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DiletanteDocumental

Diletante
2008 Argentina
Documental, Intervenciones de: Bela Jordán, Cata Pereira, Cesar González
Documental. Drama Un documental de Kris Niklison, sobre Bela Jordán, su madre. Bela tiene 80 años y vive a orillas del Río Paraná. Viuda aristocrática, dedica su tiempo al ocio activo: lee, arma rompecabezas, corta el pasto en tractor y navega en Internet con su laptop. Con la energía física de una adolescente y la sabiduría de una anciana, ella se enorgullece de nunca haber entregado su tiempo a la sociedad de consumo y describe a la vejez como `la ... [+]
Críticas 1
Críticas ordenadas por utilidad
5 de junio de 2014
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
El film lleva el sello de la producción de Lita Stantic y fue premiado como Mejor Largometraje Argentino durante el 23º Festival de Cine de Mar del Plata y como Mejor Documental en el 50º Festival de Cine de Cartagena de Indias, Colombia.

“Diletante” es el retrato íntimo de una madre, realizado por su hija, la realizadora Kris Niklison, que introduce su propio film en primera persona, para luego desaparecer detrás de cámara. Los créditos iniciales se superponen con las imágenes de un desfile en Amsterdam: una marcha de gente divertida de todas las edades. Ni especialmente bellos ni particularmente jóvenes, pero con ganas de festejar y divertirse. Un clima jovial que sirve para presentar la juguetona mirada de Niklison, quien vivió 20 de sus 42 años en Holanda y siempre viene a visitar a Bela Jordan, su madre octogenaria, residente en una antigua casa de campo en Sauce Viejo, sobre el río. La película se origina desde esa relación madre/hija, que le permite a la directora moverse en la intimidad familiar y registrar los diálogos y pensamientos entre Bela y su cocinera Cata. En ese mundo femenino, solamente hay un casi-intruso: el jardinero César, un observador mudo pero activo, al que se muestra siguiendo las directivas de Bela para mantener la casona y el jardín en pie. Porque -curiosamente- es ella quien encara las iniciativas y las ideas para llevar adelante una forma de vida que combina las ventajas de la naturaleza con las de la tecnología.

No se trata de un retrato unívoco, monocorde y menos convencional. Bela tiene muchas facetas: es encantadora, temeraria, independiente, divertida. Le gusta disfrutar del placer de la lectura y los rompecabezas. Escucha radio, navega con su computadora portátil pero también es ahorrativa: administra con rigor y con ingenio la vieja casaquinta. La vemos montar un cuatriciclo, armar una motosierra comprada por Internet, supervisar el almacenamiento de leña y las incontenibles grietas de la casa. Aunque no se detiene demasiado en lo más rústico de las tareas de mantenimiento, que limita a lo indispensable. Privilegia las apacibles lecturas junto al río, reinvindicando el ocio como la libertad de elegir qué hacer cada día.
Como los rompecabezas que arma y desarma, los diálogos se anudan y las imágenes se alternan vertebradas sobre algunos motivos que le dan una unidad formal. Hay superabundancia de planos-detalle hiperbólicos de la protagonista: se recorre palmo a palmo la piel de la mujer como si fuera un mapa, se captura un reflejo oportuno sobre sus anteojos, se insiste en su bellísima mirada azul sin edad.

Existe una doble línea en el retrato: una, levemente melancólica, muestra el deterioro de la casa, que envejece como el cuerpo, las arrugas y las manchas de humedad que son planos recurrentes. Los anteojos de Bela, la lupa, las arrugas de su cara funcionan como íconos de la vejez. Sin embargo, también están allí objetos que la niegan en su forma convencional: la notebook, los dvd, la sierra eléctrica y el celular con el que Bela manda mensajes de texto. El registro fílmico rompe de a poco con preconceptos afirmados solamente en lo visible y va gestando la idea de un tiempo subjetivo. La misma protagonista afirma que recién a los 60 descubrió la plenitud del tiempo vital para hacer lo que se quiere y por eso describe las etapas de la vejez como la época más linda de su vida.
Entre observaciones superficiales y otras trascendentes, el film resignifica y realza el concepto de vejez. También abandona casi imperceptiblemente su pequeña órbita casera y se introduce en una dimensión poética-filosófica, siempre en forma tan diletante como la protagonista, esta admirable Bela sin edad, que sabe del placer de saltar como mariposa de una cosa a otra, sin ahondar en ninguna pero descubriendo -aún en la brevedad de cada salto- el infinito placer de ser libre.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Adela Hache
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