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Rabia

Thriller. Drama. Romance José María es albañil y Rosa empleada doméstica interna. Son inmigrantes sudamericanos, trabajan en España y desde hace pocas semanas son pareja. Unas vacaciones de los jefes de Rosa permite a José María pasar unos días con ella dentro de la casa y fantasear acerca de lo que sería una vida compartida. José María tiene una personalidad volátil y una discusión lo lleva a un enfrentamiento físico violento con su capataz, que culmina con la ... [+]
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Críticas 27
Críticas ordenadas por utilidad
5 de julio de 2011
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Rabia es un thriller atípico, pequeño, pero con mucha fuerza en su interior. Su historia gira alrededor de dos personajes trazados mínimamente, pero que funcionan con esas breves pinceladas: José María es un albañil con un punto violento y celoso, y Rosa es una empleada doméstica que sirve en casa de un matrimonio de viejos adinerados. Cuando José María, en un ataque de celos, mate accidentalmente a su jefe, se esconderá en la casa donde sirve Rosa, sin decirle nada a nadie, ni siquiera a Rosa.
El misterio de la película nace de un personaje encerrado y sus reacciones al ser observador casi privilegiado de todos los movimientos de Rosa, que lo cree desaparecido. Magníficamente encarnado por Gustavo Sánchez Parra (desconocido para mí), el personaje de José María va degradándose físicamente y llega a convertirse casi en un fantasma. La gran virtud de Rabia es el magnífico guión del también director Sebastián Cordero, un guión que da espacio a los personajes (a pesar, y eso es lo difícil, de verlos moverse por un solo espacio) y no tiene prisa por pegarle giros a la historia ni darle golpes de timón, sino que la deja desenvolverse a su ritmo (no voy a negar que hay algún que otro tramo un poco tedioso).
Otro punto fuerte son -no puede ser de otra manera- los actores. Junto a los desconocidos Martina García y Gustavo Sánchez Parra figura un gran plantel de secundarios: Concha Velasco, Icíar Bolláin, Ále Brendemühl, Fernando Tielve, etc. Todos son ejes importantísimos de esta pequeña joya del cine español, que seguramente poca gente verá. Ojalá no fuera así.
juanantlopez
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6 de enero de 2011
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Producida por Guillermo del Toro, el cineasta ecuatoriano Sebastián Cordero, realiza una película a medio camino entre el drama psicológico y el thriller, para contarnos a través de dos inmigrantes latinos en España, que sobre adversidades (las del albañil José María) y manos amigas (las que protegen a Rosa, una empleada doméstica colombiana), está lleno el mundo.

Con una acertada puesta en escena, los actores son parte de la clave para aceptar como buena esta historia sobre un amor imposible, que insisto, plantea sin exageración alguna en su dramaturgia y atmósfera, la rabia en la marginalidad por las cosas que, al fin la vida no puede otorgar. Y que más allá de buscar culpables de ello en la Divinidad, debemos considerar que somos nosotros mismos, los que fabricamos nuestra dicha o desventura.

Gonzalo Restrepo Sánchez (Film critic. Barranquilla, Colombia)
gonzalo restrepo sanchez
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20 de febrero de 2011
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Recién terminada la gala de los Goya del 2011 puedo recuperar una de esas producciones española que contando con varios premios, pasa como una estrella fugaz por nuestra cartelera sin pena ni gloria y a pesar de ser una buena película cae en el saco del cine español que no interesa a nadie porque están hartos de la guerra civil, comedias de adolescentes, sexo barato, casquería y malos actores. Nada de esto hay en Rabia como en otras muchas a las que se juzga por el mismo rasero y poco se hace por promocionarlas y distribuirlas.
Dicho esto el ecuatoriano Sebastian Cordero adapta la novela de Sergio Bizzio con buen pulso narrativo apoyado en una encomiable fotografía de Enrique Chediak sobre una historia de amor frustrado que conlleva al desarrollo de una situación inquietante, de espacios reducidos donde el caserón en el que transcurre se suma al protagonismo físico y simbólico de la trama. Buenas interpretaciones donde doña Concha Velasco sienta cátedra y Alex Brendemühl acaba por especializarse en un tipo de papeles de personajes odiosos y a la vez llenos de matices. La pareja protagonista defiende sus roles, destacando Gustavo Sanchez Parra que se va transformando al tiempo que su personaje. Sigo insistiendo en el poco cuidado que se pone en que los actores independientemente de su acento vocalicen, sobre todo en las escenas intimistas, donde no se les entiende casi nada. Mayor delito teniendo como compañera de reparto a la Velasco de la que podían aprender algo. Al final la propuesta se carga de un interés a muchas bandas, todos los personajes esconden muchas cosas, pero que no acaban de desarrollarse ni finalizar a la altura de sus posibilidades. En cualquier caso Guillermo del Toro ha producido una muy digna cinta con un director del que seguiremos a la expectativa.
jcelziete.blogspot.com
ELZIETE
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27 de diciembre de 2012
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Supongo que no sabes de que va o de donde ha salido esta película. Rabia es más que rabia, es intriga, desazón, pasión y anhelo. Es puro Hitchcock en una casa encerrado con Gabriel García Marquez jugando al escondite.
No quiero comentar nada que desvele nada sobre ésta historia, simplemente que confíes en mi y te sientes a ver Rabia.
PD: Concha Velasco como siempre brillante.
Fucktotum
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22 de marzo de 2018
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Vi “Rabia” (España, 2009), dirigida por el ecuatoriano Sebastián Cordero [1972- ], basada en la novela homónima del argentino Sergio Bizzio, de 2005. Está protagonizada por Martina García y Gustavo Sánchez, acompañados de Concha Velasco, Icíar Bollaín y Àlex Brendemühl, entre otros. Narra la historia de una pareja de novios, inmigrantes sudamericanos, en España: José María (Gustavo Sánchez), albañil de tendencia agresiva, y Rosa (Martina García), una humilde empleada doméstica. Por su carácter volátil, José María tiene un altercado con su jefe y, para huir de la policía, se refugia, sin que nadie lo sepa, en la mansión donde trabaja su novia. Ahora bien, la obra, en teoría, sería de suspenso pero esta da pie, en muchos casos, al tedio. Empieza lenta, sin sobresaltos dramáticos (que mucho se echan de menos), y lo peor es que se ralentiza cada vez más. Dicho con otras palabras: hace falta algunas dosis de adrenalina. Eso sí, cuando el espectador se acostumbra al ritmo tortuoso, puede dejarse impactar por la angustia del encierro. Esta es una obra que le exige paciencia al espectador. Pasando a otro aspecto, el dúo protagónico me parece muy bueno. De un lado, Martina García logra transmitir la humildad y la sencillez de una empleada inmigrante, quien se siente desprotegida y carente en una sociedad ajena. Del otro, Gustavo Sánchez logra transmitir la cólera que caracteriza su personaje (a lo que ayuda el efecto del primer plano). Incluso, otro mérito de Sánchez, está en la transformación de su cuerpo, al que no le da mayor énfasis el filme, por el ejercicio físico que hace para soportar el encierro al que se somete. Actuar implica retos como este en un corto tiempo (el de la filmación). Otro aspecto que no puedo dejar de resaltar es el buen plano secuencia final (transmitido al revés de como fue filmado), que compensa la predecible escena final. Pero el mérito de la obra, creo yo, está en las oportunidades que brinda para la reflexión. Resalto dos aspectos, sin ser los únicos. El primero es lo referente a la inmigración y la carencia que implica estar lejos, por obligación (económica en este caso), del lugar que te permite ser quien eres. La inmigración trae consigo un desarraigo que más de las veces se ignora en las obras sobre el tema, cintas que prefieren mostrar la faceta de “esperanza” y “alegría” del recién llegado (especialmente en el cine estadounidense). Esto último no es el caso en esta película. El segundo tiene que ver con el retrato, metaforizado arquitectónicamente en una mansión en semi-ruina, de una clase pudiente que ya no tiene forma de continuar con el tren de vida anterior. Claro está que el retrato que se hace de la familia empleadora de Rosa corresponde ya a un cliché: una familia, otrora pudiente, que ahora vive de recuerdos y ahorros pasados, con hijos fracasados e inútiles, que están ubicados en los resquicios entre lo legal y lo ilegal, las buenas costumbres y la inmoralidad privada, fruto de la permisividad en la educación con la que esas noblezas bajas educaron a sus hijos. Por todo lo anterior, puedo decir que la película no fue de mi completo agrado, pero tampoco fue una pérdida de tiempo. Supe sacarle gusto, como lo dejo en claro aquí, a varios de sus elementos. 2018-03-22.
Andres Botero
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