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Graduación

Drama Romeo es un médico de casi 50 años que dejó atrás las ilusiones relacionadas con su matrimonio, ahora acabado, y su Rumanía, destrozada por los acontecimientos. Para él todo lo que importa ahora es su hija, de 18 años. Tras los exámenes finales, la joven irá a estudiar a una prestigiosa escuela en Inglaterra. En la víspera del examen, la hija es atacada en la calle. A partir de entonces, hará todo lo posible para garantizar que ello no ... [+]
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Críticas 40
Críticas ordenadas por utilidad
9 de diciembre de 2016
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La historia es un tanto desoladora, aunque verosímil en Rumanía y podría suceder en más países donde la corrupción y el favoritismo condicionan la vida cotidiana.
Interesante la relación padre-hija, con buena interpretación de los personajes.
Chema
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29 de diciembre de 2016
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cristian Mungiu es considerado como el máximo exponente de la cinematografía rumana, especialmente tras la imprescindible 4 meses, 3 semanas y 2 días.

En Los exámenes, el realizador nos narra la historia de Romeo (Adrian Titieni), un padre que hará todo lo necesario para que su hija (Maria-Victoria Dragus) consiga pasar los test finales para optar a una beca en Cambridge, tras ser agredida sexualmente el día anterior de la prueba.

Es impresionante comprobar cómo Mungiu es capaz de mostrar, de una manera tan sencilla y nada forzada, la situación social de todo un país en tan solo unas líneas de diálogo y un ramillete de situaciones.

En un país, que tanto nos recuerda al nuestro, donde la corrupción se encuentra en todos los estadios de la sociedad, un hombre honesto decidirá utilizar el tráfico de influencias para darle a su hija una vida mejor que la suya.

Surge así el dilema, ¿justifica el fin los medios? Este padre de familia es un hombre de principios, que nunca se ha dejado sobornar o ha optado a ello. Y, sin embargo, por el bien de su hija, cruzará la línea y terminará comportándose como el resto de conciudadanos.

Mungiu no juzga a sus personajes, solo los pone sobre la palestra, con sus fallos y sus aciertos, y deja que el espectador decida. ¿Qué tipo de cultura provoca que un hombre honrado vea como normal las corruptelas que se suceden a su alrededor y al final recurra a ellas en aras de lograr un futuro mejor para su hija? Ésa es también la pregunta que se queda en el aire.

Y frente a lo que parece una claudicación de un hombre honesto ante la sociedad enferma que le rodea, surge la figura de su propia hija, a la que él mismo ha educado en sus principios, y que tendrá en su mano hacer (o no) lo correcto.

Además, Mungiu, una vez más, no se olvida de las mujeres, mostrando de nuevo la indefensión que sufren en su país, conformando así una crítica firme, pero sosegada, de todos los males de su Rumanía natal.

Lo mejor: el reflejo poliédrico de la sociedad rumana.

Lo peor: que tristemente nos recuerde tanto a nuestro país.

http://www.bollacos.com/los-examenes-dilemas-morales/
Beatriz Jimenez
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26 de febrero de 2018
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El mes pasado, durante el BAFICI, tuve la oportunidad de ver SIERRANEVADA, el magnífico film del rumano Cristi Puiu. Anoche tuve la satisfacción de ver otra gran película rumana: GRADUACION de Cristian Munjiu. Cada vez se habla más del nuevo cine rumano. Sin embargo, ese cine no parece responder a un movimiento orgánico, sino el producto de un grupo pequeño de directores que tienen en común historias muy bien construidas que translucen un fondo social complicado. Desde 2005 a la fecha, se estrenaron en Argentina, aproximadamente una docena de películas de ese origen, que en casi todos los casos han resultado excelente. Eso y dado el fuerte respaldo de producción de fondos belgas y franceses con que contaron esas películas, hace que nos preguntemos si se trata de un fenómeno aislado e independiente o es realmente el producto de un nuevo cine rumano o de una nueva escuela. Está claro que, más allá de los temas tratados, en todos ellos prevalece un fuerte espíritu crítico tanto político como social en relación a un país que si bien recibió los vientos de libertad arrastrados por la caída del Muro de Berlín en 1989, por otro lado, no parecen haberse aprovechado según la visión crítica expresada por estas películas.
Cristian Munjiu, el director de Graduación, tiene 4 largometrajes en su haber, de los cuales solo 3 se estrenaron en Argentina. De ellos, hemos visto en 2007 “4 Meses, 3 Semanas y 2 Días”, que ganó la Palma de Oro en Cannes con una interesantísima denuncia contra la ilegalidad del aborto y sus consecuencias. En 2012 vimos “Más Allá de las Colinas”, también premiado por su guión en Cannes, que relata la historia de una amistad entre dos jóvenes que crecieron en un mismo orfanato. Ahora nos llega Graduación, que se llevó compartido con Oliver Assayas (Personal Shopper), el premio el mejor director en el mismo festival el año pasado.
Graduación es un film notable porque no solo cuenta una historia interesante sino porque lo hace respetando íntegramente un mismo punto de vista que es el de su protagonista casi absoluto: un padre que desea fervientemente que su hija obtenga las mejores calificaciones en su examen de graduación para que pueda acceder a un ingreso en una universidad británica.
Ese objetivo se transforma en una obsesión, y esa obsesión empieza a dejar en claro todos un sistema de vulnerabilidades en la cuales no solo hay responsabilidades individuales sino también colectivas, encabezada por un aparato estatal pesado y burocrático.
El film es una aproximación muy crítica a la realidad rumana vista desde los ojos de este médico, en la que no solo la aparece la pesadez de un aparato burocrático sino también una cadena de corrupción estatal preocupante (una especie de permanente máquina de impedir), y en consecuencia, el hartazgo social del que los protagonistas son participes. Una sociedad enferma.
Romeo (magistralmente interpretado por Adrian Titieni) es un médico de hospital que durante la época socialista se ha formado en el exterior y a raíz de la caída del gobierno estalinista de Nicolae Ceasescu, ha decidido regresar al país. Pero para él, las cosas no han cambiado. Por el contrario, empeoraron. Pero también es cierto que es una de esas personas que creen que la casa del vecino siempre es mejor que la propia, que afuera todo funciona como corresponde y adentro no solo no van mejor sino que no tienen oportunidades.
En medio de esa gran frustración personal, esa idea se complementa con otra enfermiza idea que es la de la realización personal a través del logro de los hijos. La cuestión se acelera cuando su hija, en víspera de los exámenes de graduación, es atacada en la calle por un desconocido. La situación traumática que atraviesa la adolescente la coloca en inferioridad de condiciones para rendir el examen que debe. Y Romeo se desespera.
En esa desesperación de características existenciales, Munjiu comienza a describir el mundo personal de ese personaje (la relación con su mujer, su hija, su amante, su trabajo en el hospital) en el que todo funciona defectuosamente y por contraste, comienza a mostrar un mundo real lleno de trabas, mundo al que rechaza profundamente, al que no entiende, al que debe soportar y someterse.
Ese mundo real esta signado por los silencios, por la inacción policial, por el amiguismo, por la acción de los servicios que todo lo saben, por las múltiples regulaciones de lo cotidiano. Un mundo donde cuesta ser honesto, en el que la violencia en las calles es un hecho común, en el que la corrupción se mueve libremente siguiendo los debidos canales, determinando una imposibilidad absoluta de cambio. Un mundo donde la opresión no ha cesado. Una sociedad regida por una doble moral. Esa es la gran frustración de Romeo. Esa es la razón por la cual quiere que su hija se gradúe y se vaya. Sueña con que un título en el exterior le abrirá las puertas a una persona inteligente.
Munjiu centraliza el relato en su personaje principal. La presencia de su protagonista en pantalla es permanente, Su punto de vista es el punto de vista de la película. Su rigurosidad narrativa es total, basado en un guión propio que mantiene el ritmo narrativo a lo largo de todo el metraje impulsado por la calidad formal de toda la película, desde cada encuadre hasta los finos subrayados musicales. El resultado es lo que se podría decir un relato en primera persona, donde lo que vemos es el punto de vista del protagonista principal pero que por contraste, muestra un mundo en el cual el Estado ocupa un rol central cuyos comportamiento burocráticos y policiales terminan por restringir las libertades personales.
Charly Barny
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1 de abril de 2017
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No llegan muchas películas como ésta a nuestras pantallas. Entre tantas películas americanas o nacionales, hay algunas pequeñas joyas con mucha profundidad y gran trabajo detrás, listas para ser disfrutadas. No llegan con una gran campaña de publicidad y a veces pasan desapercibidas por la cartelera. “Los exámenes” es una película social que deja clara la forma en la que se hacen las cosas según en qué lugar se localice.

El desarrollo es sutil, nada forzado y representa a una sociedad en la que los contactos lo son todo, absolutamente todo. También es una película de personajes, con motivaciones muy diferentes pero muy profundas que hacen lo que sea para lograr lo que quieren. Pero sobre todo es una película que muestra una realidad social terrible y universal, un mundo en el que las irregularidades son la tónica cada día, dejando la imagen de este país (en el territorio nacional no estamos libres de corrupción y por eso no nos pilla por sorpresa) por los suelos y a sus individuos como gente corrupta, lo peor es no reconocer lo qe se tiene delante, verlo todo como algo normal, y en esto “Los exámenes” realiza un trabajo soberbio. Murgiu consigue esta normalidad con secuencias muy creíbles y cercanas, una forma de rodar que ya es marca de la casa (“4 meses, 3 semanas, 2 días”) y que ambientada en Rumanía podría ocurrir en cualquier parte.

Aparte de este planteamiento tan interesante, la película presenta un personaje principal con enorme fuerza y mayor decisión. Inquebrantable en sus ideas, este padre sabe que ese examen es una gran vía de escape de un lugar en decadencia. La película refleja muy bien este sentimiento y lo desarrolla con vehemencia.

Una interesante película que tiene un ritmo pausado, hasta lento en algunos casos, que sirve como denuncia de situaciones comunes y que representa el sentir tan melancólico de una sociedad que lucha contra una realidad que cuesta mucho esfuerzo cambiar.
Moody
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9 de mayo de 2017
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Vi “Bacalaureataka” (“Graduación”, Rumania, 2016) dirigida y escrita por Cristian Mungiu [1968-] (experimentado director rumano, algo desconocido en nuestras latitudes) y con un buen reparto, pues supieron cumplir cabalmente con su papel: Adrian Titieni, Vlad Ivanov, Maria-Victoria Dragus, etc. Narra la vida de Romeo, médico, esposo y padre. La acción gira alrededor de Romeo y se centra en tres ejes: i) su fuerte crisis matrimonial; ii) la graduación de su hija (quien requiere excelentes notas para poder emigrar a Inglaterra); y iii) el ataque perpetrado contra su hija justo antes de un examen final, lo que obliga a Romeo a tomar medidas desesperadas en su complejo y caótico mundo. Ahora bien, pasando inicialmente a los temas estéticos, la obra logra una armonía con el naturalismo del guion. Justo por este realismo sórdido que busca el director, no caben grandes destellos estéticos, pero esto no significa que no lo hizo bien. La obra es correctísima, impresionantemente equilibrada. Pasado a los asuntos más de fondo, es decir, a lo narrado, quedo muy sorprendido de la forma tan sutil, a la vez que inteligente, en la que se narra la complejidad y la caoticidad del micro-mundo (la familia de Romeo) y el macro-mundo (la decadencia moral, política y económica de Rumania). Incluso, la forma en que el macro-mundo aparece en los intersticios dramáticos del micro-mundo es maravillosa a la vez que inteligente. El espectador no se siente forzado en sus interpretaciones, pues la cinta se desliza suavemente ante sus ojos mientras le deja en claro la nube gris, por no decir que negra, que rodea a los protagonistas inmediatos, Romeo y su familia, como a los mediatos, Rumania misma. No es fácil encontrar películas que logran ser dramas íntimos a la vez que propiciadores de reflexiones políticas profundas. Pongo como ejemplo, para esto último, el diálogo entre Romeo y su esposa sobre lo que esperaban de Rumania con la caída del muro (euforia) y cómo este país terminó expulsando a sus jóvenes, sumido en la corrupción y sostenido sólo la madre Europa (más bien, Unión Europea), la dadora, la sostenedora de la periferia (depresión). La recomiendo, pues, no solo como buen ejemplo del equilibrio dramático, sino también como trampolín para reflexionar sobre la bipolaridad política: cómo se pasa de la euforia a la depresión en una misma generación. 09-05-2017.
Andres Botero
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