Entre la espada y la pared
1932 

6.1
119
29 de diciembre de 2023
29 de diciembre de 2023
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo bueno que siempre encuentro en estas cintas precode (las realizadas entre el periodo de 1930-1934), es la audacia que demostraban al atreverse a presentar escenas de lo más insólitas, tramas poco convencionales y mezclas de géneros de lo más variopinto, (al margen de su calidad artística que casi siempre eran mejorables),convirtiéndose así en el periodo más extraño, fascinante y extravagante de toda la Historia sin discusión.
La historia comienza como un melodrama al uso en aquel entonces , de corte bastante teatral e interpretaciones algo exageradas subrayando el drama.
En mi tierra hay un refrán en euskera que resume concisamente el conflicto principal de la película, -"Kalean uxo, etxean otso".
Traducido literalmente al castellano significa -"En la calle paloma, en casa lobo".
Huelga decir que esto es atribuible a todos aquellos hombres que en público se presentan como buenas personas, pacíficas, simpáticas y sociables y a los que todo el mundo aprecia, mientras que tras los muros del hogar se convierten en verdaderas bestias, maltratadores de manual, psicópatas en potencia.
Esto es exactamente lo que se nos va a mostrar aquí.
Charles Laughton, en su debut cinematográfico, va a encarnar a esa paloma-lobo. Un celoso patológico hasta la médula, capitán de un submarino, tiene un gran crédito de respetabilidad en sociedad y todos le quieren, al contrario que a su joven esposa (Tallulah Bankhead), cuya reputación su marido ya se ha encargado de enfangar, presentándose como víctima de una esposa lujuriosa e infiel.
Ni qué decir tiene, las pruebas de sus sospechas ya se encarga él mismo de encontrarlas existan o no existan, castigando a su esposa por ello y a todo hombre relacionado con ellas.
Uno de los damnificados será Cary Grant (en un breve papel donde ya da muestras de su galanura), teniente de su navío, cuya carrera será destruida tan sólo por haber dado muestras de amistad para con su esposa.
Tallulah Bankead trabaja bien su papel de mujer maltratada. Melancolía, tristeza, aislamiento. Se encuentra sola en una sociedad que la desprecia. Su marido ha hecho un buen trabajo impidiéndole conservar cualquier amistad.
Es por eso que, cuando conozca a otro hombre (Gary Cooper, vaya reparto, ¿eh?), terminará arrojándose a sus brazos sin conocer que se encuentra ante el nuevo teniente subalterno de su marido, que se pone bajo sus órdenes en sustitución al anterior.
Y a partir de aquí es cuando yo empiezo a quedarme estupefacto.(spoiler)
La historia comienza como un melodrama al uso en aquel entonces , de corte bastante teatral e interpretaciones algo exageradas subrayando el drama.
En mi tierra hay un refrán en euskera que resume concisamente el conflicto principal de la película, -"Kalean uxo, etxean otso".
Traducido literalmente al castellano significa -"En la calle paloma, en casa lobo".
Huelga decir que esto es atribuible a todos aquellos hombres que en público se presentan como buenas personas, pacíficas, simpáticas y sociables y a los que todo el mundo aprecia, mientras que tras los muros del hogar se convierten en verdaderas bestias, maltratadores de manual, psicópatas en potencia.
Esto es exactamente lo que se nos va a mostrar aquí.
Charles Laughton, en su debut cinematográfico, va a encarnar a esa paloma-lobo. Un celoso patológico hasta la médula, capitán de un submarino, tiene un gran crédito de respetabilidad en sociedad y todos le quieren, al contrario que a su joven esposa (Tallulah Bankhead), cuya reputación su marido ya se ha encargado de enfangar, presentándose como víctima de una esposa lujuriosa e infiel.
Ni qué decir tiene, las pruebas de sus sospechas ya se encarga él mismo de encontrarlas existan o no existan, castigando a su esposa por ello y a todo hombre relacionado con ellas.
Uno de los damnificados será Cary Grant (en un breve papel donde ya da muestras de su galanura), teniente de su navío, cuya carrera será destruida tan sólo por haber dado muestras de amistad para con su esposa.
Tallulah Bankead trabaja bien su papel de mujer maltratada. Melancolía, tristeza, aislamiento. Se encuentra sola en una sociedad que la desprecia. Su marido ha hecho un buen trabajo impidiéndole conservar cualquier amistad.
Es por eso que, cuando conozca a otro hombre (Gary Cooper, vaya reparto, ¿eh?), terminará arrojándose a sus brazos sin conocer que se encuentra ante el nuevo teniente subalterno de su marido, que se pone bajo sus órdenes en sustitución al anterior.
Y a partir de aquí es cuando yo empiezo a quedarme estupefacto.(spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Porque este melodrama desgarrador va a tener su continuidad !en un submarino señores!.
Y ahí ya es cuando se desata la tragedia y el caos. El motín del Caine y Rebelión a bordo. Un capitán realmente psicópata, al mando de la lata de anchoas. No daría ni un duro por ninguno de ellos y la cinta adquiere un giro dinámico, trepidante y, realmente, fascinador.
Huelga decir que esta trama tan insólita y extravagante sólo puede sostenerse por las interpretaciones y el elenco.
Ver a Charles Laughton en sus dosis aun más histriónicas de lo que ya es habitual en él, me produce un placer fantástico. !Qué miradas!, !Qué gestos!, !Qué muecas terroríficas!, Desde luego la película no creo que pudiera sostenerse en su credibilidad ni lo más mínimo, si no fuera por este reparto. Yo no estaba muy seguro de si horrorizarme o maravillarme. Finalmente, he escogido la segunda opción. Podéis estar seguros que a esta cinta no le vais a dar al stop. Es bizarra, es atrevida, casi diría que es desafiante...No tengo ni idea de quién es su director y también la encuentro bastante irregular en ciertas cosas, pero me ha gustado la propuesta. Un pequeña salida de olla muy divertida. ¿La podríamos catalogar dentro de la lista de películas de submarinos?.
Y ahí ya es cuando se desata la tragedia y el caos. El motín del Caine y Rebelión a bordo. Un capitán realmente psicópata, al mando de la lata de anchoas. No daría ni un duro por ninguno de ellos y la cinta adquiere un giro dinámico, trepidante y, realmente, fascinador.
Huelga decir que esta trama tan insólita y extravagante sólo puede sostenerse por las interpretaciones y el elenco.
Ver a Charles Laughton en sus dosis aun más histriónicas de lo que ya es habitual en él, me produce un placer fantástico. !Qué miradas!, !Qué gestos!, !Qué muecas terroríficas!, Desde luego la película no creo que pudiera sostenerse en su credibilidad ni lo más mínimo, si no fuera por este reparto. Yo no estaba muy seguro de si horrorizarme o maravillarme. Finalmente, he escogido la segunda opción. Podéis estar seguros que a esta cinta no le vais a dar al stop. Es bizarra, es atrevida, casi diría que es desafiante...No tengo ni idea de quién es su director y también la encuentro bastante irregular en ciertas cosas, pero me ha gustado la propuesta. Un pequeña salida de olla muy divertida. ¿La podríamos catalogar dentro de la lista de películas de submarinos?.
25 de diciembre de 2017
25 de diciembre de 2017
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
El amor, los celos y el desamor poseen un lenguaje susurrante y lleno de sobreentendidos (también equívocos) que a veces adopta la forma de coraza y otras veces apenas es capaz de sobreponerse a la menor dificultad.
C. Laughton electriza la pantalla con su rotundidad interpretativa, T. Bankhead exhibe sus insinuantes artes felinas de seductora implacable mientras recibe la oportuna réplica de los galanes G. Cooper y C. Grant cuyo fascinante halo termina de componer un reparto de auténtico lujo.
Guión muy bien trenzado e impecable dirección por parte de M. Gering que encuentra el punto justo de equilibrio entre las emociones y la acción.
C. Laughton electriza la pantalla con su rotundidad interpretativa, T. Bankhead exhibe sus insinuantes artes felinas de seductora implacable mientras recibe la oportuna réplica de los galanes G. Cooper y C. Grant cuyo fascinante halo termina de componer un reparto de auténtico lujo.
Guión muy bien trenzado e impecable dirección por parte de M. Gering que encuentra el punto justo de equilibrio entre las emociones y la acción.
21 de enero de 2025
21 de enero de 2025
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Intenso melodrama romántico sobre una tortuosa relación matrimonial, marcada por los celos y la desconfianza, con un desenlace sorprendente y unos actores protagonistas de primer nivel.
El comandante Charles Sturm (Charles Laughton) y su esposa Diana (Tallulah Bankhead) mantienen una relación tormentosa, debido a los celos que le llevan a desconfiar continuamente de su mujer, a la que se imagina coqueteando con todo hombre que se le acerca. Hastiada de ser señalada sin motivos, y dolida por el trato que su marido dispensa a todo aquel que intenta ser amable con ella, una noche se deja llevar por la pasión y tiene una aventura con un apuesto desconocido, al que pretende no ver nunca más. Para su sorpresa, el amante resulta ser el teniente Sempter (Gary Cooper), recién llegado para servir en el submarino de su esposo.
La narración elige un ritmo sosegado, buscando la solemnidad de los diálogos y los momentos íntimos, que predominan en el argumento. El guion aprovecha además la ubicación exótica para crear misticismo durante la escena romántica, en el oasis nocturno, con el cielo estrellado de fondo. La dirección de Gering es de ritmo lento, con proliferación de primeros planos, enfatizando la expresividad de los rostros, muy meticuloso en los movimientos de cámara y la utilización del montaje para crear un ritmo concreto. Esas características convierten la narración en poco ágil, apostando todo a la hondura dramática, pero mostrándose pendiente de los detalles.
Charles Laughton es dueño y señor de todas las escenas en las que aparece, haciéndose cargo una vez más de un personaje antipático y sibilino, rol que elevó a lo sublime en numerosas películas. Gary Cooper encarna, como de costumbre, al galán sereno, confiado de su encanto, mientras Cary Grant aparece en los primeros minutos importantes en la trama, en los que, con su presencia, empezamos a comprender la verdadera naturaleza de trasfondo en la relación del matrimonio, distinta a la que habíamos pensado con las primeras impresiones.
Producción Paramount, compañía con la que Marion Gering estuvo en contrato a su llegada a Hollywood procedente de Rusia, ofrece una puesta en escena intensa, algo lenta y en exceso reflexiva en ocasiones, pero resulta en su cómputo general interesante. Y un vehículo para el lucimiento de los actores, en especial Charles Laughton, uno de los pocos que sería capaz de sacar adelante, de forma creíble, un personaje de estas características. Aun con sus momentos histriónicos, define perfectamente la personalidad del comandante, mientras Tallulah Bankhead, por su parte, pasea su aire melancólico y afligido que también encaja perfectamente con el perfil de la mujer.
El comandante Charles Sturm (Charles Laughton) y su esposa Diana (Tallulah Bankhead) mantienen una relación tormentosa, debido a los celos que le llevan a desconfiar continuamente de su mujer, a la que se imagina coqueteando con todo hombre que se le acerca. Hastiada de ser señalada sin motivos, y dolida por el trato que su marido dispensa a todo aquel que intenta ser amable con ella, una noche se deja llevar por la pasión y tiene una aventura con un apuesto desconocido, al que pretende no ver nunca más. Para su sorpresa, el amante resulta ser el teniente Sempter (Gary Cooper), recién llegado para servir en el submarino de su esposo.
La narración elige un ritmo sosegado, buscando la solemnidad de los diálogos y los momentos íntimos, que predominan en el argumento. El guion aprovecha además la ubicación exótica para crear misticismo durante la escena romántica, en el oasis nocturno, con el cielo estrellado de fondo. La dirección de Gering es de ritmo lento, con proliferación de primeros planos, enfatizando la expresividad de los rostros, muy meticuloso en los movimientos de cámara y la utilización del montaje para crear un ritmo concreto. Esas características convierten la narración en poco ágil, apostando todo a la hondura dramática, pero mostrándose pendiente de los detalles.
Charles Laughton es dueño y señor de todas las escenas en las que aparece, haciéndose cargo una vez más de un personaje antipático y sibilino, rol que elevó a lo sublime en numerosas películas. Gary Cooper encarna, como de costumbre, al galán sereno, confiado de su encanto, mientras Cary Grant aparece en los primeros minutos importantes en la trama, en los que, con su presencia, empezamos a comprender la verdadera naturaleza de trasfondo en la relación del matrimonio, distinta a la que habíamos pensado con las primeras impresiones.
Producción Paramount, compañía con la que Marion Gering estuvo en contrato a su llegada a Hollywood procedente de Rusia, ofrece una puesta en escena intensa, algo lenta y en exceso reflexiva en ocasiones, pero resulta en su cómputo general interesante. Y un vehículo para el lucimiento de los actores, en especial Charles Laughton, uno de los pocos que sería capaz de sacar adelante, de forma creíble, un personaje de estas características. Aun con sus momentos histriónicos, define perfectamente la personalidad del comandante, mientras Tallulah Bankhead, por su parte, pasea su aire melancólico y afligido que también encaja perfectamente con el perfil de la mujer.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
En su tercio final el melodrama da paso a la aventura de supervivencia, pero manteniendo la intensidad, aunque con algunas situaciones improbables, como la presencia de la esposa en todo lo que acontece en el interior del submarino. El final resulta realmente sorprendente y un poco delirante, teniendo en cuenta el cariz de la historia hasta ese momento, pero lejos de hacerlo desmoronar, el filme se convierte en algo peculiar y atractivo en su desmesura.
26 de diciembre de 2016
26 de diciembre de 2016
3 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película arranca con un planteamiento conflictivo clásico: un celoso (y lunático como iremos descubriendo) marido desconfía de cada hombre que se acerca remotamente a su mujer. Dichos celos no solo le están enloqueciendo a él, sino que están minando y destruyendo el sincero amor de su esposa. Además de crear una imagen de ella ante la sociedad injusta y falsa, a base de rumores infundados que él mismo propaga. Charles Laughton interpreta al psicótico marido, capitán de un submarino preparado para zarpar en la costa de Oriente Medio; y Tallula Bankhead (su triste mirada le va como anillo al dedo al personaje) encarna a la sufrida esposa.
La brutalidad del capitán arroja una noche a su mujer (hastiada y maltratada indignamente por la locura de su marido) a los brazos de un joven desconocido. Ambos amantes pasan una noche de amor (y lo que surja) en la elipsis habitual que obligaba el decoro cinematográfico de la época; al amanecer, ella se despide misteriosamente, sin haberle confesado al apuesto teniente (Gary Cooper) que era una mujer casada. Pero el destino caprichoso que gobierna toda tragedia hará de las suyas. Al día siguiente se presenta el nuevo teniente en casa del capitán y, ¿adivináis quién es? Ya está montado el jaleo. Los celos del maniático marido encontrarán un nuevo objetivo; pero esta vez sí ha sucedido lo que su enferma mente siempre imagina…
La paradoja del marido celoso que acaba provocando la infidelidad de su mujer la encontramos ya en Cervantes y su novela ejemplar "El curioso impertinente". Es un tópico llevado también en muchas ocasiones al teatro clásico. Toda la película es bastante teatral, de hecho. Las interpretaciones de Tallula Bankhead y el genial Charles Laughton (uno de los mejores actores de la historia del cine de todos lo tiempos) son fantásticas. El personaje que construye Laughton es ciertamente sensacional: un simpático y querido capitán, respetado por todo el mundo, que esconde una terrible obsesión que le lleva a la locura más cruenta. El buen humor y la cordialidad del personaje público desaparecen cuando se queda a solas con su esposa y el afable capitán se transforma en un monstruo cínico y cruel. La gestualidad, el tono de voz y las extravagantes carcajadas con las que viste Laughton al personaje son inolvidables. La mejor definición la expresa el teniente Sempter (Gary Cooper) cuando descubre que se ha acostado realmente con la mujer de su admirado nuevo capitán: “Es un hombre genial y patético al mismo tiempo”.
La película está plagada de diálogos estupendos. Como muestra, un botón. El teniente Sempter siente curiosidad por la dama que acaba de conocer huyendo en la noche y aprovecha (¿por qué no?) para tirarle los trastos a lo Gary Cooper:
- (Teniente) ¿Qué quiere usted?
- (Esposa) Me gustaría no haber nacido.
- ¿Por qué?
- (Silencio). Adiós.
- ¿Va a dejarme así?
- Creo que sí.
- ¿Y a dónde irá?
- No lo sé.
- Yo también voy allí…
- No soy buena compañía…
- Me arriesgaré.
- No soy de esas…
- Lo sé. No soy estúpido.
El segundo acto del filme es delirante y grandioso. Transcurre en el interior del submarino, donde el loco capitán pretende cometer una venganza absolutamente espantosa.
“Entre la espada y la pared” (por cierto, ridículo título en comparación con el original, “Devil and the deep”) es una película colosal, con uno de los giros argumentales más sorprendentes que recuerdo y unas interpretaciones sobresalientes. Por cierto, Cary Grant apenas aparece unos minutos al principio de la película, aunque su papel permite avanzar la enfermiza personalidad del capitán en una escena teatral magnífica. Aquí me planto porque tengo unas ganas de spoiler que no me aguanto más.
Película formidable.
La brutalidad del capitán arroja una noche a su mujer (hastiada y maltratada indignamente por la locura de su marido) a los brazos de un joven desconocido. Ambos amantes pasan una noche de amor (y lo que surja) en la elipsis habitual que obligaba el decoro cinematográfico de la época; al amanecer, ella se despide misteriosamente, sin haberle confesado al apuesto teniente (Gary Cooper) que era una mujer casada. Pero el destino caprichoso que gobierna toda tragedia hará de las suyas. Al día siguiente se presenta el nuevo teniente en casa del capitán y, ¿adivináis quién es? Ya está montado el jaleo. Los celos del maniático marido encontrarán un nuevo objetivo; pero esta vez sí ha sucedido lo que su enferma mente siempre imagina…
La paradoja del marido celoso que acaba provocando la infidelidad de su mujer la encontramos ya en Cervantes y su novela ejemplar "El curioso impertinente". Es un tópico llevado también en muchas ocasiones al teatro clásico. Toda la película es bastante teatral, de hecho. Las interpretaciones de Tallula Bankhead y el genial Charles Laughton (uno de los mejores actores de la historia del cine de todos lo tiempos) son fantásticas. El personaje que construye Laughton es ciertamente sensacional: un simpático y querido capitán, respetado por todo el mundo, que esconde una terrible obsesión que le lleva a la locura más cruenta. El buen humor y la cordialidad del personaje público desaparecen cuando se queda a solas con su esposa y el afable capitán se transforma en un monstruo cínico y cruel. La gestualidad, el tono de voz y las extravagantes carcajadas con las que viste Laughton al personaje son inolvidables. La mejor definición la expresa el teniente Sempter (Gary Cooper) cuando descubre que se ha acostado realmente con la mujer de su admirado nuevo capitán: “Es un hombre genial y patético al mismo tiempo”.
La película está plagada de diálogos estupendos. Como muestra, un botón. El teniente Sempter siente curiosidad por la dama que acaba de conocer huyendo en la noche y aprovecha (¿por qué no?) para tirarle los trastos a lo Gary Cooper:
- (Teniente) ¿Qué quiere usted?
- (Esposa) Me gustaría no haber nacido.
- ¿Por qué?
- (Silencio). Adiós.
- ¿Va a dejarme así?
- Creo que sí.
- ¿Y a dónde irá?
- No lo sé.
- Yo también voy allí…
- No soy buena compañía…
- Me arriesgaré.
- No soy de esas…
- Lo sé. No soy estúpido.
El segundo acto del filme es delirante y grandioso. Transcurre en el interior del submarino, donde el loco capitán pretende cometer una venganza absolutamente espantosa.
“Entre la espada y la pared” (por cierto, ridículo título en comparación con el original, “Devil and the deep”) es una película colosal, con uno de los giros argumentales más sorprendentes que recuerdo y unas interpretaciones sobresalientes. Por cierto, Cary Grant apenas aparece unos minutos al principio de la película, aunque su papel permite avanzar la enfermiza personalidad del capitán en una escena teatral magnífica. Aquí me planto porque tengo unas ganas de spoiler que no me aguanto más.
Película formidable.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Tras un planteamiento de triángulo clásico se pasa, en esa última media hora, a una situación alucinante, inesperada y terrible. No sigas leyendo si no has visto ya la peli (aviso de spoiler del spoiler).
El capitán descubre que su mujer ha subido al submarino para avisar al teniente de que el marido lo sabe todo. En esas llega este y, de buenas a primeras, ordena que zarpe y se sumerja la nave. Toda la tripulación está ya dentro, pues iban a salir pocas horas después. Su locura es tal que, para vengarse de los amantes, decide colisionar contra un barco. No le importa asesinar a toda la tripulación y a sí mismo con tal de castigar a su esposa y al teniente. Sus celos lo han hecho enloquecer definitivamente.
Las escenas submarinas de la escapatoria y rescate son propias de los efectos especiales (todavía bastante rutinarios) de la época. Pero eso da igual. No es una película de acción. El espectador, además, está tan sobrecogido por la maldad del loco capitán que apenas hecha en falta algo más de espectacularidad o realismo.
La escena entre Cary Grant y Tallulah a la que me refería antes es genial. El loco de Laughton obliga a su mujer para que llame al bueno de Cary porque está seguro de que están liados; y el muy lunático le dice a ella que estará escondido en un balcón para presenciar la conversación. Así confirmará lo que él considera una cita furtiva de amantes. Como no pasa nada raro (no hay nada entre ellos), él la acusa furiosamente de haberle hecho alguna seña avisándole de que su marido está escondido. Ahí te das cuenta de que está de camisa de fuerza. Laughton lo borda, por supuesto. Siempre con una cínica sonrisa de desprecio y desvarío.
Cuando la mujer se da cuenta de que su marido ha descubierto el pastel, esta vez sí, entre ella y el teniente, le pregunta al capitán qué piensa hacer. Sabe que está tramando algo y así le increpa al capitán, que sonríe cínicamente, como un niño que oculta un secreto que está deseando desvelar. El diálogo no tiene desperdicio:
- (Esposa) Sé que estás tramando algo. ¿Qué vas a hacer?
- (Marido) No querrás que estropee el suspense, ¿verdad?
La escena final del enloquecido capitán es también de antología. Mientras se inunda su camarote, todavía tiene un último arranque de celos y destroza una foto de su mujer colgada en la pared a hachazos. Comienza a ahogarse entre carcajadas que reflejas satisfacción por su venganza y delirio absoluto. Inmenso Laughton. Irrepetible actor.
El capitán descubre que su mujer ha subido al submarino para avisar al teniente de que el marido lo sabe todo. En esas llega este y, de buenas a primeras, ordena que zarpe y se sumerja la nave. Toda la tripulación está ya dentro, pues iban a salir pocas horas después. Su locura es tal que, para vengarse de los amantes, decide colisionar contra un barco. No le importa asesinar a toda la tripulación y a sí mismo con tal de castigar a su esposa y al teniente. Sus celos lo han hecho enloquecer definitivamente.
Las escenas submarinas de la escapatoria y rescate son propias de los efectos especiales (todavía bastante rutinarios) de la época. Pero eso da igual. No es una película de acción. El espectador, además, está tan sobrecogido por la maldad del loco capitán que apenas hecha en falta algo más de espectacularidad o realismo.
La escena entre Cary Grant y Tallulah a la que me refería antes es genial. El loco de Laughton obliga a su mujer para que llame al bueno de Cary porque está seguro de que están liados; y el muy lunático le dice a ella que estará escondido en un balcón para presenciar la conversación. Así confirmará lo que él considera una cita furtiva de amantes. Como no pasa nada raro (no hay nada entre ellos), él la acusa furiosamente de haberle hecho alguna seña avisándole de que su marido está escondido. Ahí te das cuenta de que está de camisa de fuerza. Laughton lo borda, por supuesto. Siempre con una cínica sonrisa de desprecio y desvarío.
Cuando la mujer se da cuenta de que su marido ha descubierto el pastel, esta vez sí, entre ella y el teniente, le pregunta al capitán qué piensa hacer. Sabe que está tramando algo y así le increpa al capitán, que sonríe cínicamente, como un niño que oculta un secreto que está deseando desvelar. El diálogo no tiene desperdicio:
- (Esposa) Sé que estás tramando algo. ¿Qué vas a hacer?
- (Marido) No querrás que estropee el suspense, ¿verdad?
La escena final del enloquecido capitán es también de antología. Mientras se inunda su camarote, todavía tiene un último arranque de celos y destroza una foto de su mujer colgada en la pared a hachazos. Comienza a ahogarse entre carcajadas que reflejas satisfacción por su venganza y delirio absoluto. Inmenso Laughton. Irrepetible actor.
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