sarcástica y el cine negro, jugando con la suerte, la adversidad y las ironías del destino. Destaca el protagonismo de un jovencísimo Paco Rabal, aunque todos los actores están espléndidos, al igual que la fotografía, la dinámica y la puesta en escena. Luis Escobar no se prodigó mucho como director de cine pero con este film ya es suficiente para merecer su pase a la historia. Posiblemente, el asesoramiento de Rovira-Beleta haya tenido algo que ver. La obra es de las que deben figurar en una antología del buen cine español de posguerra.
JOSEMIDIAM
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30 de mayo de 2022
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Escobar supo captar bien el sentido de la obra teatral de Benavente, y en sus manos se convierte en un estimable thriller sobre lo fácil que es caer en la tentación, incluso en personas que no han tenido nunca ni pasado ni intenciones delictivas; la atracción del dinero fácil y (supuestamente) sin riesgo, la posibilidad de disponer de bienes de consumo de imposible consecución de otro modo, están en el origen de este apreciable film en el que la pareja, unos ingenuos, habrán de pasar por un duro purgatorio, muy bien hilvanado por el director en un ‘’voy poco a poco’’ hasta conseguir el perdón, que no será otro que un perdón mutuo, el del respeto que abandonaron a sí mismos el día que decidieron quedarse con lo que no era suyo.

A destacar también la fotografía, un imponente blanco y negro, con sombras magníficas. Escobar nos muestra esos paisajes, urbanos y nocturnos, en los que el cualquier hombre tipo de la época no se hubiera asomado ni por equivocación. Francisco Rabal hace con este papel su primer protagonista absoluto, y la verdad, se nota su bisoñez, algo que con el tiempo superó con creces convirtiéndose en un icono del cine español. Tampoco Mayrata O’Wisiedo destaca por su interpretación, aunque mejoró mucho, tampoco se prodigó en el cine en exceso.

Por el contrario, Ramón Elías hace un estupendo chantajista, un individuo amoral, sin escrúpulos, de melifluas maneras, un hampón en toda regla que este actor olvidado retrata magníficamente. En el debe del film habrá que citar la excesiva y generalmente poca adecuada música me molesta bastante porque parece más adecuada para una película de dibujos animados que para este thriller. Un 7.
Mag61
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