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Rusia Rusia · Stalingrado
Voto de Ferdydurke:
4
Drama A finales de los 70, Jack Horner, un director de cine porno que considera su trabajo una forma de arte descubre a Eddie Adams, un joven ingenuo que desea triunfar y que tiene unas características físicas muy adecuadas para ese tipo de cine. Eddie cambia su nombre por el de Dirk Diggler, se adapta inmediatamente a nuevo estilo de vida y pronto se convierte en una gran estrella del porno. (FILMAFFINITY)
20 de enero de 2024
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Rebelde sin causa. The End. Uno de los nuestros. Ed Wood. La mala educación. Short Cuts. Super Size Me. El Padrino. Tarantino. Scarface. Freaks. Toro salvaje.
Están varias de sus cualidades o indudables talentos, el sentido de la maravilla, la imaginación, aquel ritmillo loco, cha cha cha, la ingenua ingeniosa patética impronta proteica pandémica y celeste metafísica speedica, el encadenamiento de escenas paralelas tan bien montadas y simultáneas, el precipicio o vértigo, el placer, lo pop, la decadencia del imperio americano, los planos secuencia, el buen gusto para las músicas o sonidos, la asimilación de la influencia voraz sin angustia ninguna, pero, también lo mismo y lo contrario, es en este caso opíparo muy adolescente en casi todos los sentidos, sin terminar de cocer, ganas histriónicas desesperadas de llamar la atención haciéndose pasar por lo que no es, sí un niño prodigio, no un hombre derecho con pelo en pecho erecto, apenas balbucea, en el humor de parvulario gore, la necesidad de epatar o impresionar al público burgués o normal de a pie anestesiado en cada momento, lobotomizado, sonado, tan fácilmente escandalizable manipulable, electroshock mediante, boca a boca, chupa chupa, recurriendo a los más obvios y primarios recursos sexo adictos, el sensacionalismo chungo, el efectismo burdo, la disgregación o dispersión de los distintos temas que se acaban diluyendo en la pura nada, la superficialidad vacua, el arco narrativo tan previsible convencional formulario, de la nada a la cima a la nada a... la nada de donde vinimos volvimos llorados redimidos de tanto pecado nefando cometido y arrepentido, la sensación constante de pastiche descaradamente imitativo atragantado empapuzado, la pirotecnia a toda hora, la tontería inmadura exhibicionista, el morbo oligofrénico, suma y sigue, se pierde la cuenta.
Empieza y te quedas asombrado agradecido por la cantidad ingente de caras actores conocidos tan buenos y/o, casi todos, muy queridos que aparecen casi al primer segundo, Burt Reynolds, Juliane Moore, Luis Guzman (el mejor de todos y no me acordaba de su nombre, injusticia, quien más te quiere, más se olvidará de tu insigne persona), John C. Reilly, Heather Graham, William H. Macy, Don Cheadle, hasta Nina Hartley, apoteósico, magnífico, centrífugo, ígneo. Muy Scorsese la presentación y el tema, la ascensión, el sueño americano pesadillesco, de un pringado arribista necio de cuerpo entero a la envidiada ominosa cumbre de la ausencia anonadada delirante delicuescente cutre, todo ello mirado a través de los ojos ensimismados del filmmaker (la platónica idea primera del que observa o narra, graba y reproduce, álter ego evidente cariñoso juguetón autoirónico), para a continuación pasearnos por las cuitas de una familia histérica a lo Nicholas Ray nos recuerda asemeja con calzonazos castrado y madre bruja de cuento, el mundo es de serie z, la otra cara de la luna o de Jólivud, del éxito, los desheredados de la tierra, lumpenproletariado, la cochambre, el sexo también es perdulario y calamitoso candoroso, feo y bobo bobina bovino, de rebajas, tierno y tonto, Torremolinos 73, excesivo, chapucero, el humor es esquinado y como de cómic y el ambiente o tono moral es muy de los noventa, corrupto, elegíaco, a caño libre, chocarrero (comparado con el de ahora aquello parecía Sodoma y Gomorra, viva la libertad creadora manque pierda, que se mueran los nuevos, legión son, curas y monjas que en todas partes asolan, salen debajo de las piedras cada día nuevas espantosas remesas de puritanos y puritanas con la antorcha encendida, recién nacidos y ya completamente muertos) y el meollo o tema es (literalmente) la polla, lo/la grande, lo hipertrofiado o monstruoso, el mono/mito, el falo, fuego fatuo, el imperio, los cojones, el capital, el carajo, América, América siempre lo primero caricaturesco deformante espejo gato callejero, y de repente ese tipo ridículo de vida se viene abajo porque llega otro, morir y renovarse, igual o parecido, del cine al video, del juego serio a la droga mala, hay que cambiarlo todo a modo o no tanto tampoco, el formato, el medio, menos el mensaje o el mensajero, para que todo cada vez sea un poquito si cabe peor o más horroroso, del artículo adminículo artesanal al objeto producto industrial impersonal, los tiros o la coca, nuevos y viejos tiempos tan duros todos y simpáticos sórdidos, y aparecen la violencia y el crimen como a la fiesta de la insignificancia invitados decapitados, la balacera a tres bandas o las que hagan falta, yo me equivoco, disparo donde no toca o debo, quilombo, el pulp y la fiction, la perrería como forma de vida, existencialismo matarife, y en la cima del triunfo nieva mucho y huele a chamusquina con tanta pistola que anda por ahí suelta, rocknrolla, y el puto grupo salvaje son mimosines, una banda de perdedores de medio pelo, de monstruos s.a., adorables criaturas mascotas del inframundo, y al final del camino el autor, el cine, el actor, domesticado torete, ve reflejado su fracaso mondo y lirondo y su capacidad infinita de reinvención a través del espejo como un conejo una vez tras otras para perder nuevamente con más ganas y método (con) gota a gota de conocimiento ciencia y sabiduría recién, a tan alto precio, adquirida, a huevo, pero, hete aquí, que todos son ahora también felices, qué triste, lo tenían merecido, en la mierda misma nunca se sabe.
Un canto oda al cine, a lo otro, a contar y reír y soñar (con vergas y rayas), a follar a mansalva y rodar a toda hora.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ferdydurke
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