En construcciónDocumental
7.2
7,172
Documental. Drama
En un emblemático barrio popular de Barcelona, amenazado por un plan de reforma, se emprende la construcción de un bloque de viviendas. "Queríamos conocer la intimidad de una construcción, así que nos metimos ahí, cuando ese espacio era todavía un solar donde los chavales jugaban a fútbol. Sobre este terreno buscamos la forma de convivir, conocer y rodar -así, por este orden- que nos permitiera abordar tanto el anecdotario de la propia ... [+]
13 de marzo de 2011
13 de marzo de 2011
17 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
En el año 2001 el outsider Jose Luis Guerín salta a la palestra con este su primer documental, En Construcción, un esforzado trabajo documental de más de tres años de elaboración que le valió el premio Goya en dicho año.
En Construcción pone la cámara en las entrañas del Raval barcelonés para dar fe del proceso de actualización urbanístico que sustituyó viviendas antiguas en mal estado por edificios nuevos listos para venderse. Del entorno que se relaciona directa o indirectamente con estas obras, Guerín selecciona una serie de personajes para ir articulando su discurso. Serán los habitantes del Raval los que aportarán el latido de lo que está pasando y veremos cómo sus vidas se ven afectadas por estas construcciones.
Guerín filma con tremendo respeto y compasión, con un amor hacia lo que pasa delante de la cámara que en ningún momento abandona la sobriedad. La imagen respira pero no languidece, en un tono documental parsimonioso y recio que se aleja con éxito del realismo social blando del que tanto ha adolecido el cine español en las dos últimas décadas. Observamos un uso reiterado del fuera de campo y del sonido off, y no simplemente como mero recurso de solapación que nos ayude en la edición; el universo del Raval queda retratado tanto dentro como fuera de la cámara y de la mirada de Guerín. El montaje es notable, de gran ritmo pese al tono tan sereno y calmado, si bien en cuanto a metraje total, y por momentos, el director parece implicarse tanto en la historia que deja de recortar allí donde la historia, para ser contada y entendida por los espectadores, no necesita tanto.
Lo que nos queda es un documental lúcido, muy rico en cuanto a temas (la muerte, el amor, la religión, el paso del tiempo…), que enfrenta con complejidad los claroscuros del desarrollo económico de las ciudades, y que acaso resulta siniestramente premonitorio de la tremenda crisis económica (en el caso de España, mayoritariamente, resaca de la orgía del ladrillo) que nos sobrevendría un puñado de años después.
En Construcción pone la cámara en las entrañas del Raval barcelonés para dar fe del proceso de actualización urbanístico que sustituyó viviendas antiguas en mal estado por edificios nuevos listos para venderse. Del entorno que se relaciona directa o indirectamente con estas obras, Guerín selecciona una serie de personajes para ir articulando su discurso. Serán los habitantes del Raval los que aportarán el latido de lo que está pasando y veremos cómo sus vidas se ven afectadas por estas construcciones.
Guerín filma con tremendo respeto y compasión, con un amor hacia lo que pasa delante de la cámara que en ningún momento abandona la sobriedad. La imagen respira pero no languidece, en un tono documental parsimonioso y recio que se aleja con éxito del realismo social blando del que tanto ha adolecido el cine español en las dos últimas décadas. Observamos un uso reiterado del fuera de campo y del sonido off, y no simplemente como mero recurso de solapación que nos ayude en la edición; el universo del Raval queda retratado tanto dentro como fuera de la cámara y de la mirada de Guerín. El montaje es notable, de gran ritmo pese al tono tan sereno y calmado, si bien en cuanto a metraje total, y por momentos, el director parece implicarse tanto en la historia que deja de recortar allí donde la historia, para ser contada y entendida por los espectadores, no necesita tanto.
Lo que nos queda es un documental lúcido, muy rico en cuanto a temas (la muerte, el amor, la religión, el paso del tiempo…), que enfrenta con complejidad los claroscuros del desarrollo económico de las ciudades, y que acaso resulta siniestramente premonitorio de la tremenda crisis económica (en el caso de España, mayoritariamente, resaca de la orgía del ladrillo) que nos sobrevendría un puñado de años después.
27 de junio de 2006
27 de junio de 2006
19 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película documental muy original. Se trata de una crónica de la construcción de un edificio. La mirada selectiva del director se dirige hacia los que trabajan en la obra y hacia los que viven en el mismo barrio. La vida misma reflejada en los diálogos naturales (como si estuviese la cámara oculta) y las historias que se van contando, y que evolucionan al ritmo que se construye el edificio.
21 de octubre de 2005
21 de octubre de 2005
12 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
El especial, insobornable hasta la fecha y poco frecuentado cineasta barcelonés José Luis Guerín, obtuvo con "En construcción" su mayor reconocimiento de crítica y público.
Se trata de un film sólido y muy particular, ni más ni menos que la evolución de un grupo de habitantes del popular bario chino de Barcelona, ante la demolición de los antiguos edificios para la construcción de nuevos y mejores inmuebles. Es una observación casi diaria de esas gentes, con toda su espontaneidad y naturalidad, siendo la cámara un ojo fijo de la vida y sus transformaciones, dónde la apariencia es que no se cuenta nada pero es ahí precisamente dónde radica su carácter y solidez.
Se trata de un film sólido y muy particular, ni más ni menos que la evolución de un grupo de habitantes del popular bario chino de Barcelona, ante la demolición de los antiguos edificios para la construcción de nuevos y mejores inmuebles. Es una observación casi diaria de esas gentes, con toda su espontaneidad y naturalidad, siendo la cámara un ojo fijo de la vida y sus transformaciones, dónde la apariencia es que no se cuenta nada pero es ahí precisamente dónde radica su carácter y solidez.
17 de mayo de 2006
17 de mayo de 2006
14 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me ha gustado mucho este documental, sobre todo por la naturalidad de los personajes y la historia en general. Chapó para todos los protagonistas, unas actuaciones magníficas, me he quedado sorprendido por este factor, además con historias reales de la vida misma que se ven cada día en todos los lugares del planeta.
A pesar de haber muchos diálogos, estos son entretenidos, además de haber bastantes toques de humor( sobre todo en la secuencia del escubrimiento de los huesos).
Magnífico documental, una historia de la vida misma que dura dos horas que se te harán en una sola. Jose luis Guerín se lo ha currado y aprecio ese trabajo, brillante este director.
A pesar de haber muchos diálogos, estos son entretenidos, además de haber bastantes toques de humor( sobre todo en la secuencia del escubrimiento de los huesos).
Magnífico documental, una historia de la vida misma que dura dos horas que se te harán en una sola. Jose luis Guerín se lo ha currado y aprecio ese trabajo, brillante este director.
8 de febrero de 2021
8 de febrero de 2021
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pues sí, señores, por más que a algunos ávidos posibilistas, buscadores de objetivos inmediatos, les moleste, la vida es también eso que sucede mientras nosotros nos miramos el ombligo, aunque lo hagamos a la carrera: mientras compramos o vendemos acciones, viajamos en aviones, visitamos notarías, cambiamos de vehículo o afeamos la conducta a los que no se han apuntado al carro del consumo y la producción.
Cada vez entra menos en nuestros planes la más que interesante decisión de "perder el tiempo"; eso que hacen algunos de los resistentes de este documento antropológico de este perceptivo, poeta de lo mínimo, que se llama José Luis Guerín.
Los hay que se aburren asistiendo a una proyección como "En construcción". Son los mismos que no soportan una puesta de sol, más allá de quince segundos, lo que tardan en capturarla para sus redes sociales (no para ellos); los que han "evolucionado" sustituyendo la charla presencial con la más aséptica comunicación digital; quienes consideran que la existencia de seres diferentes (los fuera del sistema) no tiene el más mínimo interés, son más bien un engorro para el avance de políticas pragmáticas...
Pero como no quiero caer en el maximalismo puedo entender que alguien no acostumbrado a cierto tipo de cine pueda sufrir con la "lentitud" de planos y escenas, no es mi caso: cuando miro una flor no me importa que no cambie de forma y color durante la observación; cuando me pierdo dentro de una mirada estoy viendo mucho más que la córnea y el iris...
Un mirón tiene algo que dignifica el acecho, se llama imaginación. Algo de lo que carecen, nunca sabrán lo que se pierden, quienes por razones varias tienen ese apéndice inservible.
Esta mala baba vertida en el párrafo anterior, viene a colación de algunos ineducados y escatológicos comentarios que he leído aquí (filmaffinity) y escuché en la sala la noche que vi la película.
Cuando un barrio desaparece no solo se van las pintadas, los pájaros que venían a las huertas, los trastos que dormían el sueño eterno en los húmedos sótanos...; cuando un barrio muere se quedan sin refugio los recuerdos, que vagarán sin descanso por las nuevas jaulas de pladur, por los aparcamientos de pago donde antes se fumaba alrededor de una hoguera, por los redondos sombreros del aligustre que fue higuera que acogía bajo su sombra a los callejeros, por las inaccesibles rotondas que ayer fueron fuentes y hoy yacen enterradas en tubos de PVC...
Cada vez entra menos en nuestros planes la más que interesante decisión de "perder el tiempo"; eso que hacen algunos de los resistentes de este documento antropológico de este perceptivo, poeta de lo mínimo, que se llama José Luis Guerín.
Los hay que se aburren asistiendo a una proyección como "En construcción". Son los mismos que no soportan una puesta de sol, más allá de quince segundos, lo que tardan en capturarla para sus redes sociales (no para ellos); los que han "evolucionado" sustituyendo la charla presencial con la más aséptica comunicación digital; quienes consideran que la existencia de seres diferentes (los fuera del sistema) no tiene el más mínimo interés, son más bien un engorro para el avance de políticas pragmáticas...
Pero como no quiero caer en el maximalismo puedo entender que alguien no acostumbrado a cierto tipo de cine pueda sufrir con la "lentitud" de planos y escenas, no es mi caso: cuando miro una flor no me importa que no cambie de forma y color durante la observación; cuando me pierdo dentro de una mirada estoy viendo mucho más que la córnea y el iris...
Un mirón tiene algo que dignifica el acecho, se llama imaginación. Algo de lo que carecen, nunca sabrán lo que se pierden, quienes por razones varias tienen ese apéndice inservible.
Esta mala baba vertida en el párrafo anterior, viene a colación de algunos ineducados y escatológicos comentarios que he leído aquí (filmaffinity) y escuché en la sala la noche que vi la película.
Cuando un barrio desaparece no solo se van las pintadas, los pájaros que venían a las huertas, los trastos que dormían el sueño eterno en los húmedos sótanos...; cuando un barrio muere se quedan sin refugio los recuerdos, que vagarán sin descanso por las nuevas jaulas de pladur, por los aparcamientos de pago donde antes se fumaba alrededor de una hoguera, por los redondos sombreros del aligustre que fue higuera que acogía bajo su sombra a los callejeros, por las inaccesibles rotondas que ayer fueron fuentes y hoy yacen enterradas en tubos de PVC...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Emociona asistir a lo irremediable, al acabose de un mundo auténtico que tú sospechas que no va a ir a mejor.
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