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Reina y patria

Drama Un inglés que creció en Londres durante la II Guerra Mundial, se hace militar para combatir en la Guerra de Corea. Año 1952. Bill Rohan, de 18 años, pasa su vida sonñando con ser llamado a filas por dos años por el servicio militar obligatorio. Cada mañana, Bill nada en el río y suspira por una bella muchacha que pasea en bicicleta por los caminos cercanos. Ese idilio se romperá ante la dura realidad del campo de entrenamiento. Allí se ... [+]
Críticas 5
Críticas ordenadas por utilidad
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7
27 de octubre de 2015 5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Secuela tardía de Esperanza y gloria, tal vez la mejor película de John Boorman, Reina y patria se puede ver con independencia de su gloriosa antecesora, y si bien no alcanza las cumbres de excelencia de la primera, no es una película que merezca el suspenso asestado por los usuarios de FA, sobre todo teniendo en cuenta los tiempos (cinematográficos) que corren. Para empezar, ofrece una acerba visión del ejército que, en lugar de la enloquecida parodia de MASH o Dr. Strangelove, utiliza la ironía y el sarcasmo para dejar en evidencia a un estamento de pronóstico reservado. De hecho, todos los oficiales de alta graduación que desfilan por la película son seres despreciables, de los cuales uno desearía encontrarse lo más lejos posible. El ambiente que se respira en los cuarteles es irrespirable, pero es el paso, ay de la adolescencia a la juventud, y sobre ese delicado tramo de la existencia presenta Boorman una perspectiva entrañable pero en ningún momento acaramelada, siempre contando con el apoyo de unos actores espléndidos y unas actrices sensibles y altamente atractivas (yo me quedo con Vanessa Kirby, la verdad, pero cada uno tiene sus vicios). También es la película un canto a la cinefilia, pero sin caer en la acumulación de citas y homenajes. Los protas aman el séptimo arte y así lo manifiestan cuando se tercia. No es desdeñable tampoco la amarga visión de la clase media británica, cuando aún faltaban unos años para que llegaran The Beatles y lo pusieran todos patas arriba. Pero ésa es otra historia. En cualquier caso, desearía romper una lanza en favor de esta hermosa cinta y animaros a visionarla sin prejuicios ni ideas preconcebidas,. Tal vez os llevéis una grata sorpresa.
4
16 de septiembre de 2015 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Parecen jóvenes de un colegio mayor gastando bromas, diviertiéndose, pasando el obligado tiempo de su servicio y saliendo a conocer chicas, todo ello envuelto en la decorada excusa del ejército y de una guerra que se sospecha, pero está tan lejos que no perturba la distracción y pasatiempo del campamento M.A.S.H. y todas sus juergas, argucias y atropellos.
Porque va de la convivencia y tiranía del mando, de obviar la ley y mantener la diversión entre el rango, obcecada tirantez que se entretiene con menudencias rutinarias para adornar el aburrido día a día repetitivo, tensión y rivalidad entre colegas y superiores que enrarecen la coexistencia y lo relegan todo a travesura de los listillos de la clase, que serán castigados por los profesores, en caso de que sean pillados.
"Taps", aquí rasos, "más allá del honor", en esta caso no llega a tanto el sacrificio, sublevación de toque inglés ante el aprovechamiento de quien no tiene respeto por sus soldados pero, al igual que ellos, defiende a la reina y la patria, lo cual viene ¡que ni al pelo! pues la susodicha lleva en el trono del referido país la friolera, ya de récord imposible de superar, de 63 años.
Gamberradas sin excesivo humor ni interés, superfluos romances que apenas alcanzan para emocionar o prestar atención, historietas de la mili, estando en activa lucha contra coreanos -del sur, no confundir con norte-, que no capturan al corazón ni despiertan la mente pues ésta transcurre tranquila, relajada, mínimamente implicada, viendo el desfile teatral de John boorman por este argumento que ir, no va a ningun lugar.
Insinúa ser la continuación de su predecesora "Esperanza y gloria" y, aunque se aprecia su correcta puesta en escena, la característica elegancia del comportamiento británico, sus degustadas interpretaciones y su porte clásico de presentación, diálogo y andadura, no entusiasma, no satisface, no inspira comentar sobre ella pues la pretendida ironía de sus sentencias no se aspira ni llega lejos, su costumbrismo militar de normas, ataduras y merodeos da para episodio cómico de serie académica sobre la educación del joven ejército nacional ¡sin más! y, en general, buen reflejo de sus intenciones con pobre e insípido resultado práctico; verla puedes seguirla sin molestia, consumir su duración sin extravío o gran preocupación, que dicha parsimonia o comedida desgana te valgan, es otra cosa.
Gran Bretaña y su ejército repleto de novatos lozanos lanzados a las trincheras, su experiencia en residencia de paso e instrucción, tejemanejes de quienes lo dirigen y enseñan en ellos, relaciones extras de condimento y la perdida de un reloj de cuco como reflejo de la presión obsesiva de quien cree ser la ley y quien se obstina en enfrentarse a ella, poco más de relleno que no sea corrección de formas, adecuada ambientación y reflejo latente de cómo fue aquella época pero, con todo, de poco sirven si ni sonríes, ni te alteras ni se mueve una pizca tu lánguido estado de ánimo que mira pero no observa, oye pero no escucha y no encuentra forma de exprimir apetencia nutritiva a tan pasiva cena.
No es mala, no es excelente, es correcta lo cual te deja en equilibrio de veredicto que no se decide ni decanta, si optas por escogerla apreciarás el envoltorio, no tanto su contenido si la misma pasa sin tu visión tampoco echarás de menos una gran historia de impactante y efusivo recuerdo, simplemente es disciplinada, cumplidora..., ¡correcta!, que a veces implica no tener nada especial que contar sobre ella.
En esta ocasión, la gracia y acidez de la isla ha quedado seca e inerte, su acordada exactitud narrativa y compositiva ahoga su posible ocurrencia, así como su necesario efecto pragmático.
Presentable y cortés, educada y precisa sin fruto degustativo, ni resueño o dramático que llevarse a la boca..., ¡no me vale!

lulupalomitasrojas.blogspot.com.es
6
27 de septiembre de 2016 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vi “Queen and Country” (“Reina y patria”, RU, 2014) dirigida y escrita por el experimentado John Boorman. Se trata de un filme autobiográfico en el que Boorman expone su juventud en el ejército inglés, a la vez que es una secuela de su filme “Hope and Glory” (Boorman, RU, 1987), donde él mismo narra su niñez durante la Inglaterra de la Segunda Guerra Mundial. Cuenta con un reparto que hace bien su trabajo, en especial los protagonistas: Callum Turner y Caleb Landry Jones. La cinta narra, como ya lo dije, los dos años de milicia obligatoria de un joven inglés, quien en vez de ser enlistado para la guerra de Corea, es dejado en las barracas como instructor de otros reclutas, junto con su mejor amigo: un bromista sin moral alguna. Ahora bien, la película es muy correcta estéticamente. Es una cinta pulcra hecha por alguien que conoce su oficio. Pero la historia en sí es algo aburridora y ligera. Empiezo por indicar que está a caballo entre el drama y el humor negro, pero no creo que sea obra magistral ni en lo uno ni lo otro. Eso sí, los personajes están bien construidos e interpretados, pero la historia no trastoca los sentidos del espectador. Metafóricamente, es como cuando uno escucha una historia interesante, pero que no va más allá de la anécdota extraña que cuenta detalladamente un colega mientras se comparte un café. Luego de oír la historia, cada uno para su trabajo, como si nada. Sin embargo, algo a resaltar del filme tiene que ver con el realce de la amistad como valor que permite sobrevivir a los ambientes totalizantes (siendo un ejemplo de ellos la milicia), a la vez que se narra con exactitud cómo ante la rigidez del protocolo militar apareceI la malicia del soldado. Es decir, en ambientes altamente represivos no aflora lo mejor del hombre, sino su capacidad de adaptación, incluso moral. Finalmente, queda en el aire, para una buena conversación, el tema del comportamiento de los soldados protagonistas con su sargento, a quien le tienden una trampa pues no aguantan su rigidez disciplinaria, pero las cosas no terminan bien para el sargento. Los reclutas, al desconocer el contexto de su superior, no sabían lo mucho que significaba para él vivir bajo las estrictas reglas de la milicia. Allí la importancia de las circunstancias de la vida, de los accidentes que la rodean, de no juzgar sin conocer los detalles. En fin, es una película que no incomoda verla, pero tampoco marca hito en el género. 27-09-2016.
5
10 de septiembre de 2015 3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
En clave autobiográfica y como secuela de la muy anterior “Esperanza y Gloria”, John Boorman narra el servicio militar de los dos jóvenes protagonistas y sus primeros escarceos amorosos. De realización plana, casi telefílmica, pero con unas correctas interpretaciones, lo más destacable es la visión crítica del ejército británico, anclado en aquellos años cincuenta en vetustas y anquilosadas formas y aún muy marcado por la recién finalizada 2ª Guerra Mundial. El octogenario director inglés firma con esta cinta el que probablemente sea su testamento cinematográfico, pero se halla muy lejos de su cine atrevido e iconoclasta que tanto sorprendió desde finales de los sesenta hasta bien entrados los ochenta. Quizá la edad le ha amansado.

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7
12 de marzo de 2016 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Todo huele a nostalgia, a ecos de una vida. En este caso la del maestro Boorman que a sus 83 años parece intuir la despedida y ha querido añadir a las que ya nos contó en "La esperanza y la gloria" (1987) un capítulo más, el de la adolescencia, sus vivencias personales semiautobiográficas. Adolescencia que se forma y cuaja en un ambiente militar de posguerra que entronca directamente como muy bien ha apuntado Javier Ocaña en El País con "Vida y muerte del Coronel Blimp" (1943) de los "arqueros" Powell y Pressburger.
A la crítica y sátira de un estamento militar enredado en caducos códigos militares, añade Boorman el relevo de la nueva generación. Hombres y mujeres que verán el mundo de forma diferente y cuyas costumbres sociales se liberarán en previsión de que la siguiente guerra no les pille sin haber vivido lo suficiente. Amor, amistad y mucho humor aderezan este casi testamento de Boorman que dirige sin alardes, de forma clásica, aferrado a la maestría de toda una vida.
No es una obra sobresaliente y hubiera ayudado un actor con más carisma que Calllum Turner, pero en cualquier caso deja un agradable sabor de boca en la hipotética despedida de Boorman.
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