Haz click aquí para copiar la URL
Críticas de Sergio Berbel
<< 1 90 99 100 101 170 >>
Críticas 848
Críticas ordenadas por utilidad
4
24 de mayo de 2024
Sé el primero en valorar esta crítica
Juan Miguel del Castillo a la dirección y Natalia de Molina a la interpretación dejaron nuestro cine consternado y entregado con esa magistral cinta, referencia ineludible del cine social, titulada “Techo y comida”. El nivel de calidad alcanzado por este tándem hacía presagiar lo mejor en la segunda ocasión en la que volvían a coincidir. Nada más lejos de la realidad. “La maniobra de la tortuga” es el enésimo thriller (el género nos sale ya por las narices y no soporto ni uno más) con los mismos cánones trillados, el mismo guión de siempre, similares personajes de cartón piedra, idénticos giros y los mismos bostezos (acompañados de alguna cabezada en esta ocasión). Es infame de por sí, con mucho menos compromiso social del que aparenta a simple vista y, cuando tuerce a convertir a su protagonista masculino en superhéroe de cómic a base de reparto de puñetazos, se convierte en ridículo y de vergüenza ajena.

Todo procede de un despropósito de guión del propio Juan Miguel del Castillo y José Rodríguez, adaptando la novela homónima de Benito Olmo que obviamente no estoy interesado en leer. Es cierto que hay una parte del film salvable, la que tiene que ver con la descripción del miedo atroz que sufre el personaje de Natalia de Molina (ella siempre es diosa incluso cuando todo lo que la rodea no acompaña, como en este caso) y cómo esa causa del miedo va evolucionando a lo largo del metraje de este film. Es esa tesitura la que lo sostiene mínimamente y la que me despierta de una siesta continua motivada por un sopor inabarcable que me produce otro thriller más, otro idéntico entre dos millones con los que se nos castiga por tierra, mar y aire, sea en literatura, en cine o en series. Todo es thriller policiaco a nuestro alrededor en los últimos años y algunos ya nos rendimos y gritamos “¡Basta!”.

El policía alcoholizado y conflictivo que arrastra una tragedia personal que trata de curar metiendo las narices en una investigación que no le corresponde nos reaparece una vez más. ¿En serio? Sí, otra vez. Es por eso por lo que calificaría la cinta con un cero absoluto, pero… es ese personaje y es Natalia de Molina la única forma de rescatar el film del basurero donde debería estar por derecho propio.

Sus 99 minutos se hacen largos, larguísimos, eternos. Y la dirección de Juan Miguel del Castillo resulta rutinaria y lánguida, plagada de lugares comunes y aburrida, como todo en esta cinta, salvo Natalia de Molina. Tampoco me transmite nada la demasiado discreta música de Xavier Font ni me gusta la fotografía feista-naturalista de Gina Ferrer.
Sergio Berbel
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
6
23 de mayo de 2024
Sé el primero en valorar esta crítica
Me deja una sensación de sobrevaloración generalizada esta gamberrada de Caye Casas que mezcla de forma impune comedia castiza y terror sin llegar a brillar en ninguno de los dos géneros. Ya se conoce que estábamos ante una infinitesimal propuesta que ha trascendido todos los límites imaginables a partir de un tuit del todopoderoso Stephen King alabándola. A partir de ahí, el fenómeno sociológico se ha desatado y, sinceramente, no me resulta para tanto.

Lo realmente notable es el inesperado giro de la comedia costumbrista al género de terror. En eso resulta muy llamativo su desparpajo. Pero poco más. Personajes trazados con brocha gorda, diálogos difícilmente creíbles, situaciones imposibles que con calzador pretenden hacernos reír… Su interesante final no la redime de esa navegación demasiado plácida durante buena parte de su metraje por los lugares comunes de la comedia televisiva, porque no deja de parecerme en todo momento una “sitcom” venida a más.

Debo reconocer que la dirección de Caye Casas es meritoria, sabiendo sacar partido a los escasos medios presupuestarios con los que cuenta. En ello, la labor de dirección es encomiable. Pero, para mí, adolece de dos fallos imperdonables: el errático guión del propio Caye Casas y Cristina Borobia por un lado; y el terrible error de casting de su pareja protagonista, los cuales realizan una buena labor interpretativa, pero no encajan con sus personajes. Ni David Pareja puede encarnar a ese guapo irresistible que perfila el guión, ni mucho menos Estefanía de los Santos puede representar a una madre primeriza. A partir de ahí, me cuesta creerme todo lo demás, salvo el papel de jovencita vegana de Claudia Riera, que sí que está a la altura de las circunstancias.

Sobre la historia que cuenta, cuanto menos se sepa antes de su visionado, tanto mejor, porque es en la sorpresa y en los giros de guión donde se crece una cinta que gira alrededor de una maldición que gravita en torno a la adquisición de una espantosa mesita para el comedor por capricho del nuevo padre en contra de la opinión de la madre primeriza. Todo puede complicarse mucho en la vida, todo, especialmente en este film de 88 minutos, que quizás podría haber tenido algunos menos en su montaje final.

Ni la música de Esther Méndez ni la dirección de fotografía de Alberto Morago, a pesar de ser interesantes en su precariedad y limitaciones presupuestarias, van a pasar a la historia del cine. En general, presenta cierto aire a Álex de la Iglesia que no va conmigo.
Sergio Berbel
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
4
21 de mayo de 2024
Sé el primero en valorar esta crítica
Hay determinados elementos que hacen que el cine de Carla Simón y yo no conectemos de ninguna manera. Lo cual no quiere decir que no sea una buena cineasta, sino que sus propuestas las percibo mucho más dentro del género documental que del cine de ficción. Como testimonio real de una forma de vida rural que el capitalismo está asesinando impunemente, “Alcarràs” no tiene precio; como film de ficción, me resulta anodino, simple y pesado por no contener emoción alguna.

En una cinta de vocación coral, no me acaba interesando el arco argumental de ninguno de sus personajes. Todos me terminan resultando indiferentes, ninguno me cala ni me toca la fibra sensible. Para mí, el guión, de la propia cineasta catalana y Arnau Vilaró, es terriblemente plano, no formula ninguna encrucijada que me conmocione y me aburre a través de situaciones repetidas una y otra vez en sus insufribles 120 minutos de metraje, que bien se hubieran podido quedar en la mitad fácilmente.

Estéticamente, Carla Simón nunca me aporta nada con su caligrafía visual, ni me gusta la fotografía de Daniela Cajías. Profundamente deudora del cine documental, sus planos fijos y sus rutinarios movimientos de cámara me dejan indiferente. Recogen el testimonio de unos agricultores que quieren seguir siéndolo por más que la especulación urbanística, la llegada al pueblo de una empresa de placas solares y la extorsión a la que son sometidos por las cadenas de distribución de las grandes superficies lo conviertan en imposible. Esta diatriba ya la contó un dios llamado Rodrigo Sorogoyen en una obra maestra de la dimensión histórica de “As Bestas”.

Carla Simón nos muestra la dignidad de un proletariado luchando en guerra desigual contra el todopoderoso capitalismo. Pero eso ocupa un bajo porcentaje de la cinta; el resto, se centra en la vida de una familia anodina en torno a la que poco o nada pasa y cuyos personajes me terminan resultando bastante desdibujados. Simón consigue que “Alcarràs” me importe aún menos que “Verano 1993”. Tiene mérito.

En cuanto a su elenco actoral, tan absolutamente naturalista y no profesional, sin duda hubieran podido ser magníficos protagonistas de un documental, pero no de esta cinta de ficción, aunque sí destaco las aportaciones de la joven Xènia Roset y de la niña Ainet Jounou, que me despiertan del sopor generalizado en el que me embarca el film de principio a final.

Me resulta seriamente inexplicable el Oso de Oro conseguido en el Festival de Berlín en 2022 y sus 11 nominaciones a los Premios Goya de la misma edición. Este cine no es mi cine.
Sergio Berbel
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
5
17 de mayo de 2024
Sé el primero en valorar esta crítica
Existen dos modelos contrapuestos de afrontar la narración cinematográfica: desde la cercanía para causar en el espectador la misma emoción que viven los personajes o desde la frialdad de la distancia y la narración de un demiurgo omnisciente. El cineasta León Siminiani apuesta siempre por la segunda opción y por eso su cine me suele transmitir entre poco y nada y sus propuestas me dejan más frío que sus propias intenciones.

No es una excepción “Arquitectura emocional 1959”. La idea de la que parte resulta fantástica: contar el nacimiento de una relación sentimental entre dos estudiantes universitarios en pleno franquismo a través de la arquitectura de Madrid en la que habitan. El problema es la forma elegida para narrarlo y la distancia tozuda que el autor impone y que impide empatizar en ningún momento con sus personajes y situaciones.

Un obstáculo que en realidad es doble: por un lado, por una voz en off constante que lo narra todo, incluso imponiéndose en volumen sobre las voces de la pareja protagonista para relatarnos hasta el contenido de los diálogos que están teniendo y que se me acaba haciendo insufrible. Por otro lado, la infografía, mapas y flechas para contarlo todo como si de un proyecto arquitectónico se tratase, asesinando toda posibilidad de emoción.

En el paroxismo de semejante artificio narrativo, Siminiani incluso se permite rodar la única escena de sexo habida en este mediometraje de 30 minutos, que se hace largo, sin la concurrencia de sus actores protagonistas, tan sólo a través de los espacios vacíos y la ropa que va apareciendo en el suelo. Falta carne por todas partes y en todos los sentidos. Mal asunto.

Me hubiera gustado disfrutar de las interpretaciones de Marta Carmona y Manuel Egozkue, pero el narrador en off no nos deja apenas escucharlos y los planos generales de los que está cuajada la cinta apenas nos permite reconocer sus rostros. Ésta propuesta no es mi propuesta a pesar de su indiscutible originalidad.
Sergio Berbel
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
10
16 de mayo de 2024
Sé el primero en valorar esta crítica
Para mí, Jacques Audiard es el gran cineasta del cine francés contemporáneo. Es el director más atrevido, intenso y alejado de la comercialidad de la industria gala. Me ha deslumbrado como cinéfilo con magistrales piezas como “De latir mi corazón se ha parado” o “Un profeta”, pero, por encima de todas ellas, la favorita en mi corazón es “De óxido y hueso”. La propuesta radical es la misma, pero ésta además emociona, es lo más cercano a un film de amor que puede rodar Audiard y lo logra por la puerta grande. “De óxido y hueso” es una joya ineludible del cine actual.

Como siempre, la belleza de las imágenes que rueda Audiard es hipnótica. En este caso, me enamoran hasta el tuétano esos planos quemados por la luz del sol, sea en casa de la protagonista o en la playa. Es que, seamos sinceros, la escena de la playa pasa por ser una de las mejores que se hayan rodado en el cine europeo contemporáneo, puro mito instantáneo del cine.

Pero más allá del virtuosismo en lo formal, la cinta se eleva sobre el resto por dos elementos que la sostienen como magistral:

1 Su historia: el guión, del propio Jacques Audiard y Thomas Bidegain, adaptando una novela de Craig Davidson, es absolutamente magistral. La historia de dos perdedores, de dos seres marginales, de dos personas que se salen de todas las normas se conocen y comienzan algún tipo de relación, tan anormal como ellos mismos, árida pero afectiva a la vez. Él se llama Alí y no tienen nada en la vida más que un hijo de cinco años que tiene que cuidar y mantener como sea; ella, Stéphanie, trabaja como domadora de orcas en el acuario Marineland haciendo un espectáculo diario para turistas y se encuentra vitalmente desnortada hasta que un accidente cambia su vida para siempre. Cuando se encuentran, todo se va a complicar mucho más allá de lo imaginable. Están fraguando una tragedia al cuadrado y conformando un rumbo vital imprevisible que siempre sorprende al espectador. Todo ello en un relato seco, donde los sentimientos cuesta que afloren, donde se radiografía el dolor en pantalla como pocas veces se ha visto.

2 Su pareja protagonista: la rudeza violenta pero sensible que transmite en su interpretación Matthias Schoenaerts resulta inconmensurable. Pero todo cede y languidece ante el festival interpretativo de cierta divinidad cósmica que responde al nombre humano de Marion Cotillard, quién sabe si en su mejor interpretación. La complejidad física y emocional que levanta en su personaje no tiene precedentes en la historia del cine y el milagro interpretativo que obtiene de todo ello es “cum laude”. Porque la cinta es ELLA, Marion Cotillard.

Si unimos a todo ello la hipnótica partitura musical del gran Alexandre Desplat y una portentosa dirección de fotografía de Stéphane Fontaine, estamos con absoluta seguridad ante una obra cinematográfica cumbre.
Sergio Berbel
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
<< 1 90 99 100 101 170 >>
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow