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Vivir

Drama Londres, en la década de los 1950. Williams es un veterano funcionario enterrado bajo el papeleo de la oficina mientras la ciudad se reconstruye después de la II Guerra Mundial. Al recibir un demoledor diagnóstico médico, vacía su cuenta de ahorros y se dirige a la costa. Se promete hacer de sus últimos días un tiempo significativo, pero se percata de que no sabe cómo hacerlo. Después de que un misterioso desconocido lo lleve a la ... [+]
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Críticas 31
Críticas ordenadas por utilidad
11 de julio de 2023
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Living es un desastre! Una mala copia inglesa de la muy buena que hizo Kurosawa en su momento. Bill Nighy lo intenta pero carece de los registros dramáticos adecuados para ser creíble. Además, es una mala publicidad a unos ingleses todos robotizados.

Los despertares no son usuales en las personas con la enfermedad crónica del aburrimiento vital. Porqué el autoengaño es un placebo efectivo. La ilusión de una vitalidad ficticia y que todo el mundo tiene que aceptar para encajar en lo que es convencionalmente bueno.

Las noticias tristes; el tiempo que se acaba y lo que no se hizo despuntan hacia una sobrecogimiento interior. Una necesidad de salvar algo y de por lo menos rendir las armas con algo de hidalguía. Temas estos que ésta Living no logra tratar con la fuerza que merecen.
bucefalo
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19 de julio de 2023
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
El resultado del experimento fílmico es correcto, pero no memorable. El (inexplicable) Premio Nobel de Literatura Kazuo Ishiguro, guionista de “Living”, decide reescribir el clásico de Akira Kurosawa “Vivir (Ikiru)” para adaptar esa emotiva historia en la misma década que en la cinta original, la de los años 50, pero trasladando la acción de la Japón primigenia a Inglaterra en este remake. El resultado final es una bonita película, quizás demasiado bonita, que emociona menos de lo que promete pero que supone una experiencia acertada en su visionado.

Destacan dos elementos por encima del resto que la convierten en interesante: la esteticista y maravillosa dirección de Oliver Hermanus y, sobre todo y por encima de todo, el soberbio trabajo de su actor protagonista, Bill Nighy, en la mejor interpretación de su carrera. Fuera de la conjunción de ambos ingredientes, el film resulta ser un tanto flojo.

Se nos cuenta la historia de un anciano y aburrido funcionario del Departamento de Urbanismo de Londres al que detectan una enfermedad terminal y le dan apenas nueve meses de vida. Incomprendido por su hijo y su nuera en casa, decide vaciar su cuenta bancaria y aprender a vivir disfrutando, cosa que no había hecho jamás. El espectador acompañará al anciano de la mano en ese camino hacia el descubrimiento de una vida placentera que se nos es negada por el sistema capitalista que nos atrapa y nos esclaviza convirtiéndonos en meras piezas de una máquina de la que no podemos salir.

Y eso que cuenta, lo cuenta muy bien, pero… poco más, dejando además la cinta un cierto aroma a optimismo filántropo comprado al por mayor bastante innecesario en algunas de sus escenas.

Sobresaliente, insisto, la dirección de fotografía de Jamie Ramsay y muy eficaz (a veces demasiado) la partitura original de Emilie Levienaise-Farrouch. Eso sí, la ambientación de la Londres de los años 50 es tan portentosa como sus créditos iniciales, que parecen sacados de una película de Alfred Hitchcock.
Sergio Berbel
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26 de agosto de 2023
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película dirigida por Oliver Hermanus a partir de un guion de Kazuo Ishiguro, adaptación de la película japonesa de 1952 Vivir (Ikiru) dirigida por Akira Kurosawa, que a su vez se inspiró en la novela rusa de 1886 La muerte de Iván Ilich de León Tolstoi. Ambientada en el Londres de 1953, describe a un burócrata (Bill Nighy) con una vida gris, casi como un personaje sacado de los cuentos de Charles Dickens, y donde su existencia transcurre sin novedad alguna, en la más pura rutina y con apatía a cualquier emoción … hasta que un día le diagnostican cáncer y le dan pocos meses de vida. En ese mismo momento el protagonista es consciente de que ha vivido como un zombi, como un muerto en vida, y que ya no recuerda como era sentirse vivo y sobre todo cómo lo hacía; es por ello por lo que empieza a compartir encuentros con compañeros que habían trabajado juntos y que el protagonista consideraba que amaban la vida.

Filme con una soberbia interpretación de Bill Nighy, de pequeños detalles donde aparentemente no pasa nada y todo transcurre con lentitud ( la primera mitad adolece de esta misma lentitud y de una repetición de discurso ); pero que en la segunda mitad, cuando el director aborda directamente el sentido de la vida a través de los últimos actos del Sr Williams, es donde gana todos los puntos : el relato en tercera persona (por sus compañeros de trabajo), una delicada fotografía de época, y los escasos diálogos arropados por una más que eficaz banda sonora, nos hace intuir todo el mensaje de una manera sentida y casi natural, y aquí es donde radica toda la belleza del largometraje. Los últimos 15 minutos (escena del parque entre funcionario y guardia y posteriores) me parecen demasiado azucarados y rozando la cursilería; lástima porque desmerecen las escenas previas del largo final y epílogo de la película.

Excelente fotografía, diálogos ingeniosos, aunque exiguos salpicados del más cínico humor inglés. Buenas interpretaciones para contar una historia mínima que supone el gusto por la vida, los pequeños placeres, el ayudar al prójimo y el mejorar día a día.

Lo considero un filme menor, pero un filme menor de los buenos, que visto lo que las salas ofrecen actualmente, no es poco.
RamonSaïdí
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30 de diciembre de 2022
4 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
*Una apuesta precisa

Con Living volvemos a enfrentarnos a una de esas películas que se presentaron hace meses (Sundance, Estados Unidos) y no ven la luz en salas españolas hasta mucho tiempo después. Esta producción inglesa, sueca y japonesa, dirigida por Oliver Hermanaus, te recuerda que de vez en cuando la industria británica nos brinda auténticas joyas que perfilan de manera sensacional aspectos tan importantes como la vida misma. La nueva apuesta del cineasta sudafricano es brillante, de esas bien construidas y que te dejan un poso único. Es un drama plano a simple vista, incluso de líneas de diseño algo sencillas, pero que finalmente te conquista con una estructura perfectamente cimentada, una historia apasionante y un fondo conmovedor.

¿Por qué ver esta cuanto tenemos el clásico del maestro Kurosawa? Es una gran pregunta, y pasa a menudo con los remakes. Sin embargo, en un tiempo donde sobreabundan los biopics y versionados de absolutamente todo, esta propuesta sensacionalmente guionizada por el Nobel de literatura Ishiguro habla en otro contexto, el de la Inglaterra de posguerra, y sobre un personaje completamente nuevo. Básicamente porque el titánico Bill Nighy nos regala el mejor papel de su carrera, pero eso ya lo trataremos más adelante.

Estamos ante un remake bastante fiel a la pieza original, genuino en todo caso, que actúa de forma orgánica para conmover al espectador a la vez que le asesta una dosis de realidad. No hace falta que seas funcionario del Estado para sentirte identificado, pues esa sería la lectura fácil. Sí, el señor Williams es un burócrata de los pies a la cabeza, que en época de vacas flacas en una ciudad tan importante como Londres actúa como buen funcionario de Obras Públicas, con una diligencia laboral rígida y una faceta eminentemente cortés de cara al público. Muy británico en todo caso.

La virtud de Living es haber respetado la esencia de Kurosawa a lo largo de la película, adueñándose de los parecidos con la cultura japonesa, pero introduciendo en el corazón de la pieza la pura identidad inglesa. A esta tarea seguramente haya ayudado bastante Kazuo Ishiguro, que es japonés pero vive en Reino Unido. Y esta es una de las claves del éxito, lo que cautivó a los críticos profesionales a principios de 2022. Es una mezcla explosiva, porque por una parte tenemos el espíritu de Kurosawa (además del de Tolstoi) a la par de poder identificarnos con una sociedad cercana como la inglesa.

*Bill Nighy de manual

En lo que respecta al protagonista, que básicamente es la película en sí misma, sale enormemente beneficiado por el que seguramente sea el papel más elevado de un ya gran Bill Nighy, uno de los icónicos villanos de Hollywood y famoso por 'Love actually'. El curtido actor británico lo da todo en una interpretación para la posteridad, de esas que se recuerdan años después. Sus virtudes no solo se aprecian a la ahora de presentarnos la dualidad del señor Williams (funcionario apagado y hombre renacido), sino que, durante todo el metraje, vemos una clase magistral sobre cómo actuar en cada momento y ante cada personaje que se cruza.

Primeramente nos muestra a ese burócrata del Estado que lleva trabajando de sol a sol durante varias décadas, entregando a su empleo todo vigor y por ello apagando lo que una vez le dio vitalidad. Es una especie de muerto viviente, un zombie al que sus subordinados temen como jefe y figura pública, pero al que realmente no conocen. En Living, Bill Nighy tira de recursos ilimitados para deleitarnos con un protagonista que representa como nadie la incorregible y cruel burocracia administrativa: inflexible en los trámites y decorosa en el trato. Una mezcla desesperante que, también en este caso, hace que las solicitudes nunca lleguen a buen puerto.

No obstante, lo que para otro actor sería actuar según lo escrito en guion, para Nighy es algo más. Su trabajo no se limita a darnos a ese carcamal ahogado en su triste monotonía, pues nos regala una gran gama de matices dentro de esa lineal, antisocial y previsible personalidad. Su interpretación en los actos iniciales resulta casi poética, incluso musical, de una belleza indescriptible, donde cada gesto, mueca, mirada o ceño fruncido van dando pistas de la profunda melancolía que somete a un hombre diagnosticado de cáncer que ya estaba muerto.

Y a partir de aquí es cuando vemos al Bill Nighy más completo. Antes encorsetado en su evidente caparazón de tristeza insalvable, gracias a la sentencia se desata para recuperar el vigor y las ganas de vivir. Entra en esa paradoja inexplicable de saber que va a morir pero teniendo más ganas de vivir que nunca, no de manera irracional o para huir de la realidad, sino precisamente adentrándose en lo incontrolable que es el tiempo y la muerte, siendo plenamente consciente de que debe recuperar con acciones genuinas lo que la vida acomodada, puro british, le arrebató, la vida misma.

*Aprender a vivir

¿Qué es vivir? Living es apasionante película cuando se introduce, por medio de una sencillez pasmosa, en esta cuestión existencial. No hace alardes ni malabares, o siquiera emplea de modo efectista el gancho emocional. Como espectador te lleva de la monotonía a la tristeza más absoluta, para luego hacerte reflexionar profundamente y dignificar a la persona con un final salvajemente enternecedor, de esos que te rompen por completo. Aquí Bill Nighy está sencillamente apabullante, desgarrador, otorgando a su condenado personaje un aura iluminadora, de una belleza única como lenguaje de esperanza que arrebata a la feroz lógica moderna su victoria más desalentadora.

Porque la película Living no es novedosa en este sentido, ni siquiera original. Muchas veces se ha tratado esto, y en ocasiones magistralmente. Pero la apuesta de Oliver Hermanus lo hace con un estilo orgánico y especial, con un Bill Nighy para enmarcar.

Escrito por Gabriel Sales Triguero
Cinemagavia
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1 de octubre de 2022
1 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Remake de la pequeña joya de Kurosawa "Ikiru" (Vivir), coproducido entre Reino Unido y Japón. No en vano, en la producción se encuentran descendientes del genial realizador japonés.
Estos han bendecido la cinta y no es para menos por cuanto, aunque menos buena que la original, que era una pequeña obra maestra, ofrece mucha sensibilidad y buenas maneras.
Atrapa poco a poco al espectador por mor de una historia que destila gran humanidad.
Con un ritmo tranquilo, que no lento, los personajes van calando en el espectador, sobre todo el protagonista, encarnado por un magnífico Bill Nighy.
De gran hondura dramática, pero expuestos los sentimientos de forma sobria, sin estridencias ni melodramatismos baratos, la emoción nos gana sin remedio.
Además del argumento en sí, el film está beneficiado por una dirección artística excelente, consiguiéndose una ambientación perfecta del Londres de los años 50.
Siempre interesante y a medida que pasan los minutos cada vez más entretenida y amena, al final queda en la memoria una historia conmovedora, positiva por sus buenos sentimientos.
Recomendable por todo ello.

https://filmsencajatonta.blogspot.com/
Baraka1958
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