Rabia

Hay películas con clima y ésta es una de ellas, especialmente gracias a un protagonista inesperado: la casa donde se ha rodado.
Sin embargo, el guión no encuentra el equilibrio entre el tema de la inmigración y el puro thriller. de hecho, si los protagonistas no fueran inmigrantes la historia valdría lo mismo, y tampcoo se justiifican personajes como el de Iciar Bollain y sus hijos, perfectamente prescindibles. y es que la situación del intruso en la casa acaba siendo del todo inverosímil.
Lo mejor, Concha Velasco, perfecta y Martina Garcia, dulce y expresiva.
en definitiva, un producto ambicioso que se queda a mitad de camino. un premio excesivo en Málaga y el peligro de que despierte una expectación exagerada.

Esta es la historia en la cual un celoso con rasgos de psicópata se termina convirtiendo en prisionero a causa de su amor obsesivo.

Aunque no me gustó en absoluto cómo se tocan algunos aspectos, tales como el manido cliché xenófobo con el que se tacha a muchos personajes, casi "culpándolos" sibilinamente del devenir de los acontecimientos. O también cierta escena (spoiler) donde la interpretación de la coprotagonista pierde muchos enteros y carece de la intensidad requerida. También otras cuestiones más relativas al encierro del personaje que no se explican o no terminan de cuadrar del todo.

Del lado bueno es que lo anterior puede solaparse con una historia entretenida e intrigante, que consigue mantener el interés durante toda la cinta. La interpretación de la siempre genial Concha Velasco, y también del actor protagonista, que está a un gran nivel.

Recomendable, por tanto. Cumple su función.

El ecuatoriano Sebastián Cordero sorprende con este oscuro drama sobre la desesperación y desamparo de una pareja de inmigrantes enamorados separados por un fatal incidente que se da en la introducción del film.

Guillermo del Toro produjo esta película en que también se denuncia los valores extintos representados aquí por una familia burguesa en decadencia, los Torres (excelentes interpretaciones veteranas de Concha Velasco e Iñaki Elorriaga, así como la agradecida presencia de Alex Brendemühl y Icíair Bollaín en sus roles de acomodados hijos emancipados). La criada de la casa, Rosa (Martina García) es testimonio de la suave cuesta debajo de una historia entre padres e hijos que se desenvuelve fríamente, mientras ella, embarazada, espera que su amante José María (Gustavo Sánchez Parra) vuelva a su lado, de quién cree que está en paradero desconocido por homicidio cuando realmente se esconde en la buhardilla de la casa, en cualquier recoveco y en compañía de las ratas, mientras la vigila, la desea y la sigue amando más que nunca, presa del hambre, del frío, del dolor y de la impotencia de no poder acariciarla de nuevo.

Es en esa incomunicación que “Rabia” adquiere una tensa atmosfera gótica ya que parte del film está ambientado en los interiores de la mansión de los Torres; lúgubre, vacía y a punto de caer en el olvido.

Lo Mejor: la pareja protagonista
Lo Peor: una introducción algo demagógica

"Rabia" viene avalada por los premios conseguidos en el pasado festival de Málaga y por estar en la producción nada menos que Guillermo del Toro.

"Rabia" es un claustrofóbico relato, con caserón incluido, construido con indudable voluntad y esfuerzo por el director Sebastián Cordero que se mueve entre el drama romántico y el thriller angustioso y opresivo, llegando en algunos momentos a rozar el más puro estilo de terror.

Pese a que la película tiene momentos interesantes, especialmente en la construcción del personaje del protagonista José María (excelente Gustavo Sánchez Parra) en su descenso a los infiernos y en la atmósfera enfermiza y opresiva que se respira por los poros de esa casa antigua y aislada de la civilización, el filme no termina de funcionar del todo porque la construcción del relato muestra bastantes lagunas tanto de estructura -algo errática por momentos- como de diálogos en exceso forzados y de personajes secundarios metidos con calzador y que no aportan nada a la historia.

Después de ver "Rabia" uno tiene la sensación de haber visto un film interesante, narrado de forma fría y distante, que te mantiene en tensión en casi todo momento pero que podía haber dado mucho más de sí si no hubiese cometido todos los errores comentados que lastran en exceso la película y hacen que uno no se crea demasiado la historia que le están contando.

Bodrio teatral con argumento inverosímil, discurso maniqueo y diálogos tópicos. El verdadero protagonista es el ambiente sórdido-claustrofóbico en que se mueven unos personajes atrapados por la decadencia, el desprecio mutuo y la locura.

Todo esto puede parecer atractivo, pero no hay que engañarse; esta es una más de esas películas que podría haber dado mucho más de sí y que, sin embargo, se queda en un “dramón” de proporciones televisivas.

Salvo por la interpretación del esforzado Gustavo Sánchez Parra, carece por completo de interés.