Eddie Murphy es el Dr. Doolittle, que es un médico de personas que resulta que puede hablar con cualquier bicho que se precie. Aunque bueno, sería más preciso decir que de pronto cada animal del universo habla inglés doblado al español (así vi yo este documental). Es más, sería más preciso incluso que este señor tiene la capacidad de que los animales se comuniquen con el desde la película anterior, que vendrá a ser conocida como Dr. Doolittle.

Y bajo toda esta parafernalia, algo parecido a una película, con osos que no se quieren dar a los buenos y naturales vicios y castores mafiosos con sobrepeso que ríase usted de mindundis como Marlon Brando, Robert De Niro o Joe Pesci.

En definitiva basurilla. Aunque sea algo dirigido al público infantil, no es excusa para que alguien teóricamente menos infantil no pueda pasar un ratillo entretenido. Con Dr. Doolittle desde luego no te entretienes.

Ni ecologismo ni chorradas en vinagre. El buen mensaje no justifica el medio ni de coña.

¡Jamás pensaste!, ver al Dr. Doolittle servir de asesor sentimental de un oso, consultor legal de los animales para la protección de un bosque, consejero de una comadreja mafiosa, orientador de un mono con problemas con el alcohol, y sobre todo contara con la ayuda de su sabio perro, Lucky ¡que se enamora de una loba!

El actor Eddie Murphy ha demostrado tener una carisma que cautiva al público, ejemplo de ello esta es la cuarta vez que filma una secuela, “48 Hrs.” (1982,1990), “Beverly Hills Cop” (1984, 1987, 1994), “The Nutty Professor” (1996, 2000) y “Doctor Dolittle” (1998, 2001).

El film está diseñado para padres e hijos por igual, de ahí su disparatado humor. Esta secuela tiene un tema ecológico, muy propio para la conciencia de los niños de edad escolar elemental, buscar proteger una especie en peligro de extinción. La película tuvo un presupuesto de $72 millones y generó por la venta de taquillas la cantidad de $176 millones, además recibió siete nominaciones a diferentes premios en festivales de cine.

Unos empresarios sin conciencia ambiental quieren aserrar un bosque con las obvias consecuencias para la fauna del lugar. El jefe de los animales, el castor, manda una embajada para conectarse con el Dr. Dolittle destinada a salvarlos. El plan es que un oso de circo se aparee con una osa salvaje y que se reproduzca para convertir el bosque en una especie de reserva. Pero el oso en cuestión está muy aburguesado y no parece despertar el interés de la osa. Sobre estos ejes se desarrolla la comedia que no es desopilante pero tiene momentos de bastante humor, y que se puede ver. 6,2.

Me quedo helado con el varapalo en puntuación, poco más que un 3, que se lleva en esta página la segunda parte de "Dr. Dolittle" (1998). Como suele suceder, pese al dicho que afirma lo contrario, la continuación de las aventuras de John Dolittle (Eddie Murphy) y su particular don para comunicarse con los animales, supera por un cuerpo a la primera, si bien ésta tuvo bastante más éxito en taquilla, siendo la sexta a nivel mundial contra la número 23. Sea como fuera, es más entretenida, más dinámica y mucho más divertida, sobre todo gracias a un oso, que además de tronchante, es un actorazo.

Por supuesto, animales por un tubo, junto a osos de varias clases, un castor mafioso, un perro como narrador, zarigüeyas, búhos, ciervos, mofetas, puercoespines, un mono borrachín, jabalíes, un camaleón un poco inútil, lobos, mapaches, comadrejas y alguno más, todos haciendo las delicias de niños y mayores. Por si fuera poco, referencias cinéfilas a "Pájaros, "El Padrino" o "Terminator", o literarias al mismísimo Poe con este cuervo. Como se puede apreciar, película ideal para ver en familia, un poco blandita pero muy graciosa, inocente y con valores ecológicos y humanos formativos.

Gran segunda parte de las aventuras, o animaladas según se mire, del doctor John Dolittle, al que da vida un muy simpático Eddie Murphy. Yo digo sin ninguna vergüenza que me ha encantado y ha hecho que me ría de lo lindo. Quizá como otros, no tengo prejuicios hacia películas como esta: comedias sencillas, tiernas y con preciosos animales como protagonistas.

Ahora es un oso, Archie, quien necesitará del don de Dolittle para solucionar, no sólo su vida, sino la vida de todo un bosque de Norteamérica amenazado por una empresa maderera. Este Archie es un oso cautivo, estrella de un espectáculo de circo y con el instinto primitivo atrofiado por completo, lo cual es un inconveniente para que enamore a la osa de sus sueños, quien sí vive en estado salvaje. Una historia de amor entre animales con algunos y buenos puntazos de por medio a cargo del civilizado Archie, el camaleón Pepito (genial este personaje) o el castor mafioso. Hasta hay guiños culturales y cinéfilos que los niños no pillarán pero que los mayores sí apreciaremos por ingeniosos; ahí tenemos el «Nunca más» del cuervo de Poe, o el momento a lo «Rocky». Todo aderezado con una agradable banda sonora, ciertos conflictos familiares que contribuyen al mensaje positivo y a las risas, y, por supuesto, muchos animalitos.

Yo no puedo pedir más. Alegría en estado puro.