El asesinato se produce por hastío, inconscientemente; la saturación del bien ante el acoso pelma del mal.
Al elegirse la opción de la caricatura y la chanza, al extremarse tanto los caracteres, queda poco lugar para el análisis complejo de los personajes, nos faltan datos, son marionetas en manos de un director más preocupado por el conjunto, por el contexto, que por los detalles psicológicos que podrían desnudar las motivaciones, desmenuzar los comportamientos de ellos.
Esta apuesta por el cachondeo soterrado y constante provoca en algunos momentos cierto cansancio en el espectador, especialmente por la tendencia a insistir en aspectos laterales que ya quedaron claros antes (por ejemplo, los cantares de Bernie, o sus dotes públicas, o los exhaustivos comentarios, una y otra vez, de sus queridos conciudadanos).
Por lo tanto, es una muy apreciable película, llena de inteligencia y buen tono, sarcástica y piadosa, juguetona y sabia, que se enrosca y entorpece por no ir más allá de esa factura o premisa cómica, casi de comic, un tanto superficial.
Quizás la mayor maldad se encuentre en el hecho de que pasaran nueve meses sin que a nadie le importara si la finada estaba viva. Normal, estaban anestesiados con tanto regalo, descansando, por fin, de esa bruja vieja.