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Perdido sin rastro

Drama Un hombre estresado y harto de su monótona vida decide abandonar a su familia para vivir en el ático de su casa durante meses sin que nadie lo sepa, considerándole tanto la policía como su familia una persona "desaparecida". (FILMAFFINITY)
Críticas 16
Críticas ordenadas por utilidad
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7
9 de agosto de 2017
18 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Howard Wakefield te cuenta detenidamente todas las circunstancias que le han llevado a estar donde está.
No se puede reprimir una pizca de incredulidad al escuchar su relato, quizás incluso puede considerarse ridículo, pero ese trato "tú a tú", directamente desde sus propios pensamientos, transforma su locura en un acto mesurado, inusual y hasta cierto punto, lógico.

'El Sr. Wakefield' sigue los pasos de su protagonista a través de una serie de casualidades y hechos fortuitos, que le llevan a acabar oculto en el ático de su propio trastero, a través del cual puede seguir observando una familia que le da por desaparecido.
Da la impresión de que algo tan extremo nunca se llevaría hasta sus últimas consecuencias, pero Howard tiene motivos de sobra para hacerlo: el progresivo anquilosamiento de su vida familiar y personal, el descontento general hacia si mismo y, sobre todo, la necesidad de un refugio dentro de su propia vida acomodada, para escapar del borreguismo circundante.
Decide pasar a observar su vida, y mientras matiza todo el proceso a un oyente invisible, abriendo un privilegiado agujero voyeur dentro la sociedad suburbana de ciudades dormitorio a la que pertenece.

Una sociedad en la que, como oímos de sus propias palabras, es casi imposible evitar encajonarse dentro de un nicho, e ir perdiendo el favor de todos los que te rodean, hasta de tu familia, para finalmente no ser "nadie" ni haber conseguido "nada".
Tal vez algo de cobardía asome por entre las acciones de Howard... ¿o es valentía?
Un extremo confunde a otro, y se puede ver que este náufrago de suburbio tiene tanto miedo de enfrentar juicios y reproches como valor por atreverse a hacer lo que nadie se plantearía ("que habrían hecho ustedes, les pregunto", no para de repetir).
No hay un santo incomprendido o un mártir en él, tan solo pura determinación, y ánimo por huir de ser un marido insatisfecho que abandona a su familia; situación en la que ni él estaría satisfecho ni su muy competitivamente ganado matrimonio le guardaría mucho respeto.

Sin embargo, por atractiva que pueda parecer la idea de parar tu vida, esto no sería un interesante cuento moral si no se exploraran también sus poco visibles desventajas: la vida sigue, contigo o sin ti, y a veces incluso a pesar de ti.
Howard se ve en su nueva condición, preso de una rutina de supervivencia entre cubos de basura e intentos por no ser visto, manteniendo obligaciones que poco se diferencian de las que ya tuvo alguna vez, cada vez más atrapado dentro de ellas, soñando con un posible desenmascaramiento por parte de su esposa que se le antoja gracioso... porque sorpresa, los ciclos infinitos de aguantar mierdas no desaparecen porque decidas salir de uno radicalmente.
Por un momento, el trastero y el barrio se convirtieron en un limbo etéreo donde se abría la puerta a una no-existencia... pero es justamente Howard quien se da cuenta de que eso, como todo, no dura para siempre, y que incluso los más pequeños actos de socialización son preferibles a un anonimato completo.

En conjunto, esta historia es una interesante meditación acerca del lugar que cada uno ocupa y lo inútil que sería dejarlo a un lado, y por eso da pena que la cosa no quede algo más compacta y en su lugar haya alargamientos innecesarios o un final poco lógico con lo que hemos estado viendo.
Pero el ejemplo de lo que sería poder usar el botón de pausa para sobrevivir a nuestras contradicciones y entornos permanece, aunque solo sea para que podamos plantearnos la posibilidad.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Tenían todos los finales posibles, y han tenido que quedarse con el más cobarde.
Howard Wakefield entra a su casa como si nada hubiera pasado y saluda a su familia sin que podamos apreciar las consecuencias.

Después de que hubiera observado a su mujer e hijas volviendo a reír sin él, después de acariciar la posibilidad de dejarlas superar su desaparición y quitarse de la ecuación... al final, parece que solo aprendió a volver a desear su vida, no a ganársela.
Aunque me queda la duda de si Howard aceptó su desaparición como una gran broma que se le fue de las manos y por eso le pone fin a su sarcástica manera, o quizás fue el más listo de todos, y ganó un tiempo de reflexión a la vez que revalorizaba su posición en la familia.

Al fin y al cabo, esto iba de un hombre con miedo al reproche y valor para la locura: que al final gane las agallas necesarias para enfrentar cualquier tipo de reacción puede ser una victoria, aunque no sea la más noble.
7
9 de septiembre de 2017
18 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Excelente actuación y reflexión dirigida a aquellos que han caído en la "soga social" perdiendo contacto consigo mismos, naturaleza e instintos. Película que se presenta de corte existencialista para el espectador que no sepa leer entre líneas pero bajo mi punto de vista hay algo más...el héroe no es más que un psicópata integrado que se divierte en un juego vouyerista y como buen psicópata le importa nada lo mucho pueda sufrir su familia sin él, en la película cosifica a su mujer constantemente hasta el punto de hacerla parecer despreciable...la distancia hace que reviva el ¿amor? .final abierto..¿qué será lo próximo? me trae a colación la genial "El adversario" basada en un hecho real...un psicópata no siente miedo ni vergüenza y el personaje se mete en el bolsillo al espectador que por momentos se ve identificado, pero no nos engañemos, nadie se atrevería a una conducta tan temeraria desde el inicio al final, que no es más que el broche que confirma lo que un psicópata haría con toda naturalidad . Yo lo he calado a los pocos minutos ¿y usted?
5
29 de julio de 2017
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con un original argumento en donde un ejecutivo hastiado y cansado de su "normal" y rutinaria vida, casi por casualidad, decide no volver a su casa y esconderse en el ático en donde puede ver que sucede a partir de su desaparición. Desde ahí sera testigo de como su esposa (la bonita Jennifer Garner) y sus hijas irán poco a poco sobrellevando la situación. Hay una actuación muy buena de Bryan Cranston que es quien lleva el peso del film y alrededor de quien se mueve el guion contando al espectador lo que le sucede en primera persona. Pero el problema comienza cuando una vez presentado los hechos como se hace para mantener en vilo al espectador con esto y ahí falla de pronto el guion que se vuelve monótono (como la vida del ejecutivo) con un final que a mi juicio es muy flojo. Una lastima porque podría haber sido con lo mismo mucho mejor.
7
10 de septiembre de 2017
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aunque el final es bastante flojo y da lugar a interpretaciones, me ha parecido que este ¿desafortunado? autoestudio que hace el protagonista es algo que deberíamos hacer todos para ver las cosas con perspectiva. Despertar la consciencia, despojarse de todo y asumir errores y aciertos. A veces es inverosímil que estuviese en esa situación mucho tiempo, pero para mí ha sido algo que le ha dado dramatismo. No esperéis demasiado, vedla con paciencia y pensad en vuestras conclusiones.
1
30 de octubre de 2021
8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo primero que me vino a la cabeza al ver que la película se basaba en un relato corto es: si el autor no es Poe, ¿cómo va a a conseguir llenar la hora y media larga que dura el filme? Ahí ya tuve el primer aviso de la bazofia que iba a contemplar. No entiendo tanta crítica llena de alabanzas, acompañada de puntuaciones altísimas. Es un auténtico palo, mal guión, mala narración... El actor no es creíble en su personaje, 16 años mayor que Jenniffer Garner, en los primeros planos se le ve más arrugado que una pasa, no se explica en ningún omento esa diferencia tan evidente de edad. Intentan disimularlo tiñendo el pelo de Cranston, lo cual es ridículo (Los hombres teñidos siempre son ridículos, por cierto). Su "mejor amigo" parece su hijo, O' Mara tiene 17 años menos. Eso tampoco se explica. Muy pronto me dí cuenta de que el director tenía que ser gay o ser una mujer. Bingo. ¿Cómo lo supe? Hay una evidente y poco sutil pátina de rechazo al hombre heterosexual flotando por ahí...

Da la impresión de que Cranston está detrás de la producción y se ha dedicado esta película para su lucimiento, adjudicándose un papel que no le va. Envejecer a un actor mediante maquillaje es fácil, rejuvenecerlo no suele dar buen resultado. ¿ Elegir una actriz más madura que la Garner? No hombre, no. Vamos a hacer lo de siempre: el prota puede ser una momia, la chica de la peli siempre ha de ser guapa y joven.

Un coñazo de hora y media, que aguantamos para ver el desenlace, y este no llega a producirse. Nos quedamos con las ganas de saber las consecuencias de la fantasía llevada efectivamente a cabo. La única curiosidad que tenía el filme era ver cómo acababa el delirio del protagonista. ¿Quizá nos lo van a contar en una segunda parte? No, por favor. Señora Swicord, deje YA de dirigir películas y, ya de paso, de adaptar guiones, que se le ha gastado a usted el talento, lo dio todo con Benjamin Button y ya no da para más. Y señor Cranston, con el cariño que le cogí en Breaking Bad, estoy empezando a cogerle manía. Envejezca con dignidad y no me vaya de James Bond, hombre de Dios...
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