Clases particulares en Teherán. Ciudad secreta o llena de misterios, doble vida, hipocresía, motivo principal por el que ella allí se siente tan cómoda o a gusto, como en casa, porque toda su vida es una gran mentira, lo mismo que la vida del espía, en la frontera, la ambigüedad o la indeterminación constantes, ese es su oficio, claroscuro, las sombras, como los vampiros metidos en los sarcófagos que salen por las noches en busca de sangre fresca, como los murciélagos o políticos y todos sus correveidiles que te quitan hasta el alma día a día.
La película es sus ojos, como aquella de Fatih Akin de hace poco, su belleza y fragilidad, su fortaleza, inteligencia y sensibilidad, el resto es bastante soso, poco/romo, hasta el guapo, a rabiar o morir, compañero iraní, cómo para no enamorarse o echar cuatro buenos polvos, una de tantas que ella ha hecho, sin pena ni gloria, desvaída, forzada, nada creíble, llena de agujeros, pero correcta, profesional, agradable, llevadera, simpática, blanda.
El director es israelí y el Mossad no queda muy bien parado que digamos, más bien al contrario, bravo por la autocrítica, por lo que le toca, minipunto para el equipo de los judíos que no son precisamente Spielberg.