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España España · Granada
Voto de Kikivall:
7
Drama Lucien es un joven poeta desconocido en la Francia del siglo XIX. Con grandes esperanzas y queriendo forjar su destino, deja la imprenta familiar de su provincia natal para probar suerte en París del brazo de su mecenas. Rápidamente abandonado a su suerte en esta fabulosa ciudad, el joven descubrirá lo que ocurre realmente entre los bastidores en este mundo consagrado a la ley del beneficio y el fingimiento. Adaptación de la novela "Les ... [+]
17 de marzo de 2022
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sorprendente película de Xavier Giannoli ambientada en la primera mitad del siglo XIX. Un joven escritor francés de nombre Luciene, sueña con forjar su destino como escritor y poeta. Con la anuencia de su familia y apoyos de una mujer aristócrata y mecenas, consigue viajar a París. Al llegar contacta con cierta prensa liberal que le abrirá un incierto camino.

El filme describe el modo en que el joven poeta ilusionado por el éxito, se va acomodando a las circunstancias y también perdiendo su pureza inicial. Lucien es un ser ingenuo y ambicioso. Habla del exceso, la brillantez, la apoteosis y del fracaso del personaje. Ilusiones de juventud perdidas, un joven abandona su ser genuino para vivir en un vaivén constante.

"Este tema de la inocencia perdida, del desperdicio de sí mismo, de lo que había de lo bello y precioso en uno mismo, me toca especialmente", reflexiona Giannoli. "Esa manera insidiosa que tiene una época o un entorno de llevarte a negar tus ideales.

Película clasicista con una lujosa ambientación y buena adaptación de la novela de Balzac “Les illusions perdues” y un Giannoli que apuesta por la grandilocuencia y el barroquismo.

El filme un estudio de costumbres, normas sociales e individuales, y sobre cómo era la sociedad en la Francia del XIX, que encierra una curiosa conexión con muchos de los modos, vicios y costumbres de la vida actual en cuanto a privilegios artísticos y literarios, también profesionales, en una sociedad dividida entre monárquicos y liberales.

El protagonista, Lucien de Rubempré, modela pronto su aspecto exterior y también sus afanes internos según se lo exige París, la gran capital. Pero paralelamente, también afina su pluma y su corazón al servicio de la moda y de un periodismo recién nacido que describe lo cultural (teatro, literatura, mundo editorial, etc.), en un campo enfangado de intereses y de excesos.

La parte más cínica y maliciosa de la obra, no exenta de comicidad, es la que Giannoli dedica a los editores, los periodistas y los artistas que hacen del aplauso un mercado en el peor sentido. El filme subraya la basura de los medios injustificables, de la prensa de la época y la obsesión, tanto por los ingresos publicitarios, como por el pago de los contenidos editoriales.

El apartado romántico, los amores de Luciene con la aristócrata Louise y otros miembros de la nobleza, así como sus ardientes amores con Coraline (el único personaje noble), tiñen la historia de un color melodramático que entretiene: maquinaciones, planes furtivos y más, un mosaico de libertinaje ideológico.

La más ambiciosa obra de Giannoli ofrece una semblanza de la Francia parisina de la Restauración, cuando la monarquía del rey Carlos X y su aristocracia pretendieron clausurar las publicaciones liberales que traían a malvivir a la corona borbónica.

El reparto está compuesto por el actor-director canadiense Xavier Dolan como Nathan; incorpora actores y actrices de gran calidad como Benjamin Voisin como Julien; Cécile De France como la aristócrata mecenas Louise de Bargeton; Salomé Dewaels, como la actriz Coraline; el incombustible Gérard Depardieu como editor que proclama: “Una buena crítica es mejor que un mal libro”; el siempre irreverente Vincent Lacoste, como cínico y experimentado Etienne Lousteau; y la perfecta Cécile de France.

Música de acompañamiento que subraya el vértigo de los tiempos, el frenesí del personaje, con los sones barrocos y vigorosos de Bach y de Vivaldi, atemperados en los momentos de intimidad y remanso con los acordes de Schubert, Lizst o Chopin.

Tal vez se habría podido llevar de otra manera la voz en voz en off narrativa y conjugarla mejor con la representación de los hechos, que no son sino una traslación a los medios de comunicación actuales: las fake news, la manipulación política de la prensa, la proclamación de rumores, etc.

El filme dialoga con el “el torrente de imágenes que impone la vitalidad del realismo balzaquiano” (Sánchez), y la cinta concentra el extenso tríptico del escritor francés en 149 minutos que son pura energía. Y si se sustituye la prensa del filme por las redes sociales, resultará que hemos entendido este Balzac de Giannioli.
Kikivall
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