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Phantom BoyAnimación

Animación. Drama En el transcurso de una investigación, Alex, un oficial de policía, es atacado por un personaje misterioso. En el hospital conoce a Leo, un paciente de once años que tiene el poder de salir de su cuerpo y atravesar paredes como si fuera un fantasma. Gracias a la ayuda de Leo y a la intrépida periodista Marie, Alex podrá hacer frente al gánster que lo atacó y que amenaza a la ciudad. (FILMAFFINITY)
Críticas 5
Críticas ordenadas por utilidad
22 de diciembre de 2016
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Muy entretenida, me pareció deliciosa y conmovedora, unos magníficos dibujos, de los de antes, altamente disfrutable y con una historia maravillosa.
Es un thriller, un criminal que amenaza a la ciudad, la chantajea y un niño enfermo con un poder ayuda a su captura, una trama criminal con un gan guión y disfrutable para toda la familia. Mis hijas disfrutaron, me preguntaron, se intrigaron, se emocionaron, al igual que yo la disfrutaron. Un placer.
Megustaelcine
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19 de junio de 2016
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
No seré yo quien reste un ápice de excelencia a la trayectoria de Pixar, dominadora del cine de animación contemporáneo por encima de su marca propietaria, la otrora acostumbrada al monopolio Disney. Con ese póker de obras maestras consecutivas desde Ratatouille hasta Toy Story 3 o con el regreso a su mejor nivel en Del Revés, no se le puede negar lo alto que ha elevado el "género" de animación (si es que se puede hablar de tal género), alcanzando hitos narrativos que son capaces de dejar un logradísimo acabado estético en segundo plano.

Pero eso no quita que se puedan saborear con el mismo regusto y que se sientan igualmente necesarias esas "pequeñas" obras, de corte más artesanal, de aroma más clásico, que en los últimos años nos brinda de vez en cuando la cinematografía europea. Chico y Rita o Arrugas por estos lares, L'Arte della Felicitá en Italia, y especialmente la animación francófona llevando la delantera, con la figura de Sylvain Chomet (Bienvenidos a Belleville, El Ilusionista), con tres nominaciones a los Oscar, como referencia.

Un honor, la candidatura a los galardones más mediáticos, que también ostenta el tándem Gagnol-Felicioli, en 2012 por Un Gato en París, su debut en el largometraje, que compitió precisamente con el film de Trueba y Mariscal. En su segunda película repiten la fórmula, que tan bien les funcionó en su ópera prima, de combinar códigos mágicos y antropomórficos de la tradición de la animación clásica con géneros "de adultos", y de igual modo altamente codificados, como el 'thriller' y el cine negro. En ese aspecto, la "mudanza" de París a Nueva York, como escenario del relato, y unos títulos de crédito iniciales que evocan, a su modo, al Saul Bass más icónico, suponen sendas declaraciones de intenciones.

Pero más allá de ello, estas elecciones contextuales, estéticas y de código derivan también a una solución narrativa, la del mecanismo sobrenatural y onírico que permite hilvanar, en paralelo, dos tipos de relato que de primeras se antojan indisolubles como el agua y el aceite: un drama de enfermedad infantil y una trama criminal al más puro estilo 'noir'. El resultado no podría ser mejor, desterrados los lugares comunes de la lástima y la lágrima en un caso y el factor inverosimilitud en el otro, a través de un acertado y eficiente guión que explota al máximo sus recursos.

En resumen, una delicia ética, estética y narrativa y dos autores a seguir de cerca. La animación clásica está más viva y fresca que nunca.
Skorpio
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12 de diciembre de 2015
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay películas de animación que no esconden el público al que van dirigidas. Muchas se decantan por un público infantil, otras por una clara vertiente más adulta y unas cuantas (lo que llega de Pixar, sin ir más lejos) por ofrecer suficientes alicientes a ambas franjas de edad. Fuera de estas tres categorías está Phantom Boy, una cinta franco-belga con participación de la Generalitat catalana y dirigida por Alain Gagnol y Jean-Loup Felicioli que desde un principio parece denotar una clara preferencia por dirigirse a los más pequeños (de hecho, en los créditos iniciales se hace hincapié en que está especialmente recomendada para los niños), pero que a lo largo de su desarrollo introduce varios elementos que sólo alguien más talludito podría entender en su plenitud.

Phantom Boy comienza con dos hermanos leyendo un cómic en un apartamento cualquiera de Nueva York. Ahí descubrimos que Leo deberá ingresar en un hospital el día siguiente para que empezar un tratamiento contra el cáncer. En otro punto distinto de la ciudad, un teniente de policía logra evitar un atraco con la inestimable colaboración de una periodista, aunque al comisario no parece gustarle nada y opta por degradarle. Por último, un malvado con la cara desfigurada amenaza con un ataque a toda la ciudad.

El título de la película se extrae de la facultad que posee Leo para convertirse en fantasma y realizar todas las tareas propias de estos seres, que se centran fundamentalmente en levitar y atravesar paredes sin que nadie se percate de su presencia. Un fenómeno paranormal aceptable en sus pretensiones y que además está bien ejecutado a lo largo del film, no como en otras ocasiones donde los fantasmas atravesaban paredes pero pisaban bien en el suelo (véase Ghost), por lo que no necesariamente tiene que implicar algo infantil. Este matiz lo notaremos en otros aspectos de la obra, como una excesiva tendencia a la moralina y el sentimentalismo que claramente pretenden tener una vocación didáctica en los más jóvenes. Por fortuna, esta cuestión está bien llevada en la cinta de Gagnol y Felicioli, ya que esas dosis moralistas nunca llegan a sobrepasar los límites de lo reprochable.

Lo que sucede en Phantom Boy es que, dentro de esta perspectiva, vemos aparecer algunos detalles que no casan con lo que un niño podría buscar en una película. Dicho de otra manera, surgen pequeños homenajes sobre la cultura y el ocio que requieren una edad más avanzada para ser comprendidos. El ejemplo perfecto es esa escena en el Bada Bing en la que el mismo Tony Soprano se presenta con apariencia cartoon para ayudar a un personaje. Un intento claro por mantener a los adultos enganchados a la película y que busca contrarrestar así el tono infantil de la misma que de otra manera podría provocar algún que otro bostezo en el público menos acostumbrado al cine.

Un detalle negativo que no casa bien con la aceptable película que es Phantom Boy. La obra de Gagnol y Felicioli ofrece varios alicientes para que los más pequeños de la casa se muestren pegados a la pantalla hasta el final de la proyección, así como los mencionados detalles que harán despertar el interés entre los más adultos pero, en su conjunto, no da la sensación de ser una cinta todo lo sólida que debería ser. Aunque ser reduccionistas y simplistas siempre es un error, en este caso no sería descabellado decir que es la típica película que se podría exhibir en la sesión matinal de los sábados. Si el lector tiene hijos, no debería dudar entonces en ponerles frente a la pantalla. La duda es si realmente merece la pena que el adulto también goce de su visionado.


Álvaro Casanova - @Alvcasanova
Crítica para www.cinemaldito.com (@CineMaldito)
53 Festival Internacional de Cine de Gijón
Kasanovic
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15 de enero de 2016
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Phantom Boy" es el segundo largometraje de Alain Gagnol y Jean-Loup Felicioli, los creadores de la nominada al Oscar "Un gato en París". Ambientada en Nueva York para esta ocasión, no es sin embargo demasiado distinta a lo que ofreció aquella primera película. Su estilo de dibujo claramente definido, sencillo y de rasgos cubistas, es un calco en ambas, ofreciendo por tanto las mismas virtudes creativas, pero también los mismos defectos, como esa escasez de dinamismo que tienen los personajes y su defecto en expresividad facial. En cualquier caso lo que mejor funciona es, como en el caso de su predecesora, su retrato nocturno de la ciudad, generando imágenes preciosas que logran capturar a la perfección la atmósfera sórdida de la historia.

Su historia vuelve a las andadas de los crímenes cometidos en los suburbios de una gran ciudad, narrando una historia policíaca con claras reminiscencias estéticas y argumentales del cine de gángsters y el noir clásicos, al tiempo que desarrolla una subtrama centrada en el drama familiar. Sin embargo, es en la ejecución de estos mismos elementos donde difiere del anterior largo de estos directores. Lo que en aquella chocaba por su indefinición, dándose de bruces constantemente entre los polos opuestos que conformaban la película, aquí aparece desarrollado con mucha más regularidad, aunque aún no del todo pulido. En cualquier caso, se observa una clara mejoría en la forma de combinar los discursos emocionales variados que aparecen en ella. La comedia y el drama no se invaden entre sí, la parodia y la tensión van de la mano (véase el clímax en el puerto), e incluso los elementos fantásticos se integran con facilidad dentro de la amalgama de géneros.

Aunque no exenta de guiños para los adultos, hay que tener en cuenta que "Phantom Boy" es ante todo una cinta infantil, pero no con las connotaciones de inocuidad con las que se suele asociar este tipo de cine, sino más bien como una manera de introducir a los niños en un género normalmente reservado al público adulto, poniendo énfasis en sus elementos más llamativos y característicos; una fascinación que queda explicitada en el personaje de Leo, un niño con cáncer que sueña con convertirse en el héroe de las novelas policíacas que lee. Para ello, el filme no escatima en recursos para mostrar la sordidez del entorno y de los personajes que trata, pero también mantiene un tono ligero al desarrollar una faceta humorística con el villano y sus esbirros, que logran verse amenazantes y patéticos a la vez, pero sin cargar demasiado las tintas de un lado o de otro, permitiendo que ambos funcionen en su justa medida. Y tal vez el valor más importante de esta película sea esa capacidad para evocar el potencial del género, de forma que sin dejar de lado todo lo que lo define logra descifrar su atractivo para el público infantil.

Más allá de esta interesantísima cualidad, lo cierto es que "Phantom Boy" no me llega a parecer una obra destacable en ningún momento. Su capacidad de abrir nuevas vías narrativas y estéticas a través de la animación es sin duda meritoria pero aún queda lejos de las obras maestras del medio, que son capaces de aunar la identidad estética, que ya demuestran claramente tanto esta cinta como "Un gato en París", con una habilidad para contar historias y presentar personajes y emociones al espectador de la que éstas carecen. En este caso, la narración, aunque más efectiva que su predecesora, es todavía en exceso esquemática, plana y predecible, sin dar lugar apenas a la sorpresa y con un énfasis en los personajes todavía insuficiente para todo lo que pretende transmitir. El drama, no exento de aciertos inesperados (el hieratismo en las expresiones de sus personajes es sorprendentemente efectivo a la hora de tratar la situación familiar que vive Leo), es sin embargo demasiado esporádico dentro de la historia para generar una identificación emocional consistente a lo largo de la misma. Por todo esto el resultado es una película sólida pero olvidable, un claro progreso respecto a su anterior largometraje pero todavía con un enorme margen de mejora que muy probablemente podamos apreciar en futuros proyectos de sus autores, a medida que vayan definiendo su estilo y optimizando sus recursos narrativos.

Texto escrito para www.cinemaldito.com
Ghibliano
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15 de septiembre de 2015
3 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un misterioso gánster desfigurado hiere a Alex, un inspector de policía que lo sigue. Inmovilizado en el hospital, Alex hace amistad con Leo, un chico de once años que tiene el poder de salir de su cuerpo. Como un fantasma, invisible para todos, alza el vuelo y pasa a través de los muros ...

Phantom boy, de los realizadores de la galardonada Un gato en París, es una gran historia, con todos los elementos de un relato policial y un toque de fantasía. El argumento que -por su complejidad, sentido del humor y ternura- emancipa una película para público joven de la categoría de género menor, avanza a ritmo de aventura y plantea la lucha entre luces y sombras, y entre la salud y la enfermedad. Su factura, impecable y delicada, de dibujos hechos y coloreados a mano, homenajea al cómic y nos presenta unos personajes de una entrañable humanidad.
Lourdesdrac
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