Esta película es un drama marcado por la desesperación de un padre por proteger a su hijo y mantener unida la familia, mediante una historia que se produce a partir de un asesinato accidental.

La trama plantea los dilemas morales de los diferentes personajes. ¿Mentir o decir la verdad? En un juicio, la verdad es relativa y puede que no importe demasiado, pues al final cada parte expone su punto de vista y es el jurado el que decide qué versión es válida. El padre tiene claro que su verdad es la que salve a la familia, mientras la madre cree que la verdad es la que pueda permitirles vivir con ella, es decir, la que no deje cargos de conciencia. La verdad real. Para el abogado, la verdad es la que le permita ganar el juicio.

¿Cuál es la mejor? Depende del punto de vista. Y así lo presenta la película. Seguro que cada espectador sabrá decantarse por alguna de ellas. Todas son comprensibles.

Estos temas son interesantes y mantienen viva la película, pero no tiene mucho más. El ritmo no se mantiene y va de más a menos, y tampoco hay demasiada tensión. No se puede destacar gran cosa. En el apartado de actuaciones tenemos a Liam Neeson, superior a los demás, y a Alfred Molina que cumple con su papel de secundario. Meryl Streep no hace gran cosa y Edward Furlong hace una interpretación que podría hacer cualquier florero.

Para pasar el rato y poco más.