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Rabia

Thriller. Drama. Romance José María es albañil y Rosa empleada doméstica interna. Son inmigrantes sudamericanos, trabajan en España y desde hace pocas semanas son pareja. Unas vacaciones de los jefes de Rosa permite a José María pasar unos días con ella dentro de la casa y fantasear acerca de lo que sería una vida compartida. José María tiene una personalidad volátil y una discusión lo lleva a un enfrentamiento físico violento con su capataz, que culmina con la ... [+]
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Críticas 27
Críticas ordenadas por utilidad
4 de diciembre de 2010
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
A diferencia del comentario que hoy mismo publico con respecto a Fritt Vilt (AKA Escalofrío), “Lo que oculta la Tundra”, genero otra bajo el título “Lo que oculta el desván” para Rabia, la que sí tiene esa trama nueva, inquietante y por demás interesante en relación directa con el manejo del temperamento, los celos, las obsesiones y sus consecuencias que contrae el no saber controlarlos.

Lo patológico del asunto va creciendo conforme se nos presentan las situaciones a las que se ve expuesto José María, quien es ilegal en España y labora como albañil en alguna construcción. Él a lado de Rosa, joven colombiana y empleada doméstica en una casa, planean una vida juntos pero los celos enfermizos truncarán toda posibilidad para que esa vida en pareja no se realice.

Por las rendijas se dejan ver los prejuicios sociales, alcoholismo, dependencias, abusos y todo aquello que cualquier familia podría vivir, en una casa lo suficientemente grande como para ocultar desdicha; Rosa asume su papel dentro de ese grupo familiar, aunque debe lidiar y aguantar otros hechos para evitar que la despidan.

Si con todo lo anterior la película no engancha, es simple y sencillamente porque la gente se encuentra indispuesta a disfrutar algo más que dramas menos elaborados o insustanciales. Rabia te atrapa 90 minutos y te sorprende por demostrar lo que los actores hacen por sus personajes, Gustavo Sánchez Parra, hace una interpretación digna de un protagónico.

Por momentos hay temor, compasión y mucha intriga.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Coleccionista Visual
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23 de julio de 2012
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta es una singular historia de amor, pero, además es un drama, una tragedia... y hasta una comedia de humor negro, porque para todo eso le alcanza. Es un drama acerca de inmigrantes con las comunes dificultades de adaptación, aceptación y respeto por parte de los habitantes nativos. También con los sinsabores que, en ocasiones, ellos mismos causan, y con los atropellos y abusos que algún miembro de ciertas familias es capaz de cometer.

Los Torres, son una familia de clase alta con dos hijos no muy afortunados (ella casada y él un vividor), que ahora pasan por dificultades económicas. La señora, esconde lo mejor que puede su alcoholismo; y el marido, es un buenazo bastante generoso y médico de vieja data. A todos ellos, los asiste una joven empleada colombiana (Martina García), desde hace varios años, y sus atractivos físicos no solo motivan a los trabajadores de las cercanías sino al hijo mayor de los Torres, quien no pierde ocasión para tantear sus favores. Pero, Rosa apenas tiene ojos para un solo hombre, José María, otro inmigrante empleado en la construcción quien, de pronto, se verá abocado a esconderse… y el mejor lugar que encuentra es el mismo que ya ha elegido un aguzado ratón: el ático de la vivienda de los Torres.

El director ecuatoriano, Sebastián Cordero, nos ha puesto muy cerca de una película de primera línea, pues, la historia conmueve sensiblemente desde el punto de vista humano; tiene la sabiduría de matizar los comportamientos hasta lograr el punto de equilibrio entre las partes; y lo mejor, es que consigue sostener la mayor parte de la trama en un escenario interior, en el cual ocurren muchas cosas sin que el clima de suspenso y drama decaigan ni por un momento.

Como espectadores, nos sentimos partícipes de algunas sutilezas que nos invitan a pensar, pues, no todo se nos entrega masticado y hay algunos hechos que apenas se insinúan, siendo nosotros los que debemos sacar las debidas conclusiones. De esta manera, nos metemos de lleno en la historia, y la narración cobra altura dejando en claro que estamos ante un joven director con un buen posicionamiento cinematográfico.

La puesta en escena y la fotografía resultan bastante correctas, y por otro lado, la analogía entre el ratón y el hombre que huye de la justicia mientras se convierte en el ángel vengador de su leal noviecita, complementan el interesante relieve sociológico que se propone esta película, que sin duda alienta a tomar más en cuenta a los sufridos inmigrantes.

Aunque sobresalen por su actuación, el mexicano Gustavo Sánchez Parra y la inolvidable, Concha Velasco, a <<RABIA>>, le hubiera sentado muy bien una exigente dirección de actores, pues, es en la vocalización donde está su principal falencia. Por esto, creo que la aplaudirán más donde la vean con subtítulos que entre nosotros.

En todo caso, estamos ante un filme muy digno y me animo a recomendarlo.
Luis Guillermo Cardona
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7 de abril de 2013
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Atmósfera lúgubre y opresiva muy conseguida al darle vida propia a la casa en la que se desarrolla la mayor parte de esta historia. Sin embargo, a priori interesante, el guión se malogra por ser excesivamente forzado e inverosímil.

Cabos sueltos por todas partes: los personajes de Icíar Bollaín e hijos, especialmente el adolescente, son puro bulto en una película ya lastrada por la horrible interpretación del hijo varón, (Àlex Brendemühl), de la señora de la casa, Concha Velasco.

Además, el hecho de que la pareja protagonista sea inmigrante no aporta nada a la historia. Es más un prejuicio con o sin fundamento _da igual_ que un aporte necesario y esclarecedor. De nada sirve.

Dos inmigrantes colombianos se instalan en alguna ciudad de Euskadi, él como peón de la construcción, ella como empleada doméstica interna. Se enamoran, sufren lo suyo y a él, sin que conozcamos razones aparentes, se le va la pinza montando quijotadas por salvar
el honor de su dama. Pero a lo bestia.

Ahí no acaba la cosa... Lo que viene a continuación son ocho meses de encierro voluntario en el desván de la casa en la que ella trabaja en una historia de autodestrucción que no explica ni el porqué ni el por qué no.

Muy forzada, bastante desapercibida y también prescindible. Guarda su punto de interés, no obstante, por no saberse por dónde irán los tiros hasta el final y, paradójicamente, lo que uno desea es que ese final llegue cuanto antes por puro tedio.

Destacables interpretaciones de Concha Velasco y de la colombiana Martina Gracía. Destacable fotografía y manejo de cámara con planos claustrofóbicos e inquietantes. El ritmo, sin embargo, despertando interés y tensión desde el principio se convierte en un auténtico coñazo, lento y somnoliento en cuanto el albañil loco de esta historia se auto-recluye en el desván. Psé...
Valkiria
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29 de enero de 2011
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Todos estamos un poco locos a veces”
Norman Bates en Psicosis
"A veces, sólo una vez puede ser suficiente"
Respuesta de Marion en Psicosis
Por: John Harold Giraldo Herrera
Si existen las películas road movie para hablar de aquellas donde son protagónicos los viajes en carretera, debería existir la categoría home movie para las que cumplen un papel determinante los espacios habitables. Pues en la película Rabia, convertida en un injerto de producción: ser colombiana, española, mexicana y hasta ecuatoriana, la casa constituye un elemento clave. El drama de los migrantes latinos en el país español es representado por un albañil -José María- de la construcción y una mujer del servicio doméstico interno –Rosa- en una especie de mansión. La película es la nueva producción del talentoso Guillermo del Toro, dirigida por el ecuatoriano Sebastián Cordero. El argumento: un amor entre los dos migrantes surcado por un hecho criminal. Tal vez la idea sea la de mostrar el confinamiento de los migrantes y ese tema universal tan agónico como heroico: los amores imposibles.

Un retrato de las frustraciones de una familia burguesa española en decadencia y la de un asesino que debe encerrarse en sí mismo más que en el altillo de una mansión. Si en la película Flores en el ático de Jeffrey Bloom (1987) dos niños deben vivir encerrados por culpa de una abuela desalmada y una madre complaciente, o si en la película Tumbas al ras de tierra (1994) de Danny Boyle el personaje se convierte en una especie de vividor en el techo para proteger un dinero de sus amigos de apartamento, en Rabia el personaje toma la decisión de permanecer oculto tal vez por amor y por huir de la persecución; su decisión lo llevará a límites crueles y fatales.
Rabia logra meternos en la espeluznante transformación de un individuo medio voyeur, medio psicópata y envolvernos por instantes en esta home movie. Me parece estar viendo al personaje Beto de la película mexicana Parque Vía (2009) del director Enrique Rivero, quien encerrado en una mansión comprende que no tiene vida si venden la casa, en este caso, José María parece vivir por estar espiando y por estar cerca de Rosa. En ambas películas desarrolladas en mansiones, Beto vive satisfactoriamente a sabiendas que la casa que cuida la van a vender, mientras que José María, confinado y en estado deplorable, fugitivo y enamorado, vive pequeños momentos de dicha tan sólo sabiendo lo que le ocurre a Rosa. Aunque Rosa sufre de abusos del hijo de la familia Torres y del abandono de su novio. José María no es más que un espectador, sufrido, encarcelado en sus deseos, privado del contacto, sus amigas las ratas le van a jugar una mala pasada en el altillo donde se refugia.
Ver más en: http://www.latarde.com/blogs/elgranojo/
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
John Giraldo
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6 de febrero de 2011
3 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Rabia e impotencia, sí, pero también fallida y tediosa. Discreto drama protagonizado por una pareja (Martina García y Gustavo Sánchez Parra) de inmigrantes sudamericanos que trabajan -o al menos lo intentan- en España. Obviamente, su estancia aquí no es fácil socialmente, siempre siendo presa fácil de aquellos retrógradas que siguen sin aceptar que un inmigrante puede ser mejor persona y que tiene los mismos derechos que ellos. Tras esta pequeña declaración de intenciones para con nuestros inmigrantes, vamos allá con lo que dio de sí el filme.

El tema del racismo era caldo de cultivo para la película y éste está a mi gusto desaprovechado. Es cierto que toda la trama gira en un terreno hostil para nuestros protagonistas por razones claras (al principio para él, luego para ella), pero la ineficacia de un guión de pacotilla acaba matándola, abocando a una temática realmente inclasificable. A medida que pasan los minutos todo se enturbia y resulta demasiado incómodo para el espectador meterse en la aturdida mente del protagonista. Su comportamiento no es defendible éticamente, por eso me repatea que parezca el héroe del cotarro. Además, la verosimilitud en algunas escenas queda bastante entredicha y el desarrollo de los personajes secundarios es de auténtica pena. Lo más curioso fue haber visto a una Concha Velasco por la que parece que no pasan los años y a Icíar Bollaín, de la cual desconocía su faceta de actriz. Película para olvidar, aunque no la triste temática que vagamente aborda.
Condosco Jones
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