Si una palabra emana de la mente una vez la pantalla se torna en negro, al menos en mi caso, es "lealtad".

Asistimos a la historia de tres personajes dispares, que unidos por los lazos del crimen, terminan por convertirse en un bastión frente a las adversidades que han de soportar. Y es que aquí es donde radica la peculiaridad de la cinta, pues muy al contrario de los que suele ocurrir en este tipo de historias, puede entreverse una amistad verdadera surgida a raíz de las vicisitudes compartidas por nuestros protagonistas, que condiciona sus acciones hasta el final. Criminales sí, pero con principios y rezumando humanidad.

Película cocinada a fuego lento, en la que el silencio juega un papel fundamental, a la vez que los diálogos no defraudan, y con una ambientación que será cuestión de gustos, pero que para quién suscribe esta reseña es prácticamente inmejorable. Escenas fantásticas como la del robo, meticuloso, narrado con todo tipo de detalles y sin "artificios" de por medio. Poco más que decir, simplemente ¡Disfrútenla!