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Voto de Mad_Astronaut:
6
8.1
121,491
Drama
Para sobrellevar el insomnio crónico que sufre desde su regreso de Vietnam, Travis Bickle (Robert De Niro) trabaja como taxista nocturno en Nueva York. Es un hombre insociable que apenas tiene contacto con los demás, se pasa los días en el cine y vive prendado de Betsy (Cybill Shepherd), una atractiva rubia que trabaja como voluntaria en una campaña política. Pero lo que realmente obsesiona a Travis es comprobar cómo la violencia, la ... [+]
11 de febrero de 2015
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un drama con pinceladas de suspense y acción. Así es Taxi Driver, una película en la que Martin Scorsese recurre (como es habitual en su filmografía) a la ciudad de Nueva York como telón de fondo para plasmar el espíritu de una época, un contexto marcado por la decepción y la desesperanza palpables en la sociedad estadounidense en la ardua década de los 70. La sordidez de sus calles inmersas en la marginalidad de los primeros años de “la epidemia del crack” conforman un escenario perfecto en el que trascurre una vida minada no solo por la criminalidad, las drogas y la prostitución, sino también por la desolación existencial.
El protagonista de esta historia, Travis Bickle –brillantemente encarnado por Robert De Niro– es un joven que, tras haber servido en Vietnam, callejea en sus noches de insomnio a bordo de un Checker llevando a todo tipo individuos de un lugar a otro de la ciudad que nunca duerme. Nueva York es recorrida en la nocturnidad, entre densas capas de niebla y bajo la lluvia que cae al ritmo del jazz, por las avenidas de resplandecientes neones transitadas por prostitutas, camellos, borrachos y demás noctámbulos. Chusma deambulante de la que Travis siente un intenso repudio. Pero si hay algo del perfil sociópata de Travis que nos estremece es su propia frustración y aislamiento que padece. La desgracia de un personaje perseguido por la soledad y asqueado de la fauna urbana que le rodea –sin querer cerciorarse que forma parte de ese hábitat abominable– encontrando su escapatoria en el consumo de alcohol y pornografía. Travis no deja de ser una víctima alienada por la forzada reinserción en la vida civil, que produce un rechazo mutuo entre él y el resto de la sociedad y que acaba por construir un ser trastornado como se muestra en varias escenas grotescas a lo largo de la película. De hecho, a medida que ésta avanza, su inestabilidad mental es cada vez más evidente, lo que hace que la acción sea más imprevisible.
El protagonista de esta historia, Travis Bickle –brillantemente encarnado por Robert De Niro– es un joven que, tras haber servido en Vietnam, callejea en sus noches de insomnio a bordo de un Checker llevando a todo tipo individuos de un lugar a otro de la ciudad que nunca duerme. Nueva York es recorrida en la nocturnidad, entre densas capas de niebla y bajo la lluvia que cae al ritmo del jazz, por las avenidas de resplandecientes neones transitadas por prostitutas, camellos, borrachos y demás noctámbulos. Chusma deambulante de la que Travis siente un intenso repudio. Pero si hay algo del perfil sociópata de Travis que nos estremece es su propia frustración y aislamiento que padece. La desgracia de un personaje perseguido por la soledad y asqueado de la fauna urbana que le rodea –sin querer cerciorarse que forma parte de ese hábitat abominable– encontrando su escapatoria en el consumo de alcohol y pornografía. Travis no deja de ser una víctima alienada por la forzada reinserción en la vida civil, que produce un rechazo mutuo entre él y el resto de la sociedad y que acaba por construir un ser trastornado como se muestra en varias escenas grotescas a lo largo de la película. De hecho, a medida que ésta avanza, su inestabilidad mental es cada vez más evidente, lo que hace que la acción sea más imprevisible.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Entre los detonantes que convulsionan a Travis se hallan dos mujeres: una de ellas es Betsy, una atractiva asistente electoral, cuya incipiente relación queda frustrada tras una cita “poco romántica”, y la otra es Iris, una prostituta menor de edad, que desde el asiento trasero le pidió ayuda antes de que irrumpiese su proxeneta sacándola a la fuerza del taxi. Este incidente desencadena que Travis, al borde de la locura, pase a la acción: es la parte en que tiene lugar el célebre monólogo delante del espejo, que nos muestra que estamos ante alguien que está perdiendo los papeles y que cuyo estado neurótico no proporciona pistas sobre sus próximas acciones. La tensión será progresiva en las siguientes secuencias, en las que aparece un Travis fuera de sí, impulsado a cometer cualquier acto autodestructivo, ya sea atentar contra el candidato electoral (con el mero fin de llamar la atención de Betsy) o volver al barrio donde Iris hace la calle para intentar liberarla liquidando a su repugnante chulo. En cualquier caso es de esperar que todo este caos culmine violentamente en un frenesí de disparos y sangre, pero después de todo, esta historia no acaba tan mal, es más, podría decirse que tiene un final feliz. ¡Quién lo hubiera dicho!