Discreto film carcelario protagonizado por el siempre correcto James Woods, que encarna a un corrupto funcionario de prisiones envuelto en una trama de asesinato.

La historia no termina de engancharme porque tampoco me parece que esté bien contada. No me creo el personaje de Kay Lenz, en especial la secuencia de la masturbación en la sala de visitas de la cárcel, me parece más bien un reclamo erótico.

Tan solo el suspense de la escena final aporta algo de interés a una película por lo general decepcionante. Ni la banda sonora de Lalo Schifrin está a la altura.

No obstante, Woods y Harris volvieron a colaborar juntos en Cop: con la ley o sin ella, que está bastante mejor.