Siempre he dicho que las óperas primas son armas peligrosas que van cargadas y se te pueden disparar a la primera de cambio. Hay que sujetarlas bien, por la empuñadura, y no soltarlas en momento alguno.

En busca de inspiración, el escritor Antonio Prieto, se refugia en un pequeño pueblo perdido en la sierra de Málaga. El lugar elegido tiene la leyenda del Vimero, mitad hombre/mitad bestia, que maldijo el pueblo y a sus habitantes.

Tal vez Antonio encuentre inspiración en este pueblo, pero también muchos peligros.

En la ópera prima de Macarena Astorga encontramos sombras y luces. Se agradece la intención de crear mitología en un lugar quemado por el sol, donde la noche no solo refresca sino que atrae a malos seres; la cámara de Astorga es correcta, sin grandes aspavientos, lo que es todo un acierto ya que las imágenes deben meterte en la historia, no ser un tour de force para que el espectador pongan un altarcillo al autor o autora. Donde falla Macarena Astorga es en la creación de atmósferas que requieran más de dos o tres personajes, ya que consigue mucha potencia en los diálogos entre dos o tres personajes, pero cae al meter más gente en el plano como todo lo que rodea la fiesta de San Juan.

En La casa del caracol, hay un exceso de gente que mira de reojo y masculla entre dientes, y esto es algo que viene desde el guion, firmado por Sandra García-Nieto, ya que tan pronto nuestro protagonista choca contra un muro de silencio como que le invitan a unos chatos de licor, a veces se ríen de él como si fuera uno más o le tratan a patadas. Las mejores secuencias de la película son las que tienen que ver con la leyenda del Vimero o la relación entre el protagonista y el cura, pero se quieren meter demasiados personajes en una trama que en ocasiones pierde el foco.

Así como la fotografía de Valentín Álvarez le va como un guante a la película, la música de la compositora Karin Zielinski se mueve entre varios registros – la nana, lo amenazador, etc – sin encontrar su camino.

Javier Rey está convincente como Antonio Prieto y sabe llevar la película sobre sus hombros, aunque la frescura de Paz Vega atrae todas las miradas al compartir plano. El reparto femenino de Elvira Mínguez, Luna Fulgencio o Norma Martínez, cumple de sobra quien necesita más presencia en pantalla es el actor peruano Carlos Alcántara.

La casa del caracol es una película con buenos momentos que resulta agradable de ver.

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