Hay películas con las que el espectador queda confundido, sin saber de qué forma calificarlas. Este es el caso (al menos para quien aquí escribe) de 'Barbarian': si al inicio amagó con convertirse en un clásico de culto, de la mitad hacia el final empezó a sembrar la semilla de la duda, al contener unas cuantas resoluciones cuestionables que la hicieron ir de mayor a menor, con una acentuación cada vez más progresiva en lo que concierne a lo inverosímil y (tal vez) a lo ridículo.

Zach Cregger se encarga de engancharnos y entusiasmarnos durante la primera media hora del film. El suspenso se combina con una dosis de terror que exaspera y nos sacude fuerte con un duro puñetazo directo al mentón, en lo oscuro del sótano de la casa en la que coinciden Tess (Georgina Campbell) y Keith (Bill Skarsgård). Hasta allí, todo es una genialidad, pero lo que sigue sufre una inclinación hacia lo bizarro/cómico que descoloca (aunque muchos fanáticos de la combinación de horror con humor negro probablemente estarán agradecidos).

'Barbarian' ilusiona, inquieta y decepciona casi a los mismos niveles, por lo menos para quienes nos ofuscamos con los caminos que la historia acaba tomando.

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