Sin pies ni cabeza.

Ante la desaparición de varios paracaidistas en extrañas circunstancias, y con la excusa de que el ejército no debe hacerse cargo de la investigación, porque existe el riesgo de filtraciones, le encargan el caso a un cuarentón ligoncete que se dedica a corretear detrás de todas las faldas que aparecen en la película. Viva la coherencia..

Increíblemente, los altos mandos que confían en él no le devuelven a su empleo civil envuelto en celofán a los cinco minutos de conocerlo (pese a comprobar que trata de tirarle los tejos a secretarias, investigadoras de laboratorio, camareras, simples transeúntes y señoras que corretean en paños menores por la playa ¡Viva la discreción!) y deciden confiar en él.

Y la película continúa entre despropósito y ronquido, hasta un final que no revelaré... pero que recomiendo sea visto por los amantes del cine de absurdo y quienes quieran sufrir una Lobotomía no quirúrgica (por lo de perder unas cuantas neuronas)

Barata producción, serie más bien C, de la productora británica Tigon, que tiene dos partes, en mi opinión, diferenciadas en cuanto a interés.
La primera es la mejor. No es para tirar cohetes, pero la intriga se mantiene bien y se sigue con fluidez. Sin embargo, poquito a poco se va convirtiendo en algo cada vez más insulso, hasta llegar a un final absurdo y soso a más no poder.
Una pena por cuanto el film comienza de forma amena para volverse repetitivo y anodino.
De todas formas se puede ver, pero dejando bien claro que es una medianía que lastra sus escasas posibilidades por falta de verdadera imaginación y un guión más coherente y serio.

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