Tengo sentimientos encontrados con este film regularmente elogiado.
Las Acacias es cine minimalista, lo cual la convierte en atractiva, al menos para mí.

Todo sucede prácticamente en una cabina de camión con el vínculo que puede surgir entre un camionero que traslada madera de Paraguay a Argentina, y una pasajera con su beba, a las que lleva por encargo de un amigo.

Son comunes los gestos, las pequeñas muescas, los mensajes no dichos.
Aprendemos a mirar sus caras, a comprender sus sentimientos, a entender su reacciones.

Las Acacias no podría recomendarse más que a amantes de las historias pequeñas, al estilo Sorín, sin demasiado por ocurrir, sin demasiadas palabras.
Para aquellos que pudieron ver El Camino de San Diego, podrán entender la línea en la que se mueve este film, aunque el film de Sorín tenga más vueltas de tuerca e incidentes.

Podría destacar lo notable de las actuaciones, como si la cámara nunca se hubiera encendido, como si estuvieran viviendo o siendo, sin un director de por medio.
Lamentablemente lo que pueden contarnos con gestos y actitudes, promediando el film comienza a quedarse sin hilo, dejándonos con la sensación que Las Acacias podría haber sido un hermoso mediometraje, pero el estiramiento desmedido de su desarrollo, que no es otra cosa que el preludio para un final emotivo, hace que pronto caigamos en el tedio y tal cual ocurre con el camionero, comencemos a cabecear en medio de la ruta.