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El último baile (Miniserie de TV)

El último baile (Miniserie de TV)
2020 Estados Unidos
Documental, Intervenciones de: Michael Jordan, Phil Jackson, Scottie Pippen ...
8.2
15,623
Serie de TV. Documental Miniserie de TV (2020). 10 episodios. Docuserie repleta de material inédito de la temporada 1997-98 , que muestra la carrera del legendario baloncestista Michael Jordan, uno de los mayores iconos del deporte de todos los tiempos, y su trayectoria con los Chicago Bulls en los años 90. (FILMAFFINITY)
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Críticas 66
Críticas ordenadas por utilidad
19 de mayo de 2020
11 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
He disfrutado mucho. Soy un loco del baloncesto que además vivió esa época muy intensamente. Así que...un gustazo.
Me gustaría dividir mi crítica entre lo puramente cinematográfico y el contenido baloncestístico
Si hablamos de lo formal es un muy buen trabajo. Se podía haber hecho un simple biópic cronológico y hubiese quedado bien ya que el material de fondo es nada más y nada menos que la historia del mejor baloncestista y posiblemente deportista de todos los tiempos. Pero se opta por una estructura de, basándonos en un punto concreto (la consecución de el último título) ir alternando flashbacks deportivos del equipo y del astro, con análisis de figuras complementarias (compañeros, entrenador, ayudantes, guardaespaldas, padres...). Todo un acierto que hace más digestible, especialmente para los profanos en la materia, la monumental cantidad de datos.
Es admirable cómo está guionizado el documental para que mantenga el interés. Me interesa mucho como los estadounidenses dramatizan cualquier historia (clínicas de cirugía, venta de trasteros, casas de empeño...lo que sea). Aquí se opta por el leit motiv ¿serán capaces de volver a ganar sabiendo que se separan? Y hay un malo malísimo evidente, Jerry Krause. Y otros malos-malotes. Los Pistons, claro, pero también toda una galería de personajes que retan a nuestro héroe: Reggie Miller, Pat Edwing, Barkley... docenas de superjugadores. Y por supuesto todos los pobres defensores que intentaron pararlo. Y obstáculos de todo pelaje (muerte del padre, acusaciones de adicción al juego, retiradas parciales, fiebres, lesiones de compañeros...) Así que ya tenemos el cóctel dramático dispuesto. El héroe contra todos y contra todo, y a la caza de un objetivo imposible. Todo muy yanky.
Por otra parte, las imágenes de Jordan en juego son espectaculares. Pura poesía. Las entrevistas, muy acertadas en su mayoría. La banda sonora muy bien. Todo impecable.
Para los comentarios de baloncesto, al spoiler
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
antuán
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19 de mayo de 2020
10 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Este documental se centra en la última temporada triunfal de una de las mejores dinastías de la historia del deporte, los Chicago Bulls, y su líder Michael Jordan.

Su narración hace continuos saltos en el tiempo para ir relatando los distintos pasos que da Michael Jordan desde la universidad de Carolina del Norte hasta su última temporada en Illinois. En esta serie documental de diez capítulos también tienen su sitio figuras claves de los éxitos de esta franquicia (Scottie Pippen, Denis Rodman, Horance Grant, Phil Jackson, Toni Kukoc o Steve Kerr), y se le da voz a sus rivales (Isiah Thomas, Magic Johnson, Larry Bird, Clyde Drexler, Charles Barkley, Patrick Ewing, Reggie Miller o John Stockton).

Es una historia que gira alrededor de una figura estelar, inigualable, en el firmamento de las estrellas. Todas las figuras del mundo del baloncesto quedan en un segundísimo plano bajo la infinita sombra de Michael Jordan, el primer icono deportivo mundial. Dotado de un físico privilegiado (sólo tenía un 3% de grasa corporal) pero de una altura muy inferior a lo que se estilaba para ser un jugador franquicia, Michael Jordan se convirtió en el jugador perfecto. Ha sido uno de los defensores más insaciables de la historia con unos promedios de robos de balón que rozan lo absurdo, y con unos recursos ofensivos literalmente infinitos combinados con una plasticidad única en la historia del deporte. Su superioridad es tal que se sobrepuso totalmente de acontecimientos que habitualmente lastran carreras para siempre, como una grave lesión o una retirada de 18 meses.

Su naturaleza competitiva digna de estudio le llevó a cruzar la frontera del acoso con compañeros para que éstos diesen lo mejor de sí, y se buscaba continuos motivos para automotivarse y machacar a sus rivales. En los momentos de los hombres de verdad, cuando quema el balón en los últimos momentos de los partidos se veía el auténtico Jordan, el que asumía la responsabilidad para ser un despiadado asesino cuando el reloj jugaba en su contra.

Y, como no, este The Last Dance será recordado por ofrecer la otra cara de la superestrella: coqueteos con la ludopatía, el dolor por la muerte de su padre, el acoso que sufría con la prensa, su estrecha relación con su séquito de seguridad. Y ahí también está parte de su encanto, su altiva figura bebiendo bourbon y fumando puros.

Michael Jordan no fue un santo y nadie que ha logrado lo que él podría haberlo sido. Su imperfección como individuo equilibra a un atleta cuya superioridad física, técnica, mental y competitiva no ha tenido ni tendrá parangón.

Ha sido un privilegio de haber disfrutado de esta magnífica obra que pone los puntos sobre las íes de un equipo tan sumamente mítico como los Bulls de Michael Jordan.
Zydrunas
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18 de mayo de 2020
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Parecía difícil saber más de lo que ya se sabe sobre Michael Jordan, su vida y obra y la década de los 90 en la NBA donde los Chicago Bulls hicieron una dinastía que incluso podría haber sido mayor durante la primera retirada de Jordan al final de la temporada 1992/1993, aunque es algo que ya nunca se sabrá.

Con 'The Last Dance' se ha demostrado que aún no se sabía todo sobre el mito 'Air' Jordan y los míticos toros y si ya de por sí era un motivo bastante atractivo para ver esta miniserie documental, la forma en la que ESPN ha tratado el tema es de sobresaliente.

Aunque esto tampoco es nada nuevo. Quien haya visto algún documental deportivo de ESPN sabe de la exquisitez con la que tratan los temas protagonistas y este caso no es una excepción. Servido de testimonios de Michael Jordan, amigos (Phil Jackson, Scottie Pippen, Dennis Rodman, Bill Weillington, Steve Kerr...), enemigos (Reggie Miller, Isaiah Thomas, Charles Barkley, Patrick Ewing...), periodistas, gente de la directiva de los Bulls o familiares unido a un uso certero de la música y de imágenes y segmentos que merecen la pena ser vistas hacen de 'The Last Dance' un documental altamente recomendable para cualquier aficionado al deporte, independientemente de si le atrae o no el baloncesto.

Me ha gustado también que no haya sido una completa felación al legado de Jordan y su equipo, sino que también hay bastante espacio para broncas, discusiones o plantes al entrenador; para la gente ávida de saber los asuntos más oscuros de los famosos aquí se van a hinchar. Personalmente, si todo fueran vítores y hurras durante los diez capítulos me habría hartado. Está muy bien desmitificar a Jordan y mostrar su lado más tiránico y cruel que ayuda a no tener en un pedestal a los famosos. Si bien quizás sin ese lado oscuro no estaría hoy escribiendo sobre este documental de un jugador y un equipo legendarios.

A lo que sí voy a subir a los altares es a este documental. Es un gustazo ver un reportaje tan bien hecho que hace que pase volando el tiempo.
Michael Myers
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22 de mayo de 2020
16 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
No me entiendan mal: la serie me ha encantado. Me ha encantado porque los Bulls me encantan; porque Jordan me encanta; porque la NBA me encanta. Pero me ha parecido descafeinada como producto.
Quiero decir: la historia de la NBA ya estaba escrita. La historia de los Bulls ya estaba ahí; la figura gigante de Michael no ha habido que inventarla, ni exagerar nada, ni adornar absolutamente nada. Todo eso ya lo teníamos. Es más, ni siquiera hubo que crear material ambientado en el pasado, porque las imágenes se tomaron en su día con el fin, precisamente, de ser mostradas algún día. Y las imágenes de los partidos... En fin, también se retransmiteron por televisión.
Luego, ¿cuál ha sido la aportación real del director, de los productores? En fin, sí que es verdad que han vuelto a entrevistar a todos los personajes involucrados, y que había que escribir un guión. Pero, a mí entender, dicho guión es muy confuso. La estructura narrativa no es robusta, abusa de los flashback y flash Forward, provocando cierta dificultad para seguir el curso de los acontecimientos. Obviamente, si todo hubiera seguido la cronología típica, habría sido más aburrido. Pero el modo como se salta en el tiempo hacia delante y hacia atrás constantemente me parece que no es efectivo.
El ritmo del documental también me ha dejado a medias. En cada capítulo hemos podido disfrutar de unos diez minutos de ritmo trepidante. No lo niego. Pero también digo que han sido solo 10 minutos. El tema daba para más. Para mucho más. El resto del capítulo es en demasía estático.
Quiero decir, si alguien hiciera una serie sobre Federer, o Schumacher, o Mohamed Alí, muy mal tendría que hacerlo el director para que no fuera interesante. Pero aquí no criticamos lo interesante del tema ni de la figura histórica. Sino el acierto de los productores.
Lo mismo que con el ritmo sucede con el tono narrativo. Me ha resultado neutral, sobrio, un tono "mate". Creo que podríamos haber disfrutado, en cambio, de un tono épico, con brillo, casi todo el tiempo ausente aquí. Podría haber sido una gozada épica. El tema se prestaba a ello. ¿No?
En fin, con todo le doy un seis. Pero conste que el seis es meritorio de Rodman, de Jackson, de Pippen, de los Bulls en general, pero, sobre todo, el mérito del documento es del demiurgo Jordan.
¡Una gozada! Sí.
Pero también una lástima. Quiero decir, para ser el último baile.
Jefezillo
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23 de mayo de 2020
10 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
De entre todo el humor absurdo e involuntario que ha desencadenado este confinamiento, creo que mi chiste favorito es que este artefacto lidere ahora mismo en filmaffinity, con obscena holgura, el top de documentales deportivos de toda la historia.

Decir que, más allá de lo obvio, de que fue una fuerza de la naturaleza y un animal competitivo sin apenas parangón, Jordan siempre me cayó mal, él y los Bulls, siempre me alegraba en su época de esplendor las (pocas) veces que perdía, lo cual es un problema exclusivamente mío, y que por supuesto no tiene nada que ver con el documental.

Es inevitable disfrutar con las espléndidas jugadas que aparecen, con el desfile de iconos de aquellos inigualables años de la NBA, pero es un documental infinitamente más superficial, imperfecto y convenientemente dirigido y aseado de lo que parece. Y aunque no lo produce Netflid-19, el aura de asepsia y de inofensividad que lo envuelve es 100% Netflid-19. Habrá de todo entre sus votantes, naturalmente, seguro que muchos han tirado muy legítimamente de corazón o de sana y sincera idolatría previa hacia Jordan, los Bulls o el basket yanqui, pero una buena cuota de los que han rociado de champán su casillero lo hacen, tengo la sensación, porque es el producto de moda de Netflid-19, y como tal, hay que verlo y hablar de ello, y como la capacidad de los efectos de inoculación, contagio y devastación de Netflid-19 cada vez es mayor entre la gente, tampoco sé si para bien o para mal aunque lo pueda sospechar, pues la plaga de optimismo, indulgencia y sobrevaloración se desata. Si el mundo fuera un lugar justo, dicho sea de paso, el virus Netflid-19 debería ser declarado como pandemia, como tal vez el fenómeno vírico más amenazador que existe. Pero el mundo no es justo. No lo será jamás.

En mi caso, por cierto, decir que yo no era seguidor de ningún equipo. Recuerdo una provisional simpatía hacia los Suns de hipopótamo Barkley, pero poco más; mi corazón baloncestístico, durante esos anos, sólo se dirigía hacia Nacho Azofra y Oso Pinone. Ni siquiera puedo decir que fuera un incondicional de la NBA, ni mucho menos, aunque me interesaba, naturalmente. Por eso vi el documental, éste y otros tantos centrados en esta plaza, pero en mi caso, y según iban transcurriendo los capítulos, observaba cómo el nivel de disfrute y de vibraciones subjetivas que me proporcionaba el contexto de este deporte, el recordatorio de aquellas figuras y la contemplación de tan excelsas jugadas lo neutralizaba la nula empatía que me provoca una figura como la de Jordan, eje absoluto, obviamente, del artefacto. Y tampoco es que lo deteste, ojo, de hecho por momentos agradecía su sinceridad, humor y derrames emocionales, pero en líneas generales el nivel de inspiración e identificación que me provoca él y su equipo roza la inexistencia, hasta el punto de volver a comprobar cómo todos sus rivales, como ya me sucedía entonces, me caen mejor.

Por lo tanto, en fin, sólo me ha quedado dedicarle una mirada fría, objetiva, despojada de cualquier aditivo sentimental, y su evidente sesgo, el hedor a gel desinfectante, su injustificada duración, el ruborizante modo de tratar el episodio de la pizza (sea o no verdad) y, en líneas generales, la lubricación que mueve y engrasa prácticamente todas y cada una de sus piezas más o menos controvertidas y arriesgadas, y que pueden dejar en mal lugar a su protagonista, me han hecho quedarme bastante lejos del sentir general a la hora de puntuarlo.

Pese a todo, como dije, tampoco quiero radicalizar mi contrariedad. Sólo por ver o recordar las jugadas de aquellas legendarias citas, contemplar ciertas imágenes inéditas entre bambalinas o conocer las intrahistorias de algunos de sus protagonistas, es interesante y disfrutable; sería injusto negarle a The Last Dance la condición de fusilaminutos más que digno. Entiendo que un seguidor de los Bulls, o incluso un fanático de la NBA, se lo pase en grande viéndolo y reviviendo aquella etapa. Yo no soy ni una cosa ni la otra, y lo devoré con (decreciente) interés. Pero quien siguiera al dedillo aquellos años, más allá de emociones y nostalgias, no entiendo muy bien qué le debe de estar aportando. Cada uno goza, valora y saca el matasuegras como y donde le da la gana, faltaría más, pero compruebo la histeria colectiva, este sobredimensionamiento, esta preferencia en las votaciones sobre, por ejemplo, y sin necesidad de salir del baloncesto, los portentosos Magic & Bird o Hermanos y Enemigos: Petrovic y Divac, y siento ganas de invadir la OMS.
Barfly
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