Parque de Madrid
1959 

4.9
41
Comedia
En el Madrid de los años cincuenta, a lo largo de una jornada cualquiera, ya sea por la casualidad o por el destino, una serie de personajes viven toda clase de anécdotas, historias divertidas y otras no tanto, que se entrelazan en uno de los más bellos parques que existen en la ciudad, el parque de El Retiro, más conocido como Parque de Madrid. (FILMAFFINITY)
5 de agosto de 2012
5 de agosto de 2012
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pretendido friso social de la época, retrata las diferentes vicisitudes de la gente, dentro de un orden, edulcorado y convencional, sin concesiones a un cierto realismo que le hubiera dado algún valor, al menos como testimonio de una época. Lo cual se consigue, sensu contrario, viendo la realidad que las autoridades del momento querían mostrar y que las vivencias de quienes estábamos allí desmientes rotundamente. A destacar el notable elenco de grandes actores que consiguen dotar a la cinta de un tono sostenido de calidad interpretativa que es un lujo...
Hasta en las condiciones más desfavorables los grandes intérpretes y aquí los hay a docenas, consiguen trascender la inanidad en la que se mueven.
Sólo para incondicionales de la nostalgia y las concesiones a cualquier tiempo, que no por pasado, necesariamente fue mejor. Eso sí, ¡¡¡¡ éramos tan jóvenes¡¡¡¡¡
Hasta en las condiciones más desfavorables los grandes intérpretes y aquí los hay a docenas, consiguen trascender la inanidad en la que se mueven.
Sólo para incondicionales de la nostalgia y las concesiones a cualquier tiempo, que no por pasado, necesariamente fue mejor. Eso sí, ¡¡¡¡ éramos tan jóvenes¡¡¡¡¡
24 de noviembre de 2024
24 de noviembre de 2024
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Enrique Cahen fue un director argentino que, entre los últimos años 50 y primeros 60 del pasado siglo, realizó unas cuantas películas en España, ninguna de las cuales es especialmente memorable. Por desgracia, ésta tampoco lo es. Pese a las posibilidades que la localización del argumento ofrecía, y a diferencia de la actitud de, por ejemplo, un oriundo de la capital como Edgar Neville con "Mi calle" (o casi cualquier italiano en las ambientaciones de sus dramas o comedias costumbristas en Roma u otras grandes ciudades de ese país), Cahen aquí se muestra desapegado y formulaico, limitándose a mostrarnos una sucesión de viñetas irrelevantes que se supone van de lo cómico a lo melodramático, pero que en realidad ni hacen gracia ni provocan el menor interés.
En mi opinión, el planteamiento de partida daba para mucho más, y se podía haber conseguido un producto de calidad, aún sin salirse de los atributos de la comedia, con un guión algo más trabajado y alguien más competente a los mandos y, porqué no decirlo, con mayor implicación emocional con el sustrato sobre el que la historia, o historias, se desarrollan. Sin embargo, Cahen consigue el penoso resultado de hacer que los personajes en realidad molesten, porque lo más interesante con diferencia de la cinta no está en ellos o en lo que les pase, sino EN DÓNDE están ellos.
En efecto, se nos muestra como de pasada, sin implicación emocional, sin cariño, siempre como fondo desvaído y sin capturar el protagonismo que debería haber merecido por sí mismo, el parque de El Retiro de Madrid hace más de seis décadas, con un buen puñado de detalles históricos que lo hacen muy distinto al que hoy en día es: en el lado negativo, se observa que entonces había tráfico en sus avenidas asfaltadas, o albergaba la llamada Casa de Fieras, felizmente cerrada en 1972; pero, por otra parte, para su cuidado y vigilancia había guardas jurados a la antigua usanza que hacían sus rondas a pie, no se aprecian ejércitos de ciclistas a toda mecha molestando a los paseantes, y no parecen escucharse los sonsonetes de unos cuantos fulanos tocando la trompeta en las cercanías del estanque. Se ve a los niños jugar y a las gentes caminar y relajarse sin armar bulla, no haciendo deporte de manera frenética con un fondo de "músicas" estridentes.
Además de lo anterior, por algún motivo, los planos enteros están rodados a la altura más o menos de la cadera y no del rostro de los actores, lo cual resulta ligeramente desconcertante. En cuanto al reparto, cumple más o menos adecuadamente, aunque con cierto acartonamiento, aquello que se le pide, ya que ni las situaciones ni los diálogos resultan muy exigentes. En resumen, está claro que la cinta no es para nada un homenaje a las 100 hectáreas de uno de los parques urbanos europeos de más empaque y repleto de atractivos, sino que está utilizado como trasfondo de lo que se cuenta igual que podía haberse utilizado un muro de ladrillo. Lo malo es que si a su vez lo que se cuenta no es muy allá, entonces el resultado es una cosita floja, un pasarratos vulgar sin mayor aliciente.
En mi opinión, el planteamiento de partida daba para mucho más, y se podía haber conseguido un producto de calidad, aún sin salirse de los atributos de la comedia, con un guión algo más trabajado y alguien más competente a los mandos y, porqué no decirlo, con mayor implicación emocional con el sustrato sobre el que la historia, o historias, se desarrollan. Sin embargo, Cahen consigue el penoso resultado de hacer que los personajes en realidad molesten, porque lo más interesante con diferencia de la cinta no está en ellos o en lo que les pase, sino EN DÓNDE están ellos.
En efecto, se nos muestra como de pasada, sin implicación emocional, sin cariño, siempre como fondo desvaído y sin capturar el protagonismo que debería haber merecido por sí mismo, el parque de El Retiro de Madrid hace más de seis décadas, con un buen puñado de detalles históricos que lo hacen muy distinto al que hoy en día es: en el lado negativo, se observa que entonces había tráfico en sus avenidas asfaltadas, o albergaba la llamada Casa de Fieras, felizmente cerrada en 1972; pero, por otra parte, para su cuidado y vigilancia había guardas jurados a la antigua usanza que hacían sus rondas a pie, no se aprecian ejércitos de ciclistas a toda mecha molestando a los paseantes, y no parecen escucharse los sonsonetes de unos cuantos fulanos tocando la trompeta en las cercanías del estanque. Se ve a los niños jugar y a las gentes caminar y relajarse sin armar bulla, no haciendo deporte de manera frenética con un fondo de "músicas" estridentes.
Además de lo anterior, por algún motivo, los planos enteros están rodados a la altura más o menos de la cadera y no del rostro de los actores, lo cual resulta ligeramente desconcertante. En cuanto al reparto, cumple más o menos adecuadamente, aunque con cierto acartonamiento, aquello que se le pide, ya que ni las situaciones ni los diálogos resultan muy exigentes. En resumen, está claro que la cinta no es para nada un homenaje a las 100 hectáreas de uno de los parques urbanos europeos de más empaque y repleto de atractivos, sino que está utilizado como trasfondo de lo que se cuenta igual que podía haberse utilizado un muro de ladrillo. Lo malo es que si a su vez lo que se cuenta no es muy allá, entonces el resultado es una cosita floja, un pasarratos vulgar sin mayor aliciente.
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