Haz click aquí para copiar la URL
España España · Barcelona
Voto de apallaresal:
7
Drama. Comedia. Romance Un rico aristócrata duda si abandonar a su amante para conservar el amor de su esposa, una mujer cortejada al mismo tiempo por su confidente y un famoso aviador. En el trascurso de una cacería de fin de semana en Sologne y de una fiesta, las intrigas amorosas de señores y sirvientes se mezclarán desembocando en un hecho inesperado. (FILMAFFINITY)
29 de octubre de 2010
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando ves La regla del juego te das cuenta de dos cosas: la primera es que ésta película hay que verla no una, sino dos y tres veces. Y la segunda es que no es una película: son dos.
La primera sucede cerca de la cámara y la segunda tiene lugar en los profundos espacios del fondo, gracias a la profundidad de campo. Y es que la acción nunca acaba: los actores actúan todo el tiempo. No importa que estén cerca o lejos de la cámara. Actúan. La película continúa y por lo tanto las tramas avanzan. Es por eso que con un visionado no podemos llegar al completo de lo que Renoir nos quería contar.
Sé que para muchos es tedioso tener que ver una película diversas veces, pero a lo largo de éste breve texto espero poder darles suficientes razones como para que, por lo menos, le concedan un visionado más.
La primera razón ya ha sido expuesta, y es que aunque menos conocida, La regla del juego es prácticamente igual de virtuosa que Citizien Kane: con su juego de lentes y profundidad de campo gracias a los cuales nos cuenta una historia sin fin, que como la vida misma tiene lugar cerca y lejos del ojo humano.
La segunda es que ésta película de Renoir fue mutilada (la censura se le quedó corta) cuando se estrenó. Que ¿por qué? Pues porque no deja títere con cabeza: que si la burguesía francesa, la aristocracia, las clases populares que pretenden imitarles de una manera ridícula y patética...(Recuerden que esta película fue hecha y estrenada en 1939, poco antes de empezar la segunda guerra mundial, pero cuando todos ya sabían que habría guerra)
La tercera es que la historia no ha sido justa con Renoir. Le recordamos más por ser hijo de quién era, -muchas veces, de Une partie de campagne nos acordamos más que su padre pintó el cuadro que dio lugar a la película que de la propia película-, que por sus méritos. Quizás porque después vino la Nouvelle Vague que lo eclipsó todo, pero la verdad es que Jean Renoir se merece una oportunidad.
Y todas estas razones envueltas en una orgía laberíntica de rápidos diálogos y personajes excéntricos e inolvidables.
Así que véanla por favor, no una, sino dos y tres veces. Porque esta película no hay que verla; hay que absorberla.
apallaresal
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow