David Hogan ha demostrado estar muy por encima de la mayoría de sus coetáneos americanos firmando esta la que se convertiría en una obra maestra del género. Pamela Anderson ha demostrado una capacidad interpretativa a la altura de las más grandes divas del cine clásico. Con la etiqueta de la nueva Betty Davis, por sus más que demostradas dotes dramáticas, la bella actriz se ha abierto paso con una carrera nada desdeñable a pesar de las dificultades de pasarse varios años a la sombra de David Hasselhoff, posiblemente el mejor actor de comedia-playera de los últimos 20 años. En Barb Wire, Anderson comparte cartel con ilustres estrellas del celuloide como Temuera Morrison (últimamente aceptó papeles en filmes menores como "la guerra de las galaxias"), el celebérrimo Jack Noseworthy (genial en la joya "chica XXL"), la eximia Victoria Rowell (con una trayectoria enviable tras brillar en las oscarizadas "su distinguida señoría" y "dos tontos muy tontos"), Xander Berkeley (actuaciones emotivas en la tantas veces copiada "sexy hasta la murte" y la original "boda a la vista"), el enorme Udo Kier, últimamente rebajando su caché rebajándose a trabajar con directores de segunda como Von Trier o Reitman, y el maestro de maestros, Steve Railsback , mundialmente conocido y loado por sus dos perlas "armados y peligrosos" y "la chica del calendario" , donde ha provocado aplausos por todo el mundo por su duelo interpretativo con Jason Prestley, el otrora conocido como "Brando Wallace" en "sensación de vivir".
En definitiva, una intachable interpetación de Pamela Anderson (se encerró en un correccional de Arkansas durante 2 años para interpretar el papel, aunque no tenga nada que ver con su personaje) y un manejo de la cámara muy por encima de los sobrevalorados Hitchcock y Welles. por parte de Hogan, hacen de esta película, posiblemente el mejor drama histórico del siglo XX. ¿creen que exagero? Pasen y véanla. Les aseguro que no lo lamentarán.

La película va de menos a más, terminando con un final trepidante donde vemos a Buster Keaton en estado puro con algunas de las escenas más icónicas del cómico. Esas escenas con el fuerte viento parecen muy bien rodadas para la época, con un realismo nada baladí para los años 20. Es la primera película de la actriz protagonista, Marion Byron, quien tuvo una carrera muy breve en el cine. Otra de esas carreras venidas a menos por culpa del cine sonoro. Byron y Keaton forman una entrañable pareja en esta cinta donde lo importante no es tanto la historia como el despliegue visual. Me quedo, por supuesto, con el recital acrobático de Keaton, pero también con la historia de amor, tal vez simple y previsible, pero también con con cierta gracia y ternura.

Muy buena ópera prima de un grande como Ridley Scott. Mítico duelo interpretativo (nunca mejor dicho) entre dos grandes estrellas, Keith Carradine y Harvey Keitel. Mención especial a Albert Finney como secundario de lujo. Una película sobre algo tan caduco y romántico como el honor, sus ataduras y la condena que conlleva eternamente a nuestro protagonista hasta la desesperación y su rival al empecinamiento, la contumacia y el sinsentido de una terquedad irracional.

El hombre atado al honor, sin capacidad de decidir. Una película sobre el paso del tiempo y la caducidad de algunos valores. Con una ambientación que me recuerda a Barry Lindon y una fotografía que me transporta a Friedich o Constable. Ese plano que nos recuerda al "Caminante ante un mar de niebla" de Friedrich. ¿Y ahora qué? ¿Qué sentido tiene ahora la vida?. ¿Por qué luchar?.

Me ha decepcionado. No encuentro aquí los ágiles diálogos que acostumbro a disfrutar en el cine de Hawks. Los personajes femeninos son tremendamente simple y estúpidos, especialmente el de Jean Arthur. Lo mejor, los secundarios, sobre todo, Thomas Mitchell. Incluso Cary Grant parece una parodia de sí mismo, abusando de su papel (sin gracia, esta vez) de dandy canalla.